El panel constituido conforme el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) falló, el 20 de diciembre, a favor de Estados Unidos al considerar que elementos del decreto presidencial de México, firmado por el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, en 2023, que prohíbe el glifosato y maíz genéticamente modificado, no pueden aplicarse “al no estar basadas en una evaluación de riesgo adecuada, evidencia científica y en normas internacionales relevantes”.
El panel de controversias fue solicitado por Estados Unidos luego de que México prohibió la importación de maíz genéticamente modificado (GM). El gobierno mexicano dijo no compartir la determinación del panel, pero la respetará.
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La campaña nacional “Sin maíz no hay país” sostiene que el panel comercial no tiene la legitimidad ni la capacidad para evaluar las medidas adoptadas por un país, destinadas a proteger la salud de su población, preservar su riqueza biocultural y salvaguardar el reservorio genético de un cultivo que, por su volumen de producción y diversidad de usos, es el más importante del mundo.
De acuerdo a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural Nuestro, México cuenta con 64 razas de maíz, de las cuales 59 pueden considerarse nativas. En 2021 la producción del grano fue de más de 27 millones de toneladas y es tan importante que se cultiva en los 32 estados del país.
“Por ello, bajo ninguna circunstancia un tratado comercial puede estar por encima de la soberanía de México”, sostienen las redes, organizaciones y personas que integran la campaña nacional.
Para asegurar y fortalecer la posición de México, mencionan la importancia de elevar a rango constitucional la prohibición de la siembra de maíz genéticamente modificado y su consumo como alimento básico.
Al respecto, hace unas semanas, la presidenta Claudia Sheinbaum destacó en su conferencia que para protección del grano se puede elevar a rango constitucional el decreto presidencial. La iniciativa fue presentada en el paquete de reformas presentado a inicios del 2024 por López Obrador, algunos meses antes de dejar la presidencia.
La reforma a los artículos 4° y 27° se enfoca, entre otros asuntos, en declarar a México país libre de maíz genéticamente modificado (GM) para la siembra y consumo humano, y por el reconocimiento del maíz como alimento básico y elemento de identidad nacional, sin la intromisión mercantil.
La iniciativa habla de la modificación del párrafo tercero del artículo 4° constitucional que declara al maíz elemento de identidad nacional, libre de modificaciones genéticas transgénicas; mientras el quinto párrafo se establece la obligación estatal de asegurar la conservación y manejo sostenible de la biodiversidad nacional.
En la fracción XX del artículo 27, se establece la obligación del Estado de promover las condiciones para el desarrollo rural integral y garantizar el “óptimo uso de la tierra libre de cultivos y semillas de maíz genéticamente modificado”.
En agosto de este año, la iniciativa fue aprobada por la Cámara de Diputados y se remitió a la Mesa Directiva para sus efectos constitucionales. En la página oficial de los legisladores mencionan que a partir del decreto, el ingreso al país de maíces genéticamente modificados únicamente debe permitirse en la modalidad de maíz quebrado, grano fragmentado, de manera que carezca de capacidad para germinar a menos que se cuente con una evaluación de los riesgos a la salud que tenga en cuenta las prácticas de consumo, diversificación, resguardo, comercialización, industrialización y distribución que puedan provocar la mezcla con maíces libres de esta tecnología.
Por otro lado, en el informe final sobre la controversia, en respuesta a la pregunta del panel respecto de si el decreto de 2023 podría modificarse, México respondió que es extremadamente difícil responder en ausencia de constataciones y razonamientos específicos.
México recordó en las controversias que, si se viera obligado a modificar el decreto de 2023, “estaría retirando medidas consideradas necesarias para cumplir con las obligaciones legales de México con los pueblos indígenas”. En este caso el panel no tuvo comentarios.
Controversias
Con la instalación del panel, desde el 2023 inició el proceso en el que ambos países presentaron argumentos escritos para emitir una resolución el 14 de diciembre. Pero el fallo ocurrió seis días después, el 20 de diciembre.
El panel estuvo integrado por Christian Häberli, de Suiza, presidente del panel; además de los panelistas Hugo Perezcano Díaz, de México; y Jean E. Kalicki, de Estados Unidos. Además, de expertos en comercio internacional y aspectos legales vinculados con procesos comerciales.
“Sin maíz no hay país” señala que no son científicos, ni especialistas en salud pública o ambiental. Su labor se limita a resolver la controversia administrativa presentada por Estados Unidos contra México, sin considerar los posibles impactos del maíz genéticamente modificado en la salud, la biodiversidad o el medio ambiente del país.
En un contexto de 30 años México ha documentado los efectos del uso de la biotecnología en los alimentos y en la biodiversidad de cultivos. El gobierno de México presentó ante el panel la recopilación de artículos científicos y dictaminados por pares.
Estados Unidos presentó investigaciones financiadas por la propia industria e incluso panfletos publicitarios, que no comprueban que el maíz genéticamente modificado es inocuo para la población mexicana.
