Palma y cambio climático impulsan migración en frontera de Honduras

por Areli Palomo, Colectivo Linea 84

En todas las fronteras del mundo hay una especie de piedras a las que se les llaman hitos o mojones… sirven de señal para marcar el límite entre países. Lejos, allá, metida en el mar, hay una de esas piedras. Tiene forma de obelisco… o lo que queda de él. Parece un fantasma. Es el fantasma de la frontera de Honduras con Guatemala en el caribe hondureño.


videos por John Mavesoy Córdoba

l) El mar llegó para quedarse

“Para ver lo que quiere ver, vamos a tardar. Esa piedra que busca, ya está metida en el mar”. Me dice Iván, el pescador.

Iván es menudito, delgadito, pienso que pesa igual que la espuma del mar. Me mira con duda, pero su mirada es serena como la marea del caribe y en cada respiro exhala calamidad. Es como si el infortunio lo hubiera poseído tras luchar contra él, y ahora, el agobio ha colonizado la expresión de su cara. Parece que a Iván lo desterraron a algún rincón de él mismo en donde anda por ahí sentado esperando a que algo o alguien lo llame para volver.

Iván es un hondureño de la costa caribeña. Nació y vive en Barra de Motagua una comunidad del municipio de Omoa en el departamento de Cortés, Honduras. Omoa es frontera con Guatemala. Este mar parece tan tranquilo que pienso que podríamos llegar nadando al país vecino.

Iván está sumido en una terrible realidad. A su comunidad y a la vecina, Barra de Cuyamel, se las está tragando el mar.

Estas dos localidades se encuentran dentro del Parque Nacional Cuyamel-Omoa (PANACO) que fue propuesto, mediante acuerdo ministerial, como área natural protegida en el 2011. El sistema de humedales, de la zona núcleo de este parque, es vital para la conservación de la barrera de arrecifes mesoamericano -el segundo más grande del mundo- y por lo que se declaró sitio RAMSAR de importancia internacional en el 2013.

Los humedales, los cuerpos de agua, los animales, las tierras y el resto de los ecosistemas en este lugar, permiten que las comunidades de la zona obtengan el alimento diario para subsistir.

Ubicación de las comunidades de Barra de Cuyamel y Barra del Motagua. Mapa por Gustavo Cabrera, 2012, via Ramsar

Observo a Iván mientras camina ligero y pienso en Gustavo Cabrera, un biólogo que ha trabajado durante varios años en el área del PANACO. Recuerdo lo que me dijo “el mar, pues ya se está recorriendo. Se comió el 70%-80% de las localidades de Barra de Cuyamel y Barra del Motagua. En poco menos de 10 años se ha perdido un kilómetro de costa.” Es decir, de playa, de tierras cultivables y la tierra en la que están asentadas las comunidades.


Es muy temprano. Todavía no dan las siete de la mañana y la humedad se respira. Ya estoy en Cuyamel. En Barra de Motagua Marcos, un joven biólogo y yo nos encontraremos con nuestro guía, Iván, el pescador. Desde el 2012, ya se hablaba del inminente avance del mar hacia tierra firme y la migración. El hundimiento, dicen, es muy claro. Se observa en la vegetación, se observa en las casas abandonadas y se puede ver en una piedra en forma de obelisco hecha por el hombre para marcar la frontera entre los dos países. Esa piedra está quebrada y se hunde en el mar.

Según el Diagnóstico biofísico Cuyamel-Omoa del 2016, las razones por las que el mar está invadiendo la costa de Omoa, son cuatro: “el calentamiento global y el cambio climático que provoca la subida de los niveles del mar; la modificación de la línea costera por efecto de la construcción de malecones o rompeolas a lo largo de la costa municipal de Omoa; la desviación del cauce del río Motagua ocurrido en 1998 por el huracán Mitch y, finalmente, el terremoto del 28 de mayo de 2009 que […] provocó el hundimiento de grandes parcelas de tierras cultivables (aproximadamente 470 Manzanas) y la deformación de la superficie del suelo en toda la zona residencial con lo que se presume que las comunidades quedaron bajo el nivel del mar facilitando que las aguas invadan el suelo continental y además la intrusión de agua marina en extensas áreas de cultivo.”

