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Brasil: REDD sigue la ruta del colonialismo en tierras de los guerreros Pataxó

Tiempo del Cono Sur, el reloj marca las 5 de la mañana, 13 de octubre del 2014. Los indígenas Pataxo del Extremos Sur del estado de Bahía, nordeste de Brasil, forman tres barricadas en la carretera BR101 de la región de Monte Pascoal, ciudad de Itamaraju, una de las vías principales que conectan los extremos norte y sur de este país.

Con ramas, palos y llantas viejas han cerrado la carretera que pasa a la orilla de su territorio. Cientos de camiones que transportan mercancías de empresas transnacionales se han detenido. La policía no tarda en llegar. Los indígenas están atentos a una posible represión. Algunos pintan sus cuerpos con una mezcla de colores entre el amarillo, el rojo y el negro, colores con los cuales sus abuelos anunciaban la guerra. Otros más contrastan con el color blanco, señal de paz. Colores indelebles en la piel de los indígenas, sobrevivientes de una guerra desigual que ha durado mas de cinco siglos.

El clima era de tensión por la presencia de la Policía Federal, aunque no era sorpresa para los Pataxos. Ellos han vivido desde siempre el rechazo por parte de los ganaderos, empresarios y gente que vive en las ciudades mas próximas al Monte Pascoal, una de las áreas más ricas en fauna y flora del mundo. Ahí están los pocos trechos que restan de la Mata Atlántica – formación vegetal neotropical, presente en Brasil, Paraguay y Argentina. La tensión social sobre los indígenas se pudo sentir el día del cierre de la carretera. Al caminar por las calles, no faltaron los comentarios peyorativos de la gente que expresaban palabras como, «estos indios van a robar todas nuestras tierras».

«A partir del año 2010 los indígenas intensificaron las retomadas de sus tierras en un proceso de autodemarcación», explica para Avispa Midia Domingos Andrade, del Centro Missionario Indigenista (CIMI). Hasta hoy los indígenas poseen 8627 hectáreas de tierra, homologadas en la década de 1990. Pero la parte mas grande de este territorio es arena y no es apta para la agricultura. «La Fundación Nacional del Indio (FUNAI) ya realizó un estudio que “comprueba” que estas tierras son indígenas, pero el gobierno no las ha homologado. Es una política de gobierno de no demarcar los territorios indígenas por presión de sectores del “agronegocio”»,

SOSTIENE ANDRADE.

Nomacaxhi Pataxo señala que el pueblo Pataxo está luchando por la demarcación de su territorio. «Queremos nuestras tierras para que puedan vivir nuestros hijos y para conservar nuestra cultura. El gobierno junto con las empresas ha destruido la naturaleza con sus políticas de desarrollo», afirma el indígena que vive en la aldea Boca da Mata.

Lo que Nomacaxchi  no sabe es que a pocos kilómetros de ahí, sus parientes están trabajando en un proyecto que representa otra forma de mercantilizar y explotar los bosques, una amenaza no tan perceptible como las grandes obras de infraestructura o como la deforestacion para la creación de ganado. Se trata del proyecto Monte Pascoal de compensación de carbono. Cuando preguntamos al Pataxó sobre la existencia del proyecto en la región, afirmó, «existen trabajos de reforestación hechos por los indígenas con dinero del gobierno federal, pero desconocemos la venta de bonos de carbono».

Estos mecanismos manejan una concepción del bosque muy distinta a la concepción indígena. El indígena conoce el tiempo de la naturaleza y sabe comunicarse con ella. El tiempo de la conservación para la acumulación de carbono es otro, pensado por las grandes corporaciones del mundo, quienes ahora apuestan la naturaleza en las principales bolsas de valores, como Wall Street o la bolsa de Londres. Son ellos quienes planean las formas de calcular y de dar precio a la biodiversidad y, a pesar de actuar en silencio, los expulsados o refugiados en nombre de la conservación van avanzando en el mundo y son, principalmente, pueblos nativos los afectados.

A escasos días de la vigésima Conferencia de las Partes (Cop 20), donde los gobiernos del mundo continuaran discutiendo el tema sobre el cambio climático y sus soluciones, programada en Perú en el mes de diciembre de este año 2014, el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (MMBT), con presencia en 40 países, se prepara para presentar las fallas y deficiencias que ha implicado el programa REDD y REDD+. Brasil ha sido uno de sus principales campos de investigación, ya que este país encierra el mayor bosque tropical continuo del mundo y alberga alrededor del 20% de las especies vegetales y animales a nivel mundial.

En el año 2007 en la COP 11, realizada en Montreal, se consideró como punto central el Cambio Climático, por tanto, se planteó la necesidad de reducir las emisiones de CO2 (dióxido de carbono) mediante el programa Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal, mejor conocido por sus siglas ingles como (REDD).

REDD es la plataforma de un nuevo mercado que vende bonos de carbono – permisos de contaminación- a las empresas del mundo que contaminan con CO2. Con el protocolo de Kyoto se puso un tope a las emisiones de CO2 de las empresas y países signatarios, no obstante, tienen la posibilidad de seguir contaminando si invierten en lo que se denomina como Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) -como los controvertidos parques eólicos o las presas hidroeléctricas.

Foto: Santiago Navarro F.

Otra opción que tienen es comprar bonos de carbono a las empresas que están invirtiendo en programas de conservación o reforestación, como el Programa REDD. Pero para negociar este tipo de bonos es necesario contar con bosques intactos, ya que los arboles absorben el CO2 de la atmósfera y liberan oxigeno (O2). De esta forma, el permiso de contaminación que adquieren las industrias consiste en pagar para que en otra parte del mundo se dejen de derrumbar los bosques y se planten árboles. Es decir, buscan compensar la emisión del CO2 que se genera como consecuencia de los procesos de producción de grandes industrias, y de actividades como la agricultura y el ganado que forman parte del agronegocio de grandes corporaciones.

«Se especula con el precio de estos bonos de carbono en la bolsa de valores ya que tiende a aumentar cuando la contaminación aumenta y los bosques no son suficientes para absorber el CO2 emitido por las industria», sostiene Winne Overbeek del MMBT.

Existen dos tipos de mercados de carbono: los de cumplimiento regulado y los voluntarios. El mercado regulado es el que utilizan las empresas y gobiernos que, por ley, tienen que declarar sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GDI), entre los cuales se encuentra el CO2. El segundo es el Mercado Voluntario, que comprende a todas las transacciones de créditos de carbono que no están regidas por una obligación regulatoria de cumplir con una meta de reducción de emisiones, como es el caso de Brasil.

El sector privado puede comprar los créditos de carbono directamente de los proyectos de las empresas o de los fondos de carbono como el Fondo de Biocarbono del Banco Mundial. Este fondo está compuesto por un conjunto de capitales de Noruega, Estado Unidos y el Reino Unido, y financia actividades enfocadas en el almacenamiento de carbono (C) en sistemas forestales y agrícolas, como la nueva iniciativa donde se han destinado 280 millones de dólares, llamada «Paisajes Forestales Sostenibles», que tiene como principal objetivo, respaldar al sector productivo de la ganadería y la denominada agricultura inteligente.

El Monte Pascoal es un pequeño accidente geográfico, con altitud de 536 metros, ubicado en las afueras de la ciudad de Itamaraju, municipio del estado de Bahía, en Brasil. El monte fue la primera porción de tierra vista por Pedro Álvares Cabral en abril de 1500, cuando los portugueses llegaron a tierras brasileñas. Para la historiografía oficial, la colina es un hito en el «descubrimiento» de Brasil. Para el pueblo Pataxó, quienes han habitado este lugar por cientos de generaciones atrás, fue el comienzo de la destrucción de su territorio.

Nomacaxhi Pataxo afirma para Avispa Midia con seguridad que en este territorio nació la cultura Pataxo. «Nuestros abuelos vivieron desde siempre aquí y son ellos quienes nos enseñaron a convivir con el bosque, porque es nuestra casa y porque de ahí comemos. Estamos aquí desde antes de la llegada de los portugueses.»

Si los primeros vientos de la colonización europea en Brasil llegaron justo por esta región, ahora en este mismo territorio de los Pataxo, en el Monte Pascoal, llega una nueva forma de colonización con el proyecto REDD, el cual se ha vendido como un proyecto piloto para la financiación de la restauración de bosques «degradados” a través de la venta de créditos de carbono.

El MMBT lanzo una primera denuncia en un estudio realizado por Jutta Kill en el año 2013 sobre el impacto y la evolución del proyecto en la región. Según el informe de MMBT, las grandes ONG conservacionistas internacionales y grupos regionales de conservación han promovido la iniciativa de corredores ecológicos en el Bosque Atlántico, originalmente propuestas por el Ministerio de Medio Ambiente de Brasil y apoyados por el Banco Mundial. El objetivo es crear un corredor ecológico entre los parques Monte Pascoal y Pau Brasil, a 60 km de distancia el uno del otro, formando el Corredor Ecológico del Monte Pascoal-Pau Brasil.

Foto:Santiago Navarro F.

Las gigantes ONGs de conservación como Conservación Internacional (CI) y The Nature Conservancy (TNC) también participaron en la redacción del proyecto y proporcionaron fondos para parte de la iniciativa. También fueron recibidas contribuciones financieras de las empresas de plantación de eucalipto, Veracel y Aracruz, facilitadas por el grupo IBIO. Vale la pena señalar que Veracel posee más de 100 mil hectáreas de árboles de eucalipto plantados en el Extremo Sur de Bahia y durante la década de 1990 se suspendieron sus actividades debido a la implicación que tenía la empresa con la deforestación.

De acuerdo con el estudio, TNC ha propuesto la inclusión de un componente de compensación de carbono de aproximadamente 1.000 hectáreas en la iniciativa de conservación de 24.000 hectáreas; en 2008, 17 hectáreas fueron restauradas como parte de un contrato de compensación de carbono con Kraft Foods, una compañía global de alimentos y socio corporativo de CI;  en 2009, se firmó un contrato de carbono por 30 años con Natura Cosméticos, para la restauración de 250 hectáreas de «tierras degradadas», lo que almacenaría 316 toneladas de CO2.

En 2010, el proyecto de compensación fue anunciado como el primer proyecto de restauración forestal de Brasil en haber recibido una certificación Climática, Comunidad y Biodiversidad (CCB). Este estándar es utilizado por muchos proyectos REDD y otros proyectos de compensación de carbono forestal como evidencia de los beneficios sociales y ambientales que se supone que deben proporcionar. El proyecto de Restauración Forestal Monte Pascoal recibió un premio especial, el Nivel Oro de la CCB, que tiene por objetivo indicar que el proyecto ofrece otros beneficios sociales, más allá de los requisitos mínimos de certificación.

¿Qué es lo que queda para las comunidades?

