Oaxaca: Misión documenta consecuencias de 10 años de persecución contra Eloxochitlán de Flores Magón

En portada: Integrantes de la misión de observación en Eloxochitlán acompañan a mujeres del poblado mazateco. Foto: Renata Bessi.

N ́guixo es una palabra en lengua mazateca que significa “Entre nubes” o “Bajo lo espumoso (neblina)”. Con ese nombre, las y los habitantes de Eloxochitlán de Flores Magón nombran a esta comunidad, donde es común que la neblina con su lentitud tenue cubra a la localidad durante las madrugadas, al amanecer y después de las lluvias.

Ese fue el fenómeno natural que este fin de semana recibió a más de 30 observadores de diversas disciplinas, entre las que pueden enlistarse: periodistas, defensores territoriales y de derechos humanos, antropólogos, estudiantes, comunicadores así como abogados, provenientes de más de 10 organizaciones, entre ellas, la Red Todos los Derechos para Todas y Todos TDT, el Centro de Derechos Humanos Antonio Esteban, colectivos y medios informativos, que solidariamente sumaron sus esfuerzos y conocimientos para hacer posible la misión. Representa la primera jornada de documentación, denuncia y exigencia del alto total a la criminalización, violaciones a los derechos humanos y ecocidio en la comunidad.

A finales de la década de 1960 esta comunidad recibió el nombre de Eloxochitlán de Flores Magón debido a que, el 16 de septiembre de 1873, este lugar vio nacer al periodista, político, dramaturgo y filósofo anarquista Ricardo Flores Magón, quien sostuvo una lucha incansable por la abolición del Estado, la propiedad privada y toda forma de esclavitud humana.

Resulta increíble que más de un siglo después este mismo lugar sea un territorio dominado por un grupo caciquil, como lo define la comunidad en resistencia, que a partir de infundir terror en la comunidad, mantiene a buena parte de las y los habitantes en silencio frente a sus abusos y despotismo.

Ese ambiente pareciera desvanecerse entre el aire que se respira limpio y fresco, en ocasiones, entrelazado con el humo que expiran los anafres y fogones, o con el olor a los deliciosos platillos preparados por las mujeres mazatecas, quienes además de ser grandes luchadoras sociales, son extraordinarias cocineras que con su mágico sazón llenaron los estómagos de quienes este fin de semana las acompañaron a observar.

En los alrededores del centro de la población, se dibujan accidentadas montañas cubiertas de árboles verdosos y largos tramos de tierra ocupada por milpa, una de las principales siembras en la comunidad que, junto a los cafetales y las cajas de avispas productoras de miel, sirven de sustento para varias familias de la comunidad, de manera especial para aquellas que sostienen presas y presos políticos, desplegando así una economía de resistencia.

Los sonidos de la naturaleza también reclaman su espacio, se niegan a extinguirse. Por todo el centro de esta comunidad mazateca una caída de agua se escucha sin descanso. Esta proviene del río Xangá Ndá Ge, cuyo sonido de agua incesante envuelve a la comunidad como forma de resistencia: pues nace de una de las pocas concentraciones de agua que aún persisten frente a la extracción de materiales pétreos (grava y arena).

Una de las versiones que intenta acallar la verdad de la resistencia mazateca, reduce la complejidad de este problema político a una enemistad entre dos familias, relato desconocido por las y los mazatecos que afirman y detallan que defender su Asamblea Comunitaria representó un ataque a los intereses políticos y económicos del cacique Manuel Zepeda.

Las y los mazatecos que, durante los tres días de la misión, dieron entrevistas para las y los observadores coinciden en que a inicios del 2010 los partidos políticos comenzaron a operar de forma más intensa en la comunidad, perjudicando la Asamblea Comunitaria, el máximo espacio de autoridad tradicional, donde la toma de decisiones se da a partir del Sistema de Usos y Costumbres de la localidad. Tras una serie de irregularidades en las elecciones para la alcaldía municipal, Manuel Zepeda Cortés consiguió ocupar la presidencia municipal de Eloxochitlán. Situación que marcó el inicio de una historia de violencia en la comunidad.

Foto: Renata Bessi

Durante su trienio (2011-2013), Zepeda Cortes cometió diversos abusos de poder, principalmente el hecho de violentar a quienes continuaron organizándose a través de la Asamblea Comunitaria. Pero fue hasta el 14 de diciembre del 2014 cuando se intentó realizar una Asamblea para la elección de un nuevo alcalde, sesión que no llegó a ser finalizada porque fue balaceada por un grupo vinculado a la familia Zepeda, como relatan los habitantes que vivieron la violencia.

