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Conflictos ecoterritoriales transfronterizos y megaproyectos extractivistas en cuencas compartidas de la Patagonia

Por Bárbara Jerez Henríquez

Los nuevos diseños transnacionales que actualmente reconfiguran las regiones latinoamericanas abren camino para profundizar el avance de megaproyectos extractivistas en todo este territorio, incluyendo las cuencas transfronterizas donde aún se mantienen grandes reservas de bienes comunes naturales. En muchos casos se encontraban hasta ahora resguardados no sólo por la ubicación geográficamente aislada de gran parte de ellas, sino que por una serie de acuerdos bilaterales establecidos en décadas anteriores entre los gobiernos nacionales vinculados en estas zonas para evitar conflictos limítrofes, en los que se señalan desde el punto de vista de la soberanía nacional ciertas restricciones orientadas a la protección de estos espacios de cualquier intervención, o bien una utilización mancomunada de sus bienes comunes naturales disponibles en estos espacios.

En ese contexto, el aterrizaje de megaproyectos de diversa índole extractivista en numerosas cuencas transfronterizas en América Latina ha significado la proliferación de numerosos conflictos ecoterritoriales, como sucede actualmente en la frontera ecuatoriana-peruana, costaricense-nicaraguense, boliviana-brasileña, y en nuestro caso en las cuencas transfronterizas de la Patagonia andina argentino-chilena.

 De esta forma, en la región patagónica emergió durante los últimos diez años  un nuevo campo de territorialidades en conflicto entre los gobiernos nacionales, las corporaciones transnacionales y las sociedades civiles regionales de las que han proliferado en la última década numerosas movilizaciones sociales en contra de estos emprendimientos, donde la territorialidad constituye sin dudas el epicentro del conflicto en la Patagonia muy por sobre demandas nacionalistas-chauvinistas, cuyos actores en su conjunto develan el carácter socio y ecoterritorial del denominado conflicto socioambiental. En la Patagonia emerge, por consiguiente, una transfronterización de las territorialidades transnacionales y también -aunque en forma más paulatina- una transfronterización de las territorialidades provenientes desde las propias resistencias sociales.

Este trabajo se desprende de la tesis doctoral de la autora centrada en el conflicto acontecido durante los años 2009 y 2010 en dos cuencas transfronterizas de la región[1]. Se busca desde una perspectiva descolonial dar cuenta de las territorialidades en conflicto que emergen en estos escenarios manifestándose así la diversidad de visiones territoriales que tienen de la Patagonia y de las cuencas transfronterizas de la misma. Lo anterior se logra a través de una revisión documental y un extenso trabajo de campo en la Patagonia Andina, donde se aplicaron entrevistas en profundidad y semiestrucuradas a los diversos actores de dichos conflictos.

2. Un acercamiento a la expansión del extractivismo moderno/colonial en América Latina

Para comprender estas problemáticas es necesario partir de la base que en América Latina durante los últimos 20 años emergen nuevas manifestaciones de las hegemonías, emancipaciones y relaciones de poder que se entretejen en torno a la relación sociedad-naturaleza a nivel local y global que están íntimamente insertas en el marco de la profundización de un patrón capitalista (neo) extractivista, que desde una narrativa moderna/colonial marca tensamente las nuestras geografías de las diversas regiones norteamericanas a través de la implementación de planes y megaproyectos de intervención regionales, nacionales y transfronterizos en aquellas localidades consideradas estratégicas por sus abundantes reservas de bienes comunes naturales (Bottaro y Sola 2012; Seoane 2006) fundamentales para la reproducción de excedentes en las economías dominantes, como son los hidrocarburos, agua dulce, biodiversidad y minerales metalíferos, entre otros.

La subordinación de las regiones latinoamericanas al avance de los metabolismos extractivos de las modalidades del capitalismo contemporáneo conforma parte de la organización socioespacial de un sistema-mundo moderno-colonial (Mignolo 2007) que se estructura como un patron global civilizatorio que estratifica asimétricamente a culturas, territorios y saberes entre superiores e inferiores desde un patrón de división internacional y territorial del trabajo valorizado a partir de la colonialidad como el lado oscuro e intrínseco de la modernidad que reproduce un proceso histórico de  dominación por sobre las culturas, historias, saberes, sujetos y territorios que han sido marginados y despojados. Este patrón colonial de poder redefine constantemente a nuestros países como enclaves primario-exportadores convertidos hoy en zonas de sacrificio para ser arrasados, despojados y destruidos en pos de un proceso de acumulación de riquezas que se exporta hacia los países industriales bajo retóricas de progreso y desarrollo como dispositivos de legitimación epistémica de estos procesos.

Ahora, cuando hablamos de extractivismo, nos referimos a la instauración de economías regionales, nacionales o locales sustentadas en megaemprendimientos que extraen de los territorios locales grandes cantidades de bienes comunes naturales disciplinados, funcionalizados y convertidos en “recursos naturales” para ser exportados hacia otras regiones en bruto, o con un muy limitado procesamiento, vendidos a precios muy bajos en comparación con su valor real de cambio y uso como mercancía. Al respecto, Gudynas propone una definición más resumida, donde conceptualiza al extractivismo de la siguiente manera:

… Los emprendimientos que remueven o extraen enormes volúmenes de recursos naturales, como minerales, hidrocarburos o agroalimentos, y que son exportados directamente sin ser procesados, o con un procesamiento o industrialización muy limitada (Gudynas 2010, 40).

El avance actual de la explotaciones petroleras, mineras, hidroeléctricas, sojeras, termoeléctricas, junto con las nuevas inversiones en infraestructura para dinamizar los flujos económicos del extractivismo significa una nueva fase de generación de economías de enclave, que se convierten en proveedoras de materias primas de exportación hacia las potencias económicas industrializadas globales, cuyas actividades no generan encadenamientos nacionales (Gudynas 2011a) y más bien generan la desvinculación de las economías y territorios locales, dejando graves impactos económicos, junto a la externalización de los costos ambientales y sociales (Gudynas 2011a). Estos procesos terminan por generar una desterritorialización que vuelve más vulnerables, precarias y dependientes las economías de los espacios y comunidades locales intervenidas.

Para hacer posible estos nuevos avances extractivistas en nuestros países -incluyendo  las cuencas transfronterizas- se establecen una serie de iniciativas como los Tratados de Libre Comercio (TLC's), planes regionales de interconexión energética y de transporte multimodal como es a través de la iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA)[2], y en forma especial con acuerdos específicos entre países fronterizos, como ocurre con el Tratado Minero entre Chile y Argentina. Así se instalan nuevos ordenamientos jurídicos que subordinan las constituciones nacionales y los acuerdos fronterizos previos para facilitar la explotación transnacional de los bienes comunes naturales abarcando también a las zonas fronterizas, dando paso así a nuevos ordenamientos jurídicos “supraestatales” diseñados a la medida de las necesidades de las empresas pasando a llevar las legislaciones existentes, y en desmedro de las comunidades locales.

Estos lineamientos van acompañados y complementados con legislaciones nacionales que de por sí se orientan a facilitar el despojo de los bienes naturales de nuestros países a través de la liberación de trabas arancelarias para la inversión extranjera en iniciativas a gran escala, la mercantilización de bienes comunes naturales como el agua y la tierra, permitiendo extensas y duraderas concesiones a privados, el establecimiento de legislaciones ambientales permisivas, blandas e ineficientes, junto a a dictaminación de leyes que criminalizan la resistencia social, generan franquicias tributarias, así como también para la liberación de parques ecológicos protegidos para ser explotados parte de sus bienes comunes naturales, etc.

