A tempranas horas de la mañana de este 12 de octubre miembros del pueblo Otomí, que radican en la ciudad de México, irrumpieron y tomaron las instalaciones del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) anunciando que no entregarían estas instalaciones hasta que cumplan con sus demandas. “Porque el INPI, no nos representa como pueblos originarios y comunidades indígenas de México”, dijeron mientras ingresaban a esta sede de gobierno.
Esta comunidad migró hacia la Ciudad de México años atrás de forma individual, iban en busca de trabajo. Pero al llegar a esta gran urbe se toparon con necesidades como la alimentación, la educación y la imposibilidad de pagar una renta. Por ello, se reorganizaron como comunidad y tomaron tres predios que llevaban deshabitados desde el terremoto suscitado en el año 1985. Ahí vivían y resolvían sus necesidades colectivamente hasta que el sismo, ocurrido el 19 de septiembre de 2017, dejó inhabitables estos lugares. Desde entonces han vivido en la calle. El gobierno solo le ha dado vueltas al asunto sin ofrecer una respuesta contundente.
“En esos tres inmuebles se resguardaba la comunidad, entre niños y adultos. Pero del gobierno solo hemos obtenido su desprecio tras el sismo del 2017”, señaló en entrevista para Avispa Midia Maricela Mejía, integrante de esta comunidad y también del Congreso Nacional Indígena (CNI).
Tras la falta de respuesta del gobierno, principalmente las mujeres Otomí decidieron tomar las instalaciones del INPI y advirtieron que se quedarán habitando este lugar hasta que la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y Adelfo Regino, titular del INPI, respondan a sus principales demandas de vivienda, salud y educación digna.
Así mismo, Zara Hernández, de la misma comunidad, hizo un llamado a la solidaridad con todos los pueblos originarios del país. “Llamamos a la solidaridad para mantener la ocupa”, señaló.
Los Otomí dijeron, en rueda de prensa, que la ocupación del INPI también se ha realizado porque representa, “un elefante blanco que está al servicio de las transnacionales y el capital financiero, para legitimar el despojo y la explotación de los pueblos en el marco de la imposición de los megaproyectos de muerte”, expresaron en su comunicado.
La acción de la comunidad Otomí es una de varias que se realizaron en diversas regiones de México, convocadas por el CNI este 12 de octubre, sobre todo para denunciar estos proyectos que están diezmando a pueblos enteros. Pero también para exigir un alto a la guerra contrainsurgente en territorios liberados por el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), dónde el aumento de grupos paramilitares se va agudizando y legitimando.
Quienes han tomado el INPI afirman que su acción es también “como un acto de repudio a los ataques paramilitares y la guerra contrainsurgente hacia el EZLN y comunidades zapatistas. Así mismo, en contra de la guerra y asesinatos que se cometen contra los pueblos originarios y las comunidades pertenecientes al CNI”, se lee en el comunicado que presentaron en rueda de prensa.
“Como parte del CNI, no solo traemos nuestras demandas, sino que también las exigencias de un alto a la guerra contra nuestros hermanos zapatistas y hacia nuestros pueblos, dónde a diario asesinan a alguien. Desde esta instancia, que está legitimando proyectos como el Corredor Interoceánico y el mal llamado Tren Maya, le decimos al gobierno que ¡Ya basta! No creemos en su falso desarrollo”, agrega Maricela.
Nada que festejar
A 528 años de la invasión europea, momento en que inició la destrucción y el asesinato de centenas de pueblos originarios en todo el territorio de las américas, mujeres y hombres Otomís, cubiertos con paliacates de color rojo y portando sus vestimentas tradicionales, se prepararon con sus cosas para habitar el INPI el tiempo que sea necesario. En esta acción realizada por más de 20 niños y por lo menos 70 adultos, llevan también, en el corazón y en su modo de ser, a sus hermanos de otros pueblos originarios del país. “Porque seguimos enfrentando el despojo, la discriminación, el racismo, el desprecio, el asesinato, el desplazamiento y el genocidio para nuestros pueblos originarios”, ha expresado Zara.
Esta acción por la toma del INPI realmente ha sido simbólica para los pueblos originarios de México dice Maricela, ya que el gobierno, tras la pandemia de la Covid-19, “dice resguárdate, cuídate y, al mismo tiempo, avanza con sus proyectos de muerte en todo México. Estos proyectos los están haciendo en el territorio de los pueblos originarios. ¿No entienden que con cada árbol que tumban, con cada río que explotan o con cada mina que abren para extraer minerales ellos nos van desapareciendo como pueblos?”.
