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Chapín Abajo, la historia de un pueblo que resiste al cultivo industrial de la palma

Por Renata Bessi

Lago de Izabal, lugar sagrado para el pueblo Maya Q’eqchi’. Las aguas azules obscuras forman un espeso espejo de casi 600 km2, cerca de la costa del Mar Caribe de Guatemala. Alrededor de todo el lago, el más grande del país, han vivido desde siempre las comunidades Maya Q’eqchi’, desde antes de la llegada de los españoles. 

Desde El Estor, núcleo urbano al norte del lago, donde hay una base militar, el equipo de este reportaje siguió una línea recta, hacia el sur del lago, lo que significa aproximadamente dos horas de viaje a bordo de una lancha acondicionada para realizar viajes colectivos de la comunidad. Es la única forma, en época de lluvias, de llegar en estos territorios. Ahí, la bienvenida se recibe de un paisaje monótono verde olivo de extensas plantaciones de palma africana. 

En este lado del lago habitan 16 comunidades Maya Q’eqchi’ que luchan para continuar viviendo en sus territorios y salir del arrinconamiento que les ha sometido las extensas plantaciones de palma de la empresa Naturaceites. Ahí también está un segundo destacamento militar.

A pocos metros del desembarque en esta parte sur del lago está la comunidad Chapín Abajo, que ha sufrido, por lo menos en los últimos tres años, la intensificación de los intentos de desalojo y de incursiones militares violentas por supuestas órdenes de captura a sus miembros. Durante las incursiones, militares del destacamento de la parte norte del lago se mueven en rápidas lanchas para el “combate”.

La abuela Maya Q’eqchi’ que se identificó como Juana recordó con dolor en su lengua materna el último ataque a la comunidad. “Sentía el rugir de las balas por detrás de mis pies, mientras intentaba proteger a los niños. Nos trataron como animales”, cuenta al equipo de Avispa Mídia. Los militares incursionaron violentamente en Chapín Abajo el 6 de diciembre de 2022, supuestamente contaban con 20 órdenes de captura contra comunitarios, “órdenes que nunca nos enseñaron”, agregó la abuela Juana.

Un contingente policial de aproximadamente 5 mil agentes “mezclados con cuadrillas que sabemos que son pagadas por la empresa [Naturaceites]”, cuentan los pobladores, cercaron la comunidad durante horas hasta la madrugada, “nos atacaron”. Antes de estos hechos ya habían atacado dos meses antes, el 26 de octubre de 2022.

Las mujeres de la comunidad hicieron frente y tomaron las riendas de la situación. Salieron al encuentro del contingente. “A través de un megáfono preguntábamos qué estaba pasando, si acaso éramos narcotraficantes o estábamos haciendo actos ilegales para que fuéramos criminalizados y perseguidos de esta manera. Pues ellos, de igual forma, no respondieron a nada, sino al contrario, ellos ingresaron”, relata para Avispa Mídia, en su lengua Maya Q’eqchi’, Alba María Choc, quien fue agredida y detenida en esta ocasión, junto a su hijo de 14 años. “Ingresaron sarcásticamente accionando sus fusiles y pistolas”, recuerda

Autoridad ancestral Pedro Cuc al lado de su familia. Foto: Aldo Santiago

Como en las películas del viejo oeste, tres fotos de las autoridades ancestrales figuran en carteles que ofrecen 50 mil quetzales a quienes ofrezcan informaciones sobre ellos, por participar de movimientos en defensa del territorio. “El Estado regó carteles con nuestras fotos por todo El Estor ofreciendo recompensa a cambio de informaciones sobre nosotros”, cuenta al equipo de Avispa Mídia Pedro Cuc Pan, una de las tres autoridades ancestrales perseguidas, miembro del Consejo Ancestral Maya Q’eqchi’ de Chapín Abajo, quien también se ha declarado en resistencia contra la minería y la plantación industrial de palma aceitera, también conocida como palma africana.

Ahora en el territorio se siente una calma tensa. La memoria de la violencia aun está presente y afecta especialmente a los niños y ancianos. La posibilidad de que en cualquier momento se pueden suscitar nuevas incursiones militares es latente. “Siguen las órdenes de captura”, señala Pedro Cuc.

Chapín Abajo arrinconada por la plantación de la palma africana. Foto: Aldo Santiago

¿De quién es la tierra?

En Chapín Abajo, alrededor de 200 familias viven en cuatro hectáreas. Esta comunidad está cercada por plantaciones de palma de la empresa Naturaceites, la cual se vanagloria de estar certificada al 100% bajo la certificación estándar RSPO (Roundtable on Sustainable Palm Oil, en español Mesa Redonda de Aceite de Palma Sostenible).

Las familias no tienen espacio suficiente para sus cultivos de subsistencia y tampoco para criar animales. Ya no les queda espacio para construcciones esenciales para la comunidad como una escuela para los niños. 

La zona es controlada por la seguridad de la empresa y por los militares. “Somos vigilados todo el tiempo, incluso por drones”, sostiene Ana Coc.

Naturaceites sostiene que todas las tierras donde tienen plantación son suyas. También dice en sus informes que posee los documentos que le aseguran la propiedad de las tierras. No obstante, las comunidades y organizaciones tienen otra perspectiva de cómo la empresa fue acumulando tierras.

La empresa afirma que posee un total de 11 mil 736 hectáreas propias
y 16 mil 249 hectáreas de productores asociados en los municipios de Fray Bartolomé de las Casas, Alta Verapaz; San Luis, Petén; Panzós, Alta Verapaz y El Estor, Izabal. 

En el Valle de Polochic, donde está Chapín Abajo, según información de la propia empresa, posee 6 mil hectáreas no continuas de plantaciones y una planta de beneficio. Sus marcas comerciales son: Capullo, Cora y Great Taste.

Erwin Tut, de la Fundación Guillermo Toriello, que ofrece asesoría y acompaña no solamente Chapín Abajo, sino que también a otras comunidades afectadas por la palma y la minería en la región, sostiene para Avispa Mídia que gradualmente “las comunidades fueron siendo arrinconadas por la palma”.

La estrategia utilizada por Naturaceites fue apropiarse poco a poco de las tierras y, en muchos casos, fueron registrando “de manera anómala” en su nombre, sostiene Tut. “Hay un acaparamiento enorme de tierras y hay mucha vinculación con el gobierno”, señala.

La Ley de la Oficina de Control de las Reservas Territoriales, por ejemplo, garantiza que las tierras que están a una distancia de hasta 200 metros del lago son del Estado. “Pero ¿qué pasa?, la palma está en toda la orilla del lago. Y si vamos a reclamar, la empresa dice que tiene los títulos de estas tierras. ¿Y cómo lo obtuvieron?”, indaga.

Plantación de palma en las orillas del Lago de Izabal. Foto: Aldo Santiago

Otro caso que ilustra las formas turbias de cómo Naturaceites fue concentrando las tierras es respecto al proceso del indígena Maya Q’eqchi’ Oswaldo Rey Chub Caal, capturado y acusado por usurpación de tierras, en el desalojo de la comunidad llamada Palestina, en la finca Chabiland, Chinebal, al sur de El Estor, en noviembre de 2021. La acusación es de la empresa Naturaceites, quien alega que las tierras son suyas.

Él permaneció nueve meses en prisión. Al final, la empresa no pudo comprobar las acusaciones contra el indígena y fue puesto en libertad. El indígena Caal, que es de la comunidad de Chapín Abajo y quien, en solidaridad, estuvo presente en el desalojo violento de la comunidad Palestina, fue liberado porque la empresa no logró probar que es propietaria de las tierras. El registro de propiedad que presentó durante el proceso no correspondía a la finca en El Estor, pertenecía a otra jurisdicción, al municipio de Livingston.

Oswaldo Rey Chub Caal. Foto Renata Bessi

Es decir, “¿cómo Caal pudo ser acusado por Naturaceites de usurpar una tierra que no tiene cómo probar que son suyas?”, dijo el abogado del Bufete para Pueblos Indígenas, Juan Castro, quien defendió el indígena Maya Q’eqchi’ en los tribunales.   

Con base a ese mismo título de propiedad, señala el abogado, existe una serie de otras órdenes de captura en contra de otros comunitarios que estuvieron en el desalojo. 

