Deforestación y violencia masiva en América Latina por la agroindústria

Representantes de organizaciones de África, India y Latinoamérica se reunieron en Bogotá, Colombia, para debatir sobre los impactos de la agroindustria en los territorios ancestrales y la soberanía alimentaria, en el foro internacional Autosuficiencia alimentaria nacional: agricultura industrial vs. agroecología comunitaria y familiar

Se reunieron redes campesinas, indígenas y afros, además de organizaciones de la sociedad civil como Grain, Vía Campesina, Alianza Biodiversidad, el Grupo de Investigación en Territorios, Agroecología y Sistemas Agroalimentarios (Terras) de la Universidad Nacional de Colombia, por mencionar algunas.

Álvaro Acevedo Osorio, académico de la Universidad Nacional de Colombia, doctor en Agroecología, explicó que, por un lado, la agroindustria se enfoca en el negocio y el privilegio de apropiarse de los bienes comunes y de generar favores políticos a beneficio de las políticas de desarrollo social. Mientras esto pasa, las comunidades degeneran en la posibilidad de garantías de sus derechos. 

Por el contrario, la agroecología, desde el enfoque de derechos, permite a las comunidades rurales y urbanas, tener un alimento bajo sus propias condiciones culturales. Condiciones éstas “apropiadas tanto para productores como para consumidores y que permitan acceder a los bienes comunes que facilitan la producción, a las semillas, a los recursos de agua, etcétera. En el fondo es una discusión de derechos, es una disyuntiva entre privilegios y derechos”, sostiene Acevedo Osorio. 

En Latinoamérica

En el sur occidente de Colombia, en Cauca predomina la etnia afro y sus tierras son las más productivas del territorio nacional, pero eso ha provocado muchos conflictos por quienes buscan acapararlas, que derivan en desplazamientos de personas.

Lo mismo ocurre con el acaparamiento de tierras colombianas para el cultivo de palma de aceite y del agua por la agroindustria de las flores. En Ecuador, con los tiraderos de tilapia que dan cuenta de que continúa el patrón de concentración en favor agroindustrias que están contaminando la región latinoamericana.

México fue mencionado por el avance del megaproyecto del Tren Maya, la contaminación por la industria animal, por plantaciones de aguacates, entre otras, que también están generando violencia en las comunidades y el desplazamiento forzado de miles de personas. 

“Se empieza a generar una deforestación masiva en América Latina. Por ejemplo, en la Amazonia tiene la tasa de deforestación más alta de todo el planeta y está empezando a sufrir los efectos de ésto”, dijo Javier León, de Grain.

En todo el mundo, la resistencia contra la agroindustria ha provocado la elevada criminalización contra pueblos y comunidades indígenas con persecución, hostigamiento y violencia por parte del mismo Estado. 

En este punto, las organizaciones lamentaron la violencia sistemática contra los líderes indígenas y campesinos en varios países. Se dijeron preocupadas porque la región de América Latina tiene la mayor cantidad de muertes y desaparecidos por la defensa de los derechos humanos de la vida, siendo las mujeres las principales protagonistas de estas resistencias o de propuestas alternativas frente a este modelo intensivo de expansión en América Latina. 

En situaciones más complejas, mencionaron a la India, donde se han suscitado suicidios relacionados con la agricultura industrial. Entre 1993 y 2006 hubo alrededor de 150.000 suicidios de campesinos, y la cifra ha seguido en aumento, según el Ministerio de Agricultura de India. Tan solo en septiembre de 2023 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoció un incremento de los suicidios de personas jóvenes. 

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Un desastre 

La Revolución Verde “fue un desastre”, coincidieron los expertos. Uno de los impactos inmediatos fue la pérdida de la diversidad local, las semillas. Por ejemplo, India tenía 100 mil variedades de arroz y ahora tiene menos de 5 mil. Mientras el algodón que es un cultivo endémico, se tenían 4000 variedades pero en 10 años se extinguieron, ahora cultivan algodón genéticamente modificado que controla sólo una compañía: Monsanto.

Tomaron en cuenta que en este tipo de proyectos, los agrotóxicos van en el mismo paquete, también para contaminar el suelo, el agua y el aire, pues en muchos casos para mantener las plantaciones de monocultivos son dispersos en el aire, desde las alturas.  

Otros impactos son la degradación de las propiedades suelo, la erosión, los monocultivos, desaparición de especies, toxicidad en el agua, incluso subterránea y cientos de pacientes enfermos de cáncer. 

“Ese fue la devastación de la Revolución Verde pero no fue suficiente porque en varios países de Asia, especialmente en India, están pensando en una segunda, como si la primera no hubiese sido suficiente”, dijo el representante de Grain en la India.  

La alternativa, para las organizaciones, está en la soberanía alimentaria que promueven los propios pueblos. El objetivo es ser independientes de insumos externos y de compañías. Apuestan a la conservación y preservación de las semillas y a las prácticas de agricultura sostenible. 

Ver también: Especialistas alertan sobre los peligros de la agricultura climáticamente inteligente

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