En portada: Guardaparques del Instituto Congolés para la Conservación de la Naturaleza patrullan el Parque Nacional de Garamba en la República Democrática del Congo. Esta área es cogestionada junto a WWF, quien a pesar de conocer denuncias de violencia cometidas por los guardaparques, no realizó ninguna acción para contrarrestarlas. Foto de Thomas Nicolon / Mongabay.
Durante audiencia con representantes del Congreso de los EEUU, realizada a finales de octubre, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), una de las mayores organizaciones conservacionistas a nivel mundial, fue señalada por su responsabilidad en numerosos abusos y violaciones de derechos humanos ocurridos en áreas naturales protegidas bajo su gestión en Asia y África.
“Asesinatos, horribles torturas, decenas de denuncias de violación. Quemar una aldea, matar a hombres, mujeres y niños. Realizar redadas nocturnas y aterrorizar a miembros de comunidades locales”, enunció el congresista Jared Huffman acerca de los crímenes cometidos en nombre de la conservación de la naturaleza.
Esta audiencia es resultado de las denuncias de los últimos años, tanto periodísticas como de otras organizaciones, sobre la implicación de WWF en la violación de derechos humanos, así como por su negativa en sumir alguna responsabilidad a pesar de la existencia de evidencias.
Decenas de indígenas y habitantes de las áreas naturales protegidas han sido abusados, violados, asesinados y torturados por guardas forestales, quienes cuentan con financiamiento de WWF. Según testimonios de la organización Survival International, las denuncias de estos crímenes le fueron comunicados a WWF desde hace por lo menos 30 años. No obstante, no hicieron nada al respecto y todavía hoy se niegan a asumir la responsabilidad de los abusos que financian.
Colonialismo en la conservación
En 2019 y 2020, John Knox, profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Wake Forest y antiguo Relator Especial de la ONU sobre Derechos Humanos y Medio Ambiente, formó parte de un grupo de expertos encargados de la revisión de las operaciones de WWF relacionados con los abusos contra derechos humanos.
Durante la reciente audiencia, Knox recalcó que estas acciones violentas derivan directamente de un modelo de conservación denominado “conservación de fortaleza”, el cual contempla la eliminación de las comunidades indígenas y locales cuando se confiscan sus tierras para crear zonas de conservación. Incluso, estas acciones son repetidas por otras organizaciones ambientalistas quienes se han visto implicadas en abusos similares, tales como la Wildlife Conservation Society y African Parks.
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“Estas alegaciones también han puesto de manifiesto los continuos impactos del colonialismo en la conservación: La antigua forma de hacer conservación, es decir, que los occidentales lleguen a un país, establezcan un parque nacional con fronteras estrictas y eliminen a sus habitantes, sigue causando conflictos hoy en día”, denunció Knox, quien reiteradamente demandó a WWF que asumiera la responsabilidad de sus actos criminales.
Testimonio vergonzoso
Huffman, quien presidió la audiencia a cargo del Comité de Recursos Naturales de la Cámara de Representantes, escuchó el testimonio de Ginette Hemley, vicepresidenta ejecutiva de conservación de la vida silvestre de WWF, quien representó a la organización debido a que su presidente y director general en Estados Unidos, Carter Roberts, se negó a testificar alegando que se encontraba impedido debido a su participación en la COP 26.
Ante la negativa de Hemley de responder al cuestionamiento sobre si WWF tiene alguna responsabilidad ante los abusos denunciados, el congresista Cliff Bentz arremetió contra la organización: “WWF ha sido irresponsable. Su testimonio es vergonzoso. Tienen que dar un paso adelante y admitir que son culpables... Me viene a la mente la palabra colonialismo”.
La directora de Survival, Caroline Pearce, también enfatizó que WWF no es la única organización conservacionista que actúa violando derechos humanos, lo cual representa un peligro ante propuestas para combatir la crisis climáticas que contemplan aumentar a 30% la superficie terrestre dentro de la categoría de Área Natural Protegida.
“Este tipo de abuso está profundamente arraigado en el modelo tradicional de conservación, que entra directamente en conflicto con los derechos humanos y, en particular, con los derechos de los indígenas. Durante décadas no sólo se ha ignorado, sino que ha sido apoyado por enormes organizaciones conservacionistas establecidas, que obtienen enormes fondos gubernamentales y corporativos mientras hacen la vista gorda ante las atrocidades cometidas contra los indígenas y otras comunidades locales. El robo de vastas áreas de tierras indígenas en nombre de la conservación de la naturaleza es, como dijo el diputado Bentz, un colonialismo moderno que finalmente está siendo expuesto sin piedad”, dijo la directora de Survival.