Para la campaña nacional ‘sin maíz no hay país’ desde hace nueve años la agroindustria tiene la posibilidad de realizar todos los estudios científicos para evaluar los efectos a la salud y al medio ambiente por la siembra de maíz GM en México, bajo supervisión judicial y de la colectividad demandante, pero “al día de hoy se ha rehusado a realizar cualquier estudio en México”.
“El gobierno mexicano ofreció a EUA realizar una evaluación de riesgos conjunta que cubriera las necesidades de ambas poblaciones, lo que EUA se negó a realizar por considerarla innecesaria. [La decisión del panel] evidencia los riesgos que representa que los alimentos básicos sean parte de los tratados comerciales y sean considerados como una mercancía y no como un bien prioritario para la humanidad”, enfatiza un comunicado de la campaña nacional.
La representación de EUA también reiteró que el decreto presidencial de México obstaculiza el libre comercio, pero a decir de las organizaciones, el argumento carece de fundamentos, pues las importaciones de maíz han crecido en los últimos años, concentrándose principalmente en grano destinado al consumo animal, con base en las cifras oficiales de importación.
“Es esencial que sigamos exigiendo al gobierno de México que mantenga su postura firme en contra del maíz GM ante los intereses transnacionales. Este debate ha evidenciado deficiencias en los sistemas internacionales de evaluación de organismos genéticamente modificados y sus riesgos para la salud humana y ambiental”, enfatiza. En el panel tampoco evaluaron las implicaciones en la diversidad del maíz que es fundamental para contender contra los fenómenos derivados del cambio climático.
La raíz
México es centro de origen, domesticación y diversidad del maíz, y tiene el acervo genético más grande del mundo, de acuerdo al Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), resultado del mejoramiento a manos de campesinos desde hace 10 mil años.
Durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se emitieron dos decretos presidenciales que prohíben la importación del maíz genéticamente modificado (GM) para siembras agrícolas, para evitar los riesgos en la biodiversidad de los maíces nativos y la salud humana.
En el primer decreto, publicado en 2020 en el Diario Oficial de la Federación (DOF) se hace el planteamiento sobre restricción general al maíz genéticamente modificado, pero la disposición carecía de claridad.
Para febrero de 2023 se publicó un nuevo decreto que sustituye al previo y que, además, de la prohibición de este maíz para consumo humano, prevé la sustitución gradual y especifica, por ejemplo, que ya no pueda ser importado el maíz genéticamente modificado, que no se otorguen permisos para la siembra, no debe existir este maíz en el alimento de la población mexicana (en la industria de la masa y la tortilla) y que gradualmente ese maíz tampoco deberá estar presente en la industria pecuaria y otros usos industriales alimentarios.
Partiendo de que la exportación estadounidense de maíz a México es un negocio de 5 mil millones de dólares, es decir, es enorme, destaca Tania Monserrat Tellez de ‘sin maíz no hay país’, “entonces EEUU para presionar a México, y que nosotros quitáramos esas disposiciones, comenzó a activar algunos artículos del Tratado Comercial”.
Tras la publicación del decreto en el DOF, en agosto de 2023, Estados Unidos solicitó un panel de controversias con México sobre la biotecnología agrícola, en específico del maíz genéticamente modificado y se amparó en el Artículo 31 del T-MEC.
El Artículo 31 establece que cuando un país considera que otro está incumpliendo con el acuerdo se pueden realizar consultas técnicas, esto permite los cuestionamientos de EEUU a México respecto a las regulaciones que adoptó.
“Desde que inició el Tratado de Libre Comercio (TLCAN), en la sociedad mexicana hubo voces muy críticas respecto de la inclusión de granos básicos, entre ellos el maíz desde 1994. Ahora, este es resultado justamente de esa entrega de nuestro país, del mercado, de nuestra alimentación a partir de la firma”, lamenta Tellez.
“Hay que aclarar que lo que se cuestiona en el panel no es si los transgénicos hacen daño o no, lo que está en cuestionamiento en el panel es una cuestión de procedimiento de si México cumplió con el proceso que establece el T-MEC para establecer una disposición como el decreto”, explica.
La sociedad civil de México, Estados Unidos y Canadá participó en el panel y se pronunció contra la presión de EEUU a México que hace a través del T-MEC. Las organizaciones de México buscaron ampliar la discusión dentro del panel con más elementos.
Aportaron en la figura de Opiniones Técnicas que consiste en que cualquier entidad no gubernamental puede solicitar ante el panel el envío de una opinión técnica y, en términos generales, se aceptaron las emitidas por las organizaciones de México y de EEUU algunas fueron desechadas.
“Las de Canadá fueron rechazados porque es un país tercero interesado y argumentaron que no era parte de la controversia”, explica la representante de ‘sin maíz no hay país’. Pero, dentro de todos los argumentos de la sociedad civil, solo uno no era favor de México.
En marzo de 2024 se presentaron opiniones escritas de manera formal ante el panel y, en ellas, las organizaciones buscaron incorporar distintos elementos como el impacto a la gran diversidad de maíces en México como centro de origen y diversificación del cultivo; los impactos al patrimonio biocultural, al derecho a la salud y para apelar a una medida precautoria ante la inexistencia de pruebas sobre las industrias que dedican a su creación y distribución.
