EEUU aprovecha escenario de Covid19 para acelerar presencia en la Amazonía brasileña

El pueblo Kokama, que habita las orillas del río Solimões, en el estado de Amazonas, Brasil, está compuesto por una población de apenas 800 personas dispersas en varias comunidades. Es uno de los pueblos más afectados por el avance de los contagios del SARS-CoV-2 (Covid-19). Hasta la segunda semana de junio se registraba un total de 57 indígenas Kokama muertos. En la región, la pandemia avanza a una velocidad alarmante aumentando el número de contagios y muertes, afectando ya al menos 75 pueblos.

Fue en el mes de marzo cuando se identificó el primer caso y el primer deceso en Manaus, capital del estado de Amazonas, con el fallecimiento de un empresario. De una forma ascendente, el virus se esparció por más de 25 comunidades indígenas.

De acuerdo con el secretario ejecutivo del Consejo Indigenista Misionario (Cimi, por sus siglas en portugués), Antônio Eduardo Cerqueira de Oliveira, “en la tercera semana de ese mes, se identificó el primer caso entre los pueblos originarios. Se dice que una joven del pueblo Kokama, del pueblo de São José, en el municipio de Santo Antônio do Içá, ubicado a 879 kilómetros de Manaus, contrajo la infección a través del contacto con un médico”.

En cuestión de unas cuantas semanas, los casos se extendieron rápidamente hacia la región de Alto Solimões, formada por nueve municipios, con una población de aproximadamente 70 mil indígenas de diferentes pueblos. “En esa región, los Kokama fueron las personas más afectadas, con un número de muertes que llegó a 57 personas, según una encuesta realizada por los pueblos indígenas hasta la fecha del 13 de junio”, dijo para Avispa Midia el secretario Cerqueira de Oliveira.

En Vale do Javari, ubicado en el oeste del estado del Amazonas, segunda región con mayor presencia indígena de Brasil, habitan por lo menos 7.000 personas de siete pueblos diferentes, entre ellos, al menos 15 son tribus jamás contactadas. En esta región se identificaron servidores públicos, pertenecientes a la institución gubernamental Distritos Especiales de Salud Indígena (DSEI, por sus siglas en portugués), infectados por Covid-19.

“Fueron retirados rápidamente de la aldea São Luis. Esta medida no impidió que los indígenas de esa aldea también se infectaran”, señaló Cimi, a través de la misionera Adriana María Huber Azevedo.

De acuerdo con los registros del Consejo Misionario, hasta el 9 de junio, la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña (Coiab), en el área donde estaban operando los funcionarios de DSEI, había registrado 218 muertes y por lo menos 2.642 infectados en 75 pueblos. El último registro de Cimi, del 23 de junio, documentó un total de 314 muertos en la región amazónica. Aunque, la Secretaría Especial de Salud Indígena (SESAI), órgano gubernamental, reportó tan solo 107 defunciones, pero las organizaciones indígenas han documentado que “los casos confirmados son alarmantes. SESAI tuvo un total de 3,487, a los que se sumaron otros 1,938 registrados por organizaciones indígenas, este número sumaría 5 mil 435 casos de contagios”, denunció el secretario del Cimi.

Este subregistro de casos fue señalado, más de una vez, por varios segmentos de la sociedad civil. El día 6 de junio, el presidente de la República de Brasil, Jair Bolsonaro, suspendió la información diaria sobre los casos de Covid-19 en todo el país. Esto “motivó a los medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil, basadas en información de los gobiernos estatales, a producir sus propias estadísticas diarias”, agregan los miembros de Cimi.

Marzo, 2020. Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y el almirante Craig Faller, comandante del Comando Sur estadounidense, reunión en Miami.

Ayuda humanitaria de EEUU

Hasta este 29 de junio en EEUU se contabilizaban 2 millones 505 mil casos confirmados de COVID-19 y 125 mil 484 fallecidos según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Este repunte de casos en diversos estados de este país “podría alcanzar hasta el 70% de la población”, en la medida en que se reactiven las actividades económicas y laborales, según Michael T. Osterholm, director del Centro de Investigación de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota.

En medio de este escenario y sin una estrategia contundente para contener el avance de la Covid-19 en los Estados Unidos, el gobierno de Donald Trump, se ha empeñado en desplegar su política de “ayuda humanitaria” en el Cono Sur, principalmente hacia Brasil.