Mientras las mujeres Otomí junto a sus familias realizaban esta acción, en diversos puntos de México también había otros pueblos pertenecientes al CNI que hicieron acciones según sus posibilidades, sobre todo, en el sur de México, dónde avanzan a marchas forzadas los complejos que pretenden atraer grandes capitales. En el Istmo de Tehuantepec se tomaron instalaciones del la Comisión Federal de Electricidad. Hubo movilizaciones en varias regiones de la península de Yucatán, así como en Oaxaca, Guerrero, Michoacán y otras entidades más, así como acciones virtuales.
En entrevista para Avispa Midia, Bettina Cruz Velázquez, quien también forma parte del CNI y resiste junto a su pueblo desde Juchitán de Zaragoza, en el Istmo de Tehuantepec, asegura que “los proyectos como el Corredor Interoceánico vienen avanzado en la región a pesar de la pandemia. El gobierno está entrando en las comunidades para convencernos asegurando que van a traer empleos. Para poder doblegarnos, también está avanzando la violencia y está fracturando el tejido social”.
La activista Cruz asegura que el partido Movimiento de Renegación Nacional (MORENA), a través del cual llegó a la presidencia Andrés Manuel López Obrador (AMLO), viene cooptando autoridades locales con el denominado Frente Unido de Comunidades Oaxaqueñas (FUCO), “el cual tiene ya como candidato a la gubernatura del estado de Oaxaca a Salomón Jara, en torno a este frente, viene cooptando a los presidentes municipales de la región, prometiéndoles que obtendrán una parte del pastel si apoyan el Corredor Interoceánico”, dice Cruz, refiriéndose al los flujos de capital que están fluyendo para que estos proyectos obtengan adeptos y puedan avanzar.
El Corredor Interoceánico junto al llamado “Tren Maya” forman parte de un mega-complejo regional que busca atraer grandes flujos de capital provenientes de Estados Unidos, China, la Unión Europea y capitales como los del hombre más rico del mundo, Carlos Slim. Uno de los principales objetivos es disminuir el tiempo que lleva cruzar mercancías por el Canal de Panamá. Tan solo el Tren Interoceánico moverán 1.4 millones de contenedores anualmente, principalmente, con mercancía provenientes de China y con destino hacia los Estados Unidos. Esto significa un total de 31,111 trenes de 45 vagones al año, 85 trenes diariamente, en promedio pasaría un tren de carga cada 17 minutos entre los pueblos que comprende el Istmo.
En entrevista para Avispa Midia, Carlos Gonzales, abogado nahua, señala que lo que se está viendo en el sur de México es un reordenamiento de los territorios indígenas y entre las principales afectaciones está la liberación de la tierra colectiva hacia el capital privado, pero, además, también la reconversión de comunidades mayoristamente campesinas, a personas asalariadas con estos complejos industriales. “Es una doble jugada dónde hay despojo de tierras, de los recursos que hay en estas tierras y esto libera a la vez mano de obra campesina para que se conviertan en peones, en trabajadores asalariados. Es lo que conocemos como el despojo capitalista”, señala el abogado.
Gonzales afirma que estos complejos vienen creando las condiciones para instalarse desde 30 años atrás. “Este gobierno están teniendo cierto éxito por el apoyo popular que obtuvo en las elecciones pasadas. Pero los objetivos son transnacionales, principalmente con intereses de Estados Unidos, al pretender reordenar a las poblaciones para insértalas al sector productivo y a su vez frenar el flujo migratorio a través de estos corredores urbanos, industriales y de servicios que se edificarán en esta región. Estamos hablando de por lo menos diez en el Istmo y 19 en el la península de Yucatán”, puntualizó Gonzales quien también es parte del CNI.
De cierta forma este tren representa la edificación de un nuevo muro fronterizo dentro de México, ya que el Istmo de Tehuantepec no solo ha sido el lugar más idóneo para la circulación de mercancías en menos tiempo, sino también de armas legales e ilegales provenientes de los EE.UU. con destino a Centroamérica. Aunque también es el principal cuello de botella, una franja de tierra de tan solo 200 km que conecta el océano pacifico con el atlántico, por dónde circulan diariamente los migrantes provenientes de varios países que cruzan México para llegar a la Unión Americana.