De ese diciembre de 2014 en adelante, se empezó la fabricación de delitos contra las y los habitantes que participaban de la Asamblea, una estrategia que hasta la fecha ha ocurrido.

El calor de esa atmósfera de criminalización alcanzó uno de sus grados más altos el 10 de junio de este año, cuando la abogada Argelia Betanzos descubrió la activación de más de 200 órdenes de aprehensión en contra de 56 personas de la comunidad.

Tres barrios de Eloxochitlán fueron la sede para esta primera Misión de Observación que tomó forma a partir de la recabación de datos recogidos en entrevistas grabadas tanto individuales como colectivas, fotografía, vídeo y en el caso del río, muestras de laboratorio para medir la calidad del agua. De acuerdo con el boletín oficial sobre la Observación, las entrevistas fueron dirigidas a “30 personas de la comunidad de distintas localidades, entre las que se encontraron expresos políticos, perseguidxs, familiares de personas criminalizadas y desplazadas, autoridades tradicionales y compañeras organizadas”.

En los primeros resultados de esta Observación, se pudo constatar la forma física en que se ha manifestado el ecocidio en el río Xangá Ndá Ge a consecuencia de la extracción casi cotidiana de material pétreo para sostener el negocio del cacicazgo local.

Así mismo se recabaron decenas de testimonios que constatan arbitrariedad en detenciones policiales arbitrarias, desplazamiento forzado, encarcelamiento injustificado ligado a las faltas y omisiones en los procesos jurídicos, los daños a la integridad física, emocional y psicológica contra las víctimas debido al hostigamiento que han recibido, los impactos económicos en las familias por los gastos que implican los procesos judiciales, así como las afectaciones en la vida personal de las víctimas debido a los cambios radicales a los que se han tenido que someter frente a la violencia sistémica que envuelve a la comunidad.

Además de analizar los temas legales, se confirmó la necesidad de evaluar las violaciones a derechos humanos y al territorio desde una perspectiva multicultural pues se trata de una comunidad originaria donde la mayoría de sus habitantes son hablantes de su lengua, sostienen un fuerte vínculo con la tierra y su vida comunitaria se mantiene guiada por la práctica de sus tradiciones y costumbres. Hechos que pudieron constatarse a partir de la intervención y convivencia directa con personas del lugar.

Ejemplo de lo anterior es que las y los observadores pudieron acercarse a la gastronomía local donde figuraron platillos como el mole amarillo de pollo, las trompadas que son una especie de tamales de frijol, el atole agrio, una mezcla de huevo con huazontles y café cosechado por las mismas familias mazatecas. Comidas que las familias anfitrionas aportaron de manera gratuita a las y los observadores.

Los tonos verdes que conforman la paleta de colores en las áreas naturales de esta comunidad, deslumbraron a la comitiva de observación durante las travesías hacia los dos primeros barrios de trabajo. Admirar los cerros en la medida que las camionetas subían los cerros, apreciar la diversidad de arboles y aves, sentir los caminos accidentados, oler la humedad que activa el olor terreo que a su vez impacta con su color rojizo, conocer los barrancos interrumpidos por la presencia de ganado y nuevamente la milpa, sólo le brinda sentido a una cosa: la oposición de la resistencia mazateca a ceder al desplazamiento, a quebrarse ante el terror sistémico, a doblegarse frente a la criminalización, porque ese territorio les pertenece, es parte de su vida y frente a la vida no queda más que defenderla.

La activación de más de 200 órdenes de aprehensión contra 56 comuneras y comuneros representan un sinfín de retrocesos en sus victorias legales obtenidas y un retorno al hecho de vivir en alerta al interior de la comunidad debido al vigilamiento y persecución constante. Para las mujeres mazatecas, el volver a lidiar con nuevas ordenes de aprehensión es un infierno que no quieren revivir pues han sabido en carne propia lo que eso significa.

Una de las 8 mujeres que se encuentran en la lista de 56 personas con órdenes de aprehensión, compartió en entrevista para Avispa Mídia: “Me decían mis hijos: ‘enciérrate mamá, no salgas’. Pues sí te enferma mucho, ya no puedes dormir, ya no eres libre de salir a la calle a comprar tus cosas”.

En el boletín oficial de la Misión las organizaciones hacen un llamado a una segunda misión que ya tiene el mes de realización definido, el noviembre de 2025. “Ante la magnitud de las violencias y el dolor colectivo, hay tanto que documentar que resulta urgente que más medios y defensorxs se sumen a la labor de investigación, documentación y acompañamiento, por lo cual, anunciamos la Segunda Misión de Observación”. Además, un informe con los resultados de la Misión debe ser divulgado próximamente. 

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