Dos experiencias de cómo las mujeres habitan los entramados comunales. Una en el mundo de la ciudad compartida por la feminista italiana Silvia Federici, desde la perspectiva de la mujer urbana, produciendo el común en la ciudad. La otra desde la perspectiva de las tramas comunales indígenas, de un punto de vista de las comunidades de Oaxaca, compartida por la defensora de los derechos de las mujeres indígenas Sofía Robles, quién fue presidenta municipal de Santa María Tlahuitoltepec, en la zona mixe, entre los años 2012 y 2013. Las dos experiencias fueron compartidas el 8 de marzo en la mesa Nosotras en nuestras tramas comunitarias: desafiar las mediaciones patriarcales, coloniales y capitalistas, una de las actividades del Segundo Congreso de Comunalidad, en Guelatao.
“Las mujeres son las protagonistas del proceso de construcción del común, son las más involucradas en la defensa de los bienes comunes y en la producción de nuevos entramados comunitarios. En la historia del capitalismo las mujeres han tenido una relación muy precaria con el mundo de las relaciones monetarias, con el empleo asalariado, entonces siempre han dependido más de los bienes comunes, por eso han encabezado la lucha para defenderlos”, sostuvo Federici.
Además, el trabajo de reproducción de la vida, de lo cual históricamente se han encargado las mujeres, necesita de relación comunitaria. “El trabajo de cuidar, crear los niños, cuidar a los enfermos, a los mayores, cocinar. El trabajo de la mujer no es simplemente un trabajo físico, es un trabajo emocional, de tener junta a la comunidad, de tener junta a la familia, de encargarse de controlar y armonizar los conflictos, de dar esperanza, de dar fuerza”, dijo ella.
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El aporte del movimiento feminista, evalúa Federici, ha sido cambiar el discurso principalmente de los fundadores de los movimientos socialistas, marxistas que miraban la situación de la mujer y decían: “Son las oprimidas del sistema capitalista, no producen riqueza social. La riqueza social la producen los obreros, trabajadores de la industria, los hombres. Ellos, quienes producen el capital, tienen el poder de destruir el capital”. En esta óptica, como las mujeres no producen, no pueden luchar.
“Nosotras hemos cambiado totalmente esta perspectiva. Hemos dicho que es justamente al contrario. Todo el trabajo de reproducción de la vida que las mujeres han hecho ha sido el pilar del sistema capitalista, porque sin la reproducción de la vida no es posible la reproducción del capital. Todos lo que produce y reproduce el capitalismo salen del cuerpo de una mujer”, explica.
“Hubo una expropiación de la capacidad reproductiva de la mujer. Reproducimos la vida pero en condiciones que no hemos escogido, en condiciones determinadas por el Estado, por las empresas. Sujetan nuestro trabajo a sus intereses, a su acumulación de riqueza. Hubo una apropiación del cuerpo de la mujer por el Estado, que indica como el cuerpo de la mujer debe funcionar. Quien debe reproducir, quien no, como se debe parir. Todo el terreno de la procreación ha sido un terreno de lucha muy importante. Recuperar el control de nuestros cuerpos. Poder reproducir como queremos en las condiciones que queremos, que no sea en condiciones que representan nuestra muerte, un sufrimiento continuo”.
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La feminista alerta que es importante que la mujer entienda el papel que el trabajo reproductivo juega, como acumulación originaria, y por tanto, como determinante en la organización del trabajo, en la producción y reproducción del capital. “Nosotras también producimos esta riqueza. Nosotras somos las que producimos lo que va a producir todo el sistema. Esto es un trabajo. Este trabajo beneficia al Estado y toda la organización del trabajo capitalista. Es la base sobre la que se sostiene el capitalismo”, analiza Federici.
Nueva forma de hacer política
El trabajo reproductivo es necesario para la sobrevivencia, pero también puede servir para la creación de una nueva forma de hacer política, que no separa la reproducción de la vida de la organización política, defiende Federici. “Para luchar con éxito se necesita de una infraestructura reproductiva. Muchas organizaciones y movimientos se caen porque basan su modo de organización en la jerarquía y en la desigualdad. Las mujeres han comprendido que para luchar hay que cambiar la vida, hay que cambiar la forma de reproducción. Debemos juntarnos en el cotidiano, crear formas de reproducción cooperativa”, dijo.
Pienso que la lucha de la mujer tanto en la ciudad como en el campo tiene tanta potencia exactamente por esta capacidad, este forma de hacer política. Por esta capacidad de crear esta infraestructura que permite que la reproducción sea no solamente una reproducción por la vida, pero si una reproducción por la lucha, por la resistencia.
Y por eso es que la mujer ha sido el centro y el objetivo de la violencia capitalista.