“Esta reconfiguración territorial de echo es un muro, porque el Tren (que conecta el océano pacifico con el atlántico) va a ser construido con vallas a las orillas, difícil de atravesar por la gente, el agua y por la fauna”, agrega Cruz quien también forma parte de la Asamblea de los Pueblos Indígenas del Istmo en Defensa de la Tierra y el Territorio.
Mientras tanto, Donald Trump, en su campaña para ser reelegido, en Florida, este 12 de octubre, se vanaglorio del buen trabajo de AMLO para detener el flujo migratorio y dijo que el muro lo pagarán más caro los mexicanos. “Tenemos 27 mil soldados mexicanos custodiando nuestra frontera ¿y sabes qué? no están con juegos, no los dejan pasar, y si los dejan pasar nos molestamos mucho con ellos. Entonces México ha sido grandioso, el presidente de México ha estado genial. Estamos imponiendo un impuesto fronterizo a los automóviles y camiones que cruzan (la frontera de EE.UU.), pagarán más por nuestro muro”, dijo Trump.
Primero los pueblos
Tras el arribo de López Obrador a la presidencia de México, para la gente que votó por él, avizoraba cambios radicales, incluso, para estos pueblos. Pero a casi la mitad de su periodo de gobierno, ha representado lo mismo. “Ellos dicen, ¡primero los pueblos indígenas!, ¡primero los más pobres! Pero vemos que primero son las empresas del gran capital, primero son los megaproyectos antes de que nos tomen en cuenta. Luego hacen simulacros con supuestas consultas, pero los proyectos de muerte ya están en marcha ¿entonces para qué hacen consultas? Este gobierno es lo mismo que los anteriores o mucho peor”, puntualiza la Otomí Maricela, vocera de esta comunidad.
De hecho, agrega el abogado González, el derecho a la consulta se está proponiendo como discurso dentro del derecho, como un derecho sustituto de los derechos fundamentales de los pueblos originarios. “Desde mi punto de vista los derechos fundamentales para un pueblo originario son: primero el derecho a la libertad, a la libre determinación, que en el marco del Estado nacional se llama autonomía; el segundo es el derecho al territorio. Estos derechos son los derechos medulares de una comunidad y lo que están pretendiendo es sustituirlos por el derecho a la consulta”.
“Entonces esta es la continuidad de la colonización, aun más fuerte, en este contexto del capitalismo financiero internacional, en este capitalismo neoliberal que lo que quiere es que la sociedad de consumo sea la que rija nuestras vidas. Pero nosotros los pueblos originarios vemos la vida de otra forma”, asevera la activista Cruz desde el Istmo de Tehuantepec.
Incluso, Cruz, cuestiona las limitantes que le imponen a los pueblos con estás consultas. “Cuando solicitamos más información de los impactos nos dicen que es información confidencial. Lo mismo sucede cuándo pedimos que se hagan otros estudios, nos responden que esos van a tardar más. Entonces son consultas hechas por el gobierno junto con la empresa para que conjuntamente con la gente que han cooptado, la aprueben. ¿Qué consulta es ese dónde ni siquiera se da una traducción ni interpretación?, lo que están haciendo es validar el proyecto con una palomita en una papeleta”, señala Cruz.
“Estamos en un momento muy decisivo para nuestros pueblos y para la madre tierra, porque los responsables del calentamiento del planeta continúan destruyendo las montañas, los ríos y a nuestros pueblos. Todo por el hambre de más riqueza, pero están destruyendo la vida. Entonces, es esa nuestra lucha. Hoy más que nunca tenemos que fortalecer nuestra organización”, dice la vocera de la comunidad Otomí, Maricela Mejía.
Por ello, la ocupa del INPI, ha sido más que simbólica, porque falsamente pretende representar institucionalmente las voces de los pueblos, pero en la realidad funciona como el móvil para legitimar estos proyectos en territorios indígenas. A través de esta institución se aprueba lo que es mejor para estas comunidades, pero, en el trasfondo, los pueblos vienen denunciando que lo que está legitimando es la continuidad de la colonización, el despojo el saqueo y con ello, la desaparición de más pueblos originarios. Es así que esta ocupa ha comenzado a recibir el apoyo de colectivos, organizaciones y pueblos más cercanos a la ciudad de México. Pero sobre todo de los pueblos que caminan con el Congreso Nacional Indígena y su Concejo Autónomo de Gobierno (CIG), que no son oficiales ni reconocidos por el gobierno, pero si son otra forma de ejercer el autogobierno. Es este el principal respaldo con el que cuenta la comunidad Otomí.