Publicitadas como parte de las “energías limpias”, las hidroeléctricas son parte del modelo extractivo. Inundan miles de hectáreas, desalojan familias, destruyen el ambiente.
Desde 2012 comunidades de la costa y sierra de Chiapas se oponen a la construcción de 7 hidroeléctricas y a 78 concesiones mineras otorgadas en la región.
En las tierras del norte del Petén, Guatemala, un conglomerado de organizaciones no gubernamentales entre ellas The Nature Conservancy, Wildlife Conservation Society, Rainforest Alliance y World Wildlife Fund junto a sus socios locales y el soporte financiero de instituciones como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), representan los pilares promotores de la mercantilización de la naturaleza.
La construcción de la presa de Hidroituango en Colombia, enmarcada en la generación de "energía limpia", ha generado múltiples afectaciones para las comunidades que no han sido tomadas en cuenta por parte de EPM. El Movimiento Ríos Vivos, ha venido denunciando desalojos forzados, amenazas, persecuciones y asesinatos de sus integrantes.
Pemex otorgó a una empresa sin activos y sin personal suficiente el contrato más grande asignado a una EFOS y el resultado fueron pozos improductivos y retrasos en las entregas. Tras la compañía funciona una amplia red de firmas que sigue ganando contratos con el gobierno.
En 20 años se asignaron 5 mil 716 millones de pesos a compañías inexistentes para proyectos que debían beneficiar a la población. La deficiente supervisión permitió que este esquema persistiera a lo largo de varios sexenios.