“Nosotros, las organizaciones, así como las comunidades, no tenemos recursos para hacer un estudio completo de la ocupación de las tierras y de los registros catastrales, es muy caro. El Estado no tiene interés de hacerlo. Pero en estudios que hemos logrado hacer en casos específicos, nos deparamos con esta realidad, con esta misma lógica anómala de apropiación de tierras”, argumenta el abogado del Bufete para Pueblos Indígenas.

No necesitamos que un documento nos diga que esta tierra es nuestra”

Durante el periodo colonial, explica el abogado del Bufete para Pueblos Indígenas, Juan Castro, los maya Q’eqchi’s no fueron pueblos que habían desarrollado una titulación de sus territorios, como ocurrió en otras regiones de Guatemala, cuyos títulos se conservan hasta la actualidad.

Tener el registro implicaba comprar sus propias tierras a la Corona española y, como consecuencia, tenían que someterse al régimen de tributación que había en ese entonces. 

Después, con la creación del Registro de la Propiedad, alrededor de 1870, “muchas de estas tierras fueron tituladas a particulares y también como fincas públicas. Sin embargo, las comunidades siguieron permaneciendo ahí, a pesar de no tener títulos”, puntualiza el abogado.

“Son comunidades que no tienen registros de la titulación de esas tierras, pero tienen una posesión histórica y tienen una relación histórica con el territorio”, subraya Castro.

El Plan de Desarrollo Municipal y Ordenamiento Territorial del municipio de El Estor 2018 – 2032 identifica Chapín Abajo como uno de los lugares con “mayor antigüedad e importancia por su densidad y pertenencia Q’eqchi’ se ubican en el área de la cuenca del lago de Izabal”. Además de Chapín Abajo, mencionan: Nueva Esperanza, Lancetillo, Chinebal, Río Zarquito, Pataxté, Chichipate, Setal y Selempin.“A nosotros no nos pertenece la tierra porque un documento lo diga o porque un ingeniero lo dijo, nos pertenece la tierra porque aquí murieron nuestros antepasados y aquí nacimos nosotros. Entonces la defendemos”, dijo Pedro Cuc

Alba María, mujer Maya Q’eqchi’ que fue detenida junto a su hijo de 14 años en el ataque a su comunidad el 6 de diciembre. Foto: Renata Bessi

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Foto: Renata Bessi

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Comunitarios en las tierras recuperadas. Foto: Renata Bessi

Niños que sobrevivieron al conflicto armado, hoy reclaman las tierras de sus ancestros

Mientras la abuela Juana gesticulaba para enseñarnos cómo sentía las balas que le pasaban por detrás de sus pies en el ataque del 6 de diciembre de 2022, se acordaba de situaciones de violencia que pasó en el mismo lugar, 40 años atrás, rememorando el Conflicto Armado Interno en Guatemala (1960-1996).

“Cómo es posible que en Guatemala estemos volviendo a los años 1980, cuando mataron muchos niños, niñas, ancianas, ancianos. Es eso lo que estamos viendo hoy, en estos días. Estas empresas no solo vienen a despojar nuestras tierras, sino que vienen a exterminar nuestra población como Maya Q’eqchi’, dice la señora.

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Pedro Cuc recuerda que el Conflicto Armado Interno se vivió por los mismos motivos que generan resistencia de los pueblos hoy. “Hace mucho tiempo, empresas de otros países como Alemania, España, de los Estados Unidos venían aquí a invertir en café, banano, algodón, ganadería. Desde ese entonces, ellos obtenían las tierras a fuerza bruta, desalojaban y se quedaban con los patrimonios de los pueblos originarios. Fue por eso que se hizo la insurgencia”, señala Pedro Cuc. 

Para el Estado de Guatemala, liderado por militares en aquel periodo, el enemigo pasó a ser toda la sociedad y se persiguió no sólo a los que estaban involucrados en la lucha armada, sino a todos quienes consideraban opositores a sus intereses, principalmente los económicos, y las comunidades indígenas y campesinas fueron blanco de esta represión. Utilizaba el Conflicto Armando Interno para justificar la política de “tierra arrasada”.

La Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), nombrada por las Naciones Unidas para recopilar información histórica del Conflicto Armado Interno, estima que el saldo al final del conflicto fue de 200 mil muertos, 45 mil desaparecidos y alrededor de 100 mil desplazados. Según la CEH, las fuerzas gubernamentales son responsables del 93% de la violencia del conflicto y los grupos guerrilleros del 3%.

Ocurrieron masacres de comunidades enteras, de indígenas y campesinos. “Hay comunidades que en verdad se exterminaron y hay comunidades que desalojaron porque los habitantes se fueron huyendo para las montañas por las masacres. O se iban para otros países, como México”, cuenta Pedro Cuc. 

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El caso de Chapín Abajo y la región del Valle de Polochic, de la cual hace parte la comunidad, no fue distinto. Pedro Choc, otra de las autoridades indígenas quien también es buscado por 50 mil quetzales como recompensa, hoy con 40 años, vivió con su padre en estas tierras hasta los ocho años, en la época del Conflicto Armado Interno. 

Pedro Choc, autoridad ancestral Maya Q’eqchi’. Foto Renata Bessi

Tuvo que salir de su comunidad, su padre fue asesinado. “Nosotros pudimos crecer. Nosotros somos los niños que logramos crecer en este tiempo. Mi padre fue masacrado cuando los militares protegían a las empresas en aquella época, igual como está hoy. Firmaron la paz, pero no sé para qué, porque no hay ningún cambio. Los militares de los tiempos anteriores son los que hoy prestan seguridad de las empresas, los policías. Los ubicamos”, cuenta al equipo de este reportaje.

Naturaceites pertenece al empresario guatemalteco Juan Maegli Müller. Este personaje tiene su origen de una familia suizo-alemana que llegó a Guatemala durante la Reforma Liberal, en el siglo XIX. 

Según la organización Entre Mundos, en un informe publicado en abril de 2022, la familia de este empresario es considerada “una de las más grandes terratenientes en la región. Participó en el partido Movimiento de Liberación Nacional (MLN), financiando paramilitares y en la campaña contrainsurgente represiva de 1970 y 1980”, durante el Conflicto Armado Interno.Por las masacres y por los desalojos, las tierras “quedaron vacías y libres para las empresas y para los finqueros establecer sus negocios”, sostiene Pedro Cuc. “A nosotros lo que nos tocó fue la palma y todas sus consecuencias en nuestro territorio. Lo que logramos recuperar hasta ahora fue este pequeño espacio”, refiriéndose a su comunidad

La guerra contra los mayas en el Valle Polochic

En 1964 varias comunidades asentadas durante décadas en la orilla del río Polochic se organizaron en torno al reclamo de títulos de propiedad al Instituto Nacional de Transformación Agraria (Inta), creado en octubre de 1962, de acuerdo con el informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico Guatemala Memoria del Silencio. Sin embargo, las tierras fueron adjudicadas a terratenientes.

En algunos casos los finqueros manipularon a las instituciones del Estado, como el Inta, para neutralizar los reclamos por tierras, afirma la Comisión en el informe. El Ejército apoyó a los finqueros para contener estas demandas, bajo la acusación de que los indígenas-campesinos eran “comunistas”.

Fue la demanda por la tierra, según documentó la Comisión, lo que generó la reacción violenta propiciada por las autoridades municipales, el Ejército y los finqueros de la zona, resultando en la “masacre de Panzós”, el 29 de mayo de 1978.

A partir de la masacre el Ejército, según el informe, inició en el Valle Polochic, donde se ubica Chapín Abajo, una represión selectiva contra los líderes comunitarios que reivindicaban tierras y contra sacerdotes mayas. De las personas desaparecidas y ejecutadas extrajudicialmente por los soldados, comisionados militares y patrulleros de la autodefensa civil, entre 1978 y 1982, la CEH registró 310 víctimas. 

A consecuencia de estos hechos, se veían a diario cadáveres de indígenas flotando en el río Polochic. Según registró la CEH, una persona, que trabajó en proyectos de desarrollo en el Valle Polochic entre 1978 y 1982, declaró: “Cada día, cuando iba a trabajar, me imaginaba que eran los mismos cadáveres que pasaban en el río, aunque sabía que no era posible, era demasiado fuerte darme cuenta que cada remolino traía nuevos muertos”.

Mujeres Maya Q’eqchi’. Foto Renata Bessi

“¿Las instituciones del Estado?”

