Si bien los minerales siempre han sido necesarios en los diversos avances tecnológicos, sus nuevos usos – particularmente en las industrias digitales y automotriz – crean una demanda cada vez mayor a nivel mundial.
Aunque las reservas son extensas, la explotación masiva conduce inevitablemente a un fenómeno de rarefacción y a una alza de los precios en el mercado global – además de un número creciente de conflictos sociales en varias regiones del planeta. Como consecuencia y para abastecerse, industriales y Estados miran hacia áreas vírgenes de minería entre los que se encuentran los fondos marinos.
Océanos: abundancia en minerales
Depósitos de minerales se encuentran en todos los océanos, a profundidades que van desde unos cientos hasta varios miles de metros. De entre todos los recursos minerales submarinos existentes, los más importantes, debido a su potencial económico e industrial, son los yacimientos de minerales polimetálicos: nódulos de manganeso, costras de ferromanganeso ricas en cobalto y sulfuros hidrotermales polimetálicos . Estos depósitos se distribuyen a lo largo de todos los fondos oceánicos.
Esa mineralización profunda contiene metales muy codiciados: cobalto, hierro, manganeso, platino, níquel, oro, plata, titanio, cobre, mercurio, tierras raras, etc. Sus concentraciones tienden a ser mucho más altas que en los depósitos terrestres y las áreas que podrían ser explotadas bajo los océanos son más extensas ya que los mares y océanos cubren el 71% de la superficie de la Tierra.
Así lo demuestra un informe realizado por los investigadores del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS por sus siglas en francés) y del Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (Ifremer) el cual estima “el peso total de los nódulos en el área de Clarion-Clipperton, el más rico en el Pacífico (15% de la superficie del océano pacífico), a 34 mil millones de toneladas: 6,000 veces más talio, tres veces más cobalto y más manganeso y níquel que todos los recursos que se encuentran fuera de los océanos”.
Según el mismo informe, a diferencia de las minas terrestres, no sería necesario cavar túneles para acceder a los recursos submarinos ya que "los recursos minerales marinos accesibles se encuentran en la superficie del fondo marino".
Sabiendo que la mayor parte de los fondos marinos permanecen aún inexplorados, no cabe duda de que los recursos en metales estratégicos que albergan son inmensos.
Los mares y océanos están reglamentados
Mientras las actividades de prospección pueden realizarse sin permiso, el acceso a los recursos minerales marinos para su exploración y explotación no es libre, sino que está reglamentado por una serie de normas que varían según su ubicación.
Con base a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho Internacional del Mar de 1982, los mares están divididos en cuatro categorías:
-
El ‘Mar Territorial’ es el área hasta las 12 millas náuticas sobre el cual un país tiene derecho de soberanía sobre el espacio aéreo, el agua, suelo y subsuelo marino;
-
La ‘Zona Económica Exclusiva’ (ZEE) se encuentra entre las 12 y 200 millas. Un país tiene soberanía para la exploración, explotación, conservación y administración de los recursos naturales vivos o no (minerales y recursos energéticos) en sus aguas, suelo y subsuelo marino;
-
La ‘Plataforma Continental’ puede extenderse hasta las 350 millas. Dentro de esta zona un país tiene derechos para explorar y explotar recursos naturales del suelo y subsuelo marino, sin embargo, incluye pagos o contribuciones previas a favor de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos de las Naciones Unidas (AIFM, o ISA por su siglas en ingles).
-
El resto de los fondos marinos constituyen ‘La Zona’, que es considerada “patrimonio común de la humanidad”. Su exploración o explotación requiere la aprobación de la AIFM.
El Código de Minería
El acceso a los fondos marinos internacionales que conforman “la Zona” es reglamentado por el Código de Minería, el cual se refiere a “la totalidad de un amplio conjunto de normas, reglamentos y procedimientos promulgados por la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos para regular la prospección, exploración y explotación de minerales marinos en la Zona de los fondos marinos internacionales”.
En los últimos 20 años, la AIFM ha establecido reglamentos que regulan la exploración para los depósitos de nódulos de manganeso (2000), sulfuros polimetálicos submarinos (2010) y costras de ferromanganeso con alto contenido en cobalto (2012). Con base a esas regulaciones, la autoridad ha firmado contratos de exploración con 23 consorcios de diferentes países hasta el año 2015, sobre una superficie total de 2.2 millones de km² en los fondos marinos de los océanos Atlántico, Pacífico e Índico.
En cuanto a la explotación de los minerales encontrados, todavía no se cuenta con una reglamentación, pese a que ciclos de negociación están en curso para determinar las reglas.
Aquí puedes consultar los mapas de todas las exploraciones en curso.
