En portada: Familiares de las víctimas de la masacre de Viejo Velasco. Foto de CDH Frayba
El pasado lunes (30), en aras de conmemorar el Día internacional de las víctimas de desapariciones forzadas, la coordinadora de organizaciones sociales indígenas de la selva de Chiapas comité de defensa de las libertades indígenas, Cdli-Xi'nich, Icisech, Tsoblej Yu'un Wocoltic y familiares de las víctimas desaparecidas de la masacre del pueblo Maya Chol de la comunidad de Viejo Velasco (en la selva Lacandona de Chiapas) enviaron un comunicado de prensa a través del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, A. C. (Frayba), dirigido a los gobernantes de México, al Congreso Nacional indígena (CNI), al Concejo Indígena de Gobierno (CIG), a los centros de derechos humanos, a los medios de comunicación nacional e internacional, así como al público en general.
En este comunicado exigen justicia, y le recuerdan a México y al mundo que la mañana del 13 de noviembre del 2006 su pueblo fue inmolado por un grupo de 40 civiles armados, 300 agentes de -la ya inexistente- Policía Sectorial de Chiapas, Fiscales, peritos y otros funcionarios: Allanaron sus hogares, ejecutaron a cuatro habitantes arbitrariamente, retuvieron y torturaron a cuatro personas, desplazaron de su hogar a 36 habitantes de la comunidad y arrancaron de los brazos del poblado a Mariano Pérez Guzmán, Antonio Peñate López, Miguel Moreno Montejo y Pedro Núñez Pérez.
Fue el 6 de julio del 2007 el día que se hallaron los restos de Miguel Moreno Montejo y Pedro Núñez Pérez (identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense), para con dolor entregarlos a sus respectivas familias. Sin embargo, aún no existen pistas respecto a los paraderos de Antonio Peñate López y Mariano Pérez Guzmán.
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Así también, los antiguos moradores de Viejo Velasco se niegan a que se olvide que, en el interior de su propia vivienda, su compañera, María Núñez González fue asesinada, estando embarazada; mientras que otra compañera, Petrona Núñez González, fue secuestrada y sometida a una tortura que le generó secuelas psicológicas que la atormentaron el resto de su vida y le condujeron a su muerte en 2010.
La Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) ha admitido el caso de la Masacre de Viejo Velasco (denominado “Pedro Núñez Pérez y otros”); no obstante la fiscalía del estado de Chiapas y el Estado Mexicano han demostrado una investigación simulada -por lo tanto ineficiente e infructífera- que se ha limitado a señalar falsamente como responsables de la masacre a los propios miembros de Organización Social Cdli-Xinich (compañeros de las víctimas) y no ha impartido castigo a los verdaderos autores materiales e intelectuales.
Los familiares sobrevivientes de la masacre de Viejo Velasco no se limitaron a hablar de la barbarie que vivieron durante el movimiento paramilitar ejecutado para su despojo, tampoco para clamar por las vidas de sus dos compañeros desaparecidos; también lo hacen en nombre de Simón Pedro Pérez López, defensor de derechos humanos e integrante del sitio Casa de la memoria y la esperanza (en Tierra sagrada de los Mártires de Acteal), quien fuera asesinado en julio; las casi 80 mil personas que han desaparecido en esta década y media (21,546 personas en tan sólo este sexenio), los 43 desaparecido de Ayotzinapa. Exigen que no falte ni una persona más.
Porque los sexenios corren (desde Fox, Calderón, Peña Nieto hasta llegar a López Obrador), las instituciones gubernamentales modifican su nombre o se disuelven, los funcionarios cambian de cargo, pero los desaparecidos y desaparecidas no vuelven. Desde Ojo de Agua Tseltal (Ocosingo, Chiapas) se nos recuerda que la impunidad, el dolor, el enojo y la tristeza no expiran nunca, mucho menos cuando no se hace justicia, cuando los crímenes crecen a la par de los días sin saber dónde están los familiares desaparecidos de los sobrevivientes de Viejo Velasco.