“Combatir la COVID-19 en Brasil es nuestra principal prioridad en este momento. Trabajando con todo el gobierno de EEUU y colaborando estrechamente con empresas estadounidenses en Brasil, estamos movilizando millones de dólares para ayudar a los brasileños que lo necesitan”, dijo el 2 de junio el embajador de EEUU en Brasil, Todd Chapman.

No obstante, desde el 1º de mayo, la Embajada de los Estados Unidos en Brasil ya había anunciado que el gobierno de Trump destinaría un total de 12.5 millones de dólares para mitigar los impactos socioeconómicos y en la salud, generados por la pandemia de la COVID-19, con especial atención en la Amazonía.

Mientras tanto, los contagios y las muertes van en aumento en Brasil. Hasta el día 30 de junio, este país sudamericano aún se mantenía como el segundo con más casos de coronavirus en el mundo, con un registro de más de 1 millón 353 mil casos activos y más de 57 mil muertes confirmadas, de acuerdo con los datos de worldometers.

El financiamiento económico que EEUU ha desembolsado hacia este país, se ha distribuido en diversos momentos durante todo el mes de mayo y junio para varios fines, ejecutados con la participación de diversas instituciones estadounidenses con presencia en Brasil.

“Incluye asistencia humanitaria para intervenciones de emergencia de salud y agua, saneamiento e higiene en Brasil (6 millones de dólares). También incluye apoyo a comunidades vulnerables, con un enfoque en la región amazónica (2 millones de dólares) y para refugiados (de Venezuela) en Brasil (500,000 dólares)”, anunció la embajada.

No obstante, si es que el objetivo era ayudar a las personas más vulnerables, en la Amazonía “parece que esta ayuda no llegó a tiempo hacia las comunidades indígenas, especialmente a las más alejadas de los centros urbanos”, donde las muertes aumentan drásticamente señaló para Avispa Midia la integrante de Cimi, la misionera Huber Azevedo.

Dentro del paquete de ayuda humanitaria, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID) se comprometió a entregar también alrededor de 1,000 ventiladores. Pero, además, ya había anunciado que desde el mes de mayo se habían “entregado dos millones de dosis de hidroxicloroquina (HCQ) para ponerla a disposición de los profesionales médicos para uso profiláctico y, para aquellos infectados que la requirieran como tratamiento terapéutico”, de acuerdo con lo anunciado por la embajada estadounidense.

Aunque el ingeniero agrónomo brasileño, Sebastião Pinheiro, afirma que la donación de este medicamento es mera publicidad. “Es un negocio de Trump para beneficiar a las empresas Bayer-Sanofi, que son las que producen este medicamento. Pero no hay ningún fundamento científico que sostenga que sirve para contener el virus (Covid-19). Es aún más vulnerable desde el momento en que la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) retiró su respaldo al medicamento y, de la misma forma, en Brasil la sociedad lo ha rechazado. El único que lo promueve es el gobierno de Bolsonaro”, dijo el ingeniero.

Acertadamente, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, sin evidencias científicas tangibles sobre la eficacia de la hidroxicloroquina, como tratamiento en pacientes con COVID-19, lo comenzó a promover desde que la embajada estadounidense donó estos medicamentos. “Nosotros sabemos que no tiene una comprobación científica, pero hay muchos informes de médicos sobre personas con comorbilidad que tomaron hidroxicloroquina al comienzo (de la pandemia) ¡y están vivas!”, señaló el 21 de mayo el mandatario de Brasil.

Este fue uno de los motivos que llevó a que dos ministros de Sanidad renunciaran: Henrique Mandetta, quien renunció en abril, y Nelson Teich en mayo. Ambos funcionarios del sector salud se negaron a recurrir a este medicamento para el tratamiento de la COVID-19.

Cimi, en asociación con organizaciones y cooperadores internacionales, entregó 303 canastas básicas de alimentos a los pueblos indígenas de Goiás y Tocantins. Foto: Regional Goiás / Tocantins do Cimi.

La Amazonía

Mientras la realidad en Brasil se convulsiona tras el avance de la pandemia, no solo ha intervenido la embajada estadounidense, USAID, sino que también uno de los seis comandos unificados de EEUU, el Comando Sur (USSOUTHCOM , por sus siglas en inglés), que abarca el área relativa al sur del continente americano, América Central y el Caribe.