Uno de los objetivos de este proyecto es proporcionar «valiosas habilidades técnicas, empleo e ingresos a las comunidades locales», afirma el documento del MMBT, aún cuando por lo menos tres aldeas pataxó han sido involucradas en el proyecto de reforestación.

Cooplantar, cooperativa local, creada con el objetivo de llevar a cabo la reforestación, plantación de árboles y trabajos de mantenimiento para el proyecto Monte Pascoal, cumple un papel importante en la justificación de la expedición de la certificación CCB Nivel Oro, y en su informe de 2013 declaró, «Y si bien la iniciativa sin duda ha proporcionado un poco de entrenamiento y habilidades en la siembra y mantenimiento de árboles y, en un principio, algo de empleo e ingresos, muchos miembros de la cooperativa estaban desempleadas en el momento de la investigación de este informe, otros habían comenzado a ocupar puestos de trabajo como jornaleros en haciendas ganaderas, plantaciones de café o pimienta de cayena, o en la industria del turismo».

Otro problema encontrado por el estudio se refiere a la falta de comprensión de la comunidad local involucrada en el proyecto respecto a la asignación de los bosques para almacenar bonos de carbono, su comercialización y quién sale ganando con este mercado.

Las dificultades en la ejecución del proyecto

El proyecto Monte Pascoal de compensación de carbono ligado al contrato de carbono de 250 hectáreas con Natura Cosméticos, de acuerdo a la información recabada, se encuentra actualmente en «fase de espera”. Hasta el cierre del informe, se habían restablecido sólo 56 hectáreas de las 250 contratistas.

El proyecto, según MMBT, entró en dificultades cuando el Código Forestal del país se modificó en 2012, reduciendo las obligaciones de los propietarios de tierras privadas para restaurar. Como resultado, los propietarios perdieron el interés en ofrecer sus tierras para restaurar el proyecto de compensación.

Foto: Santiago Navarro F.

Brasil en REDD

Brasil es también uno de los campos de estudio de la iniciativa REDDX, la cual ha realizado una amplia gama de investigaciones en materia de financiamiento para la conservación de bosques, la inversión y el comercio de productos forestales sostenibles. De acuerdo con los datos documentados por REDDX, entre 2009 y 2011 hubo un flujo de financiamiento para proyectos REDD en el Brasil en el orden de 598,604,833 dólares.

El estudio menciona de forma general a los personajes más relevantes que estructuran este flujo, donantes como el Banco Mundial (BM), Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA, (UNEP por sus siglas en inglés), denominadas Instituciones Multilaterales, y agencias gubernamentales a través de las cuales se canalizan los recursos, el banco alemán gubernamental de desarrollo KFW, la Agencia de Cooperación Internacional Alemana-GIZ, el Ministerio de Relaciones Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones, del Reino Unido (UK-FCO por sus siglas en inglés), la Agencia para el Desarrollo Internacional, de Estados Unidos (USAID por sus siglas en inglés) y fundaciones privadas como Moore, Ford, Packard, Climate Works, Petrobras, entre otros.

«La mayor parte del dinero, por lo que logramos mapear, va para empresas de consultoría que hacen el inventario de carbono de los bosques y el monitoreo del carbono. La menor parte va para las comunidades. Se prometen muchas cosas en nombre del desarrollo sustentable, pero la experiencia es que no se cumple nada, los indígenas que no son expulsados terminan siendo trabajadores de este nuevo mercado», denuncia Overbeek, miembro del MMBT.

De acuerdo con Overbeek, aún hay poca información de cómo funciona la articulación entre los distintos actores para la implementación de los proyectos y, mucho menos, de sus resultados. La iniciativa REDDX también externa en su sitio web la falta de claridad en torno a estos proyectos, «A pesar de los compromisos financieros de alto nivel (multilaterales, bilaterales o del gobierno), sigue siendo limitada la información sobre exactamente cuanto dinero está en realidad fluyendo a los países, así como de los tipos de actividades REDD+ financiadas durante este período de inicio rápido y las organizaciones que realmente se encuentran gestionando e implementando estas actividades».

«Estamos en una fase de transición desde que fue lanzada la idea de REDD. Calculamos que existen entre 200 y 300 proyectos en todo el mundo. Son proyectos piloto todavía. Estamos observando un esfuerzo tanto de gobiernos, empresas y grandes ONGs conservacionistas de invertir cada vez más en este tipo de proyectos en diversos países», afirma para Avispa Midia Overbeek y pone como ejemplo a Mozambique, «Actualmente se está loteando el 60% del territorio nacional para este tipo de proyectos. El estado de Acre, al norte de Brasil, también se está organizando para que todo el territorio se transforme en área de negociación de servicios ambientales, inclusive creando una legislación específica».

Una cosa es cierta, asegura el miembro del MMBT, la apuesta de los gobiernos, empresas y organizaciones no gubernamentales es aumentar las inversiones en estos proyectos lucrativos a partir de los bosques que aún existen en el mundo, «Van a continuar ganando dinero de la misma forma en la que siempre lo han hecho, explotando la naturaleza y, por otra parte, continuarán con el proceso de acumulación gracias a estos mecanismos denominados Servicios Ecosistémicos. La previsión es tener el control total sobre las áreas de bosque, incluyendo las Áreas Protegidas, los Parques Nacionales y Parques para la paz, entre otros conceptos que ellos utilizan.»

Foto: Santiago Navarro F.

Los que siempre cuidaron los bosques, son los más afectados

Lo que el MMBT ha observado en todo el mundo es un proceso de criminalización de los pueblos y comunidades nativas que habitan los bosques, «El uso de los bosques por los pueblos tradicionales aparece en los estudios preparatorios de los proyectos REDD en todo el mundo como motivo número uno de deforestación, superando los niveles que han provocado las grandes empresas», afirma Overbeek.

Las organizaciones como el Fondo Mundial para la Naturaleza, (WWF por sus siglas en inglés), CI, TNC, respaldadas por la ONU, actúan en el sentido de estimular el decreto de áreas de conservación, de tal manera que sean intactas para las poblaciones. Así, los pueblos nativos pierden autonomía y autodeterminación sobre su territorio, «Estas organizaciones junto con los gobiernos son las que han estimulado las políticas de crear los parques nacionales. Son estas ONGs las que administran estos proyectos, y son ellas quienes acaban siendo las principales accionistas de este mercado», sotiene el investigador del MMBT.

Juta Kill afirma que CI «ha reunido mas de 3000 millones de dólares prometiendo salvar lugares valiosos. Además de la conservación de la tierra se ha ocupado de la extracción de petróleo, la explotación de madera y el desarrollo. BP, Chevron, Exxon Movil y Shell están representadas en su comité empresarial.»

Los pueblos indígenas durante mucho tiempo usaron el método de cultivo mejor conocido como agricultura itinerante, migratoria o nómada, o de roza, tumba y quema, una agricultura de subsistencia practicada en regiones vastas y de vegetación de bosque o selva tropical. Los indígenas abrían claros en la vegetación, quemaban los árboles, para que las cenizas se pudiera integrar al suelo, «Este ha sido el motivo por lo cual se les criminaliza. Nosotros como MMBT hemos luchado mucho para denunciar esta concepción conservacionista. Tenemos bosques porque ha habido gente que ha conservado los bosque y estos son los pueblos indígenas, pero las ONG los han considerado enemigos de la conservación y justifican en nombre del conservacionismo que sean expulsados». Overbeek no duda en enfatizar que la principal causa del cambio climático ha sido y sigue siendo la quema de los combustibles fósiles presente en todas las cadenas de producción de mercancías.

Por décadas se les llamó «fallas de mercado» o «externalidades negativas» a los procesos de destrucción que provocó el extractivismo y las diferentes fases del proceso de producción de mercancías. «El mercado de carbono y principalmente el programa REDD surgen en un contexto de crisis económica y ecológica que son parte de una misma y no buscan enfrentar, como ellos argumentan, las causas de este problema, sino mas bien es una oportunidad para continuar lucrando», sostiene Overbeek.

Sin respuesta

Conservación Internacional (CI) y The Nature Conservancy (TNC) fueron procuradas por el Programa de las Américas para esclarecer cuestiones como: la implantación del proyecto de captura de carbono del Corredor Monte Pascoal-Pau Brasil, sobre como actúan en tierras brasileñas, como trabajan con los indígenas de la región de Monte Pascoal, quién sale ganando con el proyecto REDD y sí los indígenas podrán utilizar los bosques que están reforestando, ya que son áreas de preservación natural.

Coincidentemente, las dos organizaciones internacionales intermediadas por sus departamento de prensa en Brasil no contestaron a la solicitud de entrevista argumentando que no tenían tiempo.

Los indígenas en Brasil son solo usuarios de sus tierras, no son propietarios

El gobierno brasileño –por medio del departamento de prensa del Ministerio de Justicia– es categórico en afirmar a Avispa Midia que “todo el procedimiento de identificación y demarcación de las tierras indígenas guaraní de Jaraguá, en la ciudad de São Paulo, se ha llevado a cabo con la participación de la comunidad indígena interesada, conforme se establece en el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)”.

Brasil es signatario del convenio 169 que, entre otros puntos, garantiza el derecho a la libre autodeterminación de los pueblos indígenas, así como “el derecho de decidir sus propias prioridades en lo que atañe al proceso de desarrollo, en la medida en que éste afecte a sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de alguna manera, y de controlar, en la medida de lo posible, su propio desarrollo económico, social y cultural. Además, dichos pueblos deberán participar en la formulación, aplicación y evaluación de los planes y programas de desarrollo nacional y regional susceptibles de afectarles directamente.”

Mas allá del hecho de que los indígenas cuestionan la versión del gobierno federal, sosteniendo que no han sido llamados para participar de forma efectiva en los procesos de demarcación de sus tierras, existe un punto fundamental que pone en cuestión el derecho a la autodeterminación de estos pueblos que se refiere a la forma de posesión de las tierras.

Foto: Santiago Navarro F.

La geógrafa e investigadora de la Universidad de São Paulo, Camila Salles de Faria, afirma para Avispa Midia que en Brasil sólo hay dos modalidades de posesión de la tierra, las tierras públicas y las tierras privadas. De acuerdo con ella, aunque sean reconocidas las tierras indígenas a través de demarcaciones de espacios, son tierras que no les pertenece a los indígenas, ya que en el marco jurídico de Brasil no existe la propiedad comunal o colectiva, por tanto, queda bajo la jurisdicción del Estado, y en cualquier momento que éste decida interferir en esta área, lo puede hacer. ¨Las tierras indígenas son de la Unión, es decir, son propiedad pública que esta bajo la jurisdicción del Estado, como la vegetación, el bosque y las tierras de los indígenas, por tanto, ellos solo tienen derecho al uso de la tierra, es decir son usuarios.”