Hoy no existe un proceso de regularización de los territorios de las comunidades en la región, tampoco un espacio de diálogo para estos temas. Lo que existe son regularizaciones bajo los intereses de la empresa. 

Un ejemplo, cita Tut, es la comunidad Manguito 1, que está a una hora de Chapín Abajo. La finca posee alrededor de 21 caballerías - caballería es un predio agrícola de 6 a 43 hectáreas - y, de esas 21 caballerías, la mitad la tiene Naturaceites con una plantación de palma. “Qué dice Naturaceites a la comunidad? Miren, no nos metamos a pelear. ‘Yo les facilito el título de propiedad de donde están ubicados ustedes y me dejan trabajar donde ya está la palma’. Como si fuera la dueña de las tierras”, cuestiona el indígena Tut.

Antes de la creación del Fondo de Tierras, que es la entidad que regula la tierra en Guatemala, creada en 1999 tras la finalización del conflicto armado interno, fruto de los Acuerdos de Paz, existía el Instituto Nacional de Transformación Agraria (Inta). “El Inta había dado acompañamiento a varias comunidades y estaban a punto de tener su certeza jurídica. Con la llegada de la palma todo este proceso se viene abajo”, dijo Tut. 

Ahora la situación se puso más complicada, explica él, porque el gobierno que asumió el poder el 20 de enero del 2020, quitó varias secretarías, como la Secretaría de Asuntos Agrarios, que “era la entidad más cercana de las comunidades para dialogar en temas relacionados con conflicto de tierras, como es el caso de la finca de Chapín Abajo”, señala Tut. 

El Fondo de Tierras solamente registra la tierra. La Secretaría de Asuntos Agrarios tenía la función de resolver el conflicto “antes que el proceso de regularización llegara al Fondo”, explica Tuit. 

La secretaría era también la institución de gobierno que había compilado información relacionada con las tierras y los conflictos que las involucraban en todo el país. Ahora, comenta el abogado Castro, es muy difícil tener acceso a estos documentos, por la desaparición de la secretaría “nos deja desarmados frente a los finqueros”, señala.

Otra de las instituciones creadas tras la firma de los acuerdos de paz fue el Registro de Información Catastral, pero “el registro solo declara que existen anomalías, y no entra en el saneamiento de la tierra”, agrega el asesor jurídico. 

La nueva gestión creó la Comisión Presidencial para la Paz. “Cuando la invocas para ir a hacer una mediación dice, ‘bueno, yo no tengo facultades para resolver conflictos agrarios’”, justifican, según el abogado Castro. 

El derecho indígena

Niños Maya Q’eqchi’ juegan en la comunidad de Chapín Abajo. Foto: Renata Bessi

En el país tampoco existe la figura de “tierras indígenas” o un marco legal que permita las “demarcaciones de tierras indígenas”. “Cuando el Fondo de Tierras busca la regularización de las tierras para pueblos indígenas, es todavía a través de la compra. Es necesario que el finquero quiera vender las tierras. El Estado subsidia, pero las comunidades tienen que pagar una parte”, explica Castro. En la actualidad es muy difícil que estas compras ocurran, resalta.

Para el abogado Castro, el derecho civil en Guatemala tampoco es suficiente para poder comprender la relación histórica que tienen los pueblos con sus tierras. “Lo que privilegia son los documentos. Y un finquero que tiene un documento dice esto es mío y está registrado, eso es suficiente para considerarse el dueño sin tomar en cuenta si la comunidad tenía 200 años de existir en estos territorios”, lamenta.

El abogado menciona que hace poco más de cinco años, la Corte de Constitucionalidad, el máximo tribunal en materia constitucional de Guatemala, dio fallos importantes a favor de los derechos de los pueblos. “La Corte reconoce que existen otras formas de propiedad que están reguladas en el artículo 67 constitucional y que otorgan derechos para las comunidades indígenas. Pero hubo un cambió de la Corte y todos esos avances que se tenía retrocedieron. Ahora la única vía que tenemos es acudir ante la Comisión Interamericana y después a la Corte Interamericana, pero claro, son trayectos mucho más largos”, cuenta el abogado cuyo bufete litiga en defensa de los derechos de los pueblos en distintas partes de Guatemala.

Una de las pocas herramientas jurídicas que existen en el país para intentar defender los territorios indígenas es la “acción de tutela o la acción de amparo”.

Este es un mecanismo para solucionar una cuestión urgente en casos donde los derechos humanos están siendo vulnerados, como en un desalojo. “Porque claro, cuando te despojan de tu tierra está en riesgo derechos básicos como la vivienda, la alimentación, la educación, la salud”, señala el abogado.

Delante de un desamparo institucional quedaría a las propias comunidades llevar a cabo procesos de investigación para develar las irregularidades en la forma que adquirió Naturaceites las tierras. “Sin embargo, difícilmente ellas logran recursos suficientes para producir estudios que puedan sostener un proceso de defensa de su tierra. Es muy difícil armar un juicio ordinario civil, es muy costoso, hay que hacer mediciones, investigaciones, estudios antropológicos”.

Las instituciones, tanto administrativas como judiciales, no son suficientes para resolver un conflicto agrario indígena que tiene más de 200 años. “Entonces abre camino para que el Estado y empresas puedan utilizar directamente la vía penal, lo que implica desalojos y órdenes de captura”, añade el abogado.

Desde los pueblos asumen no queda otra salida más que organizarse para resistir y sobrevivir a los desalojos y a las órdenes de captura, lamenta.

 

Palma avanza en los bosques. Foto: Aldo Santiago

La palma avanza sobre la reserva

Naturaceites dice en sus informes de sostenibilidad que sus plantaciones de palma están entre dos áreas protegidas, la Reserva de Biosfera Sierra de las Minas, de 242 mil 642 hectáreas, reconocidas por la Unesco, y el Refugio de Vida Silvestre Bocas del Polochic, de 20 mil 760 hectáreas, un humedal reconocido internacionalmente por la convención Ramsar - convención que busca proteger los humedales de importancia internacional, especialmente como hábitat de aves acuáticas.

Tanto las comunidades indígenas, así como órganos ambientales del gobierno y diversas investigaciones, han comprobado que la palma también avanza sobre las reservas ambientales.

La cuarta Actualización del Plan Maestro de la Reserva de la Biosfera Sierra de las Minas menciona que, según recomendaciones del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), se considera al cultivo de palma africana como una amenaza potencial a la reserva. “El crecimiento de las actividades agroindustriales se realiza a expensas de áreas boscosas en muchos casos sin ninguna planificación más que la necesidad de terrenos para sembrar o producir materia prima para las industrias”.

Otro documento, Riesgos de la Agroindustria de la Palma Africana para las Áreas Protegidas y Diversidad Biológica en Guatemala, del Conap, alerta que la expansión del cultivo de palma africana avanza aceleradamente en áreas protegidas. La Reserva de Biosfera Sierra de las Minas es una de las áreas citadas por el órgano ambiental. Un estudio de la bióloga Heidy Amely García de la Vega titulado Dinámica del uso del suelo asociado al cultivo de palma africana (Elaeis guineensis Jacq.) durante el periodo 1995-2017 en el Valle del Polochic, realizado en la Universidad de San Carlos de Guatemala, determinó que, hasta 2017, el área cubierta con plantaciones de palma africana en el Valle de Polochic es de 8 mil 696 hectáreas. Un total de 1,477.2 ha (17%) se encuentra dentro de áreas protegidas (1,477 ha en la Reserva de Biosfera Sierra de las Minas y 0.2 ha en el Refugio de Vida Silvestre Bocas del Polochic).

Fuente: Investigación Dinámica del uso del suelo asociado al cultivo de palma africana (Elaeis guineensis Jacq.) durante el periodo 1995-2017 en el Valle del Polochic, de Heidy Amely García de la Vega 

El Plan Maestro de la Reserva de la Biosfera Sierra de las Minas establece cuatro tipos de zonificación. En las zonas núcleo, de usos múltiples y de recuperación, “no se permitirá la introducción de nuevos cultivos intensivos de flora exótica tanto de especies forestales como no forestales”. 

En la zona de amortiguamiento, “para la introducción de nuevos cultivos intensivos se deberá contar con la autorización de la Secretaria Ejecutiva del Consejo Nacional de Áreas Protegidas, con base a criterios científicos que demuestren que no interfieren en los procesos ecológicos para los cuales fue creado el área”.