El aumento en los niveles del mar es un fenómeno que ya se observaba desde hace tiempo, lo que ocurrió fue que el terremoto del 2009 potenció el avance del mar tierra adentro.

Aquí no hay a dónde ir

Hay un punto rojo en el horizonte. Mientras avanzamos en el moto-taxi que nos lleva a Barra de Motagua el punto rojo se hace un humano haciéndonos señas. Es el pescador que nos va a acompañar hasta la frontera para que pueda ver el obelisco.

El camino hacia la piedra es largo, largo, largo. Toda la playa está infestada de unos bichos malandrines que andan en pandillas organizadas: los jejenes. Hace calor y esos insectillos pican a la velocidad de una ametralladora. Dejan círculos rojos en la piel y al llegar a la piedra ¡Heeeeeeee! hace Iván en un sonido no tan largo y medio agudo ¡Allá hay más jején!

El pescador bonachón de la zona, se ríe. El mar, cada vez con más frecuencia, toca a su puerta.

No importa, les digo. Vamos.

Los jejenes nos acompañan.

Iván conoce toda la zona y ha visto año con año cómo ha avanzado el mar. Mientras caminamos me explica que toda esa inmensidad de agua salada que veo, antes no estaba ahí. No había agua salada; había estero, mangle, peces, gente, casas, tierra cultivable y la playa estaba lejos, lejos.

Él dice que aquí, antes estaba parte de su comunidad y así como el manglar y toda la vegetación, todo va desapareciendo. Sus palabras están llenas de infortunio.

El pescador va por un cayuco y nos hace señas de que nos montemos. El agua está por todos lados.

La casa de Iván apenas se sostiene.

El tedio absurdo se apodera de Iván mientras pronuncia estas palabras.

En el informe sobre Cambio y Justicia Climática en Honduras 2017, en el cual Omoa está incluido, se habla de la reubicación. Es un tema que está sobre la mesa desde hace años. Según el estudio, para 2015, la alcaldía había identificado un terreno en Cuyamel para reubicar a las familias. El costo era de 3 millones de lempiras, 119 520 dólares, pero todo es de dominio privado y la municipalidad no quiere pagar. En el reportaje de Contra Corriente de 2018 relacionado al cambio climático y la migración en la zona, el alcalde de Omoa, Ricardo Alvarado, con 9 años en el poder, menciona que el terreno ya se tiene y que la municipalidad lo está otorgando.

A inicios del año 2020, un reportaje de Tiempo Digital anunció la llegada de fuertes lluvias al golfo de Honduras en el Caribe, lo que puso en alerta a todas las comunidades de la zona del litoral atlántico, entre ellas, las comunidades de Omoa.

Aunque se anunció la evacuación de las familias de las Barras, algunas de ellas no se fueron a ningún lugar porque simplemente, hasta la fecha, la reubicación sigue siendo temporal y la gente sigue sin tener a donde irse de manera permanente.

Anduvimos en cayuco lo más que pudimos para avanzar hacia la frontera. Pero llegamos a un cerco que nos corta el paso. Y ¿de quién es esto? ¿por qué no podemos pasar?, pregunto. Es propiedad privada. Dice Iván y me mira. Es de los palmeros. Me contesta con palabras secas, muertas, ahorcadas, pero antes de que yo pueda continuar preguntándole, el cayuco se tambalea mientras el biólogo intenta pararse. ¡Siéntese! Le habla Iván. Casi nos volteamos y quedamos colgados del alambre de púas. Mientras nos tambaleamos veo del otro lado unas casas que todavía quedan en pie, pero que cuando el mar se las coma y la gente tenga que salir… ya sabemos a dónde irán.

Una bandera estadounidense cuelga cerca de la frontera entre Honduras y Guatemala. Julio 2018.

Iván dice que solo se asusta cuando el mar está enojado, cuando el mar toca a su puerta y quiere entrar. Se ríe nervioso de una realidad que se filtra como agua salada bajo los cimientos de su casa y humedece las paredes.