Brasil firmó el acuerdo 169 de la OIT, pero no respeta este acuerdo, porque la autodeterminación debería de ser un derecho. Brasil esta violando este acuerdo, porque aunque la constitución ha avanzado en algunos casos, el territorio indígena queda bajo la tutela del gobierno federal y eso es una forma de interferir. Hasta en el mismo proceso de reconocimiento étnico interfiere, porque es un órgano federal [FUNAI] el que tiene que determinar quien es indio y quien no es”,

AFIRMA PARA AVISPA MIDIA KARAY POPYGUA, UNO DE LOS LIDERES GUARANÍ MAS JÓVENES DE LA ALDEA TEKOA PYAU.

Según la investigadora, actualmente en Brasil se vive una intensificación del conflicto entre pueblos indígenas y la lógica capitalista que a fragmentado y a equiparado a la tierra como una mercancía más que se ofrece en el mercado. A diferencia del uso que le dan pueblos indígenas, que la ven como parte de su vida y por tanto como reproducción de esta misma, materializada en su cultura, en sus ceremonias y en sus relaciones cotidianas.

Foto: Santiago Navarro F.

Brasil sin reforma agraria

De acuerdo con la investigadora Salles, existe un contexto histórico de la formación de la propiedad de la tierra brasileña que no debe ser olvidado. “Cuando los portugueses llegaron, dividieron las tierras en las llamadas seis marías, un modelo portugués que copiaron para Brasil, considerando fundamentalmente la división de la tierra. La corona era propietaria de la tierra y la única que podía ceder títulos de propiedad. Tiempo después el Estado fue legalizando estas tierras que fueron siendo apropiadas indebidamente, sin que hubiera un proceso de reforma agraria. “Entonces la propiedad surge no como un derecho constitucional, sino como una apropiación e imposición de los que estaban en el poder local y de los que ya tenían tierra y que fueron ganando aun más”. El resultado es que “esa concentración de tierra fue generando otros poderes políticos y económicos que estaban ahí y lo que hicieron con los indígenas, fue desalojarlos.”

Durante el proceso de la dictadura militar en Brasil se aprobó la Ley N° 4504 sobre el estatuto de la tierra, el primer documento oficial que tocaba el tema de la reforma agraria en Brasil, que fue diluida al fortalecer y aumentar los latifundios en unas cuantas manos que dieron paso a la tecnificación e industrialización de la agricultura, el primer reordenamiento territorial que fue la plataforma de la denominada revolución verde, la cual, hasta el día de hoy tiene el monopolio de las tierras, con los monocultivos de soja, caña, eucalipto, entre otros que actualmente enverdecen aun mas el discurso de la producción industrial de alimentos y agrocombustibles con el concepto de sostenibilidad.

La concentración de la propiedad y posesión de la tierra fue la primer estrategia, la segunda fue la expulsión de campesinos e indígenas para transformarlos en consumidores potenciales de la industria alimentaria. Esto dio la posibilidad del agronegocio en expansión con mayor velocidad y en menor tiempo, concentrando el monopolio de la tierra y producción de alimentos en una docena de empresas, entre ellas los inversionistas buitres de Gustavo Grobocopatel y Geroge Soros, con la familia Elszstein, Coca-Cola, Pepsi-cola, Nestlé, Cargill, entre otros,” afirma el agrónomo e investigador de la Universidade Federal do Río Grande do Sul, Sebastião Pinheiro.

En el caso de los guaraníes, especialmente en el sur y sureste de Brasil, Salles explica que a lo largo del siglo XX se tornó común la practica para los no indígenas de denominarse “dueños” de las zonas de ocupación guaraní y así “permitían” el uso a los indígena, con el objetivo posterior de adquirir documentación de propiedad efectiva y convertirlas en propiedad privada. Antes de que tomaran posesión de la tierra, los supuestos propietarios, “solicitaban” a los indígenas que dejaran sus tierras, a menudo bajo amenaza y ante procedimientos judiciales para la toma de posesión.

Foto: Santiago Navarro F.

Modelo de demarcación de tierras

La Fundación Nacional del Indio (FUNAI) fue creada con la Ley Nº 5371 del año 1967 y ha tenido como principal función, mantener la protección de las tierras y recursos naturales indígenas. Hasta el día de hoy ha fungido como una especie de puente entre el gobierno y las comunidades indígenas para promover las demarcaciones de las tierras, siguiendo el reglamento establecido por el decreto Nº 1775/96, que exige una serie de elementos antes de que el poder ejecutivo pueda reconocer una tierra indígena, la mayoría de estos elementos están en manos de la FUNAI. Entre ellos, el estudio de identificación y delimitación; la declaración de los límites, en manos del Ministerio de Justicia; la demarcación física, la encuesta de la validación de la tierra por los ocupantes no indios; la homologación de la demarcación, a cargo de la presidencia de la república.

Desde el periodo colonial existe en Brasil un reconocimiento de los derechos de los pueblos que ya ocupaban la tierra, con el llamado “derecho originario”, pero nunca se delimito jurídicamente este territorio. Fue hasta inicios del siglo xx, específicamente en 1910, que se creó un órgano indigenista –el Servicio de Protección Indigenista (SPI)– fue cuando se comenzó a demarcar el territorio indígena, pero desde un punto de vista integracionista, es decir, con el objetivo de que el indígena dejase de ser indígena. Con eso hubo una demarcación de pequeñas áreas, que servían apenas para vivienda, con el aumento de la población fueron empujados a vivir en condiciones deplorables.

El propio Estatuto del Indio de 1973 predijo que los indios serían responsabilidad de la FUNAI hasta que se integraran poco a poco en la sociedad nacional. Ser indígena sería una condición en transición. “No obstante este diagnóstico de que los indígenas dejarían de ser indígenas y que no necesitarían mas de tierra, no aconteció”, explica para Avispa Midia Juliano Silva, miembro de la FUNAI en Marabá, estado de Pará.

Con la Constitución de 1989 se establecieron nuevos marcos jurídicos para las demarcaciones que garantizaban teóricamente un territorio suficiente para la reproducción de su cultura material e inmaterial. “La demarcación fue una disputa entre la correlación de fuerzas de la época. Fue a través del régimen jurídico que se logró llegar a que se garantizarán las condiciones mínimas para los indígenas, aunque no fue lo ideal para estas poblaciones”, afirma la antropóloga María Inés del Centro de Trabajo Indigenista (CTI).

Para el investigador y agrónomo Sebastião Pinheiros las políticas de integración y de respeto por una etnia son una mera teoría en Brasil. “Eso es muy triste y dramático. La tendencia desarrollista brasileña o incorpora o desaparece a los indígenas. En Río Grande do Sul, por ejemplo, en 1960 habían por lo menos 50 áreas indígenas, hoy día sólo quedan cuatro y las miles de hectáreas de territorio indígena no llegan a centenas de hectáreas y eso ocurrió en todo Brasil.”

Fotografía: Santiago Navarro F.

Resistencia a las demarcaciones

Salles señala que desde la década de 1980 las demarcaciones no siempre fueron aceptadas por los guaraníes, ya que en este espacio producido por el Estado, se encontraba confinado por los límites impuestos por señales, vallas e incluso paredes. «Aparte del temor de que su forma de vida fuera controlada, muchas veces preferían abandonar los lugares que ocupaban. Sin embargo, en la actualidad ante las recurrentes expropiaciones y expulsiones, la demarcación es un recurso que les queda para conservar sus tradiciones, resistiendo y manteniendo esta lucha por el espacio,» afirma la geógrafa.

Aunque los indígenas no están del todo contentos con la FUNAI, consideran que la demarcación de sus tierras es el último recurso que les queda para no desaparecer y este tiene que ser promovido por esta institución. De acuerdo con el indígena Casè Angatu del pueblo Tupinambá, el problema de todos los pueblos indígenas en Brasil hoy son las demarcaciones de sus tierras, un proceso que se ha detenido, y para empeorar su situación, el órgano que tenia la principal función de mediar estos procesos, la FUNAI, se está volviendo caduca por el gobierno.

Existe un proyecto de enmienda constitucional, de la constitución de 1988, la Pecº 215-A, que dice que es el congreso quien va a dar la última palabra de la demarcación de nuestras tierras y nosotros estamos radicalmente en contra, porque el congreso esta constituido por muchos ruralistas que tienen poder de fuego, de voto y de dinero”, afirma Casé Angatu.

Antes de las elecciones del 5 de octubre, la Asociación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) lanzó una carta abierta a los candidatos a la presidencia, denunciando el favoritismo concedido por el gobierno a los sectores vinculados a la agroindustria, la minería, la madera, a los contratistas y grandes empresas que han impactado sobre las tierras indígenas. De la misma forma exigen que se respeten los acuerdos internacionales signados por este país en el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo en materia de derechos y cultura indígena, así como la Declaración de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre los derechos de los pueblos indígenas.

Pueblos indígenas son tragados por la ciudad más grande de América Latina: São Paulo

Hemisferio sur del planeta. En el calendario occidental, la primavera comienza en septiembre. Para el pueblo guaraní, el año viejo, tiempo de introspección y de descanso de la tierra, queda atrás y se abre el espacio para el nuevo año —hasta febrero— momento del cultivo, de la alegría y de la elevación espiritual. «Entendemos el paso del tiempo no a través de las cuatro estaciones del año, pero si en dos momentos, el nuevo tiempo (Arapyaú) y antiguo (Araymã)», explica para  Avispa Midia la indígena guaraní Mbya Sonia Barbosa.

En el tiempo nuevo se realizan las ceremonias de bautismo de los niños. Las ceremonias se llevan a cabo en las llamadas casas de oración, hechas de barro, por los hombres de la comunidad. Las mujeres tocan el Taquapu, instrumento de ritmo. Los hombres tocan la Embará, instrumento de cuerdas. El bautismo se realiza en el Amba, una especie de altar. «El abuelo entra en trance y se le revela el nombre del niño», dice Barbosa.

En esta fiesta también es el bautismo del maíz y de la hierba mate. «Este es el momento propicio para la revelación de los nombres de los niños, ya que es cuando Tupa se manifiesta más fácilmente con respecto a la presentación de las almas. Con la ceremonia se espera una buena cosecha en los campos que producirán para el futuro», dice la antropóloga María Inés Ladeira en su investigación de maestría. «El bautismo de las hojas de hierba mate revela noticias de parientes lejanos, sobre muertes, nacimientos, matrimonios y enfermedades».

Barbosa vive en una de las tres aldeas que forman parte de la Tierra Indígena de Jaragua, ubicada en la periferia de la ciudad más grande de América Latina, São Paulo. Prácticamente no hay espacio para la siembra, viven encerrados en una de las extensiones más pequeñas que han sido reconocidas y demarcadas por el gobierno de Brasil como territorio indígena, con 1,7 hectáreas. El maíz y la hierba mate ya no son suficientes ni para sus rituales. «Lo compramos en el mercado o conseguimos con nuestros parientes que viven en tierras de mayor dimensión en la costa del litoral», expresa Barbosa.

