Desde Abril de este 2018 la crisis política desatada por la implementación de políticas neoliberales por parte del gobierno de Daniel Ortega ha escalado los niveles de violencia, persecución, criminalización y represión contra los movimientos sociales auto-convocados y críticos del gobierno como los son diversos grupos feministas.
De acuerdo a comunicados publicados durante diciembre de 2018, grupos feministas denuncian “la intimidación, asedio, detenciones arbitrarias, atentados contra su integridad física y sexual, expulsión del país, retiro de residencias y ciudadanías legalmente obtenidas” contra personas y sectores movilizados contra el autoritarismo del gobierno encabezado por Ortega.
Hasta la fecha se han contabilizado más de 500 asesinatos contra los manifestantes, la mayoría de ellos perpetrados por la actuación de grupos paramilitares en actuación conjunta con las fuerzas de seguridad oficiales. Además suman 552 presxs políticos, la mayoría, jóvenes y universitarixs.
Actualmente las mujeres y el movimiento feminista continúan trabajando en las diversas organizaciones sociales que denuncian la represión del gobierno “socialista, cristiano, solidario” del FSLN.
De acuerdo a Dolly Mora de la Articulación Nacional Feminista, “es a lxs pobres a los que han matado, a los que tienen presos, a los que siguen persiguiendo; porque hay una política de persecución de parte de la Policía Nacional contra todos los actores, y en particular contra lxs chavalxs/ jóvenes pobres de los barrios”. A su vez, la jóven feminista denuncia que “con Ortega siempre hubo una disputa por la calle”. "Las feministas siempre dijimos que cuando marchamos los ocho de marzo, por ejemplo, nos ponían un cordón de mujeres policías antimotines, que son las fuerzas especiales, para que no pudiéramos marchar. Ya existía un irrespeto a la libre movilización y a la protesta que están constitucionalmente reconocidas en el país”.
En palabras de Mora, la violencia contra las mujeres en el contexto de crisis es más profunda pues no solo se encuentran expuestas a la violencia física del Estado y cuerpos de seguridad, sino también a la amenaza de violencia sexual. Muchas de las mujeres que son presas políticas o que estuvieron en el Chipote, esta cárcel de tortura que tiene la policía, denuncian violencia sexual y tortura psicológica por las amenazas contra tu cuerpo. Sin embargo, las mujeres han estado en todas las formas de resistencia: en las tomas, en los medios de comunicación, en el diálogo, en los cuerpos médicos, en la calle. Las mujeres están en absolutamente todos los espacios de resistencia social, participando activamente en esta crisis.
“Desde que Ortega empezó su campaña en el 2006, la mayor expresión de violencia contra las mujeres fue la derogación del artículo 165 del Código Penal que permitía la figura del aborto terapéutico, la cual estuvo más de 100 años en la legislatura nicaragüense. Penalizando el aborto terapéutico condena a las mujeres pobres que no tienen acceso a este derecho; porque el aborto sigue, es parte de nuestra realidad como mujeres, pero quienes pueden acceder son las que tienen mayores recursos. Y con su retórica veíamos venir la violencia. Además, con los programas asistencialistas se ganó a la población pobre porque les resolvía lo inmediato pero no había políticas públicas que ayudaran a la gente a salir de la pobreza de verdad”.
Las mujeres hemos sostenido nuestra agenda haciendo una gran campaña No hay revolución sin la participación de las mujeres es una consigna que trasladamos de la década del 80' a la actualidad porque necesitamos visibilizar nuestra participación en todos los espacios. Por ejemplo, es destacable el trabajo de Las Malcriadas en Facebook donde estamos visibilizando a cada una de las mujeres que han sido secuestradas, desaparecidas y presas políticas. También los reportes de violencia específicamente hacia mujeres: desde el movimiento feminista se han hecho plantones fuera de la cárcel La Esperanza que es donde están las mujeres presas. La mayoría de las presas son muy jóvenes, de 18, 20, 25 años; y la mayoría universitarias. También hay una señora mayor con cáncer que está en condiciones inhumanas. Por ejemplo, en la Unidad Azul y Blanca, hacemos presencia como movimiento feminista, pues no vamos a permitir que en medio de un proceso histórico como este, seamos excluidas de los espacios más importantes de toma de decisión. Y andamos con nuestros pañuelitos morados todo el tiempo, en todos los espacios, somos muchxs. Por ejemplo, las personas LGBTIQ han tenido también una participación muy activa en este proceso político.