Desde el 27 de mayo, el Comando Sur anunció oficialmente una donación de 45 mil dólares en equipo de protección para personal médico y alimentos para la región. Un monto que se sumó a los 2 millones de dólares que había donado USAID para la región amazónica, “para prevenir la transmisión, apoyar el tratamiento y ayudar a mitigar los impactos del virus en la salud”, de acuerdo el embajador de EEUU en Brasil, Todd Chapman.

Durante la entrega de esta ayuda por parte del USSOUTHCOM para la Secretaría Municipal de Salud y la Defensa Civil de Manaos, así como al Hospital Delphina Aziz, participó Todd Chapman quien dijo: “estas donaciones demuestran nuestro compromiso con la gente de la región amazónica y con Brasil”.

El SOUTHCOM ha tenido presencia desde años atrás en esta zona. Por ejemplo, en el año 2017, participó con el proyecto denominado AmazonLog2017, realizado entre la frontera con Brasil, Perú y Colombia. Un evento que sirvió como ejercicio militar y como muestra de productos de la industria armamentista, realizado en tres fases – en el periodo entre 28 de agosto y 13 de noviembre del año 2017 -, donde participaron más 2000 elementos del ejercito brasileño, de Colombia, Perú y de los países invitados, entre ellos, el Comando Sur de los Estados Unidos.

El ingeniero Pinheiro se muestra escéptico sobre los objetivos de la presencia estadounidense en el Amazonas. “Si en los EEUU el impacto del Coronavirus ha sido principalmente hacia personas pobres, latinos y afroamericanos, por no haber un sistema de salud pública, ¿será que les interesa la vida de las personas pobres o indígenas en la Amazonía?”, cuestiona el ingeniero durante una entrevista realizada por Avispa Midia.

Pinheiro sostiene que la presencia de los Estados Unidos tiene otros objetivos. “Bolsonaro prometió a EEUU y a los empresarios estadounidenses expulsar a los indígenas de sus territorios para permitir la ocupación de las tierras públicas para la expansión de la frontera agrícola y ganadera, minería, generación de energía, entre otros, incluso, para ello sirvieron los incendios de 2019 y, de la misma forma está funcionando el Coronavirus”, agrega Pinheiro.

Efectivamente, como sostiene el ingeniero, desde septiembre de 2019, mientras se intensificaban los incendios en diversos puntos de la Amazonía brasileña, el gobierno de los Estados Unidos y de Brasil, reafirmaron promover “el desarrollo del sector privado en la Amazonía”.

Este acuerdo se dio a conocer oficialmente desde Washington por parte del secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, y su par brasileño, Ernesto Araujo, quienes anunciaron, en conferencia de prensa, la estrategia de cooperación que sería implementada en la Amazonía como parte del compromiso de los mandatarios de ambos países.

“Equipos brasileños y estadounidenses avanzarán en el compromiso que nuestros presidentes hicieron en marzo (2019) para un fondo de inversión de impacto de 100 millones de dólares por 11 años para la conservación de la biodiversidad amazónica”,

ANUNCIÓ POMPEO.

Por su parte, Araujo dijo, en la misma conferencia de prensa, emitida el 13 de septiembre del 2019: “Queremos estar juntos en el esfuerzo por crear desarrollo para la región amazónica. Estamos convencidos de que es la única forma de proteger realmente la selva”. Y agregó: “Necesitamos iniciativas, nuevas iniciativas productivas, que generen empleos, que generen ingresos para las personas en la Amazonia. Ahí es donde nuestra asociación con Estados Unidos será muy importante para nosotros”.

Estas declaraciones se desprenden de la reunión que sostuvieron los mandatarios de EEUU y Brasil en marzo de 2019, dónde, además, de traer el tema de Venezuela, el terrorismo, el crimen organizado transnacional, así como el lanzamiento de cohetes y satélites desde Brasil, también aseveró Trump, “el presidente (Bolsonaro) y yo estamos facilitando las inversiones y buscamos reducir las barreras particularmente en la energía, en la agricultura, en tecnología. La visión de Bolsonaro para liberar el sector privado y abrir la economía es lo correcto para EEUU, para que nuestras empresas estén preparadas para incursionar cuando el terreno esté listo”, señaló Trump en conferencia de prensa el 19 de marzo de 2019.