3. Aproximándonos a la configuración de conflictos ecoterritoriales en cuencas transfronterizas

 Ahora, para entender con mayor precisión los conflictos existentes en aquellos territorios intervenidos por megaemprendimientos extractivistas, partimos de la base que en estos complejos escenarios se entretejen tensas relaciones de poder asimétricas que se manifiestan a través de lo que definimos como “conflictos ecoterritoriales”, un concepto con el que -apoyándonos en el giro eco-territorial que propone Svampa (2012)- procuramos dar cuenta de la emergencia de conflictos que se caracterizan por articular y potenciar transversalmente aquellas demandas socioterritoriales comunitarias -principalmente provenientes de las colectividades campesinas y de los pueblos originarios- con las demandas socioambientales ciudadanas (Svampa 2012) frente a la sobrexplotación y agotamiento de la naturaleza en los territorios locales por las grandes corporaciones y los Estados nacionales. En estos escenarios se ponen en juego las diversas territorialidades locales (Jerez 2013) y globales que se levantan y tensionan en torno a la instauración de megaproyectos extractivos que ponen en tela de juicio las formas de vivir y reproducir los territorios, junto a su proyección hacia el futuro.

También nos referimos a estos conflictos como “ecoterritoriales” (Jerez 2015) porque surgen a partir de las pugnas de territorialidades que emergen por la instalación de megaproyectos extractivistas en las comunidades locales latinoamericanas, ubicándolos a su vez dentro de la tipología de “conflictos socioterritoriales” que también abarcan otros conflictos territorializados, como el narcotráfico, la lucha de los pueblos originarios frente a los Estados por sus tierras ancestrales, conflictos agrarios por tenencia de la tierra, etc. En estos casos se ponen en juego las territorialidades globales y locales en un espacio geográfico común, a través de la tensión de relaciones de poder asimétricas explícitas para imponer una determinada manera de geo-grafiar y producir espacio, en nuestro caso, por geo-grafiar y territorializar las cuencas transfronterizas argentino-chilenas de la Patagonia.

Ahora, referirse a zonas transfronterizas nos remite a los vínculos locales que traspasan las fronteras nacionales (Gernaert 2006), pues las zonas transfronterizas constituyen espacios de influencia e interacción socioterritorial que tienen un radio de acción que trasciende más allá de las fronteras, por lo que “… hablar de relaciones transfronterizas nos lleva a pensar en un sistema de intercambio y relaciones como un puente que pasa sobre los límites políticos o simbólicos, sin olvidar que éstos existen” (Gernaert 2006, 7).

La idea de zonas transfronterizas nos lleva a comprender las realidades de estos territorios más allá de las limitaciones jurídicas, políticas y administrativas de cada Estado, trascendiendo las representaciones sociales que las fronteras nacionales imponen en los territorios locales, y entender las relaciones fronterizas como espacios de intercambio, de interdependencias socioculturales y económicas que existen en las comunidades locales más allá de los límites de las soberanías nacionales respectivas, aunque en plena interacción con éstas.

Por otra parte, el contexto territorial transfronterizo del conflicto en que nos enfocamos en la Patagonia, nos incita a definir a estos conflictos como “conflictos ecoterritoriales transfronterizos”, tratándose de conflictos por iniciativas extractivistas ubicadas cerca de la frontera entre dos o más Estados-nación, o bien  en plena frontera, generando impactos de diversa índole de manera bifronteriza en los bienes comunes naturales y en las comunidades locales. Tal es el caso de la minería fronteriza, centrales hidroeléctricas, emprendimientos petroleros en numerosas cuencas compartidas, como en este caso nos referimos a la Patagonia Andina.

4. La importancia geoestratégica de las cuencas transfronterizas de la Patagonia Andina

 Las cuencas transfronterizas de la Patagonia argentino-chilena constituyen una región estratégicamente intervenida por grandes empresas transnacionales interesadas en extraer las riquezas naturales de estas zonas, las cuales se caracterizan por  pequeños poblados que poseen una bajísima densidad poblacional (en promedio no más de 2 habitantes por km2) junto a una gran biodiversidad endémica -y en muchos casos prácticamente vírgenes- dadas las extremas condiciones de aislamiento geográfico y la agresividad climática de la región.

 La Patagonia es un territorio que cuenta con una de las mayores reservas de agua dulce continentales contenida en sus numerosos ríos, glaciares, campos de hielo y lagos binacionales que cruzan las fronteras patagónicas, conformando valles que cobijan a pequeñas comunidades Mapuche, mestizas y descendientes de colonos europeos que conviven ahí a partir de relaciones sociales basadas primordialmente en la subsistencia y explotación a baja escala de los ecosistemas locales. En estas cuencas binacionales australes sus habitantes locales se dedican mayoritariamente a la pequeña ganadería, una incipiente agricultura, el comercio local, de los planes sociales de los Estados y de un creciente ecoturismo y turismo rural.

En la última década han existido en carpeta a lo largo de toda la Patagonia Andina numerosos megaproyectos de minería metalifera y de centrales hidroeléctricas en ambos lados de la frontera, donde muchos de estos emprendimientos fueron detenidos por las movilizaciones de la ciudadanía. Un emblemático ejemplo es el caso de la minera El Desquite en la localidad argentina de Esquel[3], y recientemente con la detención del megaproyecto hidroeléctrico Hidroaysén en la región chilena de Aysén. En otras experiencias los proyectos en cuestión lograron instalarse, como sucedió con las mineras transnacionales en el municipio de Perito Moreno en la provincia argentina de Santa Cruz.

Al aislamiento geográfico, es necesario agregar que para el caso de megaproyectos en territorios pertenecientes a cuencas hidrográficas transfronterizas adquiere fuertes implicaciones geopolíticas, ya que su instalación se ejecuta omitiendo, ignorando y violando los acuerdos binacionales previos para el manejo de estos territorios, lo que implica una desterritorializacion no sólo de las comunidades fronterizas, sino que también de la soberanía y territorialidades de los propios Estados involucrados. Más que la apertura de fronteras, lo que aquí se constituye en un problema es que estas desterritorializaciones abren paso a la profundización del despojo de los bienes comunes naturales de las comunidades locales y los Estados nacionales, el aumento de la contaminación de estos territorios, la profundización de las exclusiones sociales y ecoterritoriales ya existentes, junto con el despojo y desplazamiento de sus habitantes.

5. Represas hidroeléctricas y Minería en las fronteras Patagónicas: Imposición de Nuevas territorialidades extractivistas

Una nueva “fiebre del oro patagónico” ha adquirido fuerza a partir de los años 90, principalmente en este nuevo decenio dados los nuevos hallazgos de oro y plata descubiertos en las fronteras andinas de la Patagonia Sur, y al fortalecimiento de las políticas neoliberales en los gobiernos de Chile y Argentina que van liberando los territorios fronterizos de los marcos legales que los protegen y regulan para la explotación de sus bienes comunes naturales. Una prueba concreta es el Tratado Minero entre ambos países en el año 1997 (Ministerio de Minería 2010), el cual establece un nuevo marco de acuerdos que se superponen a los cuerpos jurídicos nacionales respectivos para facilitar la extracción minera transnacional en la frontera andina de ambos países, un territorio que abarca prácticamente toda la frontera patagónica.

Este acuerdo configura un tercer estado en las zonas cordilleranas argentino-chilenas liberando de dobles tributaciones y restricciones para la utilización de las infraestructuras multimodales para la exportación de los minerales extraídos del territorio, al igual que la liberalización del uso de las reservas acuíferas disponibles en la cordillera (como ríos, lagos y glaciares) para la producción minera, la creación de una comisión administradora con amplias atribuciones legislativas y jurisdiccionales para ampliar el ámbito de aplicación de dicho tratado (como una especie de tercer país virtual en plena frontera binacional), constituyendo un nuevo tipo de jurisdicción de carácter supranacional (Luna, Padilla y Alcayaga 2004) que libremente extraiga y despoje a  las comunidades ocales y a ambos países de los bienes naturales de la zona.

Afortunadamente, un grupo de senadores chilenos levantó una demanda por inconstitucionalidad del tratado, la que pese a haber sida rechazada, logró que se eliminaran algunos aspectos fundamentales de tratado como la jurisdicción de la comisión administradora del mismo y la falta de jurisdicción de los tribunales chilenos para acordar servidumbres mineras a los proyectos mineros ubicados fuera de dicho país (Luna, Padilla y Alcayaga 2004). Pese a ello, el tratado existe y otorga una serie de facilidades para intervenir las cuencas transfronterizas para la bulimia minera que se expande por todos los Andes del Sur.