“La palma, como una planta exótica, necesita estudios de impacto ambiental. Ninguna plantación de palma aceitera en Guatemala tiene estos estudios”, señala el abogado del Bufete para los Pueblos Indígenas.

Naturaceites sostiene que desde 2015 tiene una política de “cero deforestación”, mismo periodo en que fue aprobada la certificación de la RSPO. 

Para “compensar” la deforestación que ha provocado, la empresa informa que aportará por 25 años a la financiación del proyecto Perú-Peruito, que abarca una zona forestal de 9 mil 400 hectáreas en el sur del Parque Nacional Laguna del Tigre, parte de la Reserva de la Biosfera Maya, en el cual participa la organización internacional Wildlife Conservation Society (WCS) y el Consejo Nacional para las Áreas Protegidas (Conap).

Palma africana ha avanzado hacia los límites de la reserva Sierra de Las Minas. Foto Aldo Santiago

Doble expulsión

Si en la parte más plana del sur del Lago de Izabal, al pie de la Sierra de las Minas, las tierras fueron tomadas por la palma de Naturaceites, quedaría la región más montañosa para una posible ocupación de las comunidades. Pero tampoco son zonas que pueden ser ocupadas porque fueron declaradas pertenecientes a la Reserva Sierra de las Minas en 1990, mismo año que empieza a ser controlada y gestionada por la Fundación Defensoras de la Naturaleza (FDN).

La connivencia de la FDN con las plantaciones de palma, no se aplica cuando se trata de la necesidad de subsistencia de las comunidades. “Cuando intentan entrar en la reserva son desalojados. No pueden regresar a sus tierras porque están tomadas por palma, pero tampoco pueden ir a vivir en las montañas porque están protegidas por organizaciones que no permiten la presencia de gente. Entonces no tienen para donde ir los pueblos de este lugar”, sostiene Castro. 

Si alguien quiere sembrar milpa, frijol, “tiene que poner su semilla en una zona de riesgo, en zonas vulnerables para el cultivo, mientras que los terratenientes están establecidos en los lugares más fértiles”, señala el indígena Pedro Cuc.

Además, son áreas controladas, “existe mucha vigilancia, casi nadie puede entrar”, advierte Erwin Tut. En 2020, por ejemplo, “la comunidad Guaritas, aislada por palma, intentó recuperar tierras que les pertenecía dentro de la reserva. Defensores de la Naturaleza pidió el desalojo y los sacó”, comenta Tut.

Naturaceites y Fundación Defensores de la Naturaleza poseen convenios en diversos proyectos de conservación. Uno de ellos es el programa de identificación y monitoreo de la diversidad en la Sierra de las Minas y Lago de Izabal. 

Se identificó seis áreas consideradas de Alto Valor de Conservación (AVC), con “un valor biológico, ecológico, social o cultural excepcionalmente significativo o de importancia crítica”, según sus informes. Todas ellas en áreas públicas, en las reservas.

Con base al estudio “hemos definido e implementado cinco programas de protección de áreas AVC”. La “protección” de áreas consideradas de Alto Valor de Conservación es uno de los puntos necesarios para lograr y mantener la certificación RSPO. 

El equipo de RSPO contestó a preguntas enviadas por Avispa Mídia, por correo electrónico, en marzo de este año, en el cual explica la importancia de las áreas de AVC para la certificación: “La certificación RSPO requiere evaluaciones de Alto Valor de Conservación y el Enfoque de Altas Reservas de Carbono para identificar, proteger y conservar los bosques y las áreas de importancia para la biodiversidad, los recursos hídricos y los ecosistemas (...)”. 

Es decir, la empresa utiliza bosques en tierras públicas para mantener la certificación, necesaria para que tenga acceso a los mercados europeos y norteamericanos, mientras se dificulta el acceso a las comunidades a estos mismos bosques.

¿Defensores de la Naturaleza?

En su sitio oficial, la Fundación Defensores de la Naturaleza es muy emotiva al explicar los inicios de la organización: “Tras conocerse, Thor Janson y Magaly Rey Rosa descubrieron un amor mutuo hacia el mundo natural que eventualmente los llevó a unir fuerzas en 1983 y trabajar juntos para defender la naturaleza y trasladar la filosofía ‘verde’ a la sociedad guatemalteca”.

Una de las personas que ayudó a “establecer los cimientos de la Fundación” fue Luis Movil, gerente general de Esso/Exxon de Centroamérica en la época, “quien brindó el financiamiento necesario para producir los primeros documentos oficiales” de la organización.

Hoy sus aliados son: la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, en sus siglas en inglés), el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos USFish, en sus siglas en inglés), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Unión Europea, y las organizaciones conservacionistas, Rainforest Alliance, WWF, The Nature Conservancy.

En un documento de 2021, la USAID, presente en la región con diversos proyectos de conservación, subraya lo “importante que ha sido el establecimiento de alianzas para el desarrollo de estrategias de conservación de la reserva con organizaciones ambientalistas nacionales e internacionales y el sector privado, que incluso facilitó que la Fundación Defensores de la Naturaleza adquiriera propiedades en la zona núcleo”.

Mujeres Maya Q’eqchi’s en la siembra de milpa en la recuperación de tierras ancestrales. Foto: Renata Bessi

Responsabilidad con generaciones pasadas y futuras

La vista cansada de la palma, que se dibuja en el infinito, se complace en un rincón detrás de la comunidad. Ahí, troncos de palma se ven perdidos entre la siembra de maíz, arroz, frijol, plátano, y diversidad de plantas frutales. Los niños juegan, subiendo y bajando de los troncos que tienen al menos 25 años de existir. 

En este lugar los comunitarios de Chapín Abajo empezaron, hace un poco más de un año, la recuperación de tierras a pesar de todo el peso de los dos destacamentos militares que los vigilan todo el tiempo. 

Para eso hay una fuerte organización comunitaria para talar la palma. “Bien organizados, podemos tirar 400 palmas por día”, dicen los comunitarios mientras acompañaban el equipo de este reportaje a un recorrido a las tierras ocupadas.

“Cuando yo nací aquí, era una comunidad amplia. Hoy se ve muy reducida por el tiempo del conflicto. Muchos se fueron a refundir en las montañas. Decían que eran guerrilleros en este tiempo, pero no eran, eran campesinos, agricultores. Todas esas tierras la empresa las invadió. Entonces ese es nuestro coraje, volvemos a recuperarlas nuevamente”, dice Pedro Choc.

Tener la tierra y cultivarla no es solamente un derecho, es una responsabilidad, señala Mariano Choc Bol, cuyos padres también fueron asesinados en estas tierras en el Conflicto Armado Interno. “Tenemos que ponernos de pie y quitarles lo que a nuestros antepasados les quitaron. Tenemos esta responsabilidad con nuestros padres y con nuestros hijos”.

Los Maya Q’eqchi’ de Chapín Abajo avisan que el proceso de recuperación de las tierras continúa, “es un trabajo difícil, pero no imposible”, dice Pedro Cuc. El objetivo, según él, es lograr la soberanía alimentaria y la autonomía como pueblo. “La idea que nosotros llevamos con nuestra organización es ser independientes, nunca pedir trabajo a ellos. Acceder a la tierra estén o no estén de acuerdo. Vamos a recuperar esas tierras a costa de lo que sea. Si un día pues llegamos a pagar esa factura con nuestras vidas, hay jóvenes, hay niños, mujeres, padres jóvenes que están en la lucha. Seguirán trabajando hasta llegar a obtener lo que nos pertenece como pueblos. Esta lucha no se piensa abandonar mientras haya vida”, dice Pedro Cuc.

Tierras recuperadas en la comunidad de Chapín Abajo. Fotos: Renata Bessi, Aldo Santiago y Santiago Navarro F

Pese a represión, continúan protestas masivas contra minería de cobre y oro en Panamá

Protestas contra la minería en Panamá. Foto: Radio Temblor.

Las manifestaciones ininterrumpidas contra la aprobación de la explotación minera más grande de Centroamérica no cesan. Foto: Radio Temblor

A punto de cumplir un mes, y a pesar de la represión estatal, la sociedad panameña mantiene movilizaciones ininterrumpidas en todo el país, en rechazo a la aprobación de la Ley 406, la cual aprueba el contrato de concesión a la mina Cobre Panamá, la explotación a cielo abierto de cobre y oro más grande de Centroamérica.