En esta misma conferencia, el mandatario de Brasil, confirmó que se ampliaba la cooperación militar entre Brasil y EEUU abriendo el acceso a la base militar en Alcántara, el intercambio de tecnología y agregó que es “el sector privado de ambos países el que debe continuar siendo protagonista de las relaciones de ambos países.

El sector privado y la Covid-19

De acuerdo con la embajada de los EEUU con sede en Sao Paulo, al menos “cuatrocientas de las quinientas empresas más grandes de los Estados Unidos están en Brasil, muchas desde hace varias décadas, compartiendo y desarrollando soluciones para Brasil y para el mundo”.

Parte de estas empresas, con inversiones en diversos sectores productivos y de servicios en Brasil, se han sumado a la estrategia que viene implementado el gobierno de Trump a raíz de la pandemia de la Covid-19. Hasta el 2 de junio, las autoridades de EEUU en Brasil anunciaron que aproximadamente 40.5 millones de dólares habían sido donados por empresas de origen estadounidense para apoyar a los brasileños durante la pandemia.

Para esta operación, junto al sector privado, EEUU destinó 53 millones de dólares para combatir los impactos de la COVID-19 en Brasil. Una acción conjunta dónde participa la Cámara de Comercio Americana de Brasil (Amcham), la Embajada de los EEUU y el grupo + Unidos.

El grupo +Unidos es un fondo colaborativo de inversión social, resultado de una asociación entre la Misión Diplomática Americana, a través de USAID, y diversas multinacionales.

“El gobierno de los Estados Unidos y el sector privado están firmemente comprometidos a ayudar al pueblo brasileño a combatir la COVID-19 en Brasil”, dijo el embajador Chapman.

Entre las empresas donantes, preocupadas por resolver el avance de la pandemia, figuran algunas como las gigantes de la industria agropecuaria como Bunge, Cargill, ADM, Dupont, McDonald’s, CocaCola, Pepsico, BurgerKing, entre otras, quienes han incentivado directa e indirectamente a la deforestación de la Amazonía, según lo ha documentado Amazon Watch en su informe titulado Complicity en Destruction II.

Tan solo en la producción de Soja, según la organización ambientalista Greenpeace, por los menos 35 mil millones de hectáreas, un área del tamaño de Alemania, está destinada a la producción de soja en Brasil.

Las tres principales multinacionales que se perfilan como las gigantes de la soja en Brasil, en orden de importancia son, Cargill, Bungue y ADM. Estas empresas también suministran soja a numerosas compañías internacionales, incluidas las marcas de comida rápida McDonald’s, KFC, Burger King.

De acuerdo con el informe de Greenpeace llamado, Bajo Fuego: Cómo la demanda de carne y lácteos está impulsando la violencia contra las comunidades en Brasil, en la próxima década (2020-2030), se tiene proyectada aumentar la plantación de soja en Brasil, en una dimensión que equivaldría a tres veces más el tamaño de Bélgica.  “En Brasil, la producción de soja se ha cuadruplicado en las últimas dos décadas y se prevé que aumente un tercio más en los próximos 10 años”.

La soja también es utilizada como alimento para ganado, otro factor de la deforestación de la Amazonía brasileña. De acuerdo con Jorge Camardelli, presidente de la Asociación Brasileña de las Industrias Exportadoras de Carnes (ABIEC), Brasil rompió su récord en 2019 con un aumento en las exportaciones de carne de vacuno, alcanzando 1,867 millones de toneladas, con un valor total de 7 mil 590 millones de dólares, 12,5% más que en 2018. Esta producción se sostiene con más de 213 mil 068 millones de cabezas de ganado distribuido en las zonas más estratégicas de Brasil, como la Amazonía.

Es posible que las empresas estadounidenses se muestren preocupadas por contener el avance de la pandemia, pero tienen con certeza, como principal interés, retomar el ritmo de su producción y, junto a ello, los proyectos que están detenidos. Mientras tanto, la pandemia viene afectando a las poblaciones más vulnerables en Brasil, como los pueblos originarios que habitan la Amazonía que, no solo han sido diezmados por la Covid-19, sino también, por los proyectos a mediana y gran escala de minería, soja, cría de ganado, proyectos energéticos y de infraestructura como la creación de hidrovías en los ríos más caudalosos de la región.

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