En la Patagonia Andina IIRSA tiene presencia a través del llamado Eje del Sur, que plantea la modernización de infraestructura multimodal, principalmente puertos, pasos fronterizos y carreteras, así como la implementación de megaproyectos turísticos a gran escala; y el misterioso Eje Andino del Sur que supuestamente no tiene proyectos aún, pero posee la misma forma geográfica del tratado Minero chileno-argentino, y que estaría orientado a la modernizacion de la infraestructura de los pasos fronterizos entre Argentina y Chile para abaratar costos y acelerar los flujos comerciales de la exportación de los bienes naturales extraídos en ambos países hacia los puertos del Pacífico y el Atlántico.

En el caso concreto de las represas hidroeléctricas, a partir de los años '90 aparecen a la luz publica numerosos megaproyectos en dichas cuencas binacionales, especialmente por el lado chileno de ellas, situación que se ha profundizado en este decenio presentándose numerosas solicitudes de derechos de aguas y de estudios de impacto ambiental para su implementación en la mayoría de los ríos torrentosos de  las cuencas compartidas de la Patagonia.

Algunos de estos proyectos que están situados en las cuencas hidrográficas transfronterizas en la zona son el proyecto hidroeléctrico Hidroaysén (en la cuenca del río Baker y río Pacua, Región de Aysén, Chile), el megaproyecto La Elena (río Corcovado, Provincia de Chubut, Argentina), y el proyecto Mediterráneo (En el río Puelo, Región de Los Lagos, Chile) provocando diversas reacciones y resistencias sociales en estos territorios, teniendo como consecuencias distintos escenarios, pues en el primer caso se logró gracias a una fuerte movilización a nivel nacional el rechazo por parte del segundo gobierno de Bachelet (aunque en su primer gobierno fue ampliamente promotor de este megaproyecto); en el segundo caso el proyecto se encuentra detenido temporalmente mientras resuelven algunos temas operativos del mismo; y en el tercer caso el proyecto fue aprobado en primea instancia, faltando algunos requerimientos adicionales para su aprobación definitiva, en medio de una creciente y notoria resistencia social transfronteriza, especialmente en las comunidades argentinas de la cuenca del Lago Puelo.

Las autoridades gubernamentales de ambos países mayoritariamente se han encargado de construir un discurso legitimador de estos megaproyectos, argumentando la oportunidad de desarrollo local y generación de empleo que traerían al territorio, la crisis energética que existiría en Chile y Argentina, y que se abastecería de energía a la región, situación que de acuerdo a  experiencias previas, en la práctica las comunidades suelen quedar marginadas del abastecimiento energético producido por estos megaemprendimientos  y la energía producida hacia otras regiones, donde  son ejemplares los casos del Lago Chapo en la chilena región de Los Lagos y el dramático caso de la central hidroeléctrica Ralco, que convirtió al municipio de Alto Bío-bío (en la región del mismo nombre) en uno de los que presentan mayores índices de pobreza en Chile.

Otro aspecto relevante es la intervención social territorial que van tejiendo estas empresas para legitimar la extracción de bienes comunes naturales en la Patagonia –y las externalidades negativas que estos procesos conllevan- así como para abrirse paso entre los espacios de poder locales y regionales. Estas corporaciones han implementado en las comunidades locales de interés una serie de programas y proyectos de carácter asistencial para cooptar a la población y obtener las licencias sociales a través de la entrega de becas, financiamiento de festividades populares locales, entrega de recursos para microemprendimientos, de canastas familiares, etc. Aprovechando los vacíos y debilidades del Estado, y las problemáticas sociales existentes en las comunidades afectadas.

Estas iniciativas se encuentran -hasta la fecha- mayoritariamente en fases de exploración y en procesos de estudios de impacto ambiental, cuya concreción traería concretamente numerosos perjuicios a las cuencas en cuestión, como es la devastación de los ecosistemas, el arrasamiento de las pequeñas economías locales agropecuarias, imponiendo nuevos patrones de acumulación y de exclusión. Además se generarían cambios sociales por  las nuevas relaciones de poder que se generarán con las transnacionales, así como la llegada de miles de trabajadores para la construcción y explotación de los megaproyectos en forma temporal con precarias condiciones laborales.

A ello se adiciona al posible colapso los servicios públicos frente al aumento de las necesidades de la población por la profundización de problemáticas como alcoholismo, drogadicción, violencia, la pobreza local, hacinamiento, desempleo, etc. De esta forma, se impone una territorialidad que obligaría a las comunidades locales a un forzoso cambio vocacional de sus espacios y formas de vida, transformando los ecosistemas al servicio de las necesidades de los capitales externos, dejando a las comunidades los costos ambientales, sociales y económicos de estos megaproyectos.

Dichos megaemprendimientos tienen la ventaja de que los Estados argentino y chileno poseen legislaciones ambientales flexibles y blandas, además del mencionado Tratado Minero que libera de numerosas trabas a las transnacionales para que exploten las riquezas mineras e hídricas en la zona. A ello se suma el tráfico de influencia existente entre las empresas con las autoridades nacionales y locales, la pobreza y desempleo que afecta a las comunidades, lo que orilla muchas veces a sus habitantes a aceptar las mermadas compensaciones económicas que se ofrecen en estos contextos, o bien trabajos precarios y riesgosos para aliviar temporalmente las debilitadas economías familiares. También los frágiles tejidos sociales están muy vulnerables a la cooptación y la división social por conflictos internos de las mismas, así como el aumento de la represión y criminalización de la resistencia social. Todas éstas constituyen circunstancias que son aprovechados por las empresas para debilitar las opciones de organización y resistencia.

Estas estrategias corporativas para garantizar la implementación de la minería e hidroelectricidad en la región configuran nuevos espacios de poder políticos territoriales supra nacionales y subregionales que van capturando los espacios locales ricos en bienes comunes naturales para sí, rediseñándolos para la acumulación neocapitalista bajo matrices de dominación coloniales que subordinan a las sociedades locales y los gobiernos nacionales (Machado 2013).

6. Resistencias sociales locales y transfronterizas en la Patagonia Andina

En la Patagonia Andina se levantan en forma paralela a las territorialidades transnacionales extractivistas otras territorialidades que emergen desde la polifonía de actores que  desde diversas perspectivas se movilizan en oposición a la implementación de megaproyectos extractivistas en estas cuencas.  Esta diversidad abarca desde las narrativas que reivindican las formas de vida locales que han existido históricamente en estos espacios como herencias de las generaciones antepasadas de los primeros colonos de la Patagonia, o bien estas mismas retroalimentadas con nuevas experiencias y perspectivas de convivencia de las comunidades con los ecosistemas patagónicos basadas en la subsistencia y la relación armónica con el entorno social y natural, junto a una fuerte resistencia conservacionista que tiene una determinante influencia en estas cuencas.

Dentro de los actores que protagonizan estos procesos de resistencia encontramos a las pequeñas comunidades Mapuche (especialmente en las localidades de la Patagonia Argentina) que luchan por subsistir en sus territorios con formas de vida basadas en la tierra como eje central de su existencia como comunidad, reivindicando la pertenencia de los pueblos a la madre tierra y no la superposición de los primeros sobre la segunda. También algunas pequeñas comunidades campesinas mestizas que conviven en los mismos espacios, las cuales luchan por defender sus formas de vida locales radicadas en la ganadería y agricultura a pequeña escala; actores descendientes de colonos europeos que se han enraizado en la Patagonia andina con otras identidades locales, pero que también se ven amenazadas con la imposición territorial-colonial del capitalismo transnacional que rompería sus economías y cotidianeidades.

Además, existen otros actores como numerosos operadores de turismo rural y ecoturismo que han emprendido estas actividades en la zona aprovechando los  grandes espacios de biodiversidad de los ecosistemas patagónicos para emprender estos emprendimientos turísticos, junto a los nuevos capitalistas “conservacionistas” que, como dueños de extensas tierras patagónicas (como es el emblemático caso del magnate estadounidense Douglas Tompkins) ven amenazados sus espacios, por lo que han formado parte también de las resistencias. Por otra parte, ha sido importante el aporte de diversos actores del mundo académico de distintas universidades que han apoyado las numerosas asambleas y coaliciones que ejercen acciones de resistencias frente a la minería y represas en la Patagonia Andina. Y también en estas luchas juegan un rol fundamental (especialmente en la Patagonia argentina) los jóvenes llegados y avecindados desde las ciudades del centro del país que se asentaron en la comarca andina argentina desde hace varias décadas atrás, así como de numerosos otros actores de las sociedades civiles regionales, y del resto de ambos países.