Sin embargo, el aumento en el nivel del mar no es la única consecuencia de nuestro sistema de producción y consumo que se filtra en la casa de Iván e impulsa la migración. El monocultivo de palma africana también avanza sobre la gente y sus recursos, presionándolas también, a migrar.

ll) La palma llegó para quedarse

El aumento en el nivel del mar, generado por el terrible cambio climático es producto de las acciones humanas a nivel global; nuestra manera de consumo y producción de energía, la industria, la explotación de recursos y la contaminación que generamos para mantener un estilo de vida, ha provocado cambios desastrosos en el equilibrio del ambiente que ahora amenazan nuestra sobrevivencia en el planeta. El cambio climático solo evoca todas estas acciones que se ciernen como tormentosos fantasmas sobre nuestras cabezas… y las reclama.

Pero verán, aquí la gente está presionada a migrar no solo por el aumento en los niveles del mar, sino también por el desastre ecológico ocasionado por la misma forma de consumo y producción que generan el cambio climático. Desde el 2006, la palma africana ha sido una política agrícola nacional para la exportación y el Estado hondureño ya buscaba expandir a 28,000 hectáreas los cultivos de palma. El aceite de palma se utiliza para la producción de alimentos procesados y biodiesel – el cual supone una contaminación menor y es parte de las “energías limpias”. Y esto es precisamente lo que ocurre en el PANACO. Detrás del implacable avance del mar en la zona, el cultivo masivo de palma africana, se encuentra detrás de la destrucción de los de los recursos naturales de esta área natural protegida.

La expansión de la palma necesita tierra y la destrucción ambiental que generan estos cultivos no es cosa nueva, mucho menos los conflictos sociales que ha provocado en otras partes Honduras. Pero las historias de palma en los humedales de Omoa asociados al despojo de tierras, al desastre ecológico y a la migración, son voces ahogadas.

Yo no conocía la obscura historia del PANACO.

Los antecedentes del cambio

Llego a Masca, una comunidad garífuna, situada en Omoa. Aquí empezaron mis primeras pistas sobre la relación entre la migración el despojo de tierras para el cultivo de palma africana. Uno de los eslabones que une las acciones del hombre al desastre ecológico que se traduce en cambio climático.

Masca es pequeño. Yo vengo buscando a una luchadora social que llamaremos Jacinta. Ella me da indicaciones de llegar a una palapa en donde vende comida. Al llegar a la entrada del pueblo, tomo un moto-taxi, le indico al conductor a donde voy. Voltea a verme, me observa de pies a cabeza y me lleva hacia la playa sin dirigirme la palabra.

Llego a la palapa y pregunto por Jacinta. Una mujer morena con una sonrisa parecida al amanecer, sale de la cocina. Soy yo, me dice. En qué le ayudo.

Bueno aquí el cambio climático está pegando fuerte y la migración terminará sucediendo… solo que me parece que hay otros factores ligados al desplazamiento de personas aquí en la zona; el despojo de tierras para la siembra masiva de palma africana. Entonces, me parece que la gente ha migrado por despojo también.

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Jacinta ya tiene sus años, ella habla de experiencia de lo cotidiano en sus comunidades; habla de la forma en la que el despojo se ha filtrado en el día a día, pero que se cuenta a susurros para que no maten a nadie.

Pues mire… lo hacen por dos vías, me dice Jacinta. Empezó aquí en las barras antes de ponerse el cultivo de palma africana […] eran personas que mataban a los dueños de las propiedades… para que los hijos vendieran los terrenos. Mataron como a tres.

El finado Tino, dueño de un supermercado, estaba ahí en la mañanita, ahí en Cuyamel… y llegaron a matarlo para que los hijos vendieran el terreno para sembrar la Palma porque a él ya le habían hecho propuesta y no estaba interesado. [Además] le mataron al hijo.

Y de ahí, otro dueño de parcela que se llamaba Darío Martínez, lo mataron y los hijos de él sí vendieron.

Luego los mismos matones iban a sembrar la palma. La violencia empezó con el cultivo de palma en los humedales, luego, cuando ya cultivaron, ya llegó una aparente calma. Esto fue en 2008-2009 y hasta 2012 se llevó a cabo, aquí era el viejo oeste y muchos se fueron para Estados Unidos. Mucha gente migró de mojados y los que se quedaron se armaron hasta los dientes.

