Hasta noviembre de 2021, entre el 2% y el 6% de casos de desaparición de personas en México fueron judicializados y sólo se emitieron 36 sentencias a nivel nacional. De acuerdo al Informe del Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU, funcionarios públicos y la delincuencia organizada son los responsables de las desapariciones.
El informe se basa en la documentación realizada por la representación que visitó México en el último trimestre de 2021, pues la situación generalizada de desapariciones en gran parte del territorio nacional impera en la impunidad casi absoluta y la revictimización.
Las desapariciones tuvieron un aumento en el 2006, cuando Felipe Calderón ocupaba presidencia de México. Afectaron mayoritariamente a hombres de entre 15 y 40 años, aunque también existe un alza en desapariciones de niñez de 12 años, así como de adolescentes y mujeres, tendencia que se agudizó durante la pandemia por la Covid-19.
En algunas entidades la desaparición de mujeres supera ampliamente el promedio nacional de 25%. En Campeche alcanza el 67 % y más del 60 % en Chiapas, Tabasco y Yucatán; en su mayoría, casos de niñas y adolescentes de entre 10 a 19 años.
En el caso de las desapariciones forzadas, aún son cometidas directamente por agentes públicos del ámbito federal, estatal y municipal y la delincuencia organizada se considera perpetradora central de estos crímenes.
La impunidad es un rasgo estructural que favorece la reproducción y el encubrimiento; pone en peligro y causa zozobra a las víctimas, dice la ONU. Pero el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador enfatizó, tras la presentación del informe, que ningún organismo internacional “va ponernos en el banquillo de los acusados” y aseguró que su gobierno trabaja con humanismo en esos casos, “ellos no tienen toda la información y no están actuando con apego con la verdad”, respondió negando los datos de Naciones Unidas.
Sectores
Durante su visita en noviembre del año pasado, los representantes de la ONU encabezaron reuniones con organizaciones, grupos, familiares de víctimas y autoridades de 31 entidades en el recorrido que hicieron por Chihuahua, Ciudad de México, Coahuila, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Jalisco, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Sinaloa, Tamaulipas y Veracruz.
Ahora, en el estudio, el Comité menciona las desapariciones por la labor de defensores de los derechos humanos, las ocurridas en el contexto carcelario, así como las detenciones de personas migrantes en estaciones migratorias que son difundidas como “rescates humanitarios”, en los que reconocen la falta de información, lo que constituye desaparición forzada en virtud del artículo 2 de la Convención.
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Desde 2016 se han interpuesto 124 denuncias por desaparición de personas migrantes, a través de los consulados de México en Guatemala, El Salvador y Honduras. Al 21 de octubre de 2021, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas incluía a 2,522 personas extranjeras, pero “no refleja de manera fidedigna los casos”, pues las personas en contexto de movilidad por lo general no reportan las desapariciones por temor a ser detenidas.
En cuanto a las comunidades indígenas también se han visto afectadas por desapariciones, principalmente en el contexto de conflictos sociales y territoriales vinculados con el desarrollo de megaproyectos de índole minera o energética o tras el despojo o acaparamiento de tierras para explotación económica por parte de grupos del crimen organizado u otros actores privados.
En el reporte, se señala que las desapariciones de personas LGBTIQ+ fueron cometidas por fuerzas de seguridad, o por la delincuencia organizada con distintos niveles de connivencia de las autoridades.
En algunas entidades federativas existen patrones de desaparición, independientemente del perfil de las víctimas. Por mencionar los casos de feminicidios de Nuevo León y un importante número de desapariciones relacionadas con el tráfico de combustibles en el norte del país.
Crisis forense
“No se han creado un banco nacional de datos forenses, un registro nacional de personas fallecidas no identificadas y no reclamadas, ni un registro nacional de fosas, y que tampoco se haya emitido el Programa Nacional de Exhumaciones”, detalla el informe de la ONU.
Para el Comité, la crisis forense es una realidad de profunda preocupación por las más de 52,000 personas fallecidas sin identificar que yacen actualmente en fosas comunes, instalaciones de los servicios forenses, universidades y centros de resguardo forense.
“Esta cifra, a pesar de su magnitud, no incluye los cuerpos todavía no localizados, ni los miles de fragmentos de restos humanos que las familias y comisiones de búsqueda recogen semanalmente en las fosas clandestinas”, contextualiza sobre las estadísticas.
Según varios expertos entrevistados por el Comité de la ONU, en las actuales condiciones serían necesarios 120 años para identificarlos, sin contar los nuevos cuerpos que se van sumando cada día.
Baja California, Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Chihuahua, Tamaulipas y Nuevo León concentran el 71,73% de los cuerpos no identificados; y los servicios forenses son insuficientes.