Un elemento importante es la tendencia latente, pero paulatina hacia una transfronterización de la resistencia que se va configurando frente a la proliferación progresiva de emprendimientos extractivistas a gran escala en estas cuencas. Ello responde a que los impactos de estas iniciativas repercuten intrínsecamente en ambos lados de la frontera, y al hecho que las comunidades locales fronterizas han entretejido entre si históricamente estrechas relaciones sociales, económicas y culturales, como parentescos directos, cooperación y reciprocidades de las economías locales, los orígenes comunes de las migraciones que poblaron las cuencas transfronterizas; todo ello e el marco del acentuado grado de aislamiento de estas comunidades los ha llevado también a establecer estrechos lazos de cooperación con los poblados cercanos.

Un elemento fundamental para entender estas resistencias territoriales lo constituyen algunas experiencias anteriores de conflictos ecoterritoriales en la región (como fue el caso de la instalación de la planta de aluminio ALUMYSA en la chilena región de Aysén, el movimiento antinuclear de Chubut MACH en contra de la instalación de un basurero nuclear en la argentina localidad de Gastre, el No a la Mina en Esquel por mencionar algunos casos) donde los actores y organizaciones movilizadas en el territorio han establecido ciertas redes de comunicación y apoyo con sus contrapartes trasandinas respectivas que quedaron en las memorias de las resistencias, constituyendo redes que se reactivan, que con las nuevas tecnologías de información (principalmente internet) y las relativas mejoras de la conectividad vial, se facilita la interacción social transfronteriza.

 Sin embargo, las dificultades de transporte, el extremo aislamiento geográfico de la mayoría de estas cuencas transfronterizas, y la falta de recursos dificultan una interacción constante y la conformación de estructuras organizativas sólidas y permanentes entre los actores de ambos lados de la frontera, de acuerdo a lo que las mismas organizaciones plantean[4]. Pese a ello, existen acciones colectivas concretas, redes de apoyo y una circulación de información que cada día muestra mayor dinamismo.

Frente a la multiplicación de megaemprendimientos extractivistas en la zona proliferan numerosos espacios de resistencia transfronterizos como parlamentos, encuentros y numerosos foros donde participan voceros de las diversas asambleas, coaliciones y organizaciones locales en contra de las iniciativas extractivistas en cuestión, donde comparten sus experiencias, intercambian información y fortalecen redes de apoyo frente a los numerosos proyectos en carpeta en la región en ambos lados de la cordillera. Agrupaciones como “Mujeres sin frontera” en defensa de la cuenca binacional del Lago y rìo Puelo constituyen un caso de organización transfronterizo en contra de la instalación de megaproyectos hidroeléctricos en la zona.

Sin embargo, no consideramos prudente plantear la plena existencia de movimientos sociales ecoterritoriales transfronterizos, ya que lo que evidenciamos es más bien la existencia de determinadas acciones colectivas puntuales de carácter transfronterizas, pero no de una organización social plena y articulada de manera transnacional, pese a que existen algunas experiencias concretas, como la de Mujeres sin fronteras y otros casos en que se apoyan movilizaciones de uno u otro lado de la frontera. Lo que sí podemos afirmar plenamente es la existencia de un campo fertil para ello en este escenario de conflictos ecoterritoriales transfronterizos en la Patagonia.

7. A modo de conclusión

Estos nuevos escenarios que se configuran en la Patagonia, constituyen una muestra de las nuevas territorialidades extractivistas que actualmente se instalan en América Latina, escenarios en los que consideramos de gran importancia situar estas nuevas contradicciones y luchas sociales desde una discusión territorial como plataforma teórica y práctica de análisis que aborde sus implicaciones binacionales, globales y locales, y de esta manera, entender –en nuestro caso- a la Patagonia a partir de sus tradicionales territorialidades transversales intercordilleranas, y no solamente desde miradas verticales y uninacionales Norte-Sur, que más bien responden a las historiografías y territorialidades hegemónicas para entender de una manera parcializada y des-regionalizada a la Patagonia.

Es necesario sacar a la luz púbica las dimensiones locales-comunitarias de los levantamientos sociales que existieron en la Patagonia, especialmente en el lado chileno donde la discusión nacional en torno a los megaproyectos extractivistas que acontecieron en las cuencas transfronterizas y visibilizar estos conflictos dentro de una mirada extractivsta transfronterizas superando aquellos análisis que ubican a los conflictos abordados en este trabajo como casos de estudios aislados y enfocados a  nivel eminentemente local. Carentes de perspectivas regionales y geopolíticas.

A partir de esta investigación consideramos importante sacar a la luz pública las dimensiones descoloniales de este conflicto que conviven de manera marginal con los dominantes discursos centralistas que interpretan desde un enfoque meramente conservacionista estos sucesos en la Patagonia, donde la voz de los actores y organizaciones meramente patagonas quedan en un segundo y tercer plano. Sus narrativas de resistencias reivindican las formas de vida local, la preservación de sus tejidos sociales y convivencias cotidianas, además del saqueo de sus territorios donde por supuesto que existe una importante dimensión ecológica de las resistencias en torno a la protección y sustentabilidad de la utilización de los bienes comunes naturales de las cuencas compartidas de la Patagonia, pero es parte de la polifonía de las perspectivas desde las cuales se levantan las resistencias en estos conflictos regionales.

Por ello es necesario volver a leer los conflictos ecoterritoriales en estas cuencas desde el propio lugar o locus de enunciación (Mignolo 2003) del cual provienen, desde las historias locales y colonialidades territoriales globalizadas que en su conjunto nos permiten visibilizar a la Patagonia mucho más que como una mercancía, una marca territorial ecoturística o como una reserva de biodiversidad para preservar a espaldas de las comunidades patagonas.

Y finalmente, estos nuevos escenarios de avance extractivista y de resistencias transfronterizas dan muestra de las nuevas configuraciones geopolíticas de la acumulación transnacional, en las cuales se avanza hacia zonas más aisladas, y en este caso, cuencas hidrográficas transfronterizas que hoy día se van liberalizando  de diversas formas en nuestros países, a través de la modificación de los distintos marcos legales nacionales y binacionales que previamente los protegían para funcionalizar estas zonas a disposición de las corporaciones transnacionales, y en desmedro de las comunidades locales y de los propios Estados nacionales.

Por Bárbara Jerez Henríquez

Doctoranda en Estudios Latinoamericanos, UNAM

barbarajerezh@gmail.com

Un versión de este texto fue publicado en revistanuestramerica.cl


Notas

[1] Este trabajo se desprende de la tesis doctoral en elaboración “(Des) colonialidades espacio-territoriales y conflictos extractivistas en cuencas transfronterizas: El caso de la Patagonia Andina 2009-2010”, para optar al grado de Doctora en Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México.

[2] Esta iniciativa macroregional constituye un plan de articulación y modernización de infraestructuras multimodales a gran escala cuyo objetivo es agilizar el transporte de mercancías (principalmente materias primas extraídas localmente como commodities) y la explotación de los bienes comunes naturales (represas, minería, turismo a gran escala, maquiladoras, hidrocarburos, etc) en toda Sudamérica. Para mayor información, sírvase visitar www.iirsa.org

[3] “El Desquite” era un megaproyecto de minería a cielo abierto para extraer oro bajo livixiación con cianuro en la zona cordillerana de la localidad de Esquel, en la provincia argentina de Chubut, y a menos de 100 kms de la frontera con Chile. Se levantó un inédito movimiento social que desembocó en un plebiscito en el que la comunidad rechazó con más de un 88% de los votos a la minera, lo que terminó con el retiro del proyecto en el año 2003.

