Los líderes de la Nación Tohono O’odham, un pueblo indígena dividido por la frontera entre México y Estados Unidos, denunciaron la semana pasada la destrucción de sus sitios sagrados para dar paso a la construcción de una nueva sección del muro fronterizo entre los estados de Sonora y Arizona.
El miércoles 26 de Febrero, integrantes del pueblo Tohono O’odham de ambos lados de la frontera se manifestaron en la base del Cerro Monumento, un antiguo lugar de enterramiento donde los O’odham solían depositar los restos de los guerreros apaches con los que habían batallado. Los estudios de los O’odham también indican que sus antepasados usaban el sitio para ceremonias religiosas.
No muy lejos de la protesta, un grupo de periodistas convocados por la Patrulla Fronteriza de EE.UU. presenciaron la detonación controlada de explosivos. Un experto en explosivos militares del Cuerpo de Ingenieros del Ejército explicó a la prensa que la explosión prepararía el sitio para la construcción de una barrera de acero de más de nueve metros de altura, parte del controvertido plan del presidente Donald Trump para renovar y ampliar unos 280 kilómetros del muro fronterizo.
Verlon M. José, el gobernador de los Tohono O’odham en México, asegura que “este muro ya está dejando una cicatriz en nuestro corazón.” Aseveró que “estamos sufriendo crímenes contra la humanidad”, agregando: “Dime en dónde yacen los restos de tus abuelos y déjame dinamitar sus tumbas”.
El mismo día, en la ciudad capital de Washington, el presidente de la Nación Tohono O’odham en los Estados Unidos, Ned Norris Jr., testificó en una audiencia del congreso con el título, “destruyendo los sitios sagrados y borrando la cultura tribal”: “Sé en mi corazón lo que nuestros mayores nos han dicho y lo que hemos aprendido, que esa zona es el hogar de nuestros antepasados”.
Hasta la década de 1970, los Tohono O’odham (llamados Pápagos por los conquistadores españoles) cruzaban libremente la frontera entre México y los Estados Unidos. Pero en las últimas décadas han visto su territorio ancestral cada vez más dividido por una frontera militarizada. Hoy en día, alrededor de 28,000 miembros de la tribu viven en la Reserva Tohono O’odham en Arizona, Estados Unidos, mientras que otros 2,000 viven en Sonora, donde el gobierno mexicano no les reconoce sus derechos territoriales.
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Además de formar parte del patrimonio histórico de la tribu O’odham, el Cerro Monumento se encuentra parcialmente dentro del Monumento Nacional de Pitaya Dulce, una reserva internacional de la biósfera establecida para proteger el cactus del que toma su nombre, junto con decenas de otras especies de plantas y animales endémicas.
“Es desgarrador verlos destrozar este espectacular monumento nacional y profanar las tierras indígenas sagradas”, dijo Laiken Jordahl, un activista con el Centro para la Diversidad Biológica, que también estuvo presente en la protesta del 26 de febrero. Desde el año de 2017, el Centro ha demandado al gobierno de Trump por el daño ambiental que dicen causará el muro en medio del Desierto de Sonora. Y desde el año pasado, Jordahl ha documentado la destrucción de los cactus de saguaro y pitaya dulce para dar paso al muro reforzado, que Trump se apresura a terminar antes de competir por un segundo mandato en las elecciones presidenciales este Noviembre.
Jordahl aseguró que algunos de los cactus saguaro (una especie protegida que puede vivir durante 200 años) “han estado aquí más tiempo que la propia frontera. ¿Qué derecho creemos tener al destruir algo así?”, preguntó.
En un comunicado de prensa, el Centro para la Diversidad Biológica precisó que para hacer la mezcla de concreto para los cimientos de la valla, los equipos de construcción están bombeando agua desde un acuífero que alimenta un oasis poco común en esta región desértica. Según los propios datos de la Patrulla Fronteriza, extraen un promedio de más de 315.000 litros de agua al día desde el acuífero que alimenta el manantial Quitobaquito.
El bombeo pone en riesgo no sólo al manantial sino también a dos especies en peligro de extinción que dependen de él para sobrevivir: la tortuga de pantano de Sonora y el pez cachorro Quitobaquito. El manantial también ha sido una fuente de sustento para el pueblo O’odham desde hace miles de años. En 2019, los equipos de construcción que trabajaban cerca del manantial encontraron lo que se cree que son restos humanos que datan del período clásico de Hohokam, entre el 300 y el 1500 d.C.
La Patrulla Fronteriza disputó los reclamos de las y los defensores de los derechos indígenas y del medio ambiente. En una declaración, el portavoz de la Patrulla Fronteriza, John Mennell, insistió en que “no se identificaron sitios biológicos, culturales o históricos dentro del área del proyecto”. Además, dijo que los equipos de trabajo habían reubicado cientos de cactus dentro del parque, y sólo estaban destruyendo aquellos “determinados a no estar en un estado suficientemente saludable para ser reubicados”.
Tanto los cactus como los lugares sagrados de los O’odham normalmente son protegidos por la ley de los Estados Unidos. Sin embargo, el gobierno de Trump ha renunciado a decenas de regulaciones para acelerar la construcción del muro fronterizo, incluyendo aquellas que protegen los territorios indígenas, el medio ambiente y las especies en peligro de extinción. En el año de 2018, la Corte Suprema de los Estados Unidos se negó a escuchar una demanda que desafiaba la autoridad de la administración para renunciar a estas leyes.
Y así la construcción avanza en una sección del muro que está destinada a recorrer todo el borde sur del Monumento Nacional de Pitaya Dulce. Las y los científicos no tienen ninguna duda de que la barrera limitará el rango geográfico de las especies en peligro crítico. Sin embargo, su impacto en la migración humana es menos seguro. Según la patrulla fronteriza de EE.UU., en el año fiscal 2019 han habido sólo 14,265 aprehensiones el sector de Tucson, donde se encuentra el Monumento Nacional, en comparación con 205,000 aprehensiones en el Valle del Río Grande de Texas.
En una columna de opinión, Rick Smith, Director Regional retirado del Servicio de Parques Nacionales de EE.UU., cuestionó la lógica de un nuevo muro fronterizo, subrayando que la administración Trump no ha revelado al público detalles sobre la eficacia de la barrera existente. “Lo que sí sabemos es que un muro amenazará el delicado equilibrio de un ecosistema crítico. Por lo tanto, ¿vale la pena impactar en los parques nacionales y dañar la vida silvestre amenazada y en peligro para construir un muro que puede no tener éxito? No lo vale”.
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