En el mes de abril, el mandatario de los Estados Unidos, Joe Biden, durante una cena con medios de comunicación y diversos corresponsales, hizo un llamado urgente para la liberación de los periodistas que están presos, sobre todo estadounidenses, afirmando que “el periodismo no es un delito”.
Biden hizo hincapié, principalmente, sobre el caso de dos periodistas: Evan Gershkovich, reportero del Wall Street Journal, acusado de espionaje en Rusia, y Austin Tice, periodista supuestamente retenido por el gobierno sirio. “La prensa libre es un pilar de una sociedad libre, no el enemigo”, reafirmó el presidente de los EEUU ante diversos reporteros, editores, presentadores de televisión y locutores de radio. En ningún momento se mencionó el caso del periodista australiano Julián Assange.
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Assange fue detenido en Londres en 2019, aunque ya había pasado siete años en calidad de refugiado en la Embajada de Ecuador de la capital británica. Es acusado por el gobierno de Estados Unidos por 17 cargos de violación a la Ley de Espionaje y un cargo de conspiración por supuestamente cometer intrusión informática, es decir, acceso no autorizado a la red de datos clasificados.
Los documentos clasificados que expuso el periodista en 2010 y 2011 contienen pruebas de las atrocidades cometidas por el gobierno estadounidense en Irak y Afganistán.
Desde el momento en que se libera la orden de detención del periodista Assange, de origen australiano y fundador de Wikileaks, se ejerce una presión constante para que el periodista sea extraditado a Estados Unidos para ser juzgado con una posible pena de hasta 175 años de prisión.
Biden ha tenido la oportunidad de poner un alto a la persecución de Assange y darle un giro al caso. No obstante, el Departamento de Justicia en su periodo de gobierno ha insistido en la extradición, como lo hizo el ex presidente Donald Trump.
Solidaridad con Assange
A ello se suma que el Tribunal Supremo de Reino Unido rechazó, el pasado mes de junio, la apelación que interpuso la defensa del periodista contra su extradición a Estados Unidos.
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Entre las diversas expresiones de solidaridad que ha recibido el periodista, más de 60 legisladores australianos han emitido una misiva al gobierno de EEUU donde instan a retirar los cargos contra Assange. Incluso, una delegación de estos parlamentarios australianos ha decidido viajar a la Casa Blanca la próxima semana para ejercer presión por la libertad del periodista.
Actualmente Assange lleva cuatro años en la prisión londinense de Belmarsh, aún sin cargos. Si Assange es condenado, tendría graves consecuencias para la libertad de prensa en Estados Unidos y en todo el mundo, ya que la práctica que él ejerció sobre la ventilación de los documentos clasificados es común en el periodismo de investigación; en todo caso, cientos de periodistas podrían ir a prisión por ello.