[4] De acuerdo a los testimonios de diversas organizaciones patagónicas como las organizaciones del lado chileno Agrupación Nacional Jóvenes Tehuelche, Agrupación Ambiental y Cultural Antukulef, la agrupación “Defensores del Espíritu de la Patagonia”, y la Asamblea de Amigos en Defensa del Lago Buenos Aires (Argentina)

Ministerio de Minería. 2010. Tratado sobre la Integración y Complementación minera entre la República de Argentina y la República de Chile. Disponible en:

http://www.camarco.cl/documentos/Presentacion_Subsecretario%20_Wagner.pdf?PHPSESSID=267481c7da66ccdc94e38c5a27c9be18 (consultado el 20 de abril de 2015).

 Seoane, José. 2006. “Movimientos Sociales y recursos Naturales en América Latina: Resistencias al Neoliberalismo, configuración de alternativas”. Revista Sociedade e Estado 21 (Enero-Abril): 85-107.

 Svampa, Maristela. 2012. “Hacia una gramática de las luchas en América Latina: Dimensiones de la acción y giro Eco-territorial”. Nostromo 5 (Otoño 2011-Primavera 2012): 77-93.

Tierras en Honduras, un tema de seguridad nacional para Estados Unidos

El día 18 de octubre del 2016 diversas organizaciones no gubernamentales reconocían  la gran lucha que ha sostenido la coordinadora de la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH), Miriam Miranda, galardonada en la primera edición del premio ambiental Carlos Escaleras por la defensa y protección de territorios ancestrales de este país centroamericano. El mismo día, Honduras se vestía de luto. En Tocoa, principal ciudad del departamento de Colón donde se vive uno de los principales conflictos por la tierra en Honduras, disparos de bala arrebataban la vida a los luchadores sociales José Ángel Flores y Silmer Dionisio George, presidente y dirigente del Movimiento Unificado Campesino del Aguán (MUCA), respectivamente.

Reconocer en vida las acciones de los luchadores sociales y ambientales es una de las tareas que se ha propuesto el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC), la Fundación San Alonzo Rodríguez, Radio Progreso y el Centro de Derechos de Mujeres mediante el premio Carlos Escaleras. En un país como Honduras donde la cifra de asesinatos de activistas ha rebasado los 200 desde el golpe militar en 2009, distintas organizaciones lanzaron su campaña “Defender sin Miedo: Tu vida, la mía, nuestra casa común”, enmarcado en la entrega del galardón para Mirian Miranda por sus más de 30 años de lucha.

El premio Carlos Escaleras nace en memoria del ambientalista hondureño asesinado en 1997 por sostener una lucha contra el emporio del empresario Miguel Facussé Barjum quien pretendía instalar una planta extractora de aceite de palma africana que terminaría contaminando el río Guapinol, cauce que abastece de agua a varias comunidades de la región. El empresario Facussé murió en 2015, heredando una amplia gama de sectores económicos controlados por su familia a partir de la fundación de la fábrica Químicas Dinant, centrada en los sectores de alimentos, la agricultura industrial como la palma africana, biodiesel, biogás y productos de limpieza.

Muerte anunciada

El MUCA, mediante un comunicado publicado el 21 de octubre de este año, denunció que el Comando de Operaciones de los Estados Unidos ha estado entrenando a grupos paramilitares que ahora están asesinando a sus líderes, gracias a la conformación de “escuadrones de la muerte”. La organización social precisa que las operaciones se vienen llevando a cabo desde el año 2010 en la base militar de Río Claro, departamento de Trujillo, y que desde entonces se ha dado entrenamiento a unidades de fuerzas especiales de Honduras, en colaboración “con altos mandos militares”.

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El MUCA denunció que el Comando de Operaciones de los Estados Unidos ha entrenado a grupos paramilitares que ahora están asesinando a sus líderes

El 5 de diciembre del 2014 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), exhortó al gobierno de Honduras para que implementara las medidas cautelares concedidas a varios líderes campesinos del Bajo Aguán. Para este propósito se delegó a Sagrario Prudott, funcionaria de la secretaría de Seguridad. Sin embargo, hasta la fecha no se ha hecho nada para detener los crímenes contra campesinos.

Desarrollo y asesinatos

La situación de violencia generada en el Bajo Aguán es producto de un problema estructural derivado de la concentración de las tierras en pocas manos.

“Hemos sufrido permanente persecución y hemos sufrido diversos atentados, pero continuamos en la lucha siguiendo el legado de Carlos Escaleras”, remarcó Esli Vanegas de la Coordinadora de Organizaciones del Aguan (COPA) durante una protesta realizada el día 18 de octubre en las calles de Tocoa para recordar el asesinato del activista.

La concentración de tierras en Aguán empeoró después de 1992 tras la aprobación de la Ley de Modernización Agrícola. Dictada por el Banco Mundial, junto a un paquete de políticas de ajuste estructural, la ley redujo los apoyos a los productores agrícolas locales y a su vez incrementó el respaldo al sector de exportaciones, pero sobre todo permitió vender tierras colectivas a inversores privados. Esto ha aumentado las luchas territoriales con muestras extremas de represión por parte de empresas aliadas al estado hondureño.

El MUCA surgió en 2001 e integra alrededor de 3,500 familias campesinas que demandan la devolución de sus tierras para fines de Reforma Agraria. “Nosotros estamos pidiendo la devolución de nuestras tierras, porque les fueron robadas a nuestros padres por medio del Banco Mundial, quien apoyó la Modernización Agrícola”, dijo Jaime Adelí Cabrera, Coordinador de la Plataforma Agraria de la Zona del Aguán.

La Ley de Modernización Agrícola fue un estrategia del gobierno para favorecer a las principales empresas que producen palma africana, quienes acapararon las tierras en tres grandes terratenientes agroindustriales: la familia Facussé de la Corporación DINANT, René Morales del Grupo Agropalma y Reinaldo Canales, de origen salvadoreño, detalló Vanegas.

Al acaparamiento de tierras para el cultivo de la palma africana se suma la ganadería intensiva, los proyectos mineros, presas hidroeléctricas y complejos turísticos que han desplazado a comunidades enteras en diversas regiones de Honduras. No sólo se ha utilizado la Ley de la Modernización Agrícola, sino también el engaño, la fuerza pública y grupos de sicarios.

“El Banco Mundial apoyó la Modernización Agrícola y los préstamos que está dando a las grandes corporaciones están siendo utilizados para contratar sicarios que asesinan a los líderes sociales. Esos préstamos también son para pagar al ejército”,

AGREGA ADELÍ.

“Desde que el Banco Mundial concedió esos préstamos a los terratenientes nosotros hemos vivido en la pobreza. Los países que están comprando aceite y biodiesel están comprando sangre y muerte de los que han caído por defender sus tierras”, sostuvo Santos Torres, del Movimiento Campesino Gregorio Chávez.

Más muertes y amenazas

Han pasado ya  8 meses desde que el asesinato de la ambientalista Berta Cáceres, entonces coordinadora general del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), causó un gran impacto a nivel mundial. Cáceres fue galardonada con el Premio Medioambiental Goldman y se destacó por la lucha para detener la construcción del proyecto hidroeléctrico Agua Zarca, de la empresa DESA (Desarrollos Energéticos S.A.) con financiamiento de bancos europeos (FMO y FINNFUND, de Holanda y Finlandia respectivamente) y el Banco Mundial.

Mientras los órganos encargados de impartir justicia en Honduras se jactan de haber sufrido el robo del expediente de su caso, miembros del COPINH continúan recibiendo amenazas de muerte por mantener la lucha contra megaproyectos hidroeléctricos, mineros, eólicos, REDD+ y las ciudades modelo.

Tomas Gómez Membreño, Coordinador General del COPINH, responsabiliza a las empresas y los bancos que han financiado los megaproyectos de las agresiones contra la organización lenca.

“En mi caso he sufrido alrededor de siete atentados. Es principalmente por que quieren debilitar a los movimientos sociales en el país. Los mismos entes del Estado como la policía y el ejercito son los que nos vigilan todos nuestro movimientos”, agrega Membreño.

Después del asesinato de Cáceres, otros dos líderes del COPINH fueron asesinados: Lesbia Yaneth Urquía, quién luchaba contra la privatización del agua mediante proyectos de energía en La Paz, y Nelson García, asesinado en Río Lindo dos semanas después de Cáceres.