Desde el pasado 23 de octubre, organizaciones sociales, sindicatos, profesores y habitantes en general se manifiestan en contra del contrato, ratificado por el presidente Laurentino Cortizo y Minera Panamá, subsidiaria de la empresa canadiense First Quantum Minerals (FQM), el cual le otorga la concesión, por 20 años prorrogables, para explotar casi 13 mil hectáreas en Coclé del Norte, provincia de Colón, donde devastaría bosques tropicales que hacen parte del Corredor Biológico Mesoaméricano.

Medios locales reportan que, hasta el pasado fin de semana, se ha registrado la detención de más de 1,000 personas participantes de las protestas. Entre ellos, destacan, se encuentran 134 menores de edad. Según reportes oficiales, los detenidos son acusados de vandalismo, daños a la propiedad y otras faltas administrativas.

Contrato minero

La concesión minera tiene una historia que data de la década de los 90s del siglo pasado. Para 1991, se registró la concesión para exploración de posibles yacimientos de oro y cobre, y para 1997 se aprobó, por parte de la Asamblea Nacional, el contrato ley para la explotación minera, el cual posee rango constitucional. En el año 2005 el gobierno panameño respaldó la construcción de infraestructura y para 2009 dio luz verde al inicio de la explotación comercial de la mina por parte de la entonces denominada Minera Petaquilla (también de origen canadiense).

El contrato para la explotación establecía la posibilidad de solicitar prórrogas por 20 años, siempre y cuando la solicitud fuese presentada ante el Ministerio de Comercio e Industrias 120 días antes o 120 días después del término de cada periodo. Para el 30 de diciembre de 2016 la minera tramitó dicha prórroga, tras el paso de la fase de exploración y después de cinco años de la construcción de la mina Cobre Panamá.

No obstante, en 2017, la Corte Suprema de Justicia de Panamá (CSJ) declaró inconstitucional el primer contrato de 1997, atendiendo a un reclamo presentado, desde 2009, por el Centro de Incidencia Ambiental de Panamá (CIAM), organización que argumentaba la anulación de la actividad minera para prevenir el daño en los ecosistemas del norte del país centroamericano.

Corredor Biológico Mesoamericano es deforestado por la minería. Foto: CIAM.

Minera Petaquilla cambió su nombre a Minera Panamá y, en febrero de 2017, obtuvo la prórroga hasta el año 2037. CIAM reclamó que el fallo de la CSJ anulaba dicho contrato; por su parte, la minera señaló que la resolución judicial no afectaría su proyecto de una inversión de más de 10 millones de dólares. Sin embargo, para operar la mina aceptó negociar un nuevo pacto, esta vez con el actual presidente, Laurentino Cortizo, quien con el respaldo del legislativo ratificó en octubre pasado el contrato mediante la Ley 406.

Rechazo
La reacción de distintas organizaciones, como la Central General de Trabajadores de Panamá, la Asociación de Profesores de la República, ambientalistas, pueblos indígenas, campesinos y estudiantes ha sido masiva y la represión estatal, acusan, ha sido desmedida.

Las protestas se mantienen a la expectativa de que la Corte Suprema de Justicia se pronuncie sobre la demanda de inconstitucionalidad de dicha ley. Para noviembre, las movilizaciones han ido en aumento para exigir que el presidente llame a sesiones extraordinarias de la Asamblea de Diputados y presente la derogatoria de la Ley 406.

De acuerdo con medios locales, además de los cierres de vías en la capital panameña, se registran manifestaciones en las provincias de Veraguas, Chiriquí y Colón. En algunos puntos se registran bloqueos que impiden la circulación de mercancías y combustibles, sobre todo en la frontera con Costa Rica.

Bloqueo de manifestantes contra la mineria de cobre en Panama. Foto: Radio Temblor

El medio alternativo Radio Temblor señala la participación de los pueblos originarios, quienes mantienen barricadas en la comarca Ngäbe Buglé, “ya que no hay respuesta por el gobierno para derogar dicha ley”. También destaca que, pese a los bloqueos, se permite el tránsito de vehículos con medicamentos, alimentos y ambulancias.

“En la provincia de Coclé las acciones se concentran en la cercanía a la entrada de la minera, así como las acciones de pescadores en el muelle del proyecto minero en Punta Rincón. Así también las protestas no cesan en la provincia de Colón, Darién, Los Santos y Herrera como en áreas indígenas de Guna Yala, Nasos y Emberá”, remarca el medio libre.

Asesinatos

Durante las movilizaciones masivas se registra un saldo de cuatro muertos.

El 26 de octubre, Agustín Rodríguez Morales, de 49 años, falleció tras ser atropellado cuando protestaba en la comunidad de Los Viveros, provincia de Colón. Para el 1 de noviembre, Tomas Milton Cedeño, educador de la comarca Ngäbe Bugle y originario de la provincia de Chiriquí, fue atropellado en las manifestaciones realizadas en Horconcitos.

En la jornada de bloqueos realizada el martes 7 de noviembre, en la provincia de Panamá, Kenneth Darlington, panameño de origen estadounidense, asesinó con arma de fuego a Abdiel Díaz Chávez e Iván Rodriguez Mendoza. El homicida, de 77 años, se mantiene recluido en espera de su proceso judicial.

Kenneth Darlington, panameño de origen estadounidense, asesino a dos manifestantes el 7 de noviembre

El 9 de noviembre, las manifestaciones reclamaron justicia por los asesinatos. “Panamá, ahora más que nunca, debes estar más unido porque no podemos permitir más que se esté derramando sangre en este país para defender a una transnacional (…) la culpa no es de los cierres”, declaró Luis Arturo Sánchez, de la Asociación de Educadores Veragüenses.

Derogación

Tras las masivas movilizaciones, el presidente Cortizo presentó la Ley 407 para decretar la prohibición de nuevas concesiones mineras. Sin embargo, las manifestaciones exigen la derogatoria del contrato a Minera Panamá.

Por su parte, desde el pasado 8 de noviembre, el Ministerio de Comercio e Industrias (MICI) anunció que se encuentra en proceso de revisión de todas las solicitudes nuevas, de renovación y de prórroga para exploración y/o extracción de metales para cumplir con la Ley 407.

Sin embargo, expertos señalan que este decreto mantiene vigentes 15 concesiones y deja a la expectativa más de 100 solicitudes existentes. De acuerdo al MICI, todas estas solicitudes deben ser archivadas en un periodo de tres meses desde la promulgación de la ley, acontecida el 3 de noviembre.

El Centro de Incidencia Ambiental detalló que existen 103 solicitudes de exploración que deben ser archivadas, a mas tardar febrero del 2024, para cumplir con la nueva ley.

No obstante, según el CIAM, aún existen 15 concesiones entregadas; de ellas, cuatro están vencidas y siete de ellas están esperando una prórroga, por lo que también quedarían excluidas.

De las cuatro concesiones restantes, dos son propiedad de Veragold, ubicadas en la provincia de Veraguas. En esta región, de acuerdo a la Ley que protege la Cuenca del Río Santa María, se prohíbe la minería, por lo que no se podría iniciar la extracción. También se encuentra la concesión de Minera Petaquilla, respaldad por la Ley 9 de 1997, declarada inconstitucional.

La única concesión que quedaría vigente es la de Minera Panamá, recién legalizada con la ley 406 y que acumula más de 8 demandas de inconstitucionalidad en la Corte Suprema.

Comunidad Maya de Ixil logra medida provisional que reconoce el derecho a sus tierras

Defensores y Protectores del Futuro de IXIL

La comunidad maya de Ixil, en el estado de Yucatán, obtuvo en la justicia la suspensión provisional, dictada por el Juzgado Primero de Distrito de Yucatán, que deja sin efecto una orden de la Fiscalía General del Estado, implementada el 17 de agosto mediante un violento operativo de la Secretaría de Seguridad Pública, que resultó en el cierre de cientos de hectáreas de tierras comunitarias que cultivan familias indígenas y campesinas.

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De acuerdo a un comunicado de prensa de la comunidad, miembros de las familias Abimerhi y Millet, con vínculos políticos y personales con el gobernador Mauricio Vila Dosal y con el titular de la Secretaría de Seguridad Pública, Luis Felipe Saidén Ojeda, han intentado apropiarse de estas tierras comunitarias desde agosto de 2022.

