En portada: Miles participaron para exigir el cierre de dos fábricas de aceite de palma que causan estragos en la salud y el medioambiente en la selva de Chiapas. Foto: Jeny Pascacio
“Antes podíamos nadar en el río, pero ahora nos causa daño en la piel”, cuenta Anita, hija de un ejidatario de Arroyo Delicias, municipio de Benemérito de las Américas, Chiapas. Anita tiene 16 años de edad y dice no estar de acuerdo con las plantaciones de palma aceitera, a pesar de que su padre accedió a sembrarla hace algunos años.
La joven activista asistió a la peregrinación que realizó la comunidad parroquial y el pueblo creyente de distintos municipios de Chiapas en apoyo a pobladores de Benemérito de las Américas, una pequeña ciudad en la frontera con Guatemala donde, además de padecer altos índices de violencia, grandes procesadoras de palma amenazan con la contaminación de sus recursos naturales.
“Vemos la sequía de agua, nos falta mucha agua, hay una sequía grandísima. La procesadora está muy cerca y hay malos olores, sabemos que no es bueno”, relata Anita quien también cuenta que los pozos, incluso el de su vivienda, se están secando, “sabemos que la palma se lleva toda el agua y la poca que hay está contaminada”.
La procesión que reunió aproximadamente a 2 mil personas inició en el crucero de Pico de Oro y concluyó 10 kilómetros después en el parque central de Benemérito de las Américas. Fue encabezada por seis párrocos provenientes de Bachajón, Frontera Comalapa, Marqués de Comillas, por mencionar algunos.
Neri Jiménez Gómez, antes de irse a Frontera Comalapa, fue párroco de Benemérito de las Américas por más de cuatro años, cuando incrementaron las plantaciones de la palma aceitera. Recuerda que en 2015 iniciaron las complicaciones que se reflejaron primero en la comunidad vecina de Sayaxché, en el Petén, Guatemala, donde anteriormente se encontraba una de las procesadoras de palma que provocó un ecocidio que acabó con al menos 20 especies de peces.
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“Las denuncias están desde el 2015 en las que se insiste a los diversos niveles de gobierno para que hagan algo. Preocupa la contaminación del agua, del subsuelo, de los animales y de diversas especies”, detalla el párroco.
De acuerdo a su testimonio se trata de las empresas Agroimsa y Aceites Sustentables. En la actualidad, detalla que sus desechos se van a las tierras donde están los ganados y producen pérdida de la calidad del pasto y sabor, lo que provoca que las reses no quieran comer. Además, la contaminación resulta en peligrosas afectaciones a la salud humana, tales como: fuertes dolores de cabeza, náuseas, mareos, entre otros malestares.
“Es una tarea, una misión, un reto no quedarnos callados”, insiste el párroco Neri al señalar que se necesita saber la verdad y exigir un alto a las injusticias, la corrupción y la impunidad.
Exigen cierre de fábricas
“Un pueblo callado jamás será escuchado”, “que las fábricas de aceite sean censuradas o reguladas”, fueron las consignas más escuchadas durante la peregrinación en la que participó el pueblo creyente de Chicomuselo, Frontera Comalapa, Teopisca, Venustiano Carranza, San Juan Cancuc, Tenejapa, Huixtán, Marqués de Comillas, Chenalhó, San Cristóbal de Las Casas, Tuxtla Gutiérrez, entre otras diócesis.
Después de caminar por casi cuatro horas sobre la carretera federal, celebraron una homilía cristiana y un foro donde dieron a conocer las irregularidades en las que incurren las procesadoras de palma.
Como el caso del arroyo Santa Cruz que fue contaminado con los desechos que rebasaron de la represa de residuos peligrosos, donde también se generan miles de moscas. “Colocan malatión para matar las moscas que se juntan por los deshechos, llueve, rebasa el límite y esos residuos se cuelan por los arroyos. Ya se murieron muchas reses y animales por beber agua contaminada. Lo que hacen los palmeros es pagarle a la gente una cantidad de dinero para que no hablen; o los amenazan”, informaron.
El río Usumacinta es la frontera natural entre el municipio mexicano y Guatemala. Sus habitantes recuerdan con tristeza el territorio selvático que poco a poco se extinguió con la llegada de las dos plantas procesadoras de palma de aceite.
“En este rincón olvidado de nuestro estado de Chiapas, como de Guatemala, queda poco después de la tala y quema de árboles que se sustituyeron con monocultivos disfrazados de progreso para el pueblo y las familias”, señala la parroquia de José y María de Zamora, Pico de Oro, municipio de Benemérito.
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La comunidad lamenta que quienes prometieron bienestar, consiguieron despojarlos de sus tierras de manera estratégica, “este ambiente ya no se soporta, y las autoridades tienen que tomar acuerdos para dar respuestas a nuestras demandas y denuncias”, agrega el párroco Neri.
En el foro recordaron que las familias son explotadas con sueldos bajos y trabajan sin protección. Semanas antes de la protesta que realizaron el 17 de febrero, las procesadoras pagaban a los ejidatarios alrededor de 80 centavos el kilogramo de cocos; después les ofrecieron 4 pesos por cada kilo, “con la intención de mantenerlos callados”.
Denuncias, sin atención
El asesor jurídico de la comunidad de Benemérito de las Américas, Javier Balderas explica que las plantas incumplieron con el requisito de cambio de usos de suelo y los ejidatarios no convocaron a la asamblea para pedir permiso de usar los terrenos ejidales para la siembra de la palma de aceite.
“La problemática no ha tenido eco en las autoridades”. Balderas lamenta que las representaciones de los ejidos afectados han viajado a la capital de Chiapas, incluso a la Ciudad de México para dar a conocer la situación. Pero no hay respuesta.
Las quejas y denuncias fueron entregadas al Gobierno de Chiapas, Secretaría de Medio Ambiente e Historia Natural, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, Secretaría de Salud de Chiapas, Cofepris y al representante en México de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU.
Esta región de Chiapas se ha caracterizado por la violencia: feminicidios, asesinatos, asaltos, despojos, trata de personas, narcotráfico, entre otros hechos que colocan a Benemérito de las Américas como una ciudad olvidada y controlada por el crimen organizado.
Los habitantes denuncian que no tienen seguridad en las autoridades, incluso en la Fiscalía que no realiza ni el registro de los asesinatos y levantones de mujeres que suceden de manera frecuente.
Por ello, a la manifestación por la defensa del territorio se unió un grupo de jóvenes que a través de un escrito solicitó el cierre de las procesadoras, reparación y restauración del ecosistema, atención inmediata y especializada a toda la población que se encuentra afectada por la grave contaminación de la fábrica, así como paz y seguridad para los pobladores de la selva de Chiapas.