“Me vendés y te vas o te morís” dice Jacinta en voz baja y firme. Aquí se dio de esa forma…

Yo me quedo con la boca abierta. Jacinta continúa. Aquí en Masca se sobrevive de la pesca y del poco turismo que entra… con los pesticidas que utilizan para la palma, hay ocasiones en que quedan muertos los peces en la orilla de la laguna de Jaloa… y esa también… ya casi ni existe.

Jacinta termina de hablar, desairada, su sonrisa ya no es como el amanecer. Sus ojos se van hacia el horizonte del mar caribe. Ese horizonte se mira sombrío.

De pronto recuerdo que uno de los problemas más grandes, dice el estudio sobre justicia climática de 2017 en Honduras, es que los recursos naturales y el medio ambiente se ven como mercancías y esto aparece de una manera muy generalizada en la política pública medio ambiental. La influencia de los Estados Unidos y su visión mercantilista de los recursos y el medio ambiente, dice el informe, está presente en la “Visión de País 2010-2038; Plan de Nación 2010-2022”, elaborado por el Estado hondureño, y que es “una clonación” del documento Desarrollo Territorial Sostenible, elaborado por el Centro de Investigaciones Económicas y Sociales del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COEHP) y financiado por USAID.

Los humedales del PANACO que se intentan proteger son importantísimos para mantener el equilibrio entre el agua salada, el agua dulce, la reproducción de los peces comestibles y la barrera de arrecife mesoamericano que, no solo aporta el sustento económico en Omoa, sino también a nivel México y Centroamérica.

Jacinta, le digo, yo me pregunto qué hace el monocultivo de palma africana en un área natural protegida. Mire, me dice ella, para entender lo que ha pasado aquí, va a tener que hablar con otras personas. Vaya con ellos, ellos le pueden decir.

Áreas naturales protegidas sin protección efectiva

Para que un área específica sea considerada legalmente como área protegida, en Honduras se necesita, en primer lugar, que el Instituto Nacional de Conservación y Desarrollo Forestal, Áreas Protegidas y Vida Silvestre (ICF), emita, una propuesta de declaratoria de área protegida. En 2011, el ICF, (mediante acuerdo ministerial 008-2011), delimitó un área de 30 031 hectáreas en el municipio de Omoa, dentro de la categoría de Parque Nacional. Se le llamaría Parque Nacional Cuyamel-Omoa.

El paso siguiente es que el Congreso Nacional de Honduras haga la declaratoria  oficial. La propuesta pasó al Congreso y no se sabe por qué ahí se estancó.

Como, el ICF ya había hecho el acuerdo oficial para el parque, y la Unión Europea, dentro del marco de su proyecto PROCORREDOR (que apoya cualquier iniciativa para salvar al arrecife mesoamericano), aportó recursos para que se hiciera el Plan de Manejo del PANACO, es decir, la guía legal que indica qué actividades se pueden, o no, hacer en el lugar. En ese Plan de Manejo, elaborado en el 2012, se establece que la zona núcleo es de absoluta conservación, es decir, ahí no se puede hacer nada, ningún cultivo, nada. La zona de amortiguamiento, por su parte, se divide en sub-zonas y en cada una se permite una actividad específica que se alinea con la conservación del área en general.

Además, como los humedales del PANACO son parte del ecosistema del Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM), en el 2013, el parque se declaró sitio Ramsar de importancia internacional.

PANACO: historia de la destrucción

Llego en un moto-taxi a una tienda. Ahí quedé de verme con dos personas conocedoras del tema ambiental en la zona. Es preferible no mencionar los nombres de los informantes. Diremos que hay uno que se llama Ramón y que, según se cuenta por estos lugares, ha trabajado para Dios y para el diablo. Su historia es otra, tal vez un día se pueda contar.

En Honduras el ambiente se enrarece siempre que se toca el tema de la lucha social por los recursos naturales.

Bueno y qué quiere saber. Me dice seco, Ramón, después de interrogarme.

