"Hoy, vemos que el agua se embotella y se cotiza en la bolsa de valores, la están transformando en una más de sus mercancías, pero aquí estamos resistiendo en alegre rebeldía", anunciaba la convocatoria al foro virtual llamado "Somos ríos que fluyen", que fue organizado el 2 de enero pasado por Mujeres y la Sexta, en el marco de la conmemoración del 270 aniversario del alzamiento del EZLN.
Mujeres de distintas geografías, desde la Patagonia hasta Estados Unidos, pasando por Bolivia, Perú, México y República Saharaui, participaron en el foro, compartiendo sus análisis sobre el contexto actual así como sus experiencias de lucha y resistencia.
"Somos ríos que fluyen, agua circulando por el mundo, un ciclo de vida planetario. Dialogamos, sonreímos, danzamos, sembramos y cosechamos la vida. Somos 75% de agua y 25% de cuerpo, conciencia y voluntad, caminamos el mundo y lo hacemos, lo llenamos de sentido, somos lluvia, montes, cuencas, lagos, humedales, ríos que fluyen a la vida. Defendamos el agua y presérvemosla, sin contaminación, para nuestras y las futuras generaciones. Porque somos ríos que fluyen”, seguía la invitación.
Entre inúmeras experiencias de lucha y resistencia, aquí recuperamos algunas de ellas relacionadas con la cuestión del agua.
Para ver el foro en su totalidad, click aquí, y para leer las notas del foro virtual, click aquí.
Mujeres desde el corazón del desierto africano
En diciembre del 2020 fue cuando se anunció oficialmente que el agua empezaría a cotizar en la bolsa de Wall Street, con el índice Nasdaq Veles California Water Index y la clave NQH2O, con mecanismos similares a lo que ocurre con el petróleo.
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Al mismo tiempo que se inventan soluciones novedosas para asegurar que las grandes transnacionales no vayan a sufrir de escasez de agua, cada vez más personas en el mundo (sobre)viven con cada vez menos agua. Así, según información de Unicef, una de cada tres personas no cuenta con acceso al líquido potable en su vida cotidiana.
Es el caso de gran parte del pueblo Saharaui, quien vive en el corazón del desierto africano, como lo destacó Násara. Ella es parte de la Fundación AMNAT Thawra de la República Saharaui. “El agua es un bien que de por si es escaso en África, y los efectos de la contaminación del medioambiente se palpan más ahora en en estos países. La escasez del agua es terrible. Para nosotros quienes vivimos en un campamento de refugiados, el agua es un bien de lujo. No nos podemos bañar todos los días, es un lujo que no nos podemos permitir. Porque aquí la poca agua que hay se extrae de unos pozos que están en las afueras de los campamentos, y a veces la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) trae un poco de agua y alimentos. Con esa poca agua, tenemos que sobrevivir todo el año, por eso sólo se usa para la alimentación. Y el agua que bebemos no es potable, lo que genera graves problemas de salud”, detalló.
Las y los saharauis son los habitantes originarios del Sahara Occidental. En 1884 España invadió y colonizó su territorio, por lo que vivieron resistiendo bajo el control español hasta 1975. Este año, la colonia española se convirtió en una colonia marroquí, aunque España siga siendo potencia administradora del territorio hasta la fecha. En este momento, gran parte del pueblo huyó hacia Argelia para establecerse en la región de Tinduf, en mitad del desierto, donde se instalaron los campamentos de refugiados. Es en esos campos donde reside Násara.
Cinismo
Aunque la escasez de agua esté aumentando año con año, como lo señala Adriana Guzmán desde Bolivia, el hecho de empezar a convertir el agua en mercancía no es de ahora. "Aquí la guerra del agua ha sido hace 20 años, en contra de una empresa francesa que quería dolarizar el agua. Lo primero que hay que hacer es entender que el atentado contra el agua no es de ahorita, es algo que el sistema ha venido haciendo poco a poco. Posiblemente estamos en una fase de mayor cinismo, ahora se puede cotizar el agua en Wall Street, pero hace años que se viene construyendo esa mercantilización. Y creo que es fundamental ver qué papel han tenido los Estados en esos procesos".
A la mercantilización y rarefacción del agua, se suman los tremendos niveles de contaminación producidos por actividades industriales y extractivistas. En Potosí, donde la extracción minera empezó desde los inicios de la colonización, la contaminación como consecuencia de la actividad minera es tremenda. "Crecemos con plomo en la sangre (....) Y las más afectadas somos las mujeres. Las que más tenemos problemas de salud somos las mujeres", denuncia Jimena Tejerina.
Para Adriana Guzmán, los ataques hacia el agua también están siendo permitidos por un desprecio a la vida que se ha ido imponiendo poco a poco en las mentes. En las montañas que rodean el territorio que ella habita, no sólo hay grandes explotaciones mineras sino también mucha minería a pequeña escala, la cual "es aprobada por las comunidades". “Hay comunidades que han decidido explotar el territorio, sabiendo que estos cerros son nuestros abuelos, son importantes no sólo en términos espirituales sino también para lo que llaman el ecosistema, el equilibrio que hay entre los nevados, el agua. Entonces hay un desprecio de la vida, que se traduce en este desprecio del agua, y creo que es importante reflexionar sobre esto también", compartió.