La orden de la Fiscalía, emitida en el marco de una “supuesta investigación de la cual la comunidad no tiene conocimiento, está siendo utilizada para despojar a la comunidad”, sostienen. Las familias “están marcando lotes en las tierras comunitarias para avanzar en la planeación de un megaproyecto inmobiliario”.

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La orden emitida por la Fiscalía impidió la ampliación de un sistema colectivo de riego fotovoltaico planeado en el marco de un proyecto de investigación financiado por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT), dado que su implementación estaba planeada para los meses de septiembre y octubre, informan.

En el ámbito del proyecto ya existen tres sistemas de riego colectivo fotovoltaico instalados, además de otras acciones implementadas con grupos de productores de hortalizas y de mujeres y jóvenes que comparten el uso de un vivero tecnificado. “Todas estas instalaciones se encuentran en las tierras aseguradas por la Fiscalía, de las que pretenden apropiarse las familias Abimerhi y Millet”, señalan.

Además, informan que la Secretaría de Seguridad Pública mantiene hasta la fecha unidades de manera permanente en las tierras de Ixil para impedir que la comunidad retire los alambres de púas que impiden el acceso con vehículos a caminos cosecheros y tierras de cultivo. “Esto dificulta la producción agrícola en el área asegurada, al tener que transportar a pie tanto las herramientas de trabajo como los productos agrícolas de Ixil que venden diariamente en el mercado local y de Mérida”.

La suspensión provisional ordena a las autoridades responsables que “giren las instrucciones pertinentes a fin de que se permita acceso a los pobladores a dicho territorio que poseen”. De manera que la comunidad de Ixil podrá nuevamente abrir los caminos cosecheros para acceder sin restricciones a las tierras de cultivo y a los proyectos comunitarios que se ejecutan en su territorio.

La Asamblea Comunitaria de Ixil hace un llamado al Poder Judicial de la Federación para que en sus resoluciones aplique los estándares que en materia de protección de Pueblos Indígenas y territorio han emitido tanto los tribunales nacionales como los internacionales, “implementando también las medidas y criterios que consideren la situación de discriminación, exclusión y asimetría que vive la comunidad de Ixil, como integrante del Pueblo maya”.

Militarización, ecocidio y división comunitaria deja a su paso tren maya en Campeche

En portada: El ejido Paraíso Nuevo está dividido por el paso de vías férreas. Con las obras del tren maya, la separación de la comunidad se acentúa. Foto: Santiago Navarro F.

Perla Rubí Garduza Pablo, ama de casa del ejido Paraíso Nuevo, Campeche, suspira tras la pregunta: ¿Qué opina de la declaración del presidente sobre que no se iba a tirar un solo árbol? El cielo nublado sobre nosotros, ruge, anticipando la lluvia y su respuesta: “¡Es mentira! A nosotros nos han dañado la flora, fauna y nuestra vida”, exclama molesta por el paso del tren maya por su comunidad.

La devastación que atestiguan en el ejido Paraíso Nuevo se repite a lo largo de otros territorios. De acuerdo a un análisis de imágenes satelitales realizado por CartoCrítica, para junio de 2023 se han deforestado 6,659 hectáreas en la península de Yucatán por la construcción del tren maya. CartoCrítica enfatizó que, de esta área, 5,769 hectáreas fueron desmontadas ignorando la legislación ambiental pues no se promovieron ni autorizaron cambios de uso de suelo a través de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). 

Tala de árboles en los alrededores del ejido Paraíso Nuevo. Foto: Santiago Navarro F.

Rubí reclama por el incumplimiento de las promesas hechas por funcionarios de otorgar beneficios a la población para que aceptara el tren. Sostiene que los estragos por las obras del megaproyecto son palpables en la cotidianidad de esta población, al sur de Campeche. 

Un equipo de Avispa Mídia visitó el ejido Paraíso Nuevo, correspondiente al tramo 1 del tren. Los pobladores refieren que las consecuencias negativas del megaproyecto no son cosa del futuro, sino algo que han vivido desde hace tres años, cuando en plena pandemia de la Covid-19, inició la construcción.

Las vías férreas atraviesan el ejido de Paraíso Nuevo, dividiendo el pueblo en dos. Foto: Santiago Navarro F.

Joel Jiménez es uno de los 300 habitantes de este ejido, ubicado a 14 kilómetros de la ciudad de Candelaria, donde se construye una estación del tren. De ocupaciones talabartero y pastor evangélico, él fue una de las personas que inició los reclamos ante los perjuicios desde el inicio de las obras. 

“En ese tiempo estuvieron tirando cal, toda la gente salió enferma de las vías respiratorias. Habían ancianitos que los sacaron de urgencias. Se juntó lo del Covid con lo del tren, eran tiempos que ya no sabías ni qué hacer”, complementa Rubí. 

“Según la información que se daba, era un proyecto de mucho progreso”, rememora el pastor. Sin embargo, afirma que la afectación a su comunidad y la naturaleza es a gran escala y enlista: la pérdida de miles de árboles maderables, desaparición de fauna, así como el engaño sobre ofertas de trabajo para los jóvenes de la localidad. 

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A este escenario se suma la militarización de la comunidad. Como si escoltaran las vías férreas, elementos del ejército mexicano y la Guardia Nacional (GN) irrumpen en la dinámica comunitaria. “Están aquí en el pueblo, ellos vigilan que nadie se ponga en la vía”, asevera el pastor, quien detalla que permanecen desde enero del 2023 tras el desalojo violento de las y los pobladores que mantenían un plantón en el sitio de las obras del tren.

Habitantes de Paraíso Nuevo durante el primer bloqueo de las obras del tren en 2021.

División                                 

Para los pobladores de Paraíso Nuevo, el principal problema es que al pueblo lo divide las vías del tren. “Nos dividieron”, sentencia Rubí, pero su descripción no se limita a la cuestión social. Las obras del tren maya acentuaron la separación de la comunidad, dificultando el libre tránsito de sus pobladores, acostumbrados a cruzar a pie por las vías férreas que ya existen en el pueblo y que los comunitarios atraviesan para asistir a las escuelas, consultar médicos y obtener insumos básicos.

Mientras el paso del tren maya será por medio de un terraplén, de acuerdo a los habitantes de Paraíso, el cruce por las vías ya existentes será restringido por una valla cuando comience las operaciones del megaproyecto.

Por esta razón, sus habitantes demandaron la construcción de tres puentes para asegurar el cruce de todos los habitantes, pues de acuerdo a su ubicación, muchos tendrán que desplazarse hasta un kilómetro para atravesar el poblado. Pese a las promesas iniciales, solo fue construido un puente elevado, de casi tres metros, que no contempla las peticiones de los pobladores y por donde además circularán automóviles. “Aquí tenemos personas en silla de ruedas, ancianos, niños. El presidente no se está poniendo a ver las perjudicaciones que nos están haciendo a nosotros como pueblo”, sostiene Rubí.

El pastor menciona que, en reiteradas ocasiones, solicitaron a los responsables de la construcción los puentes para la seguridad de la comunidad. Para justificar la no construcción de los puentes demandados, “un ingeniero se atrevía a decirme, ‘es por causa de dinero, un puente por toda la vía nos sale en 50 millones de pesos, y así, transversal, nos sale en 20 millones’, o sea, ¿ellos se quieren ahorrar 30 millones de pesos a costilla del pueblo?”, reclama Jiménez.

Las estrategias

Acorde a Rubí, fueron varias las estrategias que funcionarios del gobierno utilizaron para la imposición del megaproyecto. Una de ellas, repetida en lugares como Candelaria, en Campeche y Bacalar, Quintana Roo, donde no se consultó a la población, fue negociar la autorización para las obras exclusivamente con los ejidatarios, pese a que su presencia en Paraíso Nuevo es casi nula.

“Los ejidatarios que viven aquí son cinco. La mayoría vive en Candelaria, en Ciudad del Carmen, en Campeche. Eso era lo que la población peleaba, a ellos se les pagó cuando no tenían por qué, pues no les perjudicaba”, contextualiza Rubí debido a que los ejidatarios recibieron un pago por indemnización por su permiso para las obras.

Ella cuenta que los pobladores, sorprendidos, se molestaron cuando vieron entrar la maquinaria pesada tras el acuerdo entre el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) y los ejidatarios. Su primera reacción fue enviar escritos a las autoridades locales para exigir beneficios en su comunidad a cambio de otorgar el permiso para las obras. 

