Entre ríos de agua cristalina e inmensos bosques, en el centro de un territorio hoy llamado Colombia Británica en Cánada, vive la nación Wetʼsuwetʼen, el “pueblo del río Wa Dzun Kwuh”.
Los Wetʼsuwetʼen son de los pocos pueblos indígenas que nunca han cedido o entregado su territorio al gobierno de Canadá por medio de ningún tratado. Han vivido en esta parte del mundo desde tiempos inmemoriales y se gobiernan según sus propias leyes.
El gobierno tradicional de los Wetʼsuwetʼen está encabezado por 13 jefes hereditarios, hoy organizados dentro de la llamada Oficina de los Jefes Hereditarios de los Wetʼsuwetʼen, o la “Oficina de los Wetʼsuwetʼen” como la llama el gobierno oficial de la Colombia Británica.
La nación está dividida en cinco clanes: Gilseyhu (Rana Grande), Laksilyu (Rana chica), Gitdumden (Lobo/Oso), Laksamshu (Flor Fireweed) y Tsayu (Castor). Cada clan es a su vez dividido en diferentes “casas”, encargadas de cuidar territorios específicos.
La casa Unistʼotʼen del clan Gilseyhu está encargada de cuidar un territorio llamado Talbits Kwa desde el año 2010, año en el que la Nación decidió volver a ocupar esta parte de su territorio para protegerlo de la llegada de empresas transnacionales. Además de construir un campamento para vivir en él, para poder controlar el acceso a su territorio, las y los miembros de Unist’ot’en decidieron construir una barricada en la entrada del sitio.
El territorio de los Wetʼsuwetʼen está amenazado por diferentes megaproyectos, en particular oleoductos y gasoductos. Actualmente, la Nación se está enfrentando de forma cada vez más directa a un proyecto en particular, conocido como Proyecto de gasoducto costero GasLink (Coastal GasLink pipeline project), dirigido por la empresa de capital canadiense TC Energy.
El 7 de enero pasado, el punto de control de Unist’ot’en fue el blanco de un operativo por parte de la policía federal canadiense, la cual intentó forzar el acceso para dejar pasar los trabajadores del gasoducto GasLink. Como consecuencia del operativo, 14 indígenas Wetʼsuwetʼen fueron detenidos.
Los hechos provocaron un movimiento amplio de solidaridad hacia la Nación Wetʼsuwetʼen, y despertaron cuestionamientos en torno a la soberanía de los pueblos indígenas que viven dentro de las fronteras del Estado canadiense.
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Territorio bajo amenaza: gasoducto Costero GasLink
El proyecto de GasLink planea la construcción de un gasoducto de alrededor de 670 kilómetros para transportar gas natural desde la zona de Dawson Creek hasta el puerto de Kitimat donde el gas sería transformado en líquido por una compañía llamada LNG Canada, para luego ser exportado al mercado global, en especifico hacia países asiáticos.
El proyecto ya ha sido aprobado por la Comisión de Petróleo y Gas de Colombia Británica y planea empezar a funcionar en el año 2023.
Según TC Energy, el proyecto de gasoducto responde a la demanda creciente de energía limpia, y ayudaría a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global.
“El gas natural es una de las fuentes de energía más limpias y seguras del mundo”, declara la empresa en su página web. Sin embargo, omite explicar que ese gas natural será primeramente extraído de las entrañas de la tierra mediante la técnica de la fractura hidráulica, más conocida como “fracking”.
El proceso de fracking implica bombear grandes cantidades de lodo, agua y productos químicos en la tierra para alcanzar depósitos profundos de gas natural, creando suficiente presión para abrir las formaciones rocosas y liberar el gas.
Un estudio de la Universidad de Stanford sobre fracking demostró que la práctica contamina el agua subterránea. Existen casos documentados en Estados Unidos y en Canadá donde habitantes de zonas cercanas a operaciones de fracking lograron encender en llamas el agua que les llega en la llave, debido a su alto contenido en metano.
También se han documentado casos de terremotos causados por el proceso de fracking, que altera las formaciones geológicas en las profundidades de la superficie de la Tierra.
Por otro lado, si bien es cierto que el gas natural emite menos carbono cuando se quema que otras sustancias, grandes cantidades de “emisiones fugitivas” se pierden en la atmósfera durante la extracción y el transporte de gas natural. Una investigación del periodista canadiense Stephen Leahy reveló en 2013 que las emisiones de metano provocadas por la industria del gas natural de Colombia Británica son al menos siete veces mayores que las cifras oficiales.
