Práctica ancestral para muchos pueblos, el trueque consiste en el intercambio de productos, saberes o servicios por otros, en base a la necesidad. La transacción se realiza entre bienes que se consideran de mismo valor, sin usar dinero. Puede realizarse entre vecinos, familias, comunidades o pueblos enteros.
Historicamente, el trueque ha permitido obtener una variedad de productos que no se dan en las tierras locales pero sí en otras regiones, por diferencias de climas o conocimientos.
Aunque su práctica disminuyó mucho con la introducción del dinero y del sistema capitalista, nunca dejó de existir. Hoy, con la crisis provocada por la pandemia de coronavirus está resurgiendo con fuerza en muchas partes del continente americano.
Las experiencias de trueque son muy variadas: realizadas en zonas rurales o urbanas, entre particulares, barrios, comunidades o incluso de manera más oficial con la gestión de las autoridades. Todas estas prácticas están permitiendo a miles de personas sobrevivir y resistir en medio de la pandemia.
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Ecuador
Tan sólo 15 días después de la declaratoria del estado de excepción realizada el 16 de marzo pasado, el intercambio ancestral se ha vuelto común entre comunidades de las regiones en la sierra, costa y amazonia.
De acuerdo a un reporte del periódico El comercio, en la provincia de Bolívar y ante la falta de dinero, comunidades serranas están intercambiando alimentos con regiones vecinas. Desde la serranía envían cebolla, papa, zanahoria, perejil, cilantro y plantas medicinales a cambio de plátano, naranja y yuca, alimentos provenientes de la zona subtropical.
“El espíritu del trueque es que debe ser de igual valor. No debe haber desconfianza y quedar dudas en que uno recibió más y el otro menos”, comentó Medardo Chimbolema, alcalde de Guaranda, desde donde se planea un mayor intercambio de alimentos con otras provincias, aún cuando existe temor en las comunidades de un posible contagio de Covid-19.
En Ecuador también se están dando trueques con la coordinación de las autoridades. Así, en la provincia serrana de Tungurahua se están organizando trueques con las provincias costeñas de Guayas, Esmeraldas y Los Ríos. Entre los productos que se envían desde la sierra, están aguacates, higos, tomate, acelga, espinaca y plantas medicinales. Desde la costa, por otro lado, se mandan principalmente limones, arroz, yuca, calabaza y plátano macho.
El trueque entre las provincias surgió ante el aumento de los precios en los mercados y la complejidad de los procesos administrativos para recibir apoyos.
Argentina
En la región de Buenos Aires, los clubes de trueque nacieron en el año de 1995 como un sistema de intercambio sin dinero, recuerda Federico Rivas Molina para el periódico El País.
Cuando aconteció la gran crisis económica del año de 2002, la cual dejo a cientos de miles de argentinos en la pobreza, los conocimientos y redes de trueque se consolidaron en 6,000 clubes de trueque en una red que aglutinó a mas de 2 millones de personas.
Actualmente, en plena cuarentena suceden nuevamente los intercambios, como es el caso en la pequeña ciudad de Ensenada donde viven principalmente familias de clase media y baja, trabajadores con salarios medios y muchos otros informales que viven al día.
Por la imposibilidad de juntar a muchas personas en un mismo lugar, los participantes han tenido que reinventarse y para ello empezaron a usar las redes sociales. Daniel Branda, quien coordina uno de los tres clubes de trueque que se encuentran en la zona, relata que “en la primera etapa de la cuarentena cortamos todo, pensando que en 15 días retomábamos. Luego nuestro problema fue que ya no podíamos juntar gente en el club, porque hay 50 participantes por trueque. Entonces reactivamos el trueque por pedido”.
Ahora, los miembros del grupo toman encargos mediante mensajes en sus dispositivos móviles y los entregan en un punto de encuentro, evitando así la aglomeración de gente para evitar el riesgo de contagio de Covid-19.