Pero el proceso del panel de controversias siguió sin la participación formal de las organizaciones porque no hay otro mecanismo contemplado dentro del panel para que la sociedad participe. “Lo que hicimos fue organizar una campaña de difusión de lo que estaba pasando en el panel, en redes sociales fundamentalmente”, señala Tellez.
Entre otras acciones, llamaron a firmar una carta que enviaron a los panelistas invitando a resolver en favor de la salud de las y los mexicanos, del patrimonio cultural y de los derechos medioambientales y culturales, en el contexto de una sesión presencial entre los países y los panelistas realizada en la Ciudad de México.
En ese tenor también se presentaron los resultados de la campaña de divulgación, así como las 125 mil firmas que lograron reunir contra el maíz genéticamente modificado.
Tras el fallo negativo a México, Tellez señala que no hay ninguna figura para la cual las organizaciones de la sociedad civil puedan apelar. “Nosotros creemos que el panel es un procedimiento que responde a una estructura que está hecha para que el libre comercio gane sin tomar en cuenta los daños que puede ocasionar, en este caso los derechos que afecta el que llegue el maíz transgénico a nuestro país”, sostiene.
EEUU no puede demostrar inocuidad del maíz
“Las empresas (de EEUU) han tenido la oportunidad de hacer solicitudes para siembra de maíz transgénico, pero no lo han hecho porque no quieren cumplir con el procedimiento de demostración de la inocuidad de esos maíces. Entonces, en todos estos años y fuera del marco de la demanda, ni la industria estadounidense ni el gobierno han desarrollado alguna evidencia para demostrar que el maíz es inocuo para la población. Consumimos once veces más maíz que en EEUU”, informa Téllez.
Ella señala que tampoco han demostrado lo propio en términos del medio ambiente, tan es así que no han solicitado permisos para sembrar, “podrían hacerlo en el marco de la demanda”, pero, en realidad, no quieren ser sometidos a esas pruebas, “entonces no hay evidencia”.
“Nosotros cuestionamos: ¿Por qué quien compra tiene que demostrar que un producto que alguien está vendiendo hace daño? Es absurdo, en ninguna circunstancia un consumidor le demuestra al vendedor que lo que va comprar no hace daño. Estados Unidos debería probarlo y no lo ha hecho”.
La campaña nacional ‘sin maíz no hay país’ apela a la medida precautoria, al ser una figura jurídica en donde, ante la existencia de duda de daños de las citadas tecnologías, se deben tomar medidas de precaución, “y es lo que México está haciendo”.
En el panel de controversias, el gobierno mexicano nutrió su defensa con los argumentos de Conahcyt, Semarnat, Cofepris. La Secretaría de Economía mantuvo un equipo jurídico que llevaba a cabo la defensa.
Contaminación comprobada
De acuerdo al Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), de enero a noviembre de 2023, a México entraron más de 18 millones de toneladas de maíz genéticamente modificado. Aunque, la exportación de este grano tiene una historia muy larga, desde los 90’s con el TLCAN hubo un crecimiento mayor de la importación.
En el 2001 se presentaron los primeros reportes sobre la presencia de transgenes provenientes de organismos genéticamente modificados (OGM) en granos nativos de la Sierra de Oaxaca. El Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) realizó un análisis por técnicas moleculares de 5,304 muestras de maíz nativo en México en el periodo de 2000 a 2023.
Lo anterior es parte de la Evaluación de la Presencia de Secuencias Genéticamente Modificadas en el Maíz Nativo de México, que también destaca que de 2009 al 2023, el porcentaje de presencia de transgenes a nivel nacional aumentó de un 1% a un 33%.
En cuanto a las 5,304 muestras analizadas, Conahcyt demostró que el 12 %, es decir, 644 presentaron secuencias genéticamente modificadas. La mayoría se concentra en ocho de las 32 entidades del país, es decir el 26% del territorio.
La región sur del país se presentan una mayor cantidad de datos y estudios, principalmente en los estados de Oaxaca y Chiapas, aunque la Ciudad de México y Puebla son los territorios donde se encontraron los valores más altos de la presencia de secuencia GM, de 35 % y 27 % respectivamente.
“Se observó que después de la etapa de liberación de maíces genéticamente modificados en el país (2005 al 2012) hubo un notable incremento en la presencia de transgenes en los estados de Jalisco, Michoacán, Oaxaca, Puebla y Sinaloa”, señala el estudio.
A través de estos resultados, el Consejo urgió la necesidad de desarrollar estrategias a corto plazo para mitigar la propagación de transgenes en el maíz nativo; propuso la divulgación del problema ambiental y cómo afecta en el acervo genético de México y a los productores.
Así también habla sobre el diseño e implementación de estrategias de bioseguridad para la protección de sus maíces nativos, que sean acordes a los conocimientos agrícolas tradicionales, sus creencias y su bioculturalidad para cada una de las regiones del país. Estos argumentos fueron presentados en el panel como parte de la estrategia de México en las controversias con Estados Unidos.