Las tierras habitadas por alrededor de 700 guaraníes, de los cuales muchos ellos no hablan portugués, tienen tres grandes delimitantes. Una autopista que irónicamente lleva por nombre Los Banderaintes, que es como se conocía a los hombres que durante el período colonial tomaban tierras y cazaban a los indígenas como animales para venderlos como esclavos. Las carreteras Anhanguera y Rodoanel, que unen la capital de São Paulo con el interior del estado, una región con un alto dinamismo económico. Además de una carretera turística, que lleva el nombre indígena de Jaragua, misma que fue construida en medio de la comunidad y divide su territorio.

Fotografía: Santiago Navarro F.

Fotografía: Santiago Navarro F.

Las familias viven en condiciones precarias de vivienda, saneamiento, abastecimiento de agua, la falta de alimentos. «Muchas personas que pasan por la aldea creen que es un barrio marginal o una Favela. La cuestión aquí es que tenemos muchas limitaciones para vivir plenamente nuestra cultura, porque es la naturaleza la que hace la cultura de los indígenas y no tenemos tierras para eso. Somos prohibidos, por ejemplo, de recolectar madera de la Reserva Estatal del Parque de Jaragua para construir nuestras casas. No tenemos como conseguir leña para cocinar, entonces nos vemos obligados a cocinar en la estufa como los blancos. Tenemos que adaptar nuestras costumbres y hábitos, nuestro modo de ser para poder sobrevivir», afirma David Martim para el equipo de Avispa Midia.

Pero lo que para muchos puede parecer simplemente otro terreno con vivienda inadecuada dentro de la ciudad, en realidad es un territorio que resiste y que guarda la tradición ancestral de los indígenas guaraní. «Mantenemos dentro de nosotros nuestra manera de ser, nuestro espíritu guaraní, nuestro idioma, nuestra oración, nuestros rituales. Esta espiritualidad es lo que nos fortalece. Sin esa fuerza no conseguiríamos caminar, porque recibimos muchos ataques, la enfermedad, la deforestación, la disputa por la tierra», comparte Martim.

Aparte de las tres aldeas de Jaragua —Tekoa Ytu, Tekoa Pyau, Tekoa Itakupe—, esta la Tierra Indígena de Tenondé Pora, en la zona sur de Sao Paulo, formada por las aldeas Tekoa Tenondé Pora, Tekoa Krukutu, Tekoa Eucaliptal y Tekoa Guyrapaju. Se estima que dos mil guaraní viven en esta zona. Los guaraní en Brasil están parcelados en subgrupos conocidos como Mbya, Ñandeva o Xiripá, y Kaiová.

Indígenas viviendo en las metrópolis

La idea habitual de que la población indígena vive sólo en áreas rurales remotas no corresponde a la realidad. Según el informe de la comisión Pro-indio de São Paulo, datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indican que algunos países como Australia, Canadá, Estados Unidos y Chile concentran la mayor parte de la población indígena viviendo en zonas urbanas.

En Brasil, los datos más recientes del censo de 2010 indican que la población indígena llegó a 817 mil 900 personas. De este total, el 36,2% vive en zonas urbanas y 63,8% en las zonas rurales. En el estado de São Paulo, los datos del censo de 2010 registraron una población indígena de 37 mil 915 indígenas que viven en las ciudades, lo que representa el 91% de la población indígena del estado. Sólo en la ciudad de São Paulo habitan 12 mil 977 indígenas,  11 mil 918 de los cuáles viven en zonas urbanas.

Territorio guaraní comido por la ciudad

Mientras mira el sol caer detrás de los edificios, Ari Augusto Martin —uno de los líderes espirituales y guardianes de esta tierra— suelta un suspiro y también unas palabras: «Aquí todo era monte». De fondo se podía escuchar el ruido de los automóviles que daban marcha a gran velocidad en las autopistas que rodean la aldea.

La urbanización es un proceso que también involucra a los pueblos indígenas. En el bosque del Jaragua no había presencia alguna de la urbanidad, eran todas zonas rurales. «Los animales y la gente se movían libremente. Los indígenas guaraní siempre creyeron que cercar sus tierras no era digno de ellos. Siempre buscaron libertad y con libertad usaban el bosque, los espacios. Las aldeas del sur de la ciudad también fueron áreas libres para los indígenas, donde tenían una contigüidad con pueblos costeros. Existen varios caminos que unen a las aldeas de la ciudad de São Paulo con las aldeas del Litoral del Sur del estado. «Dicho acceso continuaba, no había división o límites para la recolección o la caza», afirma Ladeira.

La geógrafa e investigadora de la Universidad de Sao Paulo, Camila Salles de Farias, en su investigación de maestría, identificó que las aldeas indígenas de Jaragua desde los años 60 mostraron un tipo de resistencia ante una metrópoli en proceso de expansión como lo ha sido la ciudad de Sao Paulo. «Ya con la instalación de las industrias y la formación del distrito de Jaragua, se desarrolló la implementación de rutas de autobuses, lo que dio pie a un aumento en la producción del espacio urbano, pero todavía predominantemente rural. Ya en las décadas siguientes, se construyo la autopista Los Bandeirantes y por lo tanto hubo un aumento en la producción de los asentamientos irregulares que remplazaron a las zonas rurales», afirma Salles.

De la misma forma, Ladeira concuerda en que la expansión de la ciudad se ha comido a las aldeas indígenas. «Cuando se dice que la tierra guaraní esta muy próxima de las ciudades, la verdad, la ciudad es la que se comió a la tierra guaraní».

Expropiados

Si en el campo la presión ejercida hacia las comunidades indígenas ha sido por la agroindustria y por las grandes obras de infraestructura, en el entorno urbano la reproducción del capital ha sido por medio de la expansión inmobiliaria que ha acorralado a los indígenas en pequeñas parcelas de tierra, sujetos a los desalojos y desplazamientos forzados.

«La producción capitalista de la ciudad de São Paulo tiene su punto de gravedad más importante en torno a la especulación y por tanto, en la valorización del espacio, en ese sentido, existe una imposibilidad de uso de la tierra urbana para la mayor parte de la población, lo que confirma un proceso continuo de desalojo de los no indígenas hacia los lugares cada vez más distantes o periféricos, en este caso hacia las tierra indígenas, agudizando e intensificando el conflicto de la lucha por el espacio, ya que los espacios de las comunidades indígenas se ven amenazados, sobre todo si no están regularizados», expresó Farías.

Mientras que São Paulo es en si una expresión de la modernidad como un referente de las principales metrópolis del mundo, intrínsecamente posee sus contradicciones. «Lo que se ve es que hay una tendencia de los suburbios a ser empujados cada vez más lejos y los centros se van expandiendo como nuevos entes de la modernidad» afirma Salle.

Hay una tendencia de expropiación hacia los indígenas por el proceso de periferización, según la investigadora, y Jaragua es un caso flagrante del avance de este proceso. «Hoy la expropiación viene del proceso de crecimiento de la ciudad, del proceso de la periferización, que cada vez empuja a los pobres a la periferia, ya que vivir en la ciudad se torna aun más caro, y los pobres van ocupando cada vez más áreas que los indígenas han usado desde siempre. Esta es la lógica de la producción de la ciudad en São Paulo», argumenta la geógrafa.

«La lógica de los indígenas guaraní de la ocupación de la tierra, es que esta debe darse en base a su uso y no en la lógica de la propiedad privada. Por eso resisten y luchan para que se garantice el reconocimiento por parte del Estado de sus derechos territoriales, determinante para su supervivencia»,

EXPRESA SALLE.

Demarcación estancada

La Fundación Nacional del Indio (Funai) concluyó el estudio antropológico que demuestra que las tierras de Jaragua, así como las de Tenondé Pora, son de uso tradicional de los guaraní. No obstante, el proceso de revisión de la demarcación se ha estancado en el Ministerio de Justicia.

La Tierra Indígena Jaragua, así como la tierra en el lado sur, se demarcaron en 1980 en un acuerdo con el gobierno del estado. Se hicieron demarcaciones de pequeñas parcelas, dejando fuera criterios mínimos para la reproducción física y cultural de los pueblos. Con la Constitución de 1988 estos criterios cambiaron, ofreciendo teóricamente condiciones mínimas para los indígenas.

Según Salle Farías, antes de la Constitución sólo se tomaba en cuenta la demarcación para la vivienda del indígena, sin incluir espacio para la recolección, la caza, la pesca y la agricultura. La idea era demarcar pequeños pedazos de tierra porque la lógica del Estado fue la integración de la sociedad indígena.

Poco después de la Constitución, los guaraní continuaron exigiendo la corrección de sus tierras, de tal forma que en ese reconocimiento se considerará su territorio como tal y los diversos usos que en ella se han realizado desde siempre. Después de mucho reclamar, el estudio se realizó por primera vez en el año 2000, pero se detuvo y se reinició en el año 2009 y por fin se terminó. En Jaragua en abril del año 2013 la Funai reconoció la necesidad de corrección de los limites de este territorio y consideró a 532 hectáreas de tierras como tradicionalmente ocupadas por los guaraní, incluyendo las tres aldeas actuales, los lugares de ocupación que abrigaron a los pueblos en el pasado y las áreas clave para su reproducción física y cultural, incluyendo lo que fue decretado como una área protegida, el Parque de Estado de Jaragua.

«Los guaraní tienen una relación con esta tierra inquebrantable. Las madres enterraban y siguen enterrando las placentas de sus hijos al nacer en la tierra. Esto significa que el niño, su alma se une para siempre con la tierra. Es un área que no están dispuestos a renunciar de ninguna manera», sostiene el antropólogo del Centro de Trabajo Indigenista (CTI), Daniel Calazans Pierri, para Avispa Midia.

Fotografía: Santiago Navarro F.

Fotografía: Santiago Navarro F.

Amenaza de desalojo

Desde 2002, los guaraní disputan en los tribunales la posesión del área de la zona que abarca el pueblo Pyau, en el que habita la mayor parte de los residentes de Tierra Indígena Jaragua. Dos supuestos propietarios reclaman la recuperación de estas tierras contra los indígenas, alegando tener títulos de propiedad sobre la zona. Estos individuos no residen y nunca residieron en el lugar, que los guaraní consideran de su uso tradicional. Aunque la Funai ha reconocido la zona como parte de Tierra Indígena Jaragua , el proceso todavía esta detenido en manos de la justicia brasileña.

Los guaraní de Jaragua también disputan ante los tribunales, desde el año 2005, el área de la aldea de Tekoa Itakupe (Sol Naciente). Los indígenas, que consideran el área como parte de sus tierras tradicionales, fueron retirados de ahí en el año 2005, en una acción de los tribunales de justicia. Funai apeló a la decisión y concluyó los estudios que reconocen la zona como parte del la Tierra Indígena Jaraguá. Una perito en antropología, designada por el tribunal, también confirmó que tradicionalmente los guaraní han ocupado en la zona.