“Esta violencia es una señal de que las mujeres están en movimiento, es una población en movimiento. Y este movimiento tiene un impacto muy fuerte porque cuando se cambia las formas de reproducción de la vida se cambia algo fundamental que es la organización social”, comparte.
Mujeres en América Latina
La mujer, sobretodo en América Latina, es quién trae hoy la lucha por lo comunitario sea en la ciudad o en el campo, señala Federici. A pesar del pesimismo en la política de muchos de los países de la región, es justamente ahí donde están surgiendo movimiento muy poderoso de mujeres. “Por ejemplo, en Argentina, a partir de 2016 todo el mes de octubre hay un encuentro nacional de mujeres, que reúne alrededor de 80 mil mujeres, donde hacen asambleas y debates para construir y promover una agenda en común”, relata.
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Lo que es más potente, de acuerdo con Federici, es que estos movimientos se construyen a partir de una perspectiva que no fragmenta las luchas. “Todo hace parte de una misma lucha: la lucha contra el capitalismo, la lucha contra la destrucción del medio ambiente y la lucha contra el patriarcado. Además, siempre nos han obligado ha reproducir a nuestra familia, a la comunidad aislada una de la otra. Esta lucha en América Latina ha empezado a romper esta lógica”.
Los mercados de México
Algo que siempre me impacta cuando llego a México son las redes comunitarias tejidas a partir de los mercados. Existe toda una red organizativa de los mercados y las mujeres son la protagonistas de este proceso. Viven juntas horas y horas por día. Sea en los mercados cubiertos, más organizados, sea en los mercados en la calle, que cada vez más crecen, por el fracaso del trabajo asalariado. María Gallindo, una mujer feminista de Bolivia, ha dicho que la mujer atrapada en la casa es una cosa del pasado. Hoy la reproducción se ha movido de la casa para el mercado, para la calle. Las mujeres cocinan, cuidan de los niños. Todo eso implica una organización increíble entre mujeres. Organizar el espacio, vender sus productos, enfrentar la policía, defender su espacio. También es una red afectiva muy importante porque se ayudan, cada una cuida de los niños de la otra.
Los entramados de la comunalidad
El estado de Oaxaca esta compuesto por 76% de tierras comunales. De los 570 municipios, 418 son regidos por la forma tradicional de organización política de ‘usos y costumbres’. “La tenencia colectiva de la tierra es fundamental para ser posible la comunalidad. Alrededor de la tierra comunal se hace posible tejer el entramado de lo que se ha llamado comunalidad. La tierra y territorio son elementos fundamentales que los pueblos defendemos”, sostiene la indígena Robles.
Otra aspecto fundamental en que se funda la comunalidad es el trabajo comunitario, el tequio. “Las comunidades no existirían sin el trabajo comunitario. La autoridad no puede trabajar sola. Solamente con el trabajo de los demás podrá sacar adelante el trabajo que se propone hacer”.
Hay todavía el sistema de servicio comunitario. “Es el lugar ocupado por quien le toca ser cabeza de trabajo, coordinar el trabajo. Quien va a estar como autoridad ya ha pasado por todos los servicios, desde abajo, para poder ganar el respecto de los demás. La cuestión de ser autoridad, no es una cuestión de poder, es una cuestión de servicio, de servir a la comunidad, es una obligación. Todos nosotros que estamos en la comunidad tenemos la obligación del trabajo colectivo, no podemos decir que no queremos”, explica.
Otra parte importante del entramado comunitario es la asamblea. Es donde se decide quien va a ser autoridad y los aspectos importantes de la comunidad.
“La comunalidad es un sistema que existe en las comunidades y que une en todos estos aspectos de la tierra, la asamblea, la fiesta, el trabajo colectivo, el servicio comunitario”, resume Roble.
En todas estas tramas están presentes las mujeres, sostiene ella. “El trabajo reproductivo de las mujeres, que habla Silvia, y que muchas veces no es reconocido, es algo que sustenta la comunalidad. Muchas veces no se mira, no se ve. Muchas veces nosotras las mujeres somos arrinconadas, pero nuestro trabajo sostiene la comunalidad”.
Incluso para que alguien ejerza su servicio como autoridad es necesario que alguien más esté por detrás sosteniéndole, ya que no son trabajos remunerados. “Es la esposa, es la madre, la hija, las hermanas. Incluso cuando nosotras como mujeres estamos en el servicio, nos apoya las familias, las suegras, las hermanas, las hijas”.
Para los hombres
Federici en una de sus intervenciones se refirió directamente hacia los hombres. “Ustedes tienen una responsabilidad, una responsabilidad de no solamente comportarse bien con las mujeres, pero si de educar los otros hombres, de hacerlos comprender que cuando atacan a las mujeres sabotean la lucha”.
Foto de portada y video por Santiago Navarro F