Por tercera vez en tres años el pueblo Munduruku demanda la devolución de las Itīn’a, doce artefactos funerarios desenterrados durante la construcción de las centrales hidroeléctricas de Teles Pires y Sao Manoel en el río Teles Pires, al norte del estado de Mato Grosso, Brasil.
De acuerdo a los pajés (chamanes) su ausencia acompaña una serie de infortúnios para lxs Munduruku, por ello un grupo de 70 guerreras y guerreros realizó acciones de protesta en el Museo de Historia Natural de Alta Floresta para retomar los objetos sagrados.
“No regresaremos a casa sin nuestras urnas. Ustedes tienen la obligación de devolvernos nuestros espíritus. Esto no es correcto. Porque somos nosotros quién estamos sufriendo las consecuencias”, enfatiza un comunicado del pueblo Munduruku al momento de la acción de recuperación.
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Las guerreras, guerreros y pajés pertenecientes de aldeas del Alto y Medio río Tapajós y del bajo río Teles Pires, viajaron en barco durante seis días desde el estado de Pará. Durante su viaje el grupo evidenció una gran cantidad de peces muertos en las proximidades de la central hidroeléctria de San Manuel, lo cual de acuerdo a los pajés evidencia las consecuencias por el robo de las urnas.
“Para ustedes, la empresa y para el Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan), las urnas son solamente objetos o piezas de cerámica. Para nosotros son nuestros ancestros”, aclararon los Munduruku para quienes el robo de las urnas ha traído accidentes y muertes, tanto de integrantes del pueblo Munduruku como de la flora y fauna de la región.
Los Munduruku reclamaban la propiedad de las urnas desde el año de 2013, cuando se les informó de que en 2010 se habían realizado excavaciones en las orillas del río Teles Pires.
Actualmente, la región está ocupada por la sala de máquinas de la quinta mayor represa hidroeléctrica del país, la Central Teles Pires, construida sobre la cascada de Sete Quedas la cual es considerada sagrada para el pueblo Munduruku, quien se refiere al lugar como “La casa de la madre de los peces” o Paribixexe.
El 23 de diciembre los pajés que guíaron la expedición esquivaron al cuerpo de seguridad de la central hidroeléctrica de Teles Pires y consiguieron ingresar en las instalaciones pertenecientes a las empresas Neonergia y Three Gorges, la primera de capital brasileño y la segunda de China.
Para la madrugada del 25 de diciembre, las acciones encabezadas por la Asociación de Mujeres Munduruku y los chamanes del grupo consiguieron recuperar las doce urnas funerarias.
“Los chamanes decidirán el lugar definitivo de los nuevos entierros”, declaró Alessandra Munduruku, una de las involucradas en la acción, al medio brasileño Amazonia Real.
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La devastación de la "energía limpia"
El puelo Munduruku aglutina a 15 mil habitantes de la cuenca del río Tapajós, del cual el río Teles Pires, donde se construyeron las centrales hidroeléctricas del “Complejo Teles Pires”, es uno de sus principales afluentes.
Tras la finalización de la central hidroeléctrica de Teles Pires, se construyeron las presas de Colíder, São Manoel y, por último, Sinop.
Desde 2017 la Compañía Hidroeléctrica Teles Pires, la cual controla la central del mismo nombre, informó que depositó las urnas en el museo referido por órdenes del Iphan y del Ministerio Público Federal, “hasta que el pueblo Munduruku señale el lugar adecuado para las piezas, con la concordancia y anuencia de la Funai (Fundación Nacional del Indio) y el Iphan”.
Las urnas funerarias fueron sustraídas por la empresa energética de acuerdo a las exigencias de la ley brasieña. De acuerdo con los procedimientos de licencia ambiental, los empresarios de grandes proyectos deben rescatar y salvaguardar todo el material arqueológico posiblemente impactado.
Además de las urnas se encontraron otras 270 mil piezas arqueológicas que fueron extraídas de las orillas del río Teles Pires, todas tomadas de un antiguo cementerio indígena.
Incluso antes de la excavación del sitio arqueológico, los pueblos Apiaká, Munduruku y Kayabi cuestionaron la construcción de la central hidroeléctrica debido a la pérdida de sitios sagrados como la de Sete Quedas, los cementerios indígenas y debido a la falta de una consulta hacia las comunidades indígenas como lo prevé la constitución brasileña.
“Ustedes nunca han respetado nuestro protocolo de consulta. En él está claro que, en relación a nuestros lugares y materiales sagrados, los pajés, los señores que saben contar historias, los sabios antiguos y los hueseros deben ser consultados”, refiere el comunicado de diciembre del 2019.
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En otro manifiesto indígena, escrito en el año de 2011, los pueblos indígenas predijeron que habría daños a la cultura y al medio ambiente de la región.
“Todo esto ya está siendo destruido con las explosiones de dinamita en las cascadas de Sete Quedas, con el inicio de la construcción de esta presa de la muerte. Ibama (Instituto brasñieño de medio ambiente) dio los permisos ambientales sin ningún proceso de consulta libre, previa e informada a las comunidades indígenas, irrespetando nuestros derechos asegurados por el artículo 231 de la Constitución Federal y el Convenio 169 de la OIT, además de otros acuerdos internacionales que Brasil ha firmado. ¿Cómo vamos a discutir la compensación de un proyecto cuyos impactos en nuestras comunidades no han sido estudiados y discutidos, y que ha sido ilegalmente licenciado?", cuestionaron los pueblos indígenas desde hace ocho años.