Proyecto minero oceánico Solwara 1 en Papúa Nueva Guinea
Sin embargo, algunas empresas no han esperado el texto definitivo para empezar a desarrollar sus proyectos. Debido a que los Estados conservan su soberanía sobre los fondos marinos costeros, las compañías negocian directamente con los gobiernos. Es el caso de la empresa canadiense Nautilus Minerals, que se presenta como "la primera compañía en explorar comercialmente los fondos marinos", la cual podría extraer minerales en un futuro próximo en las aguas territoriales de Papúa Nueva Guinea. Su proyecto Solwara 1 pretende extraer cobre, oro y otros metales valiosos a 1,500 metros de profundidad en el mar de Bismarck.
La mina sería excavada por máquinas robóticas dirigidas desde un barco en la superficie. La construcción del artefacto más grande, una máquina cortadora de 310 toneladas, fue completada por el fabricante británico especializado Soil Machine Dynamics según datos de la Fundación Nuestro Mar.
La zona elegida para ejecutar Solwara 1 alberga ricas comunidades coralinas y es el hábitat de especies de cetáceos como el cachalote. Comunidades locales han interpuesto una demanda en contra del permiso de explotación del proyecto.
Proyecto minero oceánico Don Diego en Baja California, México
En México, en las costas de Baja California, la empresa estadounidense Odyssey Marine Explorations – que opera a través de su filial mexicana Exploraciones Oceánicas – pretende dragar más de 91,000 hectáreas de fondo marino para extraer varios millones de toneladas de fosfato en el Golfo de Ulloa, uno de los depósitos de arena de fosfato más importantes del mundo.
Según datos del Environmental Atlas Justice, es a inicios del año 2013 que pescadores artesanales de Bahía Magdalena se dieron cuenta de que algo estaba pasando en su territorio cuando comenzaron a observar una gran mortandad de animales marinos. Se pusieron a investigar y
“se percataron que la empresa operaba ilegalmente el proyecto minero denominado Don Diego, ya que solo contaba con el permiso de Secretaría de Economía, quien le otorgó una concesión por 50 años para la extracción de arenas fosfáticas, pero no contaban con ninguna autorización ambiental”.
Después de organizarse en oposición al proyecto, las comunidades locales lograron que la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) negará la autorización de impacto ambiental al proyecto, en una decisión emitida el l7 de abril de 2016.
Tras la decisión de la Semarnat, Odyssey notificó el 9 de enero 2019 a la Secretaría de Economía su decisión de reclamar al gobierno mexicano una indemnización de tres mil 540 millones de dólares ante un panel binacional al amparo del capítulo XI del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), vigente para la solución de controversias Inversionista-Estado.
También te puede interesar ⇒ Deforestación por agroindustria y minería avanza en Latinoamérica
Riesgos
Aunque todavía hace falta mucha información, no cabe duda de que los riesgos de este tipo de proyectos mineros son enormes para el planeta.
Según la investigación del CNRS y del Ifremer intitulada “Los impactos ambientales de la explotación de recursos minerales marinos profundos. Experiencia científica colectiva”, las principales operaciones de una explotación minera tendrían como consecuencias
“la destrucción permanente del hábitat y la fauna asociada, la formación de una nube de partículas finas que pueden impactar una zona más amplia que la zona de extracción después de la resedimentación, así como una perturbación en la columna de agua. Las especies migratorias también podrían enfrentarse a la contaminación electromagnética-acústica y acústica relacionada con la importante introducción de energía en el ecosistema por parte de equipos y dispositivos usados para la extracción del mineral”.
La investigación también señala que la descarga de desechos mineros tras las operaciones también provocaría grandes cambios en las aguas, lo cual tendría “una influencia en los ciclos del carbono, fosfato, sulfuros, oxígeno y alteraciones en la organización de los ecosistemas. El aumento potencial en las concentraciones de metales pesados y otros compuestos tóxicos también afectará la biodiversidad del ecosistema”.
Los investigadores resaltan lo difícil de realizar una estimación real de los impactos que podrían provocar técnicas de explotación, las cuales todavía están en proceso de desarrollo.
Por otro lado, la campaña Deep Sea Mining promovida por The Ocean Foundation denuncia: “Todas estas actividades ocurren en ausencia de áreas reguladoras o de conservación para proteger ecosistemas de aguas profundas únicos y poco conocidos. La investigación científica sobre los impactos es extremadamente limitada y no ofrece ninguna garantía para la salud de las comunidades costeras y las actividades pesqueras de las que dependen”, por ello el mensaje principal es que las actividades mineras en aguas profundas sean prohibidas.