Tariquía de pie: una lucha campesina en Bolivia frente al extractivismo petrolero

por Claudia López y Paloma Torrez

La ampliación de la frontera extractivista en Bolivia empuja al despojo de territorios y formas de vida indígena campesinas. La lucha de las mujeres es la base de las resistencias que se despliegan.

El marco general de la lucha campesina en Tariquía es un escenario de profundización y expansión de la frontera extractivista en Bolivia, la cual avanza inexorablemente hacia zonas sobre todo de la Amazonía o tierras bajas. Los proyectos de exploración y explotación hidrocarburífera, de explotación minera y las políticas favorables al agronegocio, son acompañados por mega proyectos de infraestructura, como carreteras, hidroeléctricas además de un proyecto de tecnología nuclear ejecutado por la empresa rusa ROSATOM.

Los acuerdos para impulsar la producción de biocombustibles así como los anuncios sobre las “astronómicas” reservas de gas shale en Bolivia, representan una expansión de lo que podríamos llamar el régimen de acumulación extractivista, que recurre a técnicas intensivas, como el fracking, de arrasamiento y transformación de territorios a zonas “de sacrificio”, para capitales millonarios de empresas transnacionales que pueden pagar los costos de estas formas de extracción extremas.

La apuesta del gobierno boliviano y su régimen político y económico, por la maximización de la obtención del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) y regalías por explotación de recursos no renovables, implicó la expansión exponencial de la frontera petrolera en estos últimos doce años. Datos del Centro de Documentación e Información de Bolivia, CEDIB, muestran que de 2.1 millones de hectáreas destinadas a actividades petroleras e hidrocarburíferas el año 2006, se pasa 29 millones de hectáreas el 2017.(1)

Esto no habría sido posible sin un aparato legal y acciones políticas, que implican la flexibilización de normativas ambientales, así como la desestructuración de organizaciones indígenas y de los movimientos indígenas de tierras bajas y altas. Los Decretos Supremos 2298, 2366 y 2400, significaron la apertura de áreas protegidas y el corazón de la Amazonía, (la Cuenca del Río Madre de Dios), como zonas para la actividad hidrocarburífera y petrolera; la modificación del derecho a la Consulta Previa, Libre e Informada, transformada en otra herramienta más de imposición de proyectos extractivos; así como la  consolidación de parámetros ambientales que facilitan las actividades extractivas. Así, se da un viraje a las políticas hidrocarburíferas cambiando las reglas de juego, dando prioridad a las grandes petroleras y al capital antes que al medio ambiente y a las comunidades de las áreas y zonas que se abren y concesionan. La normativa afecta a 11 de las 22 áreas protegidas.(2) La Reserva Nacional de Flora y Fauna Tariquía, ubicada en el departamento de Tarija, está incluida en las zonas de actividad hidrocarburífera.

Al interior de la Reserva Nacional de Tariquía, creada como tal para la protección de zonas de recarga hídrica (3), viven desde hace decenas de años comunidades campesinas dedicadas principalmente a la ganadería, agricultura en pequeña escala y recientemente a la apicultura. Tariquía se ha convertido, a partir de las normativas mencionadas de 2015, en zona para la exploración hidrocarburífera, que vive bajo la constante presión y amenazada de despojo por parte de empresas petroleras nacionales y transnacionales, así como de la estructura política afín al partido de gobierno.

Aunque las actividades petroleras, desde hace un par de décadas, se han desarrollado en alguna escala al interior de la Reserva, es en estos últimos años que se consolida la concesión de más del 50% de su territorio para la actividad hidrocarburífera, con la presencia de la cuestionada empresa Shell al norte, y de gigantes como PETROBRAS. Pero en todo caso, es una más de las áreas protegidas en esta situación,  solo un ejemplo el Parque Nacional Iñao (4), tiene un 90% de su territorio concedido a la exploración hidrocarburífera.(5)

Las amenazas cercan a las comunidades campesinas, y recientemente éstas han denunciado la imposición de proyectos empresariales turísticos inconsultos, y al proyecto hidroeléctrico Cambarí (6), que afectará la zona núcleo de la Reserva, es decir el lugar de ecosistemas de mayor protección de ésta.

