El presente reportaje dividido en tres partes describe los cambios de territorialidad en la FTN de Guatemala a partir de la industria de la palma y el actuar de tales corporaciones al desplazar comunidades, contaminar aguas e imponer un modelo de agricultura el cual busca hasta el último centavo de lucro. Al aprovechar la desigual estructura agraria del país centroamericano, las alianzas de corporaciones transnacionales, bajo el discurso de la economía verde y en el empalme con negocios ilícitos, contribuyen también en la transformación de bosques y territorios campesino en desiertos verdes.
La existencia de abundantes afluentes de agua para el riego de extensas tierras fértiles, junto a la explotación de mano de obra en condiciones similares a la esclavitud y la expoliación de las tierras indígenas y campesinas por parte de las corporaciones, representan los pilares sobre los que se cierne la brutal expansión de la industria palmera que afecta toda forma de vida en la Franja Transversal del Norte (FTN) de Guatemala, región de mayor conflicto agrario de este país, frontera con México.
Como parte de los proyectos de integración económica que aterrizan en Mesoamérica el reordenamiento territorial actual en esta región, resultado de la expansión de la industria palmera, responde a una dinámica dictada desde el exterior. Enmarcada por factores globales como la crisis energética, los altos precios de los hidrocarburos y sobre todo la mercantilización de la naturaleza y su biodiversidad, el proceso iniciado hace ya casi dos décadas ha sido dinamizado por inversiones que promueven el despojo de tierras a través de estrategias, legales e ilegales, ejecutadas por empresas transnacionales y grupos criminales bajo el amparo del Estado y el discurso conservacionista de ONGs.
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Actualmente en el mundo se cultivan 15 millones de hectáreas de palma aceitera y, según estimaciones de consultores realizadas para empresas dominantes de dicha industria como Unilever, se duplicará para 2050. En Guatemala se contabilizan 160,000 hectáreas con una producción de 545,000 toneladas, distribuidas en los departamentos de Petén, Izabal, Alta Verapaz, Quiché, Escuintla, Suchitepéquez, Quetzaltenango, San Marcos y Retalhuleu.
Las plantaciones en el norte de Guatemala ocupan un área equivalente a la tierra de cultivo de más de 60 mil agricultores, en su mayoría, tierras de campesinos donde se reportan desplazamientos forzados de comunidades y pueblos indígenas. En total 14% de las tierras agrícolas de Guatemala se encuentran ocupadas por el monocultivo de palma cuya extensión creció 270% en una década, lo que ha provocado el detrimento en las áreas de producción de alimentos y ha engullido comunidades enteras y envenenado las aguas, los suelos y cuerpos de quienes habitan el norte de Guatemala.
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