Esta crisis fue reconocida por el Estado debido al alza de los niveles de violencia desde el año de 2020, cuando se registraron 27,8 homicidios por cada 100,000 habitantes y en el gran número de personas desaparecidas. En fosas comunes en los panteones de la Ciudad de México, Puebla, Sonora y Veracruz, el 47,2% de las personas inhumadas son no identificadas.
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Por ello, insiste la ONU en la necesidad de una Política Nacional de Prevención y Erradicación de las Desapariciones Forzadas que aborde el conjunto de las observaciones y recomendaciones presentadas. Debe ser integral, atender y combatir las causas de las desapariciones forzadas y apuntar a su no repetición.
“Tomando en cuenta el carácter continuo de las desapariciones, su fecha de inicio no precluye las responsabilidades actuales del Estado parte conforme a la Convención”. Para lo que cita algunos criterios a valorar como la responsabilidad de servidores públicos y erradicar la impunidad.
Abandonar la militarización
Naciones Unidas se remonta a los noventa para recordar el enfoque de seguridad pública adoptado por el Estado, fomentado por la reforma legislativa del 2006 y caracterizado por la militarización.
Entre 2006 y 2021 se produce un crecimiento exponencial con el 98% de las desapariciones en el país, que evidencian la estrecha relación entre el incremento de las desapariciones y el inicio de la llamada “guerra contra el narcotráfico” durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa.
Pero el informe expone, al igual, la adopción de recientes reformas normativas y operacionales al respecto como el Decreto de 26 marzo de 2019, que reforma el artículo 21 de la Constitución y crea la Guardia Nacional; el Acuerdo Presidencial publicado en mayo de 2020, que ordena a la Fuerza Armada permanecer en las funciones de seguridad pública; la Ley de la Guardia Nacional, Ley Nacional de Uso de la Fuerza y Ley Nacional del Registro de Detenciones, adoptadas en 2019.
La Guardia Nacional se integra por 101,182 elementos, el 58% provienen de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), 26% de la ex Policía Federal y 16% de la Secretaría de Marina (Semar).
Entre 2007 y 2021, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió un total de 162 recomendaciones a la Sedena y la Semar por violaciones graves a los derechos humanos, 15 de ellas relacionadas con casos de desaparición forzada.
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En 2021, la Sedena y la Guardia Nacional se colocaron entre las diez autoridades más mencionadas en expedientes de presuntas violaciones a los derechos humanos registrados por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). La Sedena y la Semar también están entre las cinco con mayor número de recomendaciones en trámite.
Registro
El Comité señala que recibió información, tanto de autoridades como de víctimas, sobre la existencia de diversos patrones en la comisión de desapariciones forzadas que afectan a la gran mayoría de las entidades federativas.
Por ello, señala la urgencia de implementar los puntos tratados en el informe, tanto para los casos que se iniciaron en el pasado, como para los perpetrados recientemente, debido a los reportes preocupantes de las personas entrevistadas por la ONU en cuanto a las duplicaciones, errores en los datos registrados o información incompleta y las dificultades existentes para solicitar correcciones o actualizaciones.
El Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, por otro lado, no permite una visión clara sobre la proporción de casos registrados que podrían corresponder a desapariciones forzadas, por lo que recomendó la actualizado constante.
En esto, el Comité resalta la riqueza de las herramientas existentes en México para abordar las desapariciones, pero lamenta las graves deficiencias encontradas en su implementación. Después de cuatro años de la entrada en vigor de la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de personas, Desaparición Cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda, su reglamento todavía no ha sido publicado.
La mayoría de entidades mexicanas carecen de política pública en materia de desaparición de personas. Solo Coahuila, Guerrero y Estado de México, Nayarit, San Luis Potosí, Tamaulipas, Veracruz, cuentan con Fiscalías especializadas.
Según las cifras oficiales disponibles al 26 de noviembre de 2021 se encontraban registradas 95,121 personas desaparecidas, de las cuales 112 desaparecieron durante la visita del Comité. El Registro Nacional, administrado por la Comisión Nacional de Búsqueda de la Secretaría de Gobernación (Segob), es el único en funcionamiento de los previstos por la Ley General.
Y son las propias autoridades las que siguen señaladas, además, por dilaciones injustificables en la ejecución de diligencias, exigiendo que hayan pasado 72 horas después de una desaparición para recibir una denuncia, “impidiendo así que se busque a la persona desaparecida de forma inmediata”, dice la ONU.
La Comisión Nacional de Búsqueda carece frecuentemente de los recursos necesarios para su funcionamiento y las comisiones tienen que anular las actividades programadas o buscar formas alternativas de financiamiento.
El Comité asegura que los registros de huellas dactilares constituyen una herramienta esencial para la búsqueda e identificación de las personas desaparecidas, pero dicho sistema no es aplicable a los menores de edad, por lo que las recomendaciones son valoradas por las diferentes organizaciones de la sociedad civil que documentan casos de desaparición en México.