Cansados de esperar el término del proceso de demarcación de la Tierra Indígena Jaragua, los guaraní retomaron sus tierras de la aldea Itakupe en junio de este año 2014, como una forma de evitar que la zona sea ocupada y lotificada por una adjudicación irregular. Los nativos están preocupados de que se les quite en cualquier momento la aldea.

De acuerdo con el artículo 231 de la Constitución Federal, se consideran nulos y extintos todos los actos administrativos relacionados con la posesión de las tierras tradicionalmente ocupadas por los indígenas. Por lo tanto, si el gobierno federal abre la demarcación de la tierra, se tornarían nulos los supuestos títulos alegados por los individuos que disputan el área ocupada por los guaraní.

¿Que dice el Ministerio de Justicia?

El Ministerio de Justicia afirmó al Programa de la Américas, por medio de su departamento de prensa, que el proceso administrativo de la Tierra Indígena Jaraguá regreso a manos de la Funai, por determinación de la Consultoría Jurídica de este Ministerio, para cumplimiento de diligencias. «Solamente después del análisis jurídico de las respuestas a las cuestiones interpuestas por la Consultoría Jurídica el procedimiento tendrá continuidad». No obstante, cuando se le preguntó al departamento sobre cuáles serian estas diligencias, no se obtuvo una respuesta.

Y en relación al proceso administrativo de la Tierra Indígena de Tenondé Porã, el departamento de prensa del Ministerio de Justicia afirmó que «está en manos del ministerio, siendo necesario mediar las cuestiones relativas a los bienes públicos municipales y estatales incidentes en la Tierra Indígena, a fin de viabilizar la continuidad del procedimiento administrativo».

Para Martin, la estrategia del ministerio es establecer un «juego de tirar la papa caliente de un lado a otro”» evadiendo la responsabilidad, sobre todo en un contexto de elecciones —que se realizaran en el próximo mes de octubre del ano 2014— en las que hasta el momento ninguno de los candidatos a la presidencia de Brasil ha hablado sobre el tema indígena y mucho menos la posibilidad de retomar las demarcaciones.

 

Una nación indígena en el seno más industrializado de América del Sur

El sur y sudeste de Brasil son las regiones más ricas de este país y las más industrializadas de América Latina. Sólo el sudeste es responsable del 60% de Producto Interno Bruto (PIB), donde el 90% de la población se concentra en zonas urbanas. También en esta geografía de la modernidad se encuentra un territorio indígena que agoniza: el de los Guaraní, ubicados principalmente a la orilla del Océano Atlántico en los estados Rio Grande do Sul, Santa Catarina, Paraná, São Paulo, Rio de Janeiro, Espírito Santo y Mato Grosso do Sul. Los Guaraní constituyen el mayor pueblo indígena de Brasil, cuya población se estima en más de 50 mil personas.

La Mata Atlántica, de donde los Guaraní son originarios, es un ambiente fundamental para la reproducción física y cultural de las comunidades, que para 2011 estaba reducida a un 22% de su dimensión original, según el Ministerio del Medio Ambiente. De este total, solo el 7% está bien conservado. «Los procesos económicos, desde la colonización del país, orientados hacia la perspectiva de crecimiento y desarrollo, fue destruyendo la Mata Atlántica y acorralando a los indígenas», afirma para Avispa Midia la antropóloga María Inés Ladeira, del Centro de Trabajo Indigenista (CTI), que lleva por lo menos tres décadas documentando el tema.

La imagen de encierro de los Guaraní se visualiza por los datos generales de las áreas regularizadas en Brasil. De las tierras indígenas regularizadas en términos de superficie, 98,75% están en la Amazonía. No obstante, de 896 mil 917 indígenas existentes en Brasil, 554 mil 81 viven en otras regiones del país, de acuerdo con el Censo del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) del 2010, contando sólo con el 1,25% de la extensión de tierras indígenas regularizadas, de acuerdo con el Informe sobre la Violencia contra los Pueblos Indígenas en Brasil 2013, del Consejo Indigenista Misionero (CIMI). «No es que en la Amazonía se tenga mucha tierra regularizada, fuera de estas áreas indígenas son mucho peor, porque son extremamente pequeñas, por lo que es imposible que los indios pueden establecer su espacio de vida y vivir con dignidad», explica María Inés.

Una forma de violencia, documentada por este informe, fue el hecho de que la mandataria de Brasil, Dilma Rousseff, detuviera los procesos de demarcación de las tierras indígenas.

La actitud de paralizar los ya morosos procesos en curso demuestran que las atenciones del gobierno están enfocadas a los sectores de la economía y de la política ligados al latifundio, al agronegocio, a los contratistas de las mineras y empresas de energía hidráulica, que tienen como objetivo exclusivo la exploración de la naturaleza en tierras tradicionalmente ocupadas por pueblos indígenas —afirma el documento del CIMI.

La demarcación de las tierras ha sido un recurso de la lucha indígena en Brasil, aunque la delimitación de un área va en contra de la lógica de la concepción misma de la Nación Guaraní, que no contempla las fronteras de los Estados nacionales de América del Sur. «Para los Guaraní, la demarcación significa reducir su territorio y su propio encierro. No obstante, están conscientes de que, en el mundo actual, esta es la única alternativa», sostiene la antropóloga María Inés.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha registrado por lo menos 50 millones de indígenas en América Latina. Brasil sigue siendo el país con mayor diversidad de lenguas indígenas con 204 pueblos y 180 lenguas, que sobreviven a pesar de que una gran parte de ellas fueron sepultadas con el exterminio de pueblos enteros durante la colonización europea y en la época de la dictadura, seguido por la agricultura expansiva e industrial, denominada Revolución Verde.

Fotografía: Santiago Navarro F.

Fotografía: Santiago Navarro F.

La nación sudamericana

Si bien es cierto que la condición de vida de los guaraníes de hoy es crítica, también es cierto que su supervivencia no es mera coincidencia, en ellos residen lazos de fortaleza. Tal vez la principal proviene de su identidad y de su integración, que se extiende a los territorios de Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia, formando lo que ellos consideran la Nación Guaraní.

Los Guaraní no tenemos fronteras. Nuestros caminos cruzan por las fronteras que ustedes crearon. Nuestra cultura está dentro de la naturaleza, ahí esta nuestra historia, ahí nacemos, vivimos y morimos, nosotros convivimos con ella. Pero cuando nos ven dentro de la naturaleza nos consideran vagabundos y nos consideran devastadores de la naturaleza, nosotros somos nativos junto con los árboles. Los Bandeirantes [durante la colonización, hombres aislados del comercio y sin alternativas económicas, atacaban a los indígenas para hacerlos esclavos y venderlos principalmente en regiones productoras de azúcar] y los que vinieron a buscar oro han acabado con los indios y con la naturaleza, y quieren más —dijo uno de los líderes llamado Ari, de la aldea Tekoapyau de Jaragua, en São Paulo, Brasil.

De acuerdo con Carlos Frederico Marés de Souza Filho, profesor de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Paraná, el límite de un Estado moderno va hasta donde su ejército puede defender y hasta donde su policía puede garantizar, importa poco la cultura, lo que une a un pueblo, una lengua, una religión o una relación simbólica con el medio ambiente.

Para el profesor, esta simpleza de la modernidad en relación con el territorio –que se desarrolla en la propiedad privada, versión individual de la soberanía del Estado– históricamente significó que cuando los gobiernos de América Latina reconocieron los derechos de los pueblos indígenas, sólo lo hicieron mientras fuera un área particular y demarcada, un pedazo de territorio bajo la soberanía y jurisdicción del Estado respectivo, con frecuencia dividiendo a los pueblos, como lo hicieron con los propios guaraní.

Comparativamente, «es generoso el concepto de territorio del pueblo Guaraní: la existencia de otros seres, incluidos los humanos, no les incomoda, mientras no esté cortando el Jerivá –palmera nativa de la Mata Atlántica– o contaminando el agua», dijo Marés de Souza Filho –quien escribió el prólogo del libro de María Inés Espacio Geográfico Mbya-Guaraní: significado, constitución y uso, fruto de su tesis de doctorado.

El camino es parte del lugar

En Brasil recae sobre el pueblo Guaraní el preconcepto de ser nómadas, vagabundos y que por esto no se asentaron en alguna tierra. «Dicen que no somos de aquí, somos de Paraguay. Mi padre escuchó en algún momento a las autoridades del Estado y gente de la FUNAI [Fundación Nacional del Indio] de Pará, que no nos daría la tierra, pero sí un billete de vuelta a Paraguay», cuenta  John Guaraní, conocido como Maranhão, quien vive al norte de Brasil, en Estado de Pará.

La investigación de maestría de  María Inés, titulada Caminar sobre la luz: el territorio Mbya frente al mar, trató de desmitificar esta concepción estereotipada respecto a los Guaraní, la cual muestra que el desplazamiento es sólo una parte de la construcción del territorio tradicional, que pasa por encima de  muchas fronteras nacionales del continente sudamericano. «No se les puede tachar de vagabundos, simplemente ocupan un territorio que forma parte de la cosmovisión guaraní, que les da acceso a las deidades», explica.

De acuerdo con la antropóloga, para los Guaraní, todos los seres que viven en la tierra poseen sus lugares en el mundo. «Y todo también tiene camino, el camino es parte del lugar, porque nada está fijo, ni las aguas ni el viento. Así, los lugares/caminos del viento no pueden ser detenidos. Los caminos de las aguas no deben ser desviados, así como las orillas de los ríos son parte de los ríos. Cuando los espacios, lugares y caminos, de estos elementos son invadidos nos quedamos sujetos  a las reacciones naturales».

ASIMISMO,«los guaraní mencionan que realizan [reproducen] en la tierra los mismos movimientos y caminos que realizan sus Nhanderu –El dios verdadero– quien garantiza la certeza de no perderse en el camino y de llegar al lugar»,

COMENTA MARÍA INÉS.

Para ella, lo que retiene en el mundo terrestre (yvy vai), lo que se fija en el espacio y se configura como territorio, es lo que se mueve dentro de él. «Si se trata de un precepto general (universal), en el caso de los Mbya no es inconsciente. Este movimiento, cuidar el territorio, se practica con perseverancia, incluso en las condiciones más adversas, para todos los seres y las especies que interactúan en el mundo Mbya en muchos ámbitos (simbólicos, terrestres, celestes), incluyendo a los propios Mbya como parte activa y conductora de un proyecto conjunto de la recreación y la conservación».