Las mujeres de Tariquía: sosteniendo la lucha por la vida

Resulta comprensible entonces que la mayoría de los conflictos socioambientales en Bolivia se estén produciendo en territorios indígena campesinos, los cuales son afectados por proyectos y megaproyectos promovidos por el actual régimen extractivista. La lucha de base comunitario campesina en Tariquía representa en este sentido casi la única lucha que ha ido a contrapelo de las dirigencias y estructuras nacionales del sindicalismo campesino -ahora paraestatal-, y del discurso de desarrollo modernizador imperante, además, es una lucha encarnada principalmente por las mujeres de las comunidades, que quienes desde la voluntad de vida- el deseo de conservar la gestión de una forma de vida/territorio propia- han enfrentado y sorteado los múltiples y violentos mecanismos de disciplinamiento que se les impone. Por lo cual, vale mucho la pena mostrar una cronología detallada que desarrollamos más adelante.

En relación al desarrollo del conflicto podemos puntualizar lo siguiente: En clave comunitaria, las 10 comunidades del cantón Tariquía lograron en un inicio consenso frente a la ofensiva estatal-capital y organizaron una serie de movilizaciones para visibilizar su oposición a la entrada de petroleras a la Reserva y por la defensa y/o la conservación de formas de vida propias que garantizan la reproducción articuladas en pequeña escala al mercado capitalista. La organización fundamental es el sindicato agrario afiliado a la Central campesina a través de la Subcentral de Padcaya dependiente de la Federación Departamental de campesinos del departamento de Tarija. Espacio político que fue ocupado principalmente por las mujeres quienes a su vez organizan un frente paralelo denominado Comité de Defensa de la Reserva de Tariquía. Ambos espacios  organizan la política de las comunidades y se oponen rotundamente a la entrada del Estado y las empresas petroleras a la Reserva.

Un rasgo particular de este conflicto es que las comunidades no abandonan el espacio sindical y más bien lo refuerzan organizando el Comité de Defensa, desde donde también consolidan el veto a los proyectos exploratorios y organizan sus acciones. En varias declaraciones las comunidades expresan que esta instancia se organiza para contraponer los intentos de división, cooptación y soborno no solo por la Federación de Campesinos del departamento de Tarija, sino de diversas instancias estatales. Frente a la organización autónoma campesina en lucha, la gente que impulsa el proyecto de exploración conformó un “Comité de Desarrollo”, develador nombre para una organización pro petrolera, cuyo rol hasta ahora ha sido el de  desinformar, dividir las comunidades apoyando proyectos estatales de vivienda, y popularizar el discurso de las regalías y el progreso.

La presencia femenina en la forma general de la lucha comunitaria en Tariquía es un importante punto a ser señalado. El concepto lucha nos permite la comprensión del antagonismo que se produce en el conflicto en Tariquía y señalar las separaciones que produce el capital, entre ellas, sociedad naturaleza, así como el ejercicio antagónico de los colectivos que se le enfrentan. Las mujeres de Tariquía impulsan las movilizaciones, junto los hombres, pero son principalmente ellas quienes están enfrentando la  ocupación empresarial y estatal en sus comunidades, con una serie de estrategias creativas a todos los dispositivos opresivos que se les está imponiendo. Por medio de formas de reapropiación del espacio, como cuando en agosto de 2017, desalojan pacíficamente a los trabajadores de BOLPEGAS (Bolivia Petróleo y Gas) quienes operaban ilegalmente en Motoví y  San Pedro con sobrevuelos de helicópteros que atemorizaba a los niños.

Las mujeres están particularmente preocupadas por mantener las formas comunitarias  de gestión de la vida, y por mantener los bienes naturales y los recursos que garantizan la reproducción territorial. Han enfrentado el discurso desarrollista del gobierno y, por lo tanto, han enfrentado la multiplicidad de cercamientos que les imponen el Estado y sus aliados, impulsando una rebelión frente al lugar que el estado y el despojo extractivista les asigna.

La siguiente cronología es una manera de explicitar la fuerza de las comunidades de base, de las mujeres, y de los habitantes tariquiyeños que afrontan la exacerbación  extractivista, capitalista y colonial del estado boliviano.

Arte y diseño: Raymi Runa

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