A pesar de los asesinatos contra el COPINH, sus miembros están en un proceso de reorganización y preparándose continuamente para seguir su lucha para expulsar los megaproyectos en el territorio indígena Lenca. “Nosotros como pueblos Lencas no dibujamos las fronteras, fue la colonización quienes han querido dividir el Abya Yala – nombre de América antes de la colonización- y nosotros somos un mismo pueblo, no hay países y debemos de apostarle por este rumbo, con nuestras propias propuestas contra el saqueo, el despojo y la criminalización”, añade Membreño.

Seguridad Nacional

Honduras es un país geoestratégico y es un tema de seguridad nacional para los Estados Unidos quien desde los ochentas instaló su primer base militar en Palmerola, bajo el argumento de contrarrestar el narcotráfico. En 2015, tras la visita a Honduras del jefe del Comando Sur de Estados Unidos, John Nelly, se amplió su presencia militar con la creación de la unidad especial en Honduras para “misiones de colaboración”.

El Coordinador de Actas del COPINH, José López, asegura que la gran mayoría de los proyectos vienen acompañados con un plan de seguridad. “Son proyectos de muerte no solo porque están matando a la naturaleza, sino que también a los activistas y a los pueblos. Incluso porque hay proyectos para ampliar las bases militares estadounidenses en el territorio Lenca y en el resto de Honduras”.

PARA EL COORDINADOR LA MILITARIZACIÓN ANTECEDE LA INSTALACIÓN DE MEGAPROYECTOS.

“A estas alturas los pueblos ya sabemos que todos los proyectos, principalmente los del capital transnacional, vienen acompañados con un proyecto de seguridad que les permita implementar y ejecutar el saqueo de cualquier forma”

RECALCÓ JOSÉ LÓPEZ.

López asegura que el ejército hondureño es asesorado por los Estados Unidos y se aplican estrategias de inteligencia para eliminar a líderes y activistas sociales y ambientales.

“En toda comunidad donde existen estos proyectos está presente la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional). Ellos llegan con estrategias a las comunidades, engañando a la gente, regalando semillas y regalando abonos. Prometen más apoyos, pero no es eso–su estrategia es desarticular los movimientos sociales, las luchas populares, para hacer espionaje y filtrar información de cómo están constituidos los movimientos. La USAID está metido en el proyecto de Agua Zarca en Rio Blanco. ¿Qué nos da a entender? Que USAID estuvo asesorando a DESA y quizá dando fortalecimiento económico, y está presente en todas las comunidades donde tiene presencia el COPINH y eso equivale a tener al gobierno de los Estados Unidos. Por un lado nos meten bases militares, por otro a los cuerpos de paz y otras series de espionajes. Esto se da en todos los países de Latinoamérica”, agrega López.

Triángulo Norte

El año 2015, el gobierno de los Estados Unidos aprobó 750 millones de dólares para los países del Triángulo Norte de Centroamérica (PAPTN): El Salvador, Guatemala y Honduras.

Entre las condiciones para liberar dichos fondos está el combate a la corrupción, incluyendo la investigación y persecución penal de funcionarios públicos; combate a las redes criminales, el narcotráfico y el crimen organizado; E investigar y procesar penalmente en sistemas civiles de justicia a miembros de las fuerzas militares y cuerpos policiales sobre quienes pesen acusaciones creíbles de violaciones a los derechos humanos.

“Los 700 millones para el Triangulo Norte no van a resolver la problemática o sacar de la pobreza a los países, más bien es para apoyar a las policías y a los ejércitos. Nosotros decimos que es para apoyar más fuertemente la militarización de la región.

Es para asegurar que las empresas estadounidenses se puedan instalar con la protección de los gobiernos y ese proyecto va a incrementar mas la migración de las comunidades indígenas y de la población centroamericana y continuará más la represión, los presos y los asesinatos”, finaliza Gómez Membreño.

Publicado en Cipamericas

La lucha contra el fracking

ACOMPAÑA CRÓNICA:EEUU ELECCIONES CAMBIO CLIMÁTICO MIA30. WASHINGTON DC (EE.UU.), 31/10/2012.- Vista del 18 de octubre de 2012 de actividades de preparación para extraer petróleo mediante la técnica del "fracking" en un pozo de la compañía Windsor Energy, en la localidad de Midland, Texas (EE.UU). Ni la severa sequía, ni el récord de deshielo Ártico ni la consideración por parte del Pentágono como "un problema de seguridad nacional" han logrado que en la campaña se haya mencionado el cambio climático, hecho inédito en las elecciones americanas desde 1988, que los analistas atribuyen a la revolución del gas no convencional. ¿Qué ha pasado entonces para que las elecciones de 2012 entren en la Historia, para furia de muchos científicos, ambientalistas y ciudadanos americanos, como aquellas en las que no se mencionó el cambio climático? Expertos en energía como David Pumphrey, del Centro de Estudios Estratégicos (CSIS en sus siglas en inglés) o William Burns, profesor de la Universidad Johns Hopkins, coinciden en que la respuesta es la revolución que la explotación de gas no convencional por la técnica del "fracking" ha provocado en la economía y en el sistema energético norteamericano. EFE/Caty Arévalo

En las jornadas del Observatorio Petrolero Sur se debate sobre los riesgos del fracking para la salud. La inauguración reunió a especialistas y activistas de la Argentina y Estados Unidos, que relataron sus experiencias y explicaron por qué se oponen a esta práctica.

Por Nadia Luna
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En el extremo sur del planeta, la comunidad mapuche Campo Maripe resiste el avance del fracking en su territorio. YPF y Chevron quieren explotar esa parte de la formación petrolera Vaca Muerta, a pesar de que un relevamiento territorial comprobó la ocupación ancestral de la comunidad en 11.000 hectáreas de Añelo, en la provincia de Neuquén.

Ver también: Fracking avanza en Latinoamérica

El conflicto no termina en la perforación de los pozos, ya que vecinos del oeste neuquino nucleados en la Comisión Fuera Basureros Petroleros denunciaron que la empresa Comarsa quema residuos tóxicos provenientes del fracking a 200 metros de sus casas. De esta manera, 15.000 familias de barrios humildes que usan leña para cocinar se ven afectadas, paradójicamente, por desechos de la extracción de un gas al que ni siquiera tienen acceso.

Muy lejos de allí, en el extremo norte del planeta, los habitantes de una zona rural del estado de Nueva York, cerca del límite con Pensilvania, en Estados Unidos, se juntan regularmente en el sótano de una iglesia para debatir sobre los riesgos del fracking para la salud. El movimiento creció de la mano de estudios ambientales y, finalmente, se logró prohibir el fracking en el estado de Nueva York. Sin embargo, la lucha sigue: ahora se oponen a la instalación de la compañía Crestwood, que quiere convertir a la región en un centro de almacenamiento y transporte de gas. Ya bloquearon la entrada de la compañía 50 veces, lo que derivó en unas 500 detenciones de ciudadanos. Entre ellos, Colleen Boland, impulsoradel activismo anti-fracking y sargento retirada de la Fuerza Aérea estadounidense, quien asegura: “Estoy orgullosa de mis medallas de honor, incluida la que me dieron por buena conducta. Pero estoy igual de orgullosa por lasacusaciones de alterar el orden público que recibí por oponerme al fracking para preservar el lugar donde vivo”.

Boland fue una de las expositoras de la inauguración de las Jornadas Internacionales de Salud, Ambiente e Hidrocarburos no Convencionales, organizadas por el Observatorio Petrolero Sur, que se desarrollarán hasta el 31 de octubre en las provincias de Buenos Aires y Neuquén. La apertura fue una audiencia pública realizada en el auditorio anexo del Congreso de la Nación y la mesa se completó con la activista Natalia Huilipan [Comisión Fuera Basureros del Neuquén], la bióloga Sandra Steingraber [Concerned Health Professionals] y la médica pediatra Kathleen Nolan [Physicians for Social Responsibility].