El pastor señala que siempre expresaron su inconformidad a las autoridades y funcionarios sobre el perjuicio ante la restricción de su movilidad. Incluso enviaron una comisión a la ciudad de México para exigir la atención a sus demandas, pero no hubo respuesta. Por esta razón, la población se movilizó para realizar un plantón y detener las obras. 

Tramo 1

Las obras de este tramo, cuyo contrato asciende a más de 13 mil 394 millones de pesos, están a cargo del Consorcio LAMAT Tramo 1, un grupo empresarial que incluye a Mota-Engil México, China Communications Construction Company LTD, Grupo Cosh y Eyasa y Gavil Ingeniería.

Aspectos de la obra en el tramo 1 del tren maya. Foto: Aldo Santiago

La filial mexicana de la portuguesa Mota-Engil ha sido señalada reiteradas veces por anomalías en los contratos con el gobierno federal, principalmente con la Secretaría de Comunicaciones y Transportes en el sexenio de Enrique Peña Nieto. La Auditoría Superior de la Federación reportó irregularidades en obras carreteras; gastos no previstos en Guanajuato, pagos indebidos en Colima, así como gastos no justificados en el tramo Coatzacoalcos-Villahermosa, en Tabasco.

A pesar de su historial, en el periodo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), además del contrato con Fonatur, cuenta con otros convenios con el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, así como con la Secretaría de Marina; esta última dependencia le adjudicó de manera directa un contrato por más de 11 mil millones de pesos para la rehabilitación de 310 kilómetros de las vías férreas entre Coatzacoalcos y Palenque, tramo que articulará el tren maya con el corredor interoceánico en el Istmo de Tehuantepec.

Otro punto sensible para las obras en este tramo está relacionado con la afectación a la biodiversidad de la región. De acuerdo al Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, mediante análisis a la Manifestación de Impacto Ambiental Modalidad Regional (MIA-R) del Tren Maya Fase 1, en esta región se contempla la remoción de más de 11 mil especies forestales, “dos especies están clasificadas en peligro de extinción, cinco están amenazadas y una está sujeta a protección especial”.

Plantones

“En 2021, 130 personas nos unimos para hacer un plantón aquí en la comunidad”, relata el pastor. Después de tres meses de bloqueo de las obras, el ex director general de Fonatur, Javier May Rodríguez, visitó a los habitantes de Paraíso Nuevo.

Javier May, ex titular de Fonatur, durante inspeccion de obras a inicios del 2023.

“No es posible que pase un tren que vale millones de pesos por un pueblo que esté marginado y sin calles”, recuerda Jiménez sobre los argumentos lanzados al funcionario federal. Frente a 200 pobladores, el ex titular de Fonatur se comprometió a una serie de beneficios: pavimentar calles, entregar paneles solares, antenas de internet y mejoramientos para el centro de salud. Incluso prometió un programa de vivienda, dividido en tres etapas, cuya última nunca se cumplió.

Tras esta omisión, 24 familias quedaron sin el beneficio en vivienda. En ese momento, los funcionarios de Fonatur, José Luis García Vela, gerente de infraestructura, y Mario Alberto Cárdenas Vera, analista, se negaron a cumplir lo prometido por May. “De ahí vino la idea de volver a cerrar el tramo, en noviembre 2022”, señalan los habitantes de Paraíso Nuevo.

Pasaron dos meses y no hubo diálogo. Los pobladores del ejido denuncian que los funcionarios de Fonatur solo aparecían para presionar y amenazar a las personas movilizadas. “El 9 de enero del 2023 la Guardia Nacional, agentes de ministeriales, de la Fiscalía, Policía del Estado, militares vinieron a desalojar la gente”, recuerda el pastor sobre el operativo durante el cual fue detenido y acusado por delincuencia organizada.

“Nosotros estuvimos bajo medidas cautelares”, reclama Jiménez, quien mantiene el proceso legal en libertad debido a que Fonatur no presentó pruebas para sostener su denuncia.

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“Nos acusaban de delincuencia organizada, nos acusaban de robo en pandilla. Soy un pastor evangélico que me dedico a predicar de Jesucristo y lejos de motivar a la gente que hagan delincuencia los aconsejo que hagan bien las cosas”, contradice el pastor sobre los cargos que le fueron imputados por su participación en las protestas.

Por su parte, Rubí lamenta que la división del pueblo también se manifieste en el tejido comunitario. Ella recuerda que, durante los plantones, la mayoría del pueblo estaba unida, pero una vez comenzaron a repartir beneficios, “la gente a la que ya le habían dado, se apartó y se unió a ellos, ahí nos dividieron en gran manera. En las reuniones de agua potable, de la luz o cualquier otra referente al pueblo, sigue habiendo esas fricciones”, detalla.

El pastor enfatiza que desde el momento de su detención el personal militar, del ejército y de la Guardia Nacional se asentó en la comunidad. “Ellos vigilan que nadie se ponga en la vía”, denuncia.       

Rubí es una de las mujeres de Paraíso Nuevo que alzan la voz contra la militarización de los espacios públicos en su comunidad. Según sus relatos, elementos del ejército y GN que permanecen en el parque y las canchas de la comunidad, utilizan drogas y alcohol. Pese a las denuncias, reclama que sus superiores han relevado algunos elementos, quienes tras su llegada repiten las mismas conductas.

Militares al mando

El lunes 4 de septiembre, durante la conferencia matutina del presidente, se anunció la transferencia del control de la empresa Tren Maya Sociedad Anónima de Capital Variable (Tren Maya S.A de C.V.) a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). También fue anunciado que el general Óscar David Lozano Águila pasaría a ser su director general. Esto ocurrió tras la renuncia de Javier May, titular del Fonatur, dependencia que hasta ese momento coordinaba las obras.

Desde febrero de 2023, Lozano, general del Estado Mayor, había anunciado las acciones para la constitución de la empresa de participación estatal mayoritaria Tren Maya S.A de C.V., con la intención de cumplir con la promesa del presidente, quien desde diciembre del 2020 comunicó su decisión de que el megaproyecto fuera administrado y operado por la Sedena. “[El general Lozano] ahora lo hará formalmente por decisión del secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval”, declaró AMLO en septiembre, además de anunciar la firma de un decreto para concretar la transferencia del megaproyecto a la Sedena, a mas tardar el 31 de diciembre del 2023.

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Carga

Para la conferencia del 25 de septiembre, el general Lozano reportó la conclusión de trabajos en 185 kilómetros, de un total de 226, que integran el tramo 1 que transita de Palenque, en Chiapas hasta Escárcega, en Campeche. 

El militar resaltó que, en este tramo, se considera la construcción de dos instalaciones importantes para el sistema de carga del tren. “La primera de ellas es la terminal de intercambio que se construirá a partir del próximo año en Palenque y que permitirá conectar al Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (que administra la Secretaría de Marina) con la asignación ferroviaria del Tren Maya”, enfatizó el militar.

Además, añadió que en Escárcega se construyó un patio de operaciones para “lograr capacidades de transportar combustible, cemento, acero, granos, perecederos, inclusive vehículos, entre otros de los artículos que se van a transportar a través del sistema ferroviario del tren”.

De acuerdo con información de inicios del 2023, proveída por el general Lozano, la infraestructura del tren maya “nos va a permitir dar servicio a los principales clientes para transportar cargas desde los productos de Petróleos Mexicanos, que prácticamente Pemex será el principal cliente del Tren Maya, porque transportaremos hasta un 80 por ciento de nuestra capacidad con Pemex”.

“No es lo que dice la televisión, ni el gobierno”, reflexiona el pastor sobre quienes serán beneficiados con el megaproyecto. “Que el gobierno mire con otros ojos al sureste, no con esos ojos ambiciosos de ganancias multimillonarias, hicieron un proyecto que no es ni de nosotros”, reclama mientras espera la resolución de su proceso penal por protestar contra el megaproyecto estrella del sureste mexicano.

Primer viaje

Durante el primer fin de semana de septiembre de 2023, decenas de medios encumbraron el arranque del primer recorrido del tren maya entre los tramos 2,3 y 4. En un viaje de supervisión, encabezado por AMLO, el primer vagón se trasladó desde la estación San Francisco, en Campeche, con dirección hacia distintos paraderos y estaciones entre los estados de Yucatán y Quintana Roo.