Mire, aquí en Omoa hay migración por cambio climático, pero hay una cadena de eventos y acciones que también presionan a la gente a que migre. La gente migra porque hay proyectos productivos de palma africana ligados al despojo de tierras y al desastre ambiental en los humedales de un área protegida … estoy siguiendo el hilo… y bueno, el PANACO fue declarado sitio RAMSAR de importancia internacional ¿cierto?

Ramón se ríe y baja la cabeza. ¡A el sitio RAMSAR! … dice con pesar. Luego mira hacia adelante, hacia el Valle de Cuyamel.

No hay aliento en los ojos de Ramón. Tal vez algún día lo vuelva a tener. Por el momento se le acabó.

Vaya. Me dice Ramón. Le voy a decir lo que pasa. Me mira desairado, escupe y dice. Mire, las empresas internacionales propusieron la compra masiva del producto, del aceite de palma. Entonces lo que el gobierno propuso es una apertura para que la palma se convirtiera en uno de los bienes de mayor producción en el país. Principalmente en la zona de los valles costeros. Entonces aquí se genera una oferta a partir de la demanda que ya está presente.

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El gobierno empieza a fomentar el cultivo masivo de palma africana sin importarles las áreas protegidas. Se hizo vía ley esto que se promueva el cultivo de palma como fuente de exportaciones en el país para aumentar la generación de divisas. Está la ley de incentivos a la producción agrícola, pues cuando la gente ve esto, que les dan maquinaria, los permisos ambientales y un montón de cosas… incluso los grandes monopolios de palma dan precio para la semilla, así llegaron [los palmeros] a esta zona que estaba propuesta como área protegida.

En este valle de Cuyamel, aquí se producían cítricos, cacao, había ganadería. Eso sostenía la economía de un montón de gente. Me dice con decepción. Pero le metieron tanto, los convencieron tanto, que los ganaderos cambiaron sus ranchos por cultivo de palma.

Esto fue el gobierno con empresas privadas, ahí está la COMPACAL.

Fueron a comprar sus tierras y al que no les vendía lo rodeaban o lo amenazaban, le compraban todo alrededor y no lo dejaban pasar, entonces hubo mucha venta voluntaria, pero también forzada.

Por ejemplo, había un caso que una gente tenía sus cultivos en la parte de abajo o [tenía] ganado, y vinieron los palmeros y compraron todo adelante y cerraron el paso para que ya no pasara, entonces había que estarles pidiendo permiso para pasar y ponían gente armada en las vías de acceso y empezaron a darse asaltos en la zona y entonces la gente se vio obligada a vender en la zona. 

Esta gente sobrevivía de esta tierra, pero una vez que la vendieron, entonces esta gente empezó a emigrar para dos lados: primero, los jóvenes, como ya no tenían trabajo, empezaron a migrar para el norte, a irse fuera del país y los adultos que no pueden emigrar empezaron a comprar en la parte alta.

Vaya, todo esto empieza a darse en 2012. Hay gente extorsionada porque meterse con los palmeros… normalmente hay narcotraficantes.

Nos quedamos callados.

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Aquí estamos cerca de la frontera ¿vea? Le digo a Ramón. Me voltea a ver, sus ojos me hablan, me dice que sí y que hay que tener cuidado. Pero aquí de todo hay que tener cuidado, no se sabe en quién confiar, todo mundo puede ver la corrupción, pero el poder silencia a la gente; la convierte en cómplices ciegos, sordos y mudos.

Entiendo, le digo. Lo miro fijo. Ya no sé con quién estoy hablando. Cualquier persona, incluyéndome, puede terminar siendo abono para palma africana. Ramón se queda en silencio mirándome y continúa hablando.

Los palmeros se adueñaron de todo, esta era un área protegida propuesta, entonces los palmeros de ahí se agarraron y secaron todo, destruyeron los humedales, destruyeron más de 1800 hectáreas en menos de 3 años.

La laguna de Jaloa ya no existe, los palmeros canalizaron todo [los causes de los ríos] a la laguna de Jaloa y ahora el río entra directo y todos los días se está acumulando sedimento hasta que la laguna se secó.

