Istmo de Tehuantepec, foto por Santiago Navarro F
Tras el aumento inédito de la temperatura en el clima en las últimas semanas, el sistema eléctrico de México colapsó el pasado 7 de mayo. La paraestatal Comisión Federal de Electricidad (CFE) se colocó en un momento de emergencia y activó un protocolo para atender la pérdida de suministro de energía del país.
El Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) explicó que el apagón ocurrió porque la demanda de energía fue superada al momento de que varias centrales eléctricas de ciclo combinado y de energía eólica del país dejaron de generar energía, provocando un déficit de 1,668 MW, equivalente al 3.34% de la demanda máxima del día en el Sistema Interconectado Nacional.
“Ante este escenario, a las 17h04 se declaró el Estado Operativo de Emergencia, desencadenando interrupciones rotativas en el suministro eléctrico para preservar la estabilidad del sistema”, detallaron los funcionarios.
Aún con las medidas implementadas por las autoridades competentes, la crisis estaba lejos de resolverse, ya que se fueron sumando más centrales que dejaron de producir energía en el país. Esto llevó “a una segunda declaración de Estado Operativo de Emergencia a las 19h10, esta vez con interrupciones que afectaron hasta 2,610 MW, representando el 5.23% de la demanda máxima del día”, declaró en un comunicado la Cenace.
Al día siguiente, el día 8 de mayo, en su habitual conferencia de prensa, el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador refirió que la crisis de energía fue provocada por “el intenso calor”. Además, argumentó que “la mitad de la generación de la energía eléctrica [de México] se produce con empresas particulares y tenemos que ponernos de acuerdo para que se tengan las plantas en buen estado”.
Dependencia del gas de EEUU
En el año 1999 la paraestatal CFE era el único proveedor de energía para México, con capacidad de generación total. En el año 2015, su participación se había reducido drásticamente al 59%. Esto fue, según la propia CFE en su informe 2023, “resultado de la Ley de Servicio Público de Energía Eléctrica; esta ley abrió las puertas a la participación de privados en esquemas como el autoabastecimiento, cogeneración y pequeña producción, así como la introducción del esquema de Productor Independiente de Energía (PIE)”.
De acuerdo con el Prontuario Estadístico de la Secretaría de Energía (Sener) de 2023, más del 50% de la energía en México se genera a través del gas natural, considerado un “energético limpio”.
El investigador Luis Pérez, del colectivo Geocomunes, contradice la afirmación de que este hidrocarburo es limpio. “Es un gas extraído por el método de fractura hidráulica (fracking), que genera fugas y emisiones a la atmósfera que tienen efectos en el calentamiento de la atmosfera mucho mayores, en el corto plazo, que el dióxido de carbono. Más o menos, el gas etano, es responsable de una cuarta parte del calentamiento global”, explica.
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Además, se acrecentó la dependencia del gas proveniente de Estados Unidos. De acuerdo con la propia Sener, de 8 mil 207 millones de pies cúbicos de gas que utiliza México diariamente, casi el 70% es importado de EEUU, según el prontuario.
Esta información se corrobora con los datos presentados por la Agencia de Información Energética de Estados Unidos (EIA), según los cuales, entre enero y octubre de 2023, se exportó a México un volumen récord de 5 mil,660 millones de pies cúbicos diarios (mmpcd) de gas natural, equivalente a casi el 70% de lo que consume México para que sus centrales puedan generar energía eléctrica.
“México consume más o menos el 30% de todo lo que exporta EEUU de gas. Nos hemos convertido en un consumidor muy importante de gas proveniente de EEUU. Es el energético que sostienen la matriz energética de México y es algo de lo que se habla poco”, señala el integrante de Geocomunes.
Para que México se haya convertido en el principal receptor de gas de EEUU, “se ha construido toda una red de gasoductos, desde antes de la reforma energética del 2013”, sostiene Pérez.
La red nacional de gasoducto en México consta de 19 mil 060 kilómetros, divididos en 10 mil 675 kilómetros del Sistema Nacional de Transporte de Gas Natural (Sistrangas) público, y 8 mil 385 kilómetros de propiedad privada.
En relación a los ductos privados, solo la estadounidense Sempra Energy, a través de su filial mexicana Sempra Infraestructura, ha desplegado sus activos en 17 estados de la república mexicana, con aproximadamente 3 mil 177 kilómetros de ductos de transporte de gas natural, etano y gas LP. Además, cuenta con 16 estaciones de compresión de gas natural más una en construcción, entre otros complejos de energía renovable.