Según Maite Ramos Gómez, directora de Alstom México, empresa encargada de fabricar y entregar 42 trenes para el megaproyecto, la primera unidad del tren maya superó con éxito la prueba al recorrer mil kilómetros a través de 14 estaciones. Ramos también informó que el modelo de tren utilizado emplea diésel, contrastando con el discurso oficial que asegura que la energía para mover el tren será eléctrica.

Acorde a los funcionarios, la inauguración del megaproyecto está prevista para el 21 de diciembre del 2023. En total,recorrerá 1,545 kilómetros a través de los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.

AMLO acompañado de funcionarios federales y locales durante el primer recorrido de prueba del tren. Septiembre, 2023.

Además de AMLO, mandos militares y funcionarios del gabinete como la titular de Semarnat, Maria Luisa Albores, estuvieron presentes para celebrar el primer recorrido del tren.

Criminalizan a voluntarios de Centro Agroecológico en la UNAM

El Centro Agroecológico Tlacuache Fantasía es un espacio que forma parte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en ciudad de México (CDMX), ubicado justo frente al Metro Universidad. Es un espacio donde antes había grandes cantidades de basura y ratas. Desde 2013, diversos voluntarios lo han recuperado. Pero hoy están siendo criminalizados por las autoridades de la universidad y del gobierno de CDMX.

El pasado 2 de octubre, las voluntarias que actualmente forman parte de este espacio recibieron una notificación de la Fiscalía General de la República, requiriendo que María Vargas Hernández, quien había fungido como voluntaria anteriormente, se presente a las autoridades por ocupación de este inmueble.

La notificación está apegada al artículo 395 fracción del Código Penal Federal el cual establece: “Se aplicará la pena de tres meses a cinco años de prisión y multa de cincuenta a quinientos pesos: I. - Al que de propia autoridad y haciendo violencia o furtivamente, o empleando amenaza o engaño, ocupe un inmueble ajeno o haga uso de él, o de un derecho real que no le pertenezca”.

De acuerdo con un comunicado emitido por las activistas de agroecología, quien interpuso la demanda han sido autoridades de la propia Universidad.

“Aclaramos que muchxs voluntarixs han conformado el espacio y que María fungió como voluntaria del espacio de 2020 a 2023, no obstante, no es responsable del proyecto”, aclaran las integrantes del espacio.

El Centro Agroecológico es un espacio abierto al público que, “a lo largo de 10 años de trabajo voluntario, se ha transformado de ser un basurero clandestino (espacio residual) a un huerto urbano que aporta a la ciencia, a la educación social y al medioambiente”, expresa este colectivo que, además, tiene intenciones de convertir el lugar en “un espacio de encuentro y una escuela campesina”, declaran.

Anteriormente accedían por una reja irregular y, desde que le dieron vida, acceden por una puerta con su respectiva llave. “Ahora se pueden apreciar la presencia de hortalizas y hasta diversos animales, como el tlacuache, el cacomixtle. Aquí confluyen estudiantes, vecinos de la universidad, niños y adultos”.

Por ello, este colectivo llama a “la defensa del espacio del Tlacuache Fantasía que ha sido un punto intergeneracional, preservación de las tradiciones, el respeto a la Madre Tierra y un espacio comunitario que por medio de habitarse ha dejado de ser un foco de inseguridad e infección y se ha convertido en un espacio sustentable y de aprendizaje colectivo”, resaltan en su comunicado.

Las personas voluntarias hacen énfasis en que es necesario conservar espacios de siembra y “este espacio autogestivo ha logrado articularse con campesinos y chinamperos de Xochimilco y Tláhuac y así mismo ha establecido lazos de conexión entre vecinos de Santo Domingo, así como las y los comerciantes del metro CU”.

Mientras tanto, quienes hoy defienden Tlacuache Fantasía sostienen una campaña para recaudar fondos para contratar asesoras legales para defender a su compañera que esta criminalizada.

También llaman a su comunidad a quienes han sido parte del proyecto o que simpatizan a “sumarse como testigo para la defensa del espacio”, anuncian.

Comunidad El Roto Viejo se inunda tras la crecida de río Salinas en Sayaxché

Por Elmer Ponce

Siete comunidades de Sayaxché, Petén, ha perdido sus cosechas por las lluvias de los últimos días. Las familias han tenido que dejar sus casas y buscar refugio, porque el nivel del agua creció tanto que es imposible mantenerse en ellas. Las autoridades reconocieron no tener la capacidad para atender la emergencia.

Las intensas lluvias de un segundo frente frío en Guatemala y la creciente del río Salinas dejaron inundadas varias viviendas en la comunidad de El Roto Viejo, en la microrregión de Tierra Blanca, en Sayaxché, Petén.

Esta pequeña comunidad de 800 personas, integrada por unas 144 familias, ha tenido que dejar sus casas por que el agua las inundó a tal grado que ya no pueden permanecer en ellas, por lo que han buscado refugio en los albergues habilitados en la zona, en escuelas o iglesias.

Otros tienen sus viviendas en alto y se resguardan ahí de la lluvia que no cesa.

Pese a la emergencia, hay quienes prefieren permanecer en sus casas, para cuidar sus pertenencias, pues lo poco o mucho que posean es el fruto de los esfuerzos logrados por su trabajo. Colocando sus pertenencias en las vigas o en el tabanco como los locales les denominan.

Por eso, varios pobladores se lamentaron por no contar con los recursos para poder enfrentar estas eventualidades climáticas que en ocasiones, los deja a la intemperie, sin cosechas y sin animales.

Las lluvias empezaron hace casi una semana y no se han detenido. En las noches, especialmente, es cuando hay que tener más cuidado, ya que el caudal del río sale de su cauce inundando las aldeas y comunidades de esta parte del municipio de Sayaxché.

Uno de los riesgos de los que casi no se habla es que las lluvias también arrastran a animales peligrosos y los vecinos temen la aparición de serpientes venenosas que, igual que las personas, buscan un lugar seguro para resguardarse. Las familias han tomado sus precauciones pues, en ocasiones anteriores, han encontrado reptiles en sus camas y ropa.

La lluvia que no se detiene y otros peligros

Edgar Dionisio, presidente del Comité de Alerta Temprana de la comunidad El Roto Viejo, indicó que una de las preocupaciones es que las lluvias continúen y que estas se presentan copiosas en la zona de las Verapaces. Lo que causaría un efecto en las comunidades que se encuentran en la rivera del río Salinas. Especialmente, porque estas se encuentran en las proximidades a la desembocadura y unión con el río La Pasión, donde se forma el Usumacinta uno de los ríos más caudalosos de Centro América.

La acumulación de agua es inmensa dado que la capacidad de los suelos para absorberla a la misma rapidez a la que cae esta, es rebasada. Esta retención hace que el nivel del agua se mantenga alto por varios días.

Bajo estas circunstancias, las cosechas siempre se pierden con este tipo de fenómenos que azotan y dejan en condiciones de mayor vulnerabilidad a las familias, pues la seguridad alimentaria se ve afectada de manera directa.

Por el momento, ni siquiera la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) ha podido cuantificar las pérdidas alimentarias que las inundaciones provocarán, pero algo sí es seguro es que las familias perdieron sus cosechas y semillas y tendrán mayores dificultades para conseguir alimentos para la venta y consumo familiar.

Las ganancias de las cosechas están dirigidas a comprar las semilla para asegurar la siguiente cosecha y para comprar los productos de la canasta básica.

A lo lejos, se ve a niños jugar alegres e inocentemente en el agua, sin entender la magnitud del daño que las lluvias dejarán a sus familias y comunidades.

Elmer Ponce

El Roto Viejo, al igual que otras muchas comunidades, esperan que el gobierno voltee a verlos y les brinde alimentos y salud, además de que se les garantice que tendrán semillas para poder reiniciar sus vidas luego de la calamidad.

Sin embargo, esto no sería suficiente, después de contabilizar los estragos de las lluvias, necesitarán toda la ayuda que puedan conseguir para, una vez más, reconstruir con sus propias manos, sus casas y comunidades.

La Secretaria Ejecutiva de la Conred convocó a las distintas instituciones del Estado para estar alertas y atender en la medida de los posible la situación que actualmente viven las comunidades, se habla de siete comunidades que tienen esta problemática, sin embargo, indicaron que carecen de recursos en este momento para atender las necesidades más urgentes.

Una versión de este reportaje fue publicado en Prensa Comunitaria