Finalmente, para convertir el gas natural en un líquido para la exportación, éste debe enfriarse a 163 grados bajo cero, una operación que requiere enormes cantidades de energía durante 24 horas, los siete días de la semana. Según el Pembina Institute, un centro de investigación canadiense especializado en la transición energética, si se construye la planta en el Pacífico Noroeste para procesar el gas en líquido, ésta podría convertirse en el mayor emisor de gases de efecto invernadero en Canadá.
Jefes hereditarios Wetʼsuwetʼen rechazan el proyecto
Por otro lado, TC Energy argumenta que la ruta del futuro gasoducto se aprobó “considerando los pueblos indígenas, los propietarios y las partes interesadas, el medio ambiente, los valores arqueológicos y culturales, la compatibilidad del uso de la tierra, la seguridad, la capacidad de construcción y la economía”.
Los encargados del proyecto Coastal GasLink se jactan en particular de haber firmado acuerdos con los 20 Consejos Elegidos de los pueblos indígenas que habitan a lo largo de la ruta del oleoducto, incluyendo los Wet’suwet’en. Sin embargo, los jefes hereditarios Wetʼsuwetʼen sostienen que no han dado permiso para el desarrollo de este oleoducto.
En realidad, el sistema de representación de las naciones indígenas de Canadá es doble: existen por un lado los jefes hereditarios no elegidos, y por otro lado los Consejos Elegidos.
El profesor de la Universidad de Toronto Jeffrey Ansloos, miembro de la Nación Cree de Fisher River o Ochekwi-Sipi, aclaró para Global News que los jefes hereditarios son una forma de gobierno indígena que precede a la colonización británica. “Son gobiernos con leyes distintas, con tradiciones, reglas, regulaciones y protocolos específicos sobre cómo se gobiernan las comunidades”, explicó Ansloos.
Los Consejos Elegidos son, en contraste, una estructura colonial que fue introducida por el gobierno federal a través del “Indian Act” (la “Ley sobre los Indios”). Tienen como tarea principal administrar los fondos federales otorgados a cada Nación. Y como lo aclara Ansloos, esos consejos “son una estructura que no es necesariamente la misma estructura de gobierno que habría precedido a la colonización canadiense “.
El Gobierno Federal así como los gobiernos locales canadienses suelen instrumentalizar esa doble estructura para llegar a sus fines, dándole más voz a los Consejos Elegidos y dejando de lado a los Jefes tradicionales.
En su defensa, los Jefes Hereditarios Wet’suwet’en argumentan que los Consejos Elegidos sólo tienen autoridad sobre las reservas creadas por el Indian Act, no sobre los territorios ancestrales no cedidos. Y justamente, hasta la fecha ninguna tierra Wet’suwet’en ha sido entregada al gobierno por tratado. Como lo señala Ansloos, “eso es un recordatorio de que, ante todo, no todas las tierras ubicadas dentro de las fronteras de Canadá están bajo autoridad del gobierno de Canadá”.
Criminalización de la Nación Wet’suwet’en y violación de sus derechos como pueblo originario
Haciendo realidad su autoridad sobre sus tierras ancestrales, los Jefes Hereditarios Wet’suwet’en emitieron a finales de diciembre del 2019 una orden de desalojo para los trabajadores del Coastal GasLink Pipeline Ltd. con efecto inmediato en los territorios del clan Dark House, Gidemt’en, Tsayu y Laksamshu. Para el día 5 de enero, todos los trabajadores habían sido expulsados pacíficamente.
En un comunicado de prensa, los Jefes justificaron su decisión afirmando que la compañía había violado la ley Wet’suwet’en, destruido sitios arqueológicos y ocupado ilegalmente la tierra.
“Las empresas de seguridad privadas y la policía federal han interferido continuamente con los derechos constitucionalmente protegidos de los habitantes de Wet’suwet’en a acceder a nuestras tierras para cazar y celebrar ceremonias”, señaló el comunicado de prensa que acompañó la acción.
Desde el año de 1997, “los tribunales de Canadá han reconocido en la decisión de la Suprema Corte llamada Delgamuukw-Gisdaywa v. The Queen que el pueblo Wet’suwet’en, representado por nuestros jefes hereditarios, nunca ha cedido ni entregado títulos de propiedad para los 22,000 kilómetros cuadrados de territorio Wet’suwet’en”, argumentaron los Jefes Hereditarios.
Sin embargo, en el año de 2018, la Corte Suprema de Colombia Británica pareció desconocer su previa afirmación y emitió varias decisiones prohibiendo que los Wet’suwet’en controlarán la entrada a su territorio en el campamento de Unistʼotʼen y ordenó que los miembros del campamento dejaran pasar a los trabajadores del Coastal GasLink.