Tierra sin mal

Según el antropólogo de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Rafael Fernandes Mendes Júnior, quien desarrolló investigaciones de maestría y doctorado sobre los Guaraní, ha documentado que ellos comienzan a emigrar a Brasil en el siglo XIX. Fueron grandes migraciones y vinieron caminando con el objetivo de encontrar el lugar adecuado para permitir el paso a la tierra donde no existe la maldad, espacio mítico y sagrado en su cultura. «Y en la medida en que fueron llegando a la región sureste del país fueron encontrando hostilidades de los brasileños. Los masacraron, murieron por enfermedades, esclavizados y los pocos pueblos que pudieron instalarse aquí, fueron a la Sierra del Mar, en las zonas menos demandadas por la agricultura», explica el antropólogo.

Al preguntarle por qué buscaban tierras costeras, Mendes Júnior explica: «El mar era la gran división entre la tierra y la otra tierra, la tierra sin mal. El sentido de la búsqueda era esta, llegar a la orilla del mar para cruzar el mar y vivir del otro lado. El mar es el elemento del pasaje a la tierra sin mal».

Aldeas conectadas

En la Nación Guaraní todos los pueblos están conectados entre sí. El estilo de vida Mbya-Guaraní define una ocupación territorial plenamente imbricado dinámico en las redes de parentesco, y esta asociación es la base de apoyo de la sociedad. La movilidad es, por tanto, inherente a este sistema, así como las relaciones de parentesco podrían ser referencias a los movimientos migratorios.

Todas las aldeas, independientemente de la situación jurídica, mantienen un fuerte vínculo por las relaciones de parentesco. Si se hiciera un árbol genealógico de las aldeas, se percibiría eso. Los casamientos configuran una espacie de tejido en las aldeas, creando un tipo de red de parentesco. Es por donde circulan los conocimientos, las relaciones de reciprocidad. Todo fluctúa en función de las conexiones, las alianzas de parentesco y solidaridad que se van haciendo por las nuevas generaciones —explica María Inés.

El pueblo Guaraní es una sociedad, afirma Mendes Júnior, donde los primos-hermanos son tratados con la misma nomenclatura que los hermanos, así que no hay matrimonios entre ellos y buscan relaciones con otros núcleos para casarse.

«En este cambio los hombres acostumbran a vivir con la familia de la mujer. Es un núcleo que crece alrededor de una pareja casada de más edad con las familias de sus hijos solteros y los hijos de sus hijas. Una mujer también puede ir a vivir con su suegra. Generalmente estos son los modelos de residencia, no es absoluto, sino que es una tendencia», explica el antropólogo.

De acuerdo con Ladeira, el sistema de reciprocidad, la participación de las familias de las diferentes aldeas acaban definiendo el diseño del mundo Mbya. «No basta con que las aldeas estén distribuidas, es necesaria la reciprocidad entre los grupos familiares. Una unidad familiar que se aísla pierde indefinidamente su vínculo con el territorio. Por lo tanto es necesario establecer lazos de parentesco y la reciprocidad de mantener el vínculo territorial».

Nuevas formas de violencia

Entre las aldeas guaraní existe una gran dependencia de la donación de despensas y de programas de transferencias de ingresos del gobierno federal; sin embargo, no hay suficientes programas para garantizar la seguridad alimentaria de las comunidades. Además, la mayor parte de la tierra indígena se concentra en la costa. En los municipios costeros las actividades y proyectos relacionados con el turismo y la recreación son un pilar importante de la economía local. La intensa actividad turística en la región genera vectores de presión sobre las tierras indígenas, tales como la urbanización costera y la especulación del suelo.

La situación de los indígenas en Brasil es hipócrita, es una hipocresía del Estado y de la sociedad brasileña, porque el indígena que tiene contacto con la sociedad, se destruye y desaparece. Se han perdido mas de 600 lenguas por las políticas del Estado. Durante la dictadura se siguieron ocupando sus tierras, se asesinaron y se destruyeron etnias enteras, hoy la situación no ha cambiado mucho, hoy día podemos hablar de una neocolonización —subraya el investigador y agrónomo Sebastião Pinheiro, para Avispa Midia

 

El Istmo en riesgo ambiental, concentra el mayor número de parques eólicos en América Latina

Por Santiago Navarro F y Renata Bessi

El Istmo de Tehuantepec, región sur de México que abarca los estados de Oaxaca, Chiapas, Tabasco y Veracruz, abriga la mayor concentración de proyectos de parques eólicos de América Latina. Es la tercera franja de tierra más estrecha del continente después de Nicaragua y canal de Panamá -sólo 200 km de tierra liga el océano Pacífico con el Atlántico- donde fue prevista la construcción de 28 parques, de los cuales 15 ya fueron finalizados.

La región es ideal por sus vientos constantes en cualquier época del año. “Ahí confluyen las cordilleras formando una especie de efecto de túnel, la misma estrechez de la parte terrestre, hace que los vientos alcancen una gran fuerza y velocidad”, describe Patricia Mora, profesora-investigadora en ecología costera y ciencias pesqueras, del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional Unidad Oaxaca del Instituto Politécnico Nacional  (CIIDIR Oaxaca).

El estudio de impacto ambiental realizado por la URS Corporation México, como un ejemplo, a cargo da empresa Gas Natural Fenosa, para justificar el parque Biíno Hioxo, en el município de Juchitám de Zaragoza, Oaxaca, atestigua que el desarrollo de un parque eólico “en esta zona del estado de Oaxaca es un claro ejemplo del desarrollo sustentable” y que “el proyecto es viable ambientalmente ya que aprovecha recursos renovables y no genera impactos significativos sobre el medio ambiente”.

En el caso de la región afectada por este parque, el estudio considera que no habrá impactos significativo en la fauna; el impacto de mayores consecuencias y al que se le dará la atención necesaria, de acuerdo con la relatoría, es el riesgo de colisión de aves con los aerogeneradores. En relación a flora, el mismo estudio considera la remoción de la vegetación como un impacto también no significativo.

Mientras las relatorías de impacto ambiental avalan la implantación de los parques, las comunidades locales, así como ambientalistas, están alertando sobre el hecho de que la fauna y flora están siendo afectadas. Los casos de la Barra Santa Teresa, en Alvaro Obregón, y Playa San Vicente, Juchitán de Zaragoza, son particularmente especiales. “Ahí esta la frontera de varios ecosistemas íntimamente relacionados, acuático y terrestres, denominados ecotonos. Lo que ocurre en ellos por separado afecta la dinámica de tal manera que está en peligro la existencia misma de todos los ecosistemas en su conjunto”.

La bióloga explica, en una entrevista detallada, lo que los estudios de impacto ambiental pasan por alto, cuales son los reales impactos en la fauna y flora del Istmo, extendiendo sus efectos negativos no solo en México sino también en los ecosistemas de regiones de la América Central.

Incluso, Mora pone en jaque la forma como son formulados estos estudios ambientales. “Generalmente hay ‘convenios’ a puertas cerradas entre las consultoras o centros de investigación y las oficinas de gobierno, previas a los estudios. Se utilizan machotes donde se copia información, a veces mal copiada, donde se dicen mentiras o verdades a medias, se desvía la atención de la realidad del proyecto, pero aparentemente se cumple con los ‘requisitos’ en papel”.

Entrevista completa:

¿Cuáles podrían ser los impactos a gran escala del corredor eólico del Istmo de Tehuantepec en flora y fauna, principalmente en la Barra Santa Teresa, Playa Vicente y la Ventosa?

Los impactos son a dos escalas de tiempo. La primera sería el impacto directo. Al instalar el proyecto tienen que “desmontar”, este es un proceso de eliminación de la vegetación. Eso equivale a la destrucción de plantas, como de organismos sésiles – son aquellos que no tienen un órgano que sirva de pie o soporte- o con desplazamientos lentos como los reptiles, mamíferos, aves, anfibios, insectos, arácnidos, hongos, virus etc.

Generalmente solo percibimos lo macro, es decir, los organismos de mayor tamaño, y nunca se consideran los organismos diminutos e incluso microscópicos. Es ahí el mayor daño, pues muchas veces ni siquiera están identificados y curiosamente estos organismos son realmente los que mantienen los ecosistemas vivos y en equilibrio. En muchos de los ecosistemas mexicanos apenas están descritas algunas especies, esto depende de la disponibilidad de los investigadores, el presupuesto y la accesibilidad de la zona, por lo que no se puede cuantificar el daño real, aun así existen muchas especies endémicas, nativas que se encuentran en algún grado de peligro reconocido en listas nacionales e internacionales.

Después de finalizada la construcción continúa el impacto indirecto, pues se alteraron los ecosistemas, se fragmentaron y por lo tanto existe una mayor probabilidad de su desaparición, debido al cambio de uso del suelo y adicionalmente al cambio climático.

¿Cuál es la importancia del los ecosistemas de esta región?

Son considerados muy frágiles. Por su localización geográfica hablamos de zonas semiáridas donde el ciclo del agua es vital, estos ecosistemas actúan como retentores de humedad y su desaparición cambia drásticamente la capacidad de humedad del suelo. Al desaparecer la vegetación estos se convertirán en desiertos totalmente inhabitados, ya que la radiación solar cambia la dinámica del suelo, no permitiendo nueva vegetación.

La relación ser humano-naturaleza cambia, se deja de tener respeto por la tierra, contribuyendo a un mayor deterioro. Eso casi nadie lo considera, la tierra deja de percibirse como la proveedora y esencial para convertirse solo en mercancía.

En particular quisiera señalar el caso de la Barra Santa Teresa y Playa San Vicente, pues aquí nos encontramos en la frontera de varios ecosistemas íntimamente relacionados acuático y terrestres, se les denomina Ecotonos -es la zona de transición entre dos o más comunidades ecológicas- y lo que ocurre en ellos por separado afecta la dinámica de tal manera que está en peligro la existencia de todos ellos en su conjunto.

Las zonas costeras de México son muy ricas en abundancia y diversidad, ahí no solo son los organismos terrestres son los acuáticos, en esas zonas hablamos de miles de especies que no son vistos a simple vista.

Un ejemplo dramático, en los océanos hay millones de virus, generalmente creemos que los virus son “malos” pues los relacionamos con enfermedades, pero eso es una gran falacia. Los virus, como las bacterias son los responsables de la vida en la tierra, así como de su riqueza y diversidad. En pocas palabras los necesitamos para mantener con vida al planeta.

En las zonas costeras están los ecosistemas de manglar, las dunas costeras, las zonas supra e infra litorales y particularmente  podemos decir que la vegetación costera juega un rol vital para la humedad de la zona. Al desaparecer estos ecosistemas quedaran desiertos, inermes, sin vida. La erosión haría estragos a la franja costera, favoreciendo la extinción de la laguna costera, ensalitrándose las tierras dulces, volviéndose inútiles para la agricultura.

El cambio climático afectará pues al desaparecer la vegetación, no habrá barreras naturales contra las corrientes de aire, tormentas tropicales y ciclones. Los ciclos de vida de muchas especies quedarán truncados, por ejemplo los reptiles requieren ciertas temperaturas para el equilibrio del sexo de sus crías, y para la misma incubación, ellos no regulan su temperatura corporal dependen de la temperatura ambiental.