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México
En la Ciudad de México, artesanas y artesanos también han estado recuriendo al trueque para sobrevivir la cuarentena, apoyándose unos a otros. “La contingencia no permitió salir y nos resguardamos durante la cuarentena, pero ya no pudimos quedarnos más tiempo, ya que se alargó, y tuvimos que salir a buscar una forma de ayudarnos y ayudar a los demás”, dijo Susana para la agencia de noticias Efe.
La artesana mixteca y su madre se trasladan desde el Ajusco, donde viven junto con una comunidad de artesanos, hasta la colonia Narvarte para ofrecer artesanías en palma natural tejida.
“Es una comunidad sencilla y humilde donde viven artesanos y también personas que no lo son, pero nos hemos ayudado entre todos. Todo lo que estamos recibiendo y nos han traído lo hemos compartido entre la comunidad”, contó la mujer.
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En San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, un espacio conocido como El Cambalache es administrado desde hace cinco años por un grupo de mujeres que promueven economías sin dinero a través del intercambio de conocimientos, objetos y servicios.
Ante la situación de la contingencia sanitaria y pese al cierre temporal del espacio físico, El Cambalache mantiene activa la red de intercambios entre grupos y organizaciones en Chiapas, así como en la participación en la construcción de redes de apoyo mutuo para la colecta y reparto de alimentos, elaboración y distribución de cubrebocas, así como la difusión de información sobre cómo prevenir el contagio del Covid-19.
Colombia
“Los muiscas llamaban Ipsa a los mercados en donde tunebos, panches, sutagaos, muzos y otros grupos indígenas se reunían para intercambiar sus productos. Unos traían mantas de algodón y moyos de sal, otros conchas marinas y plumas de aves exóticas, algunos cargas de coca y alucinógenos como el yopo. Quienes vivían en tierras bajas llevaban el algodón que luego tejían diestros artesanos de las tierras altas. Después de horas o días de viaje, los indígenas se encontraban, hacían los trueques y regresaban con frutos que no crecían en su tierra”, relata Germán Izquierdo para el periodico colombiano Semana Rural.
En el contexto de la pandemis por el Covid-19, el trueque está recobrando importancia en el país, en particular en los departamentos rurales. En Ubaté, la capital lechera de Colombia, se están truequeando productos lácteos por dulce de la ciudad de Útica. Según el alcalde de Ubaté, Jaime Torres, en estos tiempos el yogurth tiene un precio que pocos pueden pagar. “Además se recupera una costumbre perdida. Hace muchos años Zipaquirá y Ubaté intercambiaban sal por papa, leche y otros productos”, relata Torres.
Para Ramiro Lis de la Asociación de Cabildos Ukawe’s’ Nasa C’hab, en el departamento del Cauca y entrevistado por Desinformémonos, “el trueque es una alternativa política para una época como ésta (…) Se hace trueque entre productos de los diferentes climas, se establecen puntos de encuentro y de intercambio, en los que prima la necesidad, no el valor”.
Desde la cabecera municipal de Inzá, también en el departamento del Cauca, integrantes del área de educación de la Asociación de Cabildos Juan Tama del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), relataron el trabajo que se hizo para hacer llegar comida a comunidades de indígenas que emigraron a las ciudades de Cali, Bogotá y Popayán.
“Se organizaron 800 familias en los ocho municipios, en una dinámica comunitaria, para hacer un primer envío de yuca, plátanos, panela y otros mercados. Fueron 3,200 arrobas (36 toneladas) que salieron en tres camiones y una chiva (autobús)”, explicó Delio. En cambio, los indígenas urbanos mandaron a su vez productos de higiene y de aseo que aún no producen las comunidades.
Tanto Ramiro como Delio relevan que el trueque no sólo sirve para sobrevivir sino que desafía la economía capitalista: “el trueque es una forma de solidaridad que permite fortalecer la economía propia”.