El 7 de Enero del año 2020, la policía canadiense usó esas decisiones de la Suprema Corte para justificar su violento operativo contra la comunidad de Unist’ot’en y a favor de la reintegración de los trabajadores recién expulsados del Coastal GasLink.
Los Jefes Hereditarios Wet’suwet’en denunciaron el actuar de la Suprema Corte y de la policía federal, acusándolos de criminalizar a su pueblo y atacarlo con violencia en su propio territorio.
“Al mismo tiempo que la provincia de Colombia Británica es celebrada por haber adoptado la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (UNDRIP), como pueblo Wet’suwet’en nos está negando las protecciones que la UNDRIP nos debería de brindar en nuestro territorio”, declararon antes de agregar que “cuando aplicamos nuestras propias leyes y exigimos que las transnacionales busquen el consentimiento libre, previo e informado antes de desarrollar proyectos en nuestras tierras, nos enfrentamos a una brutal muestra de violencia policial militarista y a la ocupación policial de nuestros territorios”.
Resistir, re-ocupando cuerpos y territorios
A pesar de la brutal represión y de las amenazas, el pueblo Wet’suwet’en está decidido a seguir defendiendo sus territorios ancestrales.
Además de la necesaria confrontación directa con las fuerzas represivas del Estado Canadiense, los Wet’suwet’en organizan su resistencia en lo cotidiano, en particular a través de la re-ocupación progresiva de su territorio ancestral. Porque a pesar de que la Nación nunca firmó ningún tratado cediendo sus tierras al gobierno de Canadá, está sufriendo la colonización progresiva de su territorio.
“Mi papá siempre me dijo que la única forma que tenemos para no perder todos nuestros territorios tradicionales es volver a ocuparlos. Es lo que han hecho los colonos, han ocupado nuestros territorios y ahorra los llaman municipios y actúan como si fueran suyos. Entonces mi papá decía que teníamos que volver a ocupar el territorio y comportarnos como si fuera nuestro, porque nos pertenece. Ahora nos comportamos como si fuéramos dueños de ese territorio y no necesitamos el permiso de nadie para poner nuestras cabañas, para estar aquí. Sólo seguimos nuestras propias leyes Wet’suwet’en”,
EXPLICA FREDA HUSON, VOCERA DEL CAMPAMENTO UNIST’OT’EN.
Un claro ejemplo de esa estrategia es justamente la construcción del campamento de Unist’ot’en desde el año de 2010.
En el campamento, no sólo se han estado construyendo viviendas para la comunidad, sino que los habitantes de Unist’ot’en decidieron además abrir un centro de sanación para los Wet’suwet’en. Desde hace más de cuatro años, se han dedicado a ese proyecto destinado a ayudar a su pueblo a sanar las heridas provocadas por la colonización.
Hoy en día, el centro ya cuenta con una cocina y su almacén, un comedor, un área de recreación, una sala de juntas, una lavandería, unas oficinas, un taller de arte así como dormitorios y cabañas.
Para Freda Huson, ese trabajo de recuperación tanto del territorio como de los cuerpos mismos es esencial para fortalecer a su pueblo.
“Mucha de mi familia está de pie, todas las mujeres de mi familia. Hemos hecho mucho trabajo para sanar en nuestras vidas. Hemos pasado por el mismo trauma, como todos los que vivimos en las reservas y gracias a ese trabajo de sanación somos capaces de ponernos de pie y enfrentar lo que sabemos está mal”.
En el futuro, Huson se imagina que cada vez más Wet’suwet’en vivirán en cabañas, recuperando áreas de su territorio ancestral.
“Veo que más y más de nuestra gente va a venir a vivir en cabañas por este territorio, inmersos a fondo en nuestra cultura, volviéndose independientes y cosechando su propia comida, su propia medicina para poder cuidarse a sí mismos y a sus familias. Cada vez más clanes están haciendo lo mismo que nosotros en sus territorios. El futuro que veo es que no habrá oleoductos por aquí”, concluye Huson.
ACTUALIZACIÓN: La mañana del lunes 10 de febrero del 2020 ocurrió otro operativo policial en contra de los indígenas Wet’suwet’en que resisten en el campamento de Unist’ot’en. Mientras los indígenas se encontraban en ceremonia, un contingente policial que incluye helicópteros y unidades tácticas destruyó parte de las instalaciones y arrestó a siete personas, entre ellas a Freda Huson. Para mayor información, consultar la cuenta de @UnistotenCamp en twitter.
También puedes visualizar el documental “Invasion” sobre la lucha del Campamento Unist’ot’en ⇓