El ex militar Jair Bolsonaro, quien asumió la presidencia de Brasil este 1º de enero, en uno de sus primeros actos oficiales transfirió al Ministerio de Agricultura, que está en manos de representantes de los terratenientes, la jurisdicción para identificar, delimitar y demarcar las tierras indígenas y quilombolas (comunidades que surgieron a partir de africanos que huyeron en el periodo de la esclavitud y quienes reconstruyeron sus comunidades). Esto implica dejar en manos de las empresas de la agroindustria y de latifundistas las tierras indígenas y quilombolas. Esta medida fue publicada en el Diario Oficial en la noche del martes 1º de enero, horas después de la ceremonia de posesión de Bolsonaro.
El decreto satisface una demanda de antaño del sector de la industria agropecuaria, de la soja, eucalipto y de la minería, cabildeado por la fracción parlamentaria conocida como los “ruralistas”, quienes han dado todo su apoyo al nuevo presidente de Brasil. El Ministerio de Agricultura está dirigido por la ministra Tereza Cristina Correa, líder de los ruralistas y quien fue diputada federal por el estado Mato Grosso del Sur, un estado donde el Consejo Indigenista Misionero (CIMI) ha documentado desde el año 2013 más de 400 indígenas asesinados, donde han sido implicados los latifundistas quienes cultiva soja a escala industrial.
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La Fundación Nacional del Indio (Funai) tenía la atribución de demarcar los territorios indígenas. Para los quilombolas, ese poder era ejercido por el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra). Esta medida provisional también transfiere el Servicio Forestal Brasileño, hasta ahora bajo la responsabilidad del Ministerio de Medio Ambiente, al de Agricultura.
El exmilitar Bolsonaro afirmó que los indígenas y quilombolas no viven en el Brasil "de verdad" y que su gobierno trabajará para integrarlos. Desde su campaña amenazó con no demarcar más tierras indígenas, por el contrario, las ya demarcadas serían integradas al sector agropecuario. "Más del 15% del territorio nacional está demarcado como tierra indígena y quilombola; menos de un millón de personas viven en esos lugares aislados del Brasil “de verdad”, explotadas y manipuladas por ONGs", compartió Bolsonaro en su cuenta de Twitter.
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"La destitución ya ha comenzado. La Funai ya no es responsable de la identificación, delimitación, demarcación y registro de Tierras Indígenas; ¿Alguien todavía tiene dudas de las promesas de exclusión de la campaña?”, cuestionó en sus redes sociales la líder indígena Sonia Guajajara.
Pueblos originarios
En Brasil sólo existen dos tipos de propiedad de la tierra, las tierras privadas y las publicas, es decir las que pertenecen al Estado, entre ellas están las tierras indígenas que son reconocidas bajo el recurso jurídico de la “Demarcación”. Este recurso les permite a los pueblos originarios ser usuarios del territorio, sin les pertenecer. Ha sido uno de los últimos recursos por los que han luchado para no ser desalojados de sus territorios ancestrales.
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De acuerdo con los datos de la Funai, actualmente existen 462 territorios indígenas en Brasil, lo que representa el 12,2% del territorio nacional, pero sólo el 8% de estos territorios han sido reconocidos. Lo demás aun falta ser demarcado.
El ultraderechista Bolsonaro prometió poner fin a la demarcación de nuevas tierras indígenas, reducir el poder de los organismos ambientales y liberar la minería y la agricultura comercial en las reservas indígenas, lo que significa que las tierras ya demarcadas podrían ser anuladas y, con esto, “habrá un aumento de la deforestación y la violencia contra los pueblos indígenas", expresó Dinaman Tuxá, coordinador ejecutivo de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (Apib).
La amenaza contra los pueblos indígenas que han luchado por la demarcación de sus territorios se extiende hasta los pueblos que nunca han establecido ningún tipo de comunicación con la civilización occidental brasileña, ni con los pueblos indígenas que han aprendido a vivir o sobrevivir con la cultura occidental. Según Survival, movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas, en la frontera entre Perú y Brasil vive la mayor concentración de pueblos indígenas no contactados de la Tierra. No entienden de fronteras y cruzan de un país a otro siguiendo sus rutas nómadas. Son los isconahuas, matsigenkas, matsés, mashco-piros, mastanahuas, murunahuas (o chitonahuas), nantis, sapanawas, nahuas y muchos más cuyos nombres desconocemos.
Survival asegura que se sabe muy poco de estos pueblos. Lo que sí sabemos es que desean permanecer sin contactar. Han disparado sus flechas tanto a foráneos como a aviones o, simplemente, han evitado el contacto adentrándose aún más en la selva.