“Algo que me quedó claro de todos estos años que venimos luchando contra el fracking en Nueva York es que las pruebas científicas sobre los daños a la salud, por muy contundentes que sean, no alcanzan. Es necesario que un movimiento social lleve la evidencia científica hacia el campo político. Creo que esa combinación nos permitió ganar la batalla”, sostuvo Steingraber, quien, al igual que Boland, pasó varios días en la cárcel por bloquear la entrada de Crestwood.

Steingraber y Nolan presentaron la tercera edición del Compendio de hallazgos científicos, médicos y de medios de comunicación que demuestran los riesgos y daños del fracking [extracción no convencional de gas y petróleo], una publicación que puede descargarse gratuitamente aquí. Durante la charla, expusieron algunos de esos hallazgos y hablaron de los riesgos que el fracking implica para la salud de la población que vive en las cercanías de lugares donde se desarrolla la actividad.

Steingraber contó, por ejemplo, que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos confirmó casos de contaminación del agua potable por fracking. Además, indicó que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático calcula que, en un período de 20 años, el gas metano puede capturar 86 veces más calor que una cantidad equivalente de dióxido de carbono. Asimismo, sostuvo que, en los últimos meses, varios estudios han confirmado una relación causal entre la inyección de aguas residuales del fracking en pozos de eliminación de desechos y el surgimiento de temblores en la zona. “La evidencia es tan sólida que la Corte Suprema de Oklahoma dictaminó por unanimidad que los propietarios de viviendas pueden demandar a la industria de petróleo y gas por daños en sus propiedades derivados de los temblores”, señaló.

Nolan se refirió al aumento de problemas de salud reportados en poblaciones cercanas al fracking y a los efectos de gases liberados y sustancias químicas usadas en la actividad. Así, indicó que el formaldehído y el sulfuro de hidrógeno irritan los tejidos y que los estudios documentan cada vez más casos de asma; que los químicos que se conocen como BTEX (benceno, tolueno, etileno y xileno) dañan los órganos y son cancerígenos. También, actúan como disruptores endócrinos, lo que derivó en un aumento de nacimientos prematuros y diversos defectos en los recién nacidos.

“En algunos casos, los síntomas pueden eliminarse si se elimina la fuente de exposición, pero eso implica que la gente tiene que dejar de vivir donde vive. La prioridad de los gobiernos debería ser alejar estas actividades en vez de otorgar subsidios a la industria”, sentenció. “Las compañías y países que invierten en fracking están invirtiendo en un legado tóxico. Es muy poco lo que se puede mejorar cambiando regulaciones o implementando un código de buenas prácticas. Los problemas son inherentes al proceso y, por lo tanto, la única mejora puede venir del abandono completo de esta actividad y de la transición hacia un futuro sostenible y renovable”, agregó.

La última expositora fue Natalia Huillipan, en representación de la Comisión Fuera Basureros Petroleros de Neuquén. Se presentó en mapudungun [lengua del pueblo mapuche] y explicó cómo funciona el circuito de los residuos petroleros. La empresa encargada de su tratamiento es Comarsa, que, según Huillipan, utiliza un método de incineración en hornos pirolíticos que “libera al aire contaminantes que respiramos todos los días en nuestros barrios”. Además, dijo que, en una reciente audiencia pública, Comarsa reconoció que la empresa no trata los metales pesados, pero se negó a responder cuál es la disposición final de los mismos.

Huillipan sostuvo que la comisión obtuvo dos logros importantes. El primero fue que el Gobierno provincial firmó un decreto que establece que las empresas que tratan residuos especiales tienen que estar a ocho kilómetros de las zonas pobladas y a cinco de las zonas productivas, aunque dice que, en la práctica, eso no se cumple. El segundo logro radicó en unificar la lucha con los trabajadores de la empresa. “Yo soy mapuche y quiero finalizar con una reflexión desde mi identidad”, dijo Huillipan. “Hay tres elementos que están siendo afectados por este sistema capitalista: agua, aire y suelo. El agua es la sangre que corre por nuestras venas, el aire es lo que nos impulsa y el suelo es nuestro cuerpo. Tenemos que defenderlos y solo con lucha y organización colectiva vamos a poder conseguirlo. ¡Marici wev! [diez veces venceremos]”.

Publicado en unsan.edu

El día que el zapatismo volvió a proponer cambiar el mundo

A propuesta del EZLN se aprueba durante el quinto Congreso Nacional Indígena (CNI) una consulta a los pueblos originarios para la creación de un Consejo Indígena de Gobierno y una candidata indígena independiente a las elecciones presidenciales mexicanas de 2018.

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) lo ha vuelto a hacer. Decidió que es hora de que el Congreso Nacional Indígena (CNI) vaya delante y las zapatistas detrás. Durante el quinto CNI lanzó una propuesta “absurda” (en palabras del Subcomandante Galeano), de tan extraña que empieza a parecer posible: la creación de un Consejo Indígena de Gobierno que desde lo colectivo apoye a una mujer “que hable y haya nacido indígena” como candidata independiente a las elecciones nacionales de 2018. Como ya pasó en enero de 1994 con el levantamiento armado, el EZLN volvió a sacudir el país y el mundo de su adormilamiento desde las raíces de la tierra que son los pueblos indígenas.

Reunidos en el veinte aniversario del CNI en el Cideci-Unitierra de San Cristóbal de las Casas (Chiapas), se acordó mantener en asamblea permanente el congreso debido a la importancia del tema a tratar. El primer día del congreso, el pasado lunes 11 de octubre, en sesión plenaria cerrada, se consensuaron las líneas principales de la propuesta traída por la delegación zapatista a este quinto CNI. La idea es fortalecer el proceso organizativo, potenciar la fuerza política del Congreso, articular con otros sectores del pueblo pobre, volver a retomar las luchas de los pueblos como sector central de la política nacional.

Bienvenida al Congreso Nacional Indígena

Una propuesta que aún ha de bajarse a consulta en los pueblos, que habrá que discutir, pero que tiene como objetivo dejar de pensar en los dolores que tiene la resistencia y pasar a pensar “en la posibilidad de la ofensiva”. Parte de la realidad que se lleva analizando desde el encuentro del Pensamiento Crítico frente a la hidra capitalista (2015) es que “nos están matando”, “si no ganamos vamos a morir”... eran algunas de las voces que iban resonando en el auditorio recogiendo las experiencias del ataque frontal y descarnado del Estado y las transnacionales. Así lo decía también el portavoz del EZLN, el Sub.Moisés, en las palabras de inauguración del congreso: “HOY NO NOS QUEDA DE OTRA, más que fajarnos en organizarnos nosotros mismos los pueblos originarios del campo y de la ciudad... ya no tenemos dónde refugiarnos”.

Así se sentía en las cuatro mesas donde se debatió sobre despojo, represión, rebeldías, resistencias, balance y propuestas para fortalecer la estructura autónoma de coordinación de pueblos originarios mexicanos que cumplía en esta ocasión veinte años. Congreso Nacional Indígena que el mismo EZLN impulsará tras la traición del gobierno mexicano a las negociaciones en 1995-1996. “Llegó el momento de atacar y darle al sistema donde más le duele: en la clase política” de un país profundamente clasista y racista a la que sólo le queda la dominación neoliberal frente a los principios del zapatismo y el CNI: convencer y no vencer, proponer y no imponer, bajar y no subir, representar y no suplantar, obedecer y no mandar, construir y no destruir, servir y no servirse, enlazar y no aislar.

Convencer y no vencer

Una parte importante de la propuesta está en saber transmitirla. Para ello se acordaron diversas formas de apoyo en para poner bien las palabras, para que no sea una “propuesta para tumbar un gobierno, sino para que se vayan todos”. Se insistía desde la coordinación provisional del CNI en que “no es planteamiento electoral, ni electorero”. Y cabe recordar que los pueblos indígenas organizados tienen en su práctica cotidiana la asamblea, la gestión comunitaria de los recursos, y la asunción de voces colectivas y conectadas con el entorno y sus antepasados. Un sujeto político muy distinto al de la sociedad civil.

