Desde el pasado 4 de Mayo más de una veintena de presos políticos Mapuche, en Chile, se declararon en huelga de hambre en las cárceles de Angol, Temuco y en la prisión de Lebu. Los primeros presos en declararse en huelga ya cumplen más de 80 días sin consumir alimentos y sus condiciones de salud se deterioran cada día que pasa. Entre sus demandas exigen:
A.-Cambio de lugar de cumplimiento de condena y que esta sean en su ruka. Aplicando el Convenio 169.
B.- Cambio de medidas de cumplimiento de condena de todos los Presos Políticos Mapuche y no mapuches.
Desde la Red de Apoyo a los Presos Políticos Mapuche lanzan un llamado a la solidaridad internacional con cualquier tipo de acción para no dejar morir a los presos.
Por Josefa Sánchez Contreras
Más de ochenta días de huelga de hambre lleva el preso político mapuche machi Celestino Córdova, la exigencia inmediata es la aplicación del Convenio 169 de la OIT que le permita en tiempos de pandemia un arresto domiciliario para volver a su rewe (territorio sagrado). Junto a él 26 presos mapuches desde los reclusorios de Lebu, Angol y Temuco se han sumado de forma escalonada a la insurrección de los cuerpos en huelga, tal como la ha llamado Tito Tricot.
La impunidad y la criminalización es histórica y por tanto no es la primera vez que los mapuches aún en prisión recurren a su cuerpo como instancia vital para poner de manifiesto el despojo que sistemáticamente el Estado Chileno ha aplicado a todo un pueblo.
Recordemos aquel ciclo de huelga suscitado durante el 2010 y 2011, en el que de forma consecutiva 38 presos políticos protestaron contra la aplicación de la Ley Antiterrorista 18.314 con la que se les juzgaba.
Actualmente esta ley sigue vigente y una serie de huelgas de hambre también; no obstante, la cuestión de fondo es la imputación que decenas de presos políticos mapuches padecen. El incendio del fundo Luchsinger-Mackay del cual se le acusa al machi Celestino Córdova exhibe la guerra que se vive en Chile, una de disputa territorial y autonómica más no terrorista o separatista.
Por tanto, lo que la huelga evoca a cuestionar es la ocupación militar en el Wallmapu (territorio ancestral), además del despliegue de empresas forestales y de propiedad privada que durante doscientos años se ha forjado con la gran usurpación liberal del siglo XIX y el marco jurídico dictatorial de Augusto Pinochet.
La disputa se agudiza en tanto el Estado aplica la mano de hierro para combatir a un supuesto enemigo interno. Solo basta mencionar la “Operación Huracán” en 2017 desplegada en las regiones de la Aracaunia, Biobio y Los Ríos, fue un operativo de inteligencia policíaca en el que se detuvo a ocho comuneros mapuches bajo el cargo de asociación ilícita terrorista acusándolos de actos incendiarios contra empresas de transportes y maquinarias, después de una serie de investigaciones por parte de la Fiscalía Nacional en el 2018 se descubrió que la Unidad de Inteligencia Operativa Especial de Carabineros había falsificado las pruebas creando un montaje.
Pese a que se aplico la absolución a los ocho comuneros, el caso de montaje pone en cuestión las irregularidades que privan en los procesos judiciales que atraviesan decenas de presos políticos mapuches, varios de los que se encuentran actualmente en huelga de hambre están en prisión preventiva desde hace ocho meses a la espera de un juicio.
La consigna del 2018 de la revolucionaria kurda Leyla Güven “Una prisionera no tiene más que su propio cuerpo”cobra sentido en cada uno de los huelguistas que en estos días se debaten la vida, el estado de salud es critico y la perdida de peso es acelerada.
En la prisión de Angol los ocho mapuches que iniciaron la huelga el 4 de mayo de 2020 han perdido en promedio dos terceras partes del peso con el que comenzaron. Como pasó con la liberación de Leyla Guven en el 2018, tendrá que ser la solidaridad internacional la que desafié el complejo carcelario vinculado a la economía bélica, exigiendo poner fin a esta guerra que ejercen los Estados contra los pueblos que luchan por la paz, la vida, en defensa del planeta y por su autodeterminación.
En este sentido cada paso realizado para ampliar la solidaridad con actos concretos y acciones comunes en soporte de la resistencia de los presos mapuche es un deber moral en defensa de la humanidad y al mismo tiempo un paso en dirección a una victoria para todos los pueblos en el mundo que luchan por la libertad.
La huelga de hambre mapuche en tiempos de crisis sanitaria mundial pone al descubierto que en otras latitudes y realidades el confinamiento se había instalado ya de forma violenta antes de la imposición de la cuarentena o de toque de queda. Los cuerpos en huelga desafían la continuidad de las guerras, las prisiones y la devastación de la tierra al tiempo que evocan la libertad, la autodeterminación y la dignidad de los pueblos.
Contra todo encierro las manifestaciones en las calles de Chile para que se cumpla el Convenio 169 de la OIT no han cesado. Desde ahí la comunidad internacional ha hecho eco manifestándose en la embajada de Chile de la Ciudad de México y por su parte desde comunidades indígenas de Guerrero y Michoacán hasta Dinamarca, Kurdistán, el país Vasco, Bolivia y Argentina han enviado mensajes al gobierno de Sebastián Piñera para exigir el regreso del machi Córdova a su rewe y la libertad de todas y todos los presos políticos mapuches.