HILANDO EL
CAPITAL
VERDE EN
MESOAMÉRICA

EL PROYECTO

Un equipo de Avispa Mídia recorrió alrededor de dos meses, entre junio y agosto de 2023, parte del sur de México y la región centroamericana para documentar cómo proyectos o megaproyectos asociados a la crisis climática se están desarrollado en esta región y cómo las comunidades indígenas y campesinas están viviendo sus consecuencias.

Cuando decimos “proyectos asociados a la crisis climática”, nos referimos tanto a proyectos en los cuales simplemente se ignora los efectos de la crisis climática, como la minería y el Tren Maya, como también proyectos asignados dentro del plan de los países ricos que supuestamente buscan frenar esta crisis, lo que llaman “economía verde”, “transición energética”, “objetivos de desarrollo sustentable” - propuestos desde la conferencia de medio ambiente de las Naciones Unidas, en Rio de Janeiro, Brasil, en 1992 – que hoy se perfilan como el New Green Deal.

En nuestra cobertura pusimos especial atención a la producción de la palma africana que forma un corredor en estos territorios mesoamericanos que va, principalmente, del caribe de Honduras, pasando por la franja norte de Guatemala, siguiendo una frontera de expansión más reciente, pero no menos agresiva, hacia el sureste de México, lo que ha implicado un aumento de la deforestación, del despojo y de la sequia en estos territorios. Mientras tanto sus promotores buscan encajar en programas de venta de carbono o de conservación, en la práctica conocida como green wash.

Desde 2016, realizamos un primer acercamiento, desde México hasta Panamá, con el proyecto Ecolonialismo, nuestro objetivo era conocer cómo se estaban implementando los proyectos considerados dentro de la llamada “economía verde”. Ya en este momento documentamos que los efectos generados por estos proyectos eran tan perversos tanto como aquellos proyectos de desarrollo enmarcados en la economía basada en el petróleo.

Ahora, siete años después, lo que encontramos fue un avance agresivo de estos proyectos provocando la agudización del racismo ambiental en los territorios. La expansión, tal vez, no se ha dado con la velocidad que les gustarían a los ideólogos de los Green Deal europeo, chino y estadunidense. Pero sí un avance que ya es responsable por la intensificación de la lucha por la tierra y por el agua, una verdadera ola de exterminio hacia a los pueblos originarios.

La posesión de la tierra es un factor incontestable para la existencia de estos pueblos. Sin embargo, están cada vez más acorralados en pequeños territorios y sin acceso al agua.

Encontramos patrones de estrategias por parte de las empresas para lograr el registro de propiedad de las tierras, mientras las comunidades, que vivieron en estos territorios por siglos, como los maya Q’eqchi’ en el Lago de Izabal, son considerados invasores de sus propias tierras. Estos pueblos encuentran dificultades casi insuperables para lograr el título colectivo de las tierras. Y son asesinados y criminalizados por resistir y persistir donde su gente siempre existió.

En muchas localidades por donde pasamos encontramos la escasez del agua hasta para el consumo humano. Comunidades en las orillas de ríos y lagos sin agua potable, por las fuentes contaminadas. Encontrar agua embotellada es un lujo. Ríos secos en pleno verano. Ríos y lagos cercados por empresas. Vimos también, en medio de escenarios casi desérticos, comunidades cuidando como tesoro sus hermosas nacientes de agua.

Si los proyectos de la “economía verde” van avanzando en los territorios, es verdad que los efectos de la “crisis climática” también, pero de forma más acelerada. Partimos a mediados de junio de 2023. Una ola de calor azotaba México y parte de Centroamérica. Pudimos vivir el caos en el abastecimiento de comida y agua, la crisis en el sistema de energía eléctrica y todas sus consecuencias.

Obviamente donde más se sufren los efectos de la crisis es en los territorios donde la gente vive de la tierra, de los ríos, lagos y del mar, como la comunidad de pescadores de El Bosque, en Tabasco, México, donde el mar avanzó hacia la comunidad inundando prácticamente todo el pueblo y ahora son llamados desplazados climáticos.

O en comunidades consideradas periféricas, donde algunos se dan el “poder” de decidir que unas vidas valen más que otras. Así pasó con una comunidad chontal maya en la ciudad Nacajuca, también en Tabasco, inundada para salvar la capital del Estado, Villahermosa.

Muchos estudiosos hablan de un reflujo de las luchas populares en América Latina y en el mundo. Es una afirmación compleja de debatir. Lo cierto es que quién está haciendo frente a la crisis que nos amenaza como especie, y que viene siendo alertada por científicos desde por lo menos la década de 1970, son los cuerpos, el modo de existir y la espiritualidad de mujeres, ancianas y ancianos, niños y niñas, hombres que no desisten de su modo de existir, aún sabiendo que en cualquier momento su lucha puede valer la vida misma.

A lo largo de los próximos meses publicaremos una serie de reportajes, videos y fotos contando estas historias. ¡Acompáñanos!