Los manglares son el refugio de especies acuáticas, de hecho la Laguna Superior es uno de los sitios más importante en México para el resguardo de muchas especies terrestres. Forma parte del corredor Mesoamericano, por ahí pasan miles de aves -cientos de especies-. Las lagunas son humedales de refugio, descanso y comida para estas aves, si los manglares desaparecen, las aves no tendrán donde descansar y eso contribuye a su extinción. Están los murciélagos también, ellos serían afectados respecto a la luz y el sonido.

¿Los aerogeneradores crean un campo magnético, cuáles pueden ser las afectaciones para los microorganismos en el suelo y en la salud de los seres humanos?

Existe suficiente información sobre el daño que producen las ondas sonoras, estas aparentemente no son percibidas por el oído humano, pero eso precisamente las hace más peligrosas. Estas son de baja frecuencia, actúan sobre el sistema pineal y nervioso, causan ansiedad, depresión -hay un estudio que habla de incremento de suicidios en regiones donde están estos proyectos en EUA-, dolores de jaqueca, mareos, vómitos etc. La ciencia occidental le ha dado poco valor a las ondas electromagnéticas, sonoras. Pero la ciencia oriental que le da mucha importancia a los flujos energéticos en el cuerpo, relaciona el origen de muchas enfermedades a la contaminación que generamos con la emisión artificial de flujos energéticos, apenas se está reconociendo este daño.

En los demás seres vivientes también hay efectos, muchos organismos se orientan con las frecuencias sonoras, los murciélagos por ejemplo, en el caso de los acuáticos los peces se orientan con frecuencias electromagnéticas que pasan por su cuerpo, así como muchos otros organismos, muchas de las veces no saber hasta que profundidad aun les afecta.

Un ejemplo que me tocó observar muy de cerca en el acuario de Mazatlán –México. En la pecera donde están los tiburones ocurría que estos nadaban erráticos, chocando todo el tiempo con los cristales, alterados, no comían etc. Resulta que habían reparado este sitio usando unos tornillos de hierro distintos a los originales, al quitarlos de la pecera, los tiburones empezaron a estar tranquilos, resulta que la compostura había creado un campo magnético distinto con el material de construcción. Unos simples clavos.

También muchas especies tienen fototropismo positivo -que son atraídos por una luz. Uno lo puede observar cotidianamente con los insectos en la noche junto al alumbrado, o con la luz de tu computadora cuando estas a oscuras, incluso se utiliza como arte de pesca para capturar a los calamares y otras especies. Los ciclos de muchas especies están relacionadas con la luna llena y nueva para migrar. Lo que provocan con todos esos proyectos costeros que iluminan por las noches, es que alteran esos ciclos y es por eso que aparecen muertos muchos organismos en la orilla de la playa.

Se supone que las empresas deben de elaborar un estudio de impacto ambiental para sus proyectos ¿Que es lo que pasa con los estudios de estos proyectos? ¿Cuáles son los parámetros de estos estudios, que se considera y que no? ¿Quién le da seguimiento?

Lo que pasa es absoluta corrupción, es la verdad absoluta. Tengo que admitir, generalmente hay “convenios” a puertas cerradas entre las consultoras o centros de investigación y las oficinas de gobierno, previas a los estudios. Se utilizan machotes donde se copia información, a veces mal copiada, donde se dicen mentiras o verdades a medias, se desvía la atención de la realidad del proyecto, pero aparentemente se cumple con los “requisitos” en papel. Desafortunadamente las consultoras se aprovechan de la falta de empleo y contratan chicos inexpertos, profesionistas sin empleo, sin título y hasta se les coacciona para que modifiquen datos.

Los centros de investigación presionados por la falta de presupuesto para trabajar, aceptan estos trabajos y es bien conocido el hecho, de que hasta científicos reconocidos por CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología)  aceptan las dádivas de estas empresas, pues sus laboratorios “necesitan” dinero para equipo o para sus bolsillos y así poder cumplir con un estilo de vida. Hay que mantener los niveles CONACYT, para que puedas trabajar como investigador dentro del Sistema Nacional de Investigadores. A ese nivel se llega la corrupción. Cuando uno revisa estos documentos se ve la información basura, incluso bajada de internet, toda enfocada a las “bondades del proyecto” y no se hace el estudio de fondo.

La Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) le da seguimiento, pero todo puede quedar en un buen arreglo, pues son burócratas los que tienen la última palabra.

¿Cuáles pueden ser las afectaciones en este ecosistema en su conjunto, incluyendo a las comunidades nativas, si una especie migra a otro lugar o desaparece por las condiciones de este proyecto?

La mayoría de las especies tienen nichos específicos, son pocas las consideradas pioneras, que son las que podrían habitar nuevos ambientes,  pero además debemos considerar que la aclimatación de cada especie depende de su ciclo de vida y su “elasticidad”. Para dar un ejemplo concreto, las tortugas marinas siempre regresan a la misma playa donde nacieron. Si desaparece ese lugar ellas no ocuparan otro lugar. Con los manglares es algo similar, estos solo habitan la zona intermareal de baja intensidad. Si cambia el oleaje, el nivel de inundación y la salinidad, desparecerán.

Considerando que estas comunidades viven de la pesca y la agricultura, no solo en el sentido económico, sino de forma cultural ¿cómo afectaría la presencia de este megaproyecto con esa gran cantidad de aerogeneradores?

La gente dejaría de hacer sus actividades tradicionales, la migración y la miseria serían su futuro, lo puedes constatar en otras zonas del país. Se perdería la cultura y una forma de vida profundamente respetuosa con la naturaleza. Hay el ejemplo de las zonas costeras del noroeste del país. El despojo y la llegada de proyectos desplazaron a pescadores y campesinos, ahora muchos de sus hijos o ellos mismos migraron, o en el peor de los casos se unieron al narcotráfico.

¿Se sabe como aprobaron el primer proyecto de prueba – proyecto piloto la Ventosa- en el sentido del estudio de impacto ambiental? ¿Cuáles han sido los beneficios y cuales las afectaciones?

No, se sabe poco de este proyecto, de hecho los estudios de impacto ambiental antes pasaban desapercibidos o estos no se realizaban.

Tampoco se conocen claramente los beneficios, las cifras no son claras. Por el contrario, el hecho de que la gente se empezó a organizar en contra de estos proyectos refleja el descontento y el escaso beneficio.

El único beneficio ha sido para las empresas. Con los bono de carbono han evadido impuestos y permitido a estas mismas empresas seguir contaminando, igual o más. Al entrar estos bonos en las casas bursátiles han tenido ganancias al especular en la bolsa, en resumen los únicos beneficios son para las transnacionales. El costo está siendo demasiado alto pues es la naturaleza la que se sigue dañando y el cambio climático es más grave de lo que se había estimado. Las cifras más recientes oficiales de la ONU así lo demuestran.

Tierras comunales, teatro de operaciones de la contrainsurgencia

Este reportaje es parte de cuatro entregas que documentan sobre los sistemas normativos de los pueblos originarios de Oaxaca. De los 570 municipios que conforman este estado, 418 se rigen por la forma tradicional de organización política conocido como “usos y costumbres”, sólo 152 han adoptado el sistema convencional de los partidos políticos.

En el año 2006 un equipo de geógrafos de la Universidad de Kansas realizaron una serie de mapeos de tierras comunales de la Sierra Norte de Oaxaca, bajo el proyecto denominado México Indígena, como parte de las Expediciones Bowman. Esto con el objetivo de incorporar por la fuerza o por la vía de acuerdos, los territorios indígenas al modelo corporativo transnacional de propiedad privada, con el argumento esencialista propagado por Geoffrey B. Demarest, que afirma que no hay paz sin propiedad privada. Dichas expediciones de interés estratégico para los Estados Unidos, con fines militares y geopolíticos, ha sido coordinadas desde el inicio por Peter Herlihy y el propio Demarest, este último teniente coronel del ejército de dicho país.

Aldo Gonzales Rojas, director de Vigencia de Derechos Indígenas del gobierno de Oaxaca afirma: "Las expediciones Bowman esta dentro de la lógica de contrainsurgencia de los Estados Unidos y lo denunciamos en el año 2009. Estas expediciones estaban haciendo una investigación sobre la información geográfica que poseen las comunidades indígenas de la Sierra Juárez. Los investigadores ocultaron que estaban financiados por  El Pentágono. Y creemos que esta investigación era una especie de piloto para ensayar como podrían hacer investigación en otros lugares del mundo en relación con pueblos indígenas y sus tierras comunales".

De acuerdo con el investigador y antropólogo Gilberto López y Rivas, «los agentes de las expediciones consideran  que las formas de propiedad comunal, colectiva y autónomas de las tierras representan un obstáculo para los planes de desarrollo que ya se están ejecutando de una forma muy agresiva, donde hay capital de empresas mineras, farmacéuticas, energéticas, entre otras». Las tierras comunales en México se reconocieron después de la Revolución Mexicana —en el año 1917— y han estado bajo posesión de los pueblos indígenas desde tiempos inmemorables.

El geógrafo y profesor de la Universidad de Colorado, Joe Bryan, afirma que como punto de referencia a esta ofensiva hacia las tierras comunales, esta el Comando Sur del ejército de los Estados Unidos,  uno de los diez que dicho país tiene desplegados en el mundo y que abarca el área relativa al Sur del continente Americano, América Central y el Caribe.

Han vuelto la vista donde no hay presencia estatal y ausencia de propiedad. Van buscando áreas comunales y presentan esas áreas como propicias para el narcotráfico y el crimen. Así que el Comando del Sur esta buscando como hacerse socio de los gobiernos y de ONG en Latinoamérica y con ese fin utilizan, por ejemplo, la operación llamada Misión Continua, que promueve servicios de salud a las comunidades, como método de ocupar el territorio y de contrainsurgencia.

El pensamiento de Demarest, como ideólogo o intelectual orgánico de estas expediciones, considera que la propiedad colectiva de la tierra es la matriz de la delincuencia y de la insurgencia y por ello hay que destruirla. Demarest es uno de los militares que formó la Escuela de las Américas, administrada por el Ejército de los Estados Unidos y fundada desde 1946 en Panamá con el objetivo de entrenar a soldados latinoamericanos en técnicas de guerra y contrainsurgencia. En los últimos años graduados de la Escuela de las Américas han participado en asesinatos en Colombia; han sido parte del grupo narcotraficante Los Zetas en México; y han estado involucrados en el golpe de estado en Honduras en el año 2009, como lo demostraron los activistas estadounidenses de SOAW, quienes ganaron una demanda en contra Departamento de Defensa en febrero del año 2013.  

«Demarest es uno de los coordinadores de estas expediciones. Fue entrenado en la Escuela de las Américas, posteriormente fungió como agregado militar de la embajada estadounidense en Guatemala en los años de 1988 y 1991, donde se implementó un proyecto contrainsurgente que provocó terribles masacres contra poblaciones indígenas», asegura López y Rivas.

