Qatar, pequeño país árabe con la tercera mayor reserva de gas natural a nivel mundial y actual sede de la copa mundial de futbol, ha recibido acusaciones de realizar el evento deportivo más contaminante en la historia y desplegar un enorme esquema de lavado verde para ocultarlo.
En enero del 2020, Qatar se comprometió a que el mundial de fútbol sería el primero catalogado como “carbono neutral”. En septiembre de ese año, el comité organizador detalló que compensarían todas las emisiones de gases de efecto invernadero resultado de la construcción de infraestructura para el evento deportivo.
En junio de 2021, un informe de la Federación Internacional de Fútbol Asociación
(FIFA) calculó que el mundial de 2022 produciría hasta 3.6 millones de toneladas de dióxido de carbono. En comparación, el evento anterior, realizado en Rusia en 2018, generó poco más de 2 millones de toneladas de CO2.
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A diferencia de la FIFA, un análisis de Carbon Market Watch señaló que la contaminación derivada de la construcción de los nuevos estadios puede haberse subestimado al calcular las emisiones hasta en ocho veces menos. “Esta promesa de neutralidad de carbono no es en absoluto creíble”, dijo Gilles Dufrasne, autor del informe, quien añade que “se trata de un ejemplo flagrante de lavado verde”.
Fraude
La vía tomada por la FIFA y Qatar para mantener su promesa de neutralidad de carbono es la adquisición de créditos de carbono, los cuales en teoría se utilizan para eliminar o reducir emisiones contaminantes en otros lugares del planeta.
Un reporte reciente de Bloomberg señala que este plan es profundamente defectuoso. Incluso puede magnificar las emisiones contaminantes alrededor del evento deportivo debido a que se pretende comprar 1.8 millones de créditos al Consejo Mundial del Carbono (GCC,por sus siglas en inglés), un programa de compensación voluntario de carbono con sede en Doha, capital de Qatar.
El problema yace en que GCC es famoso por aprobar proyectos de compensación de emisiones que no cumplen con las normas mínimas de operación en ningún otro lugar del mundo. “Lo que el CCG está ofreciendo aquí es, en el mejor de los casos, ignorante, y en el peor, un intento evidente de crear más oferta de créditos de baja calidad y bajo coste con una ilusión de credibilidad”, acusó Dufrasne.
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Pese a que opera desde 2019, el GCC solo había certificado un puñado de proyectos. Pero debido a la publicidad de la copa de fútbol sus perspectivas de negocio se han incrementado de manera significativa. Actualmente existen casi 600 proyectos a la espera de la aprobación del CCG, presentados por promotores de proyectos o intermediarios que no tienen a quién más recurrir.
Por ejemplo, la empresa energética india Emergent Ventures presentó proyectos solares al GCC para su certificación. En palabras de su director, Atul Sanghal, “es la única norma que funciona y que permite el registro de proyectos de energía renovable (…) Esta es la principal razón para optar por el registro de GCC”.
Según el director de operaciones de GCC, Kishor Rajhansa, la plataforma puede generar hasta 400 millones de créditos en la próxima década, cuyo valor ascendería a 1,000 millones de dólares.
Actualmente, los organizadores de la copa mundial de fútbol han sido los únicos compradores de créditos verificados por GCC, que cobra por verificar los proyectos de compensación y es propiedad del gobierno qatarí.
Clima extremo
La gran mayoría de las emisiones de CO2 relacionadas con la copa de fútbol proceden del transporte, la construcción de infraestructuras y la adaptación al clima extremo para estas instalaciones.
Acorde al historiador Jonathan Piron un ejemplo del daño al planeta resultado de la realización del evento deportivo se ilustra con el césped donde se jugará el torneo. “Por mucho que la FIFA se esforzara en cumplir las normas, hubo que traer cientos de toneladas de semillas de césped desde Estados Unidos en aviones con aire acondicionado. El país tiene escasez de agua, por lo que hubo que cultivarlas utilizando agua de mar desalinizada, un proceso que consume mucha energía y es muy perjudicial para el ecosistema”, sostuvo el historiador para medios europeos.
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Según un estudio de Reuters, cada uno de los ocho estadios construidos para el evento necesita 10,000 litros de agua desalada al día en invierno y 50,000 litros en verano. “Cuando hablamos del impacto medioambiental, no sólo debemos tener en cuenta el mes en que los equipos y el público estarán allí. También cuenta toda la contaminación generada durante los últimos 10 años para acoger el evento”, señaló Piron.