Le sigue la canadiense TC Energy (antes Transcanada), quien tiene en su poder más 3 mil 700 kilómetros de gasoductos en territorio mexicano, considerando que en el año 2023 adjudicó un proyecto estratégico que le permitirá tener presencia en el Tren Maya y el Corredor Interoceánico, con el proyecto denominado “llave a Puerta al Sureste”. Es un ducto submarino de 715 kilómetros que transportará diariamente más de mil 300 millones de pies cúbicos (MMPCD) de gas natural. De acuerdo con el informe a sus inversionistas de TC Energy, este proyecto ya ha “completado más del 70% de la instalación de tuberías en aguas profundas”.
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A su vez este gran proyecto conecta otro gasoducto marino de 800 km, llamado Sur de Texas-Tuxpan, también de propiedad de la canadiense en asociación con Sempra.
La compra del gas estadounidense y el pago de su traslado a través de los gasoductos privados están asegurados, tal como lo indica Sempra en su informe 2023, a través de “acuerdos a largo plazo basados en dólares estadounidenses con los principales participantes de la industria, como la CFE, el Centro Nacional de Control de Gas, Petróleos Mexicanos (PEMEX)”.
De la misma forma, TC Energy sostiene en su informe a sus inversionistas que, además de haber celebrado acuerdos con CFE que “consolidan una serie de gasoductos operativos y en desarrollo en el centro y sureste de México”, también tiene asegurado el mercado del gas y su cobro por el uso de sus ductos, dado que los acuerdos contienen “un contrato de arrendamiento, hemos reconocido montos en inversión neta en arrendamientos en nuestro balance general”.
Es así como estas dos empresas, incluyendo a Fermaca y Carso, desde el año 2020 ya concentraban casi el 50% de los gasoductos del país, según la Dirección de Inteligencia Energética de la CFE. De alguna forma tienen en sus manos el poder de suministrar este insumo para la generación de electricidad en México. “La red de gasoductos está en manos de estas empresas y se reparten la red que tiene una serie de usos, principalmente abastecer a las centrales eléctricas”, puntualiza el integrante de Geocomunes.
De acuerdo con Luis Pérez, los primeros ductos privados se comenzaron a construir en noreste de México, una de las zonas donde se comenzó a usar el gas en las centrales de ciclo combinado. “Principalmente la industria minera. De hecho, es esta industria que comenzó con la importación de gas natural y que continúan haciéndolo, principalmente en Sonora, hay ductos específicos para las mineras”, agrega el investigador de este colectivo.
México, puente del mercado del gas
Junto al entramado de gasoductos de Sempra Infraestructura figura una planta de almacenamiento y regasificación de Gas Natural Licuado (LNG), ubicada en Ensenada, Baja California, llamada Costa Azul. De acuerdo con la empresa, “se está reconfigurando para que sea capaz de licuar y exportar gas natural procedente de Estados Unidos y enviarlo por barco a mercados en Asia”.
“Nosotros tenemos identificados ocho proyectos de exportación, sin contar las ampliaciones. Suman más o menos una capacidad de exportaciones de 11 mil 500 millones de pies cúbicos diarios. Eso es gigantesco, considerando que México consume entre 8 y 9 mil pies cúbicos diarios”, dice el integrante de Geocomunes.
Los puertos de México serán usados como puntos estratégicos, por su posición geográfica, para la exportación de este energético que viene de EEUU. “En término de lo que se conoce, estos proyectos pretenden exportar más de lo que se consume en México. Lo primero que hay que decir es que es una re-exportación”, complementa Luis Pérez.
De acuerdo con el investigador de Geocumunes, la región noreste de México cobra vital importancia para la exportación. “Esta región es el núcleo de estos proyectos, más o menos el 80% de la capacidad planeada está en el noreste, con cuatro terminales, en los cuales CFE está involucrada. Entonces no solo son actores privados los involucrados, sino que también está la paraestatal”.
Es importante resaltar, dice el investigador, que la CFE y la SENER están facilitando el mercado de exportación. “Aunque no se tiene mucha información, los datos dicen que CFE tiene compromisos de compras de 22 mil millones de pies cúbicos diarios. Es casi dos o tres veces más del consumo nacional. Si se llegará a inyectar esa cantidad de gas, se tendrían que construir más gasoductos y más infraestructura. Entonces CFE tiene alianzas con estas empresas que han tenido intereses de construir estas terminales. Como la de Salina Cruz, (en el corredor interoceánico) en particular, donde figura Sempra”.
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Entonces los acuerdos con el gobierno mexicano es que, “CFE compra este gas estadounidense, que lo inyectan a ductos privados en México, a los que se comprometió el gobierno mexicano pagarle por 35 años por dejar fluir el gas. Y a su vez se pretende vender al mercado asiático”, concluye Luis Pérez.
Mientras tanto las olas de calor siguen impactando a México, el día 10 de mayo, el día de las madres, por cuarto día seguido la Cenace declaró nuevamente estado de alerta. Así que los apagones continúan en diversas regiones de México, donde algunos lugares como, Coatzacoalcos, Veracruz, la sensación térmica ha llegado hasta los 50 grados centígrados.