Mientras representantes de países de todo el mundo están reunidos en Baku, Azerbaiyán, del 11 al 22 de noviembre, en la cumbre sobre el clima de la ONU para discutir “soluciones” que saquen el planeta de la crisis climática, organizaciones ambientales globales denunciaron en una rueda de prensa que las “soluciones basadas en la naturaleza”, tema que está siendo por empresas y jefes de las naciones, son “falsas soluciones”.
Una de ellas es el mecanismo REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques). “Estas falsas soluciones permiten a los grandes contaminadores seguir lucrándose, haciendo recaer la carga sobre los países en desarrollo y las comunidades marginadas. Evitan reducciones reales y urgentes de las emisiones, que los países han incumplido reiteradamente”, sostienen la Red Indígena Ambiental, Acción Ecológica Ecuador, WALHI Indonesia y la Coalición Mundial por los Bosques, en un comunicado.
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El uso de los programas REDD+ como mecanismo de compensación del carbono forestal ha exacerbado el problema, resalta los ambientalistas, provocando la sustitución de ecosistemas biodiversos por plantaciones de monocultivos y causando graves impactos sobre los pueblos indígenas, las mujeres y los niños, incluyendo abusos documentados contra los derechos humanos.
“Los programas REDD+ se han transformado en compensaciones de carbono forestal. Se han talado bosques y las plantaciones de monocultivos han sustituido a los ecosistemas biodiversos bajo la apariencia de proyectos REDD+”, dijo Souparna Lahiri, de la Coalición Mundial por los Bosques. “Estos proyectos tienen enormes impactos negativos sobre las comunidades indígenas, las mujeres y los niños, incluyendo casos de violencia sexual”.
Argumentan que las tasas de deforestación no han disminuido y, en algunas regiones, siguen aumentando. Brasil, Indonesia y la República Democrática del Congo, principales receptores de fondos REDD+, siguen registrando algunas de las tasas de deforestación más elevadas del mundo.
Tom Goldtooth, de la Red Indígena Medioambiental, hizo hincapié en la rueda de prensa en el daño sistémico de los proyectos REDD+. “REDD+ es una forma de ‘capitalismo del carbono’ que explota las tierras indígenas, crea divisiones internas en las comunidades e incluso pone en peligro vidas mediante la intimidación y la violencia. En Brasil, los líderes indígenas que cuestionan REDD+ se enfrentan a amenazas de muerte”.
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De acuerdo con un estudio de la Colisión Mundial por los Bosques, existen más de 700 proyectos REDD+ en 57 países, que cuentan con el apoyo de financiación bilateral y multilateral. Entre los principales promotores se encuentran el Programa ONU-REDD y el Fondo Cooperativo para el Carbono de los Bosques del Banco Mundial, que abarcan más de 50 países cada uno.
Desde 2008, se han comprometido más de 5600 millones de dólares (o hasta 10 000 millones de dólares) de financiación pública a fondos multilaterales para el clima que apoyan la REDD+, y se han aprobado 3000 millones de dólares para proyectos. Entre los principales patrocinadores se encuentran Noruega, Alemania, el Reino Unido y Estados Unidos.
Desde 2008, se han prometido casi 10.000 millones de dólares de financiación pública para programas REDD+, revelan. Ahora, se dice que REDD+ necesita 15.000 millones anuales.
Perpetuación de la crisis
En los últimos 15 años, REDD, y ahora REDD+, se han integrado en los marcos de las Naciones Unidas, incluido el artículo 6.4, aclara Ivonne Yánez, fundadora y presidenta de Acción Ecológica, Ecuador. “Las empresas petroleras saben desde hace más de 60 años que el cambio climático está causado por la extracción y la quema de petróleo, y han hecho considerables esfuerzos para ocultarlo. Con la complicidad de los gobiernos y de las Naciones Unidas, crearon bonos de carbono, en los que los bosques son incluidos y entendidos como sumideros de carbono, incluyendo REDD+. Los créditos de carbono son a costa de los derechos humanos y los derechos de la naturaleza”.
Yánez continuó: “Aunque estos esfuerzos han logrado institucionalizar las compensaciones, la gente no es tonta. Muchos entienden lo que está pasando. Las empresas transnacionales de conservación están explotando a comunidades empobrecidas y vulnerables, incluidos algunos pueblos indígenas. Ofrecen pequeños pagos por lo que estas comunidades han hecho durante milenios: proteger los bosques”.
Uslaini, de WALHI Indonesia, describió los enormes impactos negativos sobre el medio ambiente y los derechos humanos en Indonesia, uno de los mayores receptores de financiación y proyectos REDD+ a nivel mundial. El comercio de carbono permite a las empresas y a los países del Anexo I superar los límites de emisiones mediante compensaciones en los mercados en lugar de reducir las emisiones, explicó, y añadió que en Indonesia las políticas y su aplicación no han conseguido frenar la deforestación.
“En Indonesia rechazamos los mercados de carbono. La compensación, en lugar de reducir las emisiones, ha llevado a la expansión de las industrias extractivas, que socavan los derechos consuetudinarios sobre la tierra y han contribuido a fenómenos meteorológicos extremos que han causado la muerte y el desplazamiento de más de 5.000 personas en nuestro país”, afirmó Uslaini. “REDD+ permite a los contaminadores continuar con sus actividades y también alimenta otras injusticias, como el acaparamiento de tierras y la criminalización de líderes indígenas y sociales”.
“En lugar de salvaguardar los bosques, los proyectos de REDD+ han permitido la tala de bosques primarios, han promovido las plantaciones de monocultivos y han provocado violencia contra las comunidades indígenas, especialmente contra las mujeres y los niños», explicó Uslaini. “Las industrias extractivas siguen estando en la raíz de nuestra crisis climática… El comercio de carbono sólo sirve para proteger a las industrias extractivas mientras viola los derechos humanos. Permite a las empresas y a las naciones más ricas evitar reducciones significativas de emisiones mediante la compensación en lugar de reducir la contaminación en su origen. Esto no es una solución climática; está perpetuando la misma crisis que pretende resolver”.
Resalta que “los gobiernos y los donantes deben dar prioridad al reconocimiento de los derechos colectivos a la tierra y al autogobierno de las comunidades indígenas (…). El apoyo debe llegar sin condiciones -ni créditos de carbono, ni compensaciones-, sólo recursos directos para mantener sus prácticas tradicionales”.
Las organizaciones concluyeron haciendo un llamamiento a los líderes mundiales, a los responsables políticos y al público en general para que rechacen las falsas soluciones al cambio climático y aboguen por enfoques auténticos de conservación forestal impulsados por las comunidades.