Indígenas Bribri celebrando su resistencia de varios años contra la mercantilización de sus bosques.Cordillera de Talamanca, Costa Rica. Foto: Santiago Navarro F

Manual de contrainsurgencia

Según el manual del ejército de los Estados Unidos (FM-3-24, MCWP 3-33.5), que marca los puntos estratégicos para desarticular cualquier forma de insurgencia, publicado en mayo del año 2014, bajo el título Insurgencies and Countering Insurgencies, cuando los elementos de una población crecen insatisfechos con el status quo y están dispuestos a luchar para cambiar las condiciones a su favor, utilizando tanto medios violentos y no violentos para afectar un cambio en la autoridad que prevalece, están dadas las condiciones para el surgimiento de insurgencias.

En ese mismo sentido, este manual esta hecho para contrarrestar cualquier tipo de insurgencia con distintos métodos y en colaboración de lo que se considera como Socios de Acción Unificada, una colaboración en un esfuerzo integral que va desde empresas nacionales o multinacionales y Organizaciones Gubernamentales y No Gubernamentales, hasta la presencia de organismos intergubernamentales como las Naciones Unidas. «Las organizaciones regionales como la Organización de los Estados Americanos (OEA) y de la Unión Europea (UE) o de organizaciones mundiales como las Naciones Unidas pueden participar en algunas de las operaciones de contrainsurgencia. Las Naciones Unidas, en particular, tiene muchas agencias subordinadas y afiliadas activas en todo el mundo», dice textualmente el manual.

 La academia en la contrainsurgencia

«Cada año la Iniciativa Minerva, con fondos del Pentágono que, entre otros proyectos, busca mapear 59 pueblos indígenas en Centroamérica, premia a doce proyectos de 300 que se presentan.  En el año 2013, premió a un proyecto que se va a llevar acabo en Honduras con respaldo de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, empleando como asistentes de investigación a indígenas y mestizos para mapear la zonas de propiedad comunal a destruir o aniquilar», afirma López.

En el año 2013 el Departamento de Defensa de los Estados Unidos aprobó un presupuesto de 1.5 millones, con posibilidad de ampliarlos a 3 millones de dólares para Jerry Dobson y otros investigadores para poder continuar con las Expediciones Bowman, ahora con el programa de investigación Minerva. «La Iniciativa Minerva es un consorcio que se mueve en relación a los intereses del Pentágono y contacta a las mejores universidades de Estados Unidos y subsumen a universidades latinoamericanas que se prestan para recibir fondos del departamento de estudios militares del Pentágono para realizar investigación para la contrainsurgencia», manifiesta López.

Así, hay por lo menos 12 proyectos de investigación con financiamiento del Pentágono y canalizados por la Iniciativa Minerva para recabar datos para la contrainsurgencia. «Otro proyecto canalizado por la Iniciativa Minerva es le megaproyecto de la Universidad de Washington, en colaboración con Harvard que busca estudiar, el origen, las características y las implicaciones de los movimientos políticos de 23 países, contando con una base de datos de 58 países proporcionada por la Iniciativa Minerva, pretendiendo hacer un mapeo de los movimientos sociales en espacio y tiempo», sostiene López.

El caldo de cultivo de los movimientos indígenas

Las últimas reformas aprobadas en México, que tienen que ver con la privatización de la educación y el petróleo, por mencionar algunas, impactarán directamente en la vida de más de 80 millones de mexicanos, considerando que el 40 por ciento del gasto público del país han sido financiado con ingresos de Petróleos Mexicanos (Pemex), que en teoría destina dichos ingresos a educación, salud, infraestructura, seguridad y programas sociales. Un impacto que se verá reflejado también en el aumento del costo de la canasta básica, factor principal del aumento de la pobreza en México. Estas reformas son solo la punta del iceberg de lo que podría ser un caldo de cultivo que comienzan a provocar y agudizar nuevas movilizaciones sociales —pacíficas y violentas— en este país, catalogadas como movimientos insurgentes. Solo en tres sexenios de gobierno se concesionaron a empresas mineras casi la misma cantidad de tierras repartidas tras la Revolución Mexicana de 1910. Más de 94 millones de hectáreas concesionadas, una gran parte de estas concesiones se localizan sobre territorio indígena, a quienes no se les informó nada sobre el asunto. Desde diciembre del año 2013 Jaime Martínez Veloz, Comisionado para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de México, Ya había previsto que los movimientos sociales se agudizarían al señalar que «la situación propiciada en los gobiernos de Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón podrían provocar confrontaciones sociales en las zonas afectadas».

La reforma sobre la ley de hidrocarburos, junto con la reforma educativa, la fiscal y la financiera, atentan contra los pueblos indígenas y el pueblo de México en general, da pase libre a las empresas transnacionales para expropiación de tierras, en lo que el artículo 33 denomina «para utilidad publica», lo cual contempla a las tierras comunales. Las comunidades solo tienen en su jurisdicción hasta 30 cm del subsuelo, después de ahí este es de ámbito federal. Esto «abre la puerta a la expropiación de terrenos por supuesta utilidad publica, a afectaciones, incluso a reservas de la biósfera, también a una serie de violaciones a los derechos humanos», afirmó en la discusión que al respecto de dió en el Congreso, el senador Zoé Robledo.

Estas reformas vienen acompañadas desde los primeros 16 meses de gobierno del mandatario de México, Enrique Peña Nieto, con un aumento de la criminalización del activismo y la lucha social en este país. Las desapariciones y detenciones forzadas ya son incuantificables.  «Desde aquí le decimos a Peña Nieto que no va a ser posible que decida por nosotros, porque nuestros pueblos están organizados, estamos decididos a que nos maten, pero no vamos a ceder las tierras a nadie», sostuvo Felipe Flores, que junto a otras comunidades indígenas se oponen a la construcción de una de la presas hidroeléctrica de La Parota, en el estado de Guerrero, al sur de México.

Para López, las luchas sociales están viviendo un contexto de militarización y contrainsurgencia, en donde se ve un Estado autoritario que usa la violencia selectiva, como lo hizo durante la guerra sucia de los años 60 y 70, con las desapariciones forzadas, los encarcelamientos y la persecución.

Guerra irregular

Las comunidades indígenas, donde se encuentran las bases de apoyo del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas México, son una muestra viva donde se aplican los mecanismo de la denominada guerra irregular, como lo determinan los manuales de contrainsurgencia.

Afirma Gilberto López y Rivas: "No es una Guerra de Baja Intensidad, sino una Guerra de Desgaste Integral, que va desde la cooptación de comunidades con programas asistenciales de gobierno, que siguiendo el manual de contrainsurgencia es quitarle el agua al pez, pero también se crean peces bravos al servicio del Estado que atacan a los peces insurgentes, es decir,  grupos paramilitares de la misma comunidad, quienes son los que perpetraron el ultimo ataque al movimiento zapatista, un movimiento que no ha realizado ningún acción ofensiva en estos últimos 20 años, porque tomaron la vía del apoyo a las autonomías de sus comunidades".

En los primeros días de agosto del año 2014, las comunidades zapatistas realizaban un encuentro con pueblos indígenas de México pertenecientes al Congreso Nacional Indígena (CNI) llamada Primera Compartición de los Pueblos Zapatistas y los Pueblos Originarios de México «Compañero David Ruiz García», cuando un grupo armado del Ejido Pojcol realizó actos de ocupación y hostigamiento hacia integrantes de la Comunidad Autónoma de Egipto. Por esta razón y tratando de evitar un posible ataque, el 2 de agosto de 2014, 32 personas —mujeres, niñas, niños y ancianos— se desplazaron forzadamente, caminando durante toda la madrugada, hasta llegar a otro pueblo zapatista en donde actualmente les albergan, tratando de evitar una confrontación.

Oaxaca, peligro de insurgencia

Desde el levantamiento armado del EZLN en 1994 y desde la firma de los acuerdos de San Andrés, en 1996, sobre derechos y cultura indígena, la gran mayoría de los pueblos indígenas de México hicieron eco de las exigencias plasmadas en ellos. Oaxaca, siendo mayoritariamente indígena, provocó preocupación para el gobernador en turno, Diodoro Carrasco Altamirano, y el entonces presidente de México, Ernesto Zedillo, quienes optaron por implementar una política de contención indigenista con una serie de reformas a la constitución local de dicho estado. Las reformas fueron acompañadas de una estrategia contrainsurgente elaborada por el Centro de Estudios Gubernamentales de Oaxaca, que siguió las mismas tácticas de contrainsurgencia implementadas por la Escuela de las Américas, quien desde 1953 y hasta 1996, había recibido a cerca de mil efectivos militares de México para tomar cursos de capacitación, según consta uno de los capítulos del informe histórico de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp).

Es así como en 1996, a partir de estas tácticas de contrainsurgencia, en todo el estado de Oaxaca se implementaron acciones políticas para cooptar o comprar líderes sociales, tareas de inteligencia, se crearon grupos paramilitares, como el de «Los entregadores» en la región Loxicha, un grupo a sueldo de los caciques  y cuya labor más importante era la delación: entregaban a los presuntos guerrilleros y realizaban acciones de tortura, asesinato selectivo, violación de mujeres y detenciones arbitrarias. De mas de 150 indígenas detenidos en ese periodo, hay siete presos políticos aún, mismos que son conocidos como «Los presos Loxicha».

En el año 2006 durante el gobierno de Ulises Ruiz Ortiz, se volcaron a las calles más de 2 millones de personas que pedían la destitución de dicho gobernador. Desde entonces las tácticas de contrainsurgencia han sido renovadas constantemente en esta región del país. Desde este periodo de gobierno, la ciudad de Oaxaca es una de las mas vigiladas del mundo con tecnología C4 Inteligente, con más de 230 cámaras que forman parte del Centro de Comando, Control, Comunicación y Cómputo (C4), que entre otras actividades no sólo filma y guarda los datos recabados en cada una de las áreas monitoreadas, sino que también es capaz de detectar rostros, gestos y rasgos, apoyados por sordomudos que analizan cada movimiento.

La guerra en sus diferentes fases, define un terreno de acción y un enemigo a reducir o controlar, en este caso, parece ser que los pueblos indígenas son el enemigo potencial que representan un peligro al conservar sus territorios de forma comunal o con proyectos autogestivos o autonómicos, donde la resistencia y la cohesión comunitaria, arma principal de la lucha de los pueblos indígenas, contrasta con el poder bélico y destructivo de los gobiernos y las empresas.

Textos que complementan la serie

La migración transforma usos y costumbres en México y la participación de la mujer en las comunidades

Reforma electoral en México pone en riesgo la autodeterminación de pueblos indígenas

A través de América Latina, la lucha por la tierra comunal y la autonomía indígena