Llegada al Congreso Nacional Indígena

También desde esa realidad no se plantea interés en candidatos regionales o municipales, sino más bien iniciar un proceso de consulta en las bases que pueda disparar la imaginación, los vínculos y los caminos posibles al interior de las organizaciones de pueblos originarios: “que agriete y no apuntale el sistema”. “Tal vez se acuerde que sí y empieza la recogida de firmas. Una vez con las firmas van a ver que la fuerza la tienen en el corazón y ya no le va a importar si el/la candidato o no, sino van a ver lo que creció en ese proceso”, comentaba el Sub.Galeano en un emotivo discurso que sirvió para aclarar rumores y disipar malentendidos en esta propuesta que no obvia los procesos de autonomía que se vienen construyendo, sino que les da otra herramienta de lucha.

No electoral, no electorero

La intención, se explicitó, no es el poder; lo que se busca es precisamente destruir el poder. En palabras de un compañero delegado del Estado costero de Veracruz: “Ya no queremos decidir por los otros, y tampoco que decidan por nosotros. No queremos el poder, sino poder hacer, que sean nuestras asambleas las que gobiernen”. Así se explicita en el documento resolutivo del quinto congreso que recupera como título uno de los versos del himno nacional mexicano, reafirmando que la propuesta no es sólo para los pueblos indígenas, sino para todas: “Ratificamos que nuestra lucha no es por el poder, no lo buscamos; sino que llamaremos a los pueblos originarios y a la sociedad civil a organizarnos para detener esta destrucción, fortalecernos en nuestras resistencias y rebeldías, es decir, en la defensa de la vida de cada persona, cada familia, colectivo, comunidad o barrio. De construir la paz y la justicia rehilándonos desde abajo, desde donde somos lo que somos”.

La propuesta a formar un consejo indígena de gobierno sería algo que no se capitalice en un individuo, sino en una estructura organizativa, una fuerza política anticapitalista, abajo y a la izquierda. Otra política, no una fuerza política más, no un partido: una idea de subversión capaz de “voltear todo de cabeza”. Otra vez.

La hora de los pueblos

“Cuesta creer que llegó nuestra hora, creíamos que iba a ser en otra vida, pues nos tocó ahora. Los zapatistas fueron tan generosos que nos mostraron un símbolo, una mujer de nosotros, una mujer del CNI en medio de los milicianos (en Oventik, durante la celebración del 12 de octubre), viéndonos ahí de frente.. si había alguna duda pues se disipó. Pues ya estamos”. Fue el sentir expresado por un delegado de la mixteca poblana en un clima de confusión que fue creciendo hacia el optimismo de quienes sienten la posibilidad de cambiar el sistema.

Los pueblos pobres e indígenas --en la idea de la (teología de la) liberación tan importante en estas latitudes-- son los portadores de un mundo nuevo que pone a las víctimas en el centro. De ahí nace en parte esta propuesta, “nada habrá para nosotros de lo que queremos y lo que necesitamos, en los partidos que ya hay, ni en los dizque nuevos que vendrán, porque son los mismos”, comentaba el subcomandante Moisés en un auditorio abarrotado en el que se contaron más de mil asistentes durante los cinco días de congreso. Y afirmó ante el silencio y la emoción de quien siente nacer --otra vez-- algo que puede remover el cielo sin tener que tomarlo por asalto.

Ahora es la hora del Congreso Nacional Indígena.
Que a su paso retiemble en su centro la tierra.
Que en su sueño se derrote el cinismo y la apatía.
Que en su palabra se levante la de quien no tiene voz.
Que en su mirada se ilumine la oscuridad.
Que en su oído encuentre casa el dolor de quien se piensa solo.
Que en su corazón encuentre consuelo y esperanza la desesperación.
Que con su desafío se asombre de nuevo el mundo...

Subcomandante Moisés, Palabras de la CGRI- EZLN en la apertura del quinto Congreso Nacional Indígena.

Fuente de: diagonalperiodico.net

Guatemala: Más de 60 mil personas pueden ser desalojadas en Áreas Naturales Protegidas

Por lo menos 40 comunidades de descendencia Maya pluriculturales, que se formaron antes de la década de 1980 al norte de Guatemala, frontera con México, hoy no cuentan con un estatuto jurídico que les asegure su estancia en dichas tierras y son considerados como núcleos ilegales. Estas comunidades quedaron vulnerables cuando el gobierno guatemalteco decretó, a finales de los años 80s, el Parque Nacional Laguna del Tigre y el Parque Nacional Sierra Lacandona como Áreas Naturales Protegidas (ANP).

“Ellos pasaron a ser poblaciones ilegales y han sufrido una serie de desalojos. Según la ley, el gobierno tiene el derecho de desalojarlos y no importa si la vía es legal o violenta”,

AFIRMA EL INVESTIGADOR LUIS SOLANO.
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Las comunidades se movilizaron el día 28 de septiembre de este año 2016 para entregar al Congreso de la República de Guatemala una propuesta de desarrollo que incluye la exigencia de su reconocimiento permanente. “Es una propuesta de solución al problema que esta dentro del marco legal. También es una respuesta a las intenciones del gobierno de querer desalojarnos por otros mecanismos jurídicos como los Convenios de Cooperación promovidos por el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP)”, afirma uno de los habitantes de las comunidades que por motivos de seguridad prefirió identificarse solo como Gerónimo.

De no ser aprobada dicha propuesta, cientos de comunidades que habitan estas áreas podrían desaparecer, ya que, por lo menos en el Parque del Tigre, la empresa Perenco de capital francés, actualmente explota más de 40 pozos petroleros en una franja dentro de este parque. La concesión para esta empresa, que busca expandir la explotación de sus pozos petroleros, vence en el año 2025 y quiere renovar su concesión por cualquier medio posible. “Esto ya no es un parque protegido porque hay cientos de terratenientes que han desarrollado sus proyectos de ganadería y a esto se suman la explotación del petróleo. Nosotros somos pequeños campesinos que solo queremos que se nos reconozcan nuestras tierras para trabajar y sostener a nuestras familias de una forma digna. Aquí no hay presencia del Estado y los servicios mas básicos como la salud y la educación, por lo que hemos tenidos que crear alternativas”, afirma Gerónimo.

“Hay cientos de familias habitando esa zona y la población sigue creciendo y los hijos necesitan seguir sobreviviendo de esa tierra. El espacio territorial que se les otorga es cada vez menor y es insuficiente. Entonces las comunidades están planteando que se regule esta situación y buscan ser participes de la protección de las Áreas Protegidas, porque ellos reconocen la importancia de estas áreas, pero igual exigen que haya una política real de protección por parte del Estado, incluyendo a las comunidades. Porque hay una amenaza constante de los monocultivos y de las empresas transnacionales”, señala Solano.

Entre otros puntos, la Propuesta de desarrollo integral y sostenible en Laguna del Tigre y Sierra del Lacandón, municipio de San Andrés, la Libertad y las Cruces, Petén, sostiene que “las comunidades se comprometen a cuidar, proteger y asegurar para las generaciones futuras los recursos naturales del área, en coordinación con otras comunidades aledañas y organizaciones ambientales interesadas”.

Así mismo, las comunidades determinaron poner un plazo hasta el día 30 de octubre para que el Estado Guatemalteco de una respuesta concreta. Hasta el día del cierre de este texto, 4 de octubre, el gobierno no ha emitido ningún tipo de respuesta hacia a las comunidades.

Esta nota es un avance de un proyecto de INVESTIGACIÓN que Avispa Midia publicará en próximas fechas como una cobertura especial de CENTROAMÉRICA.

Documental “Oaxaca Ingobernable”

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Se hace necesario no perder el hilo de nuestra historia o estaremos destinados a repetirla. Son casi cinco meses ya desde que los profesores de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) hicieron el llamado para apoyar su lucha contra la Reforma Educativa y, posteriormente, contra las Reformas Estructurales. El saldo fue más de 8 muertos, heridos y detenidos. Mesas de dialogo y de negociación. Pronunciamientos, repliegues tácticos y otras expresiones de lucha y de descontento social.

A continuación presentamos un proyecto documental producido de forma colectiva que recoge las voces del pueblo, los sentires, las posiciones y las diversas expresiones de resistencia y de lucha que se crearon durante los días que volvieron a marcar la historia de Oaxaca.