Por detrás de una tasa de café de Nestlé y Starbucks se esconde una cruda realidad vivida por pequeños productores de café especialmente en las montañas de Chiapas y Veracruz, en México. Los caficultores, en su mayoría pertenecientes a pueblos originarios, que sostienen las cadenas de suministro de estas empresas, sufren bajo prácticas opacas violaciones a sus derechos humanos y una marginación sistemática que perpetúa la pobreza en las comunidades rurales.
Estas son algunas de las conclusiones de la investigación Explotación y opacidad: la realidad oculta del café mexicano en las cadenas de suministro de Nestlé y Starbucks, producida por Empower, en colaboración con Coffee Watch y Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, A.C. (ProDESC),
Nestlé y Starbucks no adquieren el grano directamente de los productores, sino que acuden a comercializadoras como ECOM Agroindustrial Corp. Limited (ECOM), con base en Suiza, Neumann Kaffee Gruppe (NKG), basado en Alemania, y Louis Dreyfus Company B.V. (LDC), con sede en Países Bajos, que, por medio de sus subsidiarias en el país, compran directamente de los pequeños agricultores.
El precio del café lo fijan en última instancia Nestlé y Starbucks con base en la oferta y demanda del producto. A su vez, las acaparadoras controlan la compra directa con los caficultores, lo que les permite influir en los precios y condiciones de compra, “generalmente en detrimento de los pequeños productores”, dice el informe de la investigación. Estos últimos se encuentran en el eslabón más vulnerable de la cadena, pues se ven obligados a abaratar su producto.
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Testigos de productores recaudados para la investigación sostienen que los precios del café se reducen tanto que a veces son insuficientes incluso para cubrir los gastos que invirtieron en la producción. Por ejemplo, en 2023, el kilogramo de café cereza alcanzó los 0.25 USD, muy por debajo de los 1.2 USD por kg exigidos por los cafetaleros.
Mientras tanto el salario mensual de Brian Niccol, CEO de Starbucks, ronda los 10 millones USD al mes, compara el estudio.
Además, las organizaciones pudieron observar que las acaparadoras de café acuden cada vez más a la compra a través de coyotes, quienes adquieren el café directamente de los productores y lo transportan hasta sus puntos de compra. De acuerdo con el informe, los coyotes imponen precios aún más bajo a los caficultores e imponen sistemas de crédito informales y abusivos.
La producción
La producción de café en México se concentra principalmente en los estados de Chiapas (37%), Veracruz (24%) y Puebla (21%), mientras que el 18% restante se distribuye entre otros estados, destacando Oaxaca y Guerrero. Alrededor de 70% de la producción del café en México proviene de la población indígena. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, entre 2020 y 2022, México ocupó el lugar 14 entre los países productores de café.
Control sobre la cosecha
El estudio apunta que las comercializadoras no sólo dominan el mercado mexicano del café, sino que también ejercen un poder desmedido sobre las condiciones de producción y las vidas de los trabajadores.
Una de las características más alarmantes, señalan las organizaciones, es cómo las grandes multinacionales del café imponen sus propias variedades genéticamente modificadas, adaptando el café mexicano exclusivamente a las demandas del mercado global. Estas empresas han introducido variedades de arábica y robusta - principalmente utilizada en la producción de café soluble y en mezclas de bajo costo -, alteradas genéticamente para maximizar el rendimiento y la resistencia a la sequía, priorizando la producción masiva sobre la calidad y sostenibilidad, alertan.
Advierten que el cultivo de robusta acarrea un mayor costo ambiental: a diferencia del arábica, no se cultiva bajo sombra y requiere más riego, lo que contribuye significativamente a la deforestación y degradación de los ecosistemas locales.
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Además, ofertan insumos y servicios agrícolas como parte de sus programas de responsabilidad social corporativa. Un ejemplo es el Plan Nescafé, que Nestlé opera en México desde 2010 con el objetivo de proveer a los caficultores con plántulas mejoradas de café y asesoría técnica.
Las organizaciones pudieron observar que las comercializadoras de café también han desarrollado estrategias para cooptar cooperativas de pequeños productores mediante contratos ventajosos y apoyo técnico. Estas cooperativas, que en principio deberían empoderar a los caficultores, terminan a menudo bajo el control de las comercializadoras, que determinan qué se cultiva y cómo se comercializa el café, perpetuando la dependencia de los productores.
Nestlé y Starbucks en México
Nestlé ha transformado, de acuerdo a la investigación, a México en el epicentro de su cadena de valor para el café soluble, construyendo la planta productora de Nescafé más grande del mundo y buscando convertir al país en su principal proveedor de café. Starbucks centra su interés en la adquisición de mezclas estándar para abastecer sus tiendas locales y, en menor medida, para exportar a otros mercados. Nestlé posee las marcas Nescafé, Nespresso y Dolce Gusto. Desde 2018, distribuye café marca Starbucks fuera de las tiendas de esta cadena.
Opacidad
La investigación revela una falta de transparencia en los acuerdos entre Nestlé Starbucks y el Estado mexicano. Instituciones como el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) han proporcionado apoyo financiero a proyectos liderados por estas corporaciones. Sin embargo, los detalles sobre la asignación y el uso de estos recursos no son claros, alertan las organizaciones.
Señalan, todavía, que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) de México ha apuntado irregularidades en el uso de fondos públicos para apoyar proyectos de las comercializadoras que proveen café a Nestlé y Starbucks.
Inicio
Starbucks empezó a adquirir café mexicano en Chiapas en la década de los 1990. De acuerdo a campesinos entrevistados para la investigación, las condiciones de venta eran favorables para los productores.
La ruptura se dio a partir de 1998, cuando Starbucks creó una alianza con Conservation International (CI), la cual fue monitorizada por la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID). Esta alianza buscaba, de acuerdo al estudio, impulsar el cultivo del café chiapaneco e incluyó la introducción de intermediarios entre Starbucks y los productores, bajo la lógica de garantizar un suministro constante de café que cumpliera con criterios homogéneos de calidad y sustentabilidad.
En este contexto, en 2003, ECOM comenzó a operar como intermediario para Starbucks en México a través de su subsidiaria Agroindustrias Unidas de México, S.A.de C.V. (AMSA).
Criminalización
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En 2022, cafetaleros de Ixhuatlán del Café, en el estado de Veracruz, protestaron por la caída repentina en los precios de compra de café por parte de AMSA. Después de las protestas, se produjo un incendio en las instalaciones de AMSA. La empresa acusó a 12 personas por su supuesta participación en este hecho, las cuales fueron detenidas por la policía veracruzana sin un debido proceso. Entre estas personas se encontraban líderes de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC) y Viridiana Bretón, exalcaldesa de Ixhuatlán del Café.
En abril de 2024, cinco de los acusados fueron absueltos por falta de pruebas en su contra. Sin embargo, siete de ellos aún enfrentan cargos penales.