Derecho al agua versus derecho al despojo
El agua siendo fuente y condición indispensable para la vida, muchas son las que piensan que tenerle acceso debería de ser un derecho protegido para todas y todos. Sin embargo, el Derecho tiende no sólo a desproteger el acceso al agua sino a favorecer dinámicas de despojo.
Tal es el caso en Chile, donde, como lo precisa Stefanía Vega, en el marco de un neoliberalismo extractivista brutal, se implementó la privatización del agua “en un proceso profundamente antidemocrático, durante la dictadura, donde se creó el código de Aguas en 1981, y por medio del cual se privatizaron las aguas en todas sus dimensiones, tanto en su gestión, sus usos, los servicios sanitarios que también son manejados por empresas transnacionales”.
Como lo detalla Vega, todo esto se hizo posible gracias a la creación de los “derechos de aprovechamiento de agua” en dicho código, donde “se entregan derechos o acciones de agua de manera gratuita y a perpetuidad a quienes se beneficiaron de esta repartición dictatorial, los cuales detentan todavía el poder en nuestros territorios, constituyéndose en verdaderos aguatenientes”.
Como lo recalca, estas políticas que empezaron durante la dictadura no fueron cuestionadas por “lamal llamada democracia”, sino que fueron profundizadas y consolidadas hasta la fecha.
Ante esta situación, cuenta que desde el Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT), se convocaron a más de 60 asambleas llamadas “cabildos por el agua” en todo Chile, donde salieron múltiples conocimientos y propuestas, que fueron recopiladas en el “decálogo por los derechos de las aguas y su gestión comunitaria”, el cual determina entre otras necesidades la de reconocer al agua un derecho humano, un bien común inapropiable asociado al derecho a la vida.
En este caso, como en muchos otros procesos de lucha y resistencia, se destaca la necesidad de usar el Derecho para luchar contra el sistema, sabiendo que al mismo tiempo el sistema mismo es legitimado y sostenido legalmente. Es uno de los elementos que la publicación "Somos ríos que fluyen, notas del foro virtual" señala como una paradoja a las que se enfrentan las resistencias. “Si bien lo jurídico es un campo de batalla ineludible, que además necesitamos como instrumento de combate, tendríamos que imaginarnos más allá del Derecho, en la medida que éste está al servicio del dinero. Y pensar cómo trascenderlo, construyéndonos fuera de la mente patriarcal", se detalla en la publicación.
Violenta represión
Las resistencias y luchas por el agua y por la vida se han enfrentado estos últimos años a una escalada de represión. En sus participaciones, muchas de las mujeres presentes en el foro refieren a ello y nombran a personas a las que se les ha arrebatado la vida por estar involucradas en procesos de lucha como Samir Flores Soberanes, hombre nahuatl asesinado en México en febrero del 2019, por oponerse al Proyecto Integral Morelos. O Yudy Macarena Valdés Muñoz, mujer Mapuche asesinada en agosto del 2016 por su lucha contra la instalación de una central hidroeléctrica en el río Tranguil.
En Argentina, desde una movilización en la embajada de Paraguay, Chiqui Conder denunció también el asesinato de dos niñas de 11 años el 2 de septiembre de 2020, por ser familiares de una familia campesina organizada, y alertó de que en Paraguay, el ejercito está usando las armas contras las hijas e hijos del pueblo. También mencionó la desaparición de Carmen Elizabeth Oviedo Villalba, de 14 años, cuya familia ha sufrido la represión de manera muy fuerte.
Violencia contra las mujeres
Como recordaron las palabras de la comandanta Amada, del EZLN, en el contexto actual un sector de la población que es particularmente expuesto a la violencia son las mujeres.
“Nunca antes en la historia ha sido tan mortal el ser mujer. A la hora de la violencia lo único que importa es que es mujer. A la mujer niña la tenemos que proteger y defender con todo lo que tengamos, con uñas y dientes hay que proteger. Defendernos como individuas, como mujeres organizadas, apoyarnos todas, ¡empezar ya! Estamos en una guerra, ellos por matarnos, nosotras por vivir sin miedo. Para las mujeres que luchan no hay descanso”, dijo.
Resistencias
Las participaciones del foro coincidieron en la necesidad urgente de resistir y luchar por la vida, haciendo referencia a la histórica lucha zapatista como una fuente de inspiración para las luchas del continente y del mundo. Recordaron que la lucha no se limita a la toma del poder, sino que reside en el ejercicio de la autonomía y la autodeterminación.
Se insistió también en la necesidad de articular las luchas, de no fragmentar la resistencia. "En las lógicas coloniales y colonizantes, les conviene que estemos divididas en, por ejemplo, las defensoras de la tierra, las defensoras del agua, las defesnoras del bosque. Pero no queremos sólo defender un pedacito, queremos defenderlo todo porque todo tiene relación”, señaló Adriana Guzmán desde Bolivia, antes de agregar que hay que estar atentas a la influencia de las ONGs, de los gobiernos de izquierda, de los feminismos institucionales quienes alimentan esas divisiones en la resistencia.