Yo le digo a Ramón. Entonces ha sido toda una estrategia de despojo. Sí, me dice y me mira, me mira con unos ojos de profundo resentimiento.

Escuchamos el motor de un vehículo a la distancia. Yo veo un sombrero que sube y nos alcanza. Es otro informante, “Santiago”. Nos saluda y nos sonríe.

Siga, siga, Ramón. Dice Santiago. Santiago tiene un aire más campechano y menos empacho en hablar. Ramón no.

Ramón traga saliva y sigue.

Vaya, pues una vez que entró la palma aparecieron propietarios, extrañamente, de terrenos públicos. Traían documentos de propiedad, pero los papeles nunca habían existido. Entonces hay gente del gobierno de alto nivel que está ahí metido. Entonces en vez de promover otro tipo de cultivo más equitativo, que genera más empleo, pues… porque la palma no, solo [se trabaja] en tiempo de corte. No necesita mano de obra, entonces hay una crisis tremenda.

Esto empezó a darse en 2012, hay gente extorsionada porque meterse con los palmeros, pues… aquí es peligroso porque estamos en zona fronteriza.

Ramón se calla y Santiago me dice. Mire, ahorita la cosa está así: el humedal está reducido a los cuerpos de agua. Todo lo que era bosque inundado, está aplanado y drenado y solo hay un tramito que mide como 8 metros de profundidad que no pudieron rellenar porque ahí es el mero corazón del humedal; donde converge el río Chiquito, Montagua y Tegucigalpita, donde convergen esos tres ríos, ahí es el punto, el corazón.

Todos los ríos están canalizados, los humedales se llenaron de Palma. Todas las curvas que hacen los ríos de forma natural los hicieron como línea recta. Ahora las aguas viajan a mayor velocidad, la palma no se inunda y todo el sedimento se descarga rápido y se acumula el sedimento en las lagunas…

Y Noriega, les pregunto.

Los dos me miran. Ramón se levanta. Se va. Santiago empieza a hablarme. Me dice serio -hay alguien que le puede platicar más de él. Aquí ya no. Solo le digo que es un tipo peligroso… está ligado con el gobierno… él traficaba madera y por medio de la madera traficaba algo de droga. Está relacionado con Fredy Nájera. Ese está acusado de narcotráfico en Estados Unidos. Y acá es punto fronterizo.

El gobierno hondureño detrás de los palmeros

Poco a poco confirmo lo que me han dicho, pero estos son muchos relatos entrelazados, es como un rompecabezas. Aquí están parte de las piezas, el resto tal vez pueda contarse después.

Hay algo innegable, el inicio de las operaciones de la Cooperativa Mixta “Palmas del Caribe” Limitada (COMPACAL) es, por decir poco, turbio.

La COMPACAL empezó el monocultivo de palma africana en el PANACO antes de solicitar la licencia ambiental. Así se establece en el Informe Técnico 66/2014 de la Secretaria de Energía y Recursos Naturales, Ambiente y Minas (SERNA), actualmente, MiAmbiente. Esta secretaría es la encargada de cuidar los recursos naturales, emitir las licencias ambientales y sancionar a quienes no cumplan con las leyes. Y la Dirección de Evaluación y Control Ambiental (DECA), de la SERNA, es la encargada de inspeccionar los proyectos en el lugar que se realizan y verificar que estos cumplan con las normativas.

En octubre de 2013, la apoderada legal de la COMPACAL, Lizeth Rebecca Melara Raquel, solicitó a la SERNA la licencia ambiental. La SERNA mandó a personal de la DECA a una inspección de campo, y es cuando informa oficialmente que la COMPACAL ya tenía sembradas 1650 hectáreas de las 2 000 hectáreas totales del proyecto; que el cultivo se encuentra en un área natural protegida, de alto riesgo de daño ambiental, y que el uso de suelo no permite ese tipo de cultivo. La DECA concluye que se debe, contundentemente, consultar al ICF para que esa institución y sus dependencias se pronuncien.

Bueno, como el ICF hizo la propuesta para la declaratoria del PANACO y además, la Unión Europea le dio fondos para elaborar el Plan de Manejo –en el que se dice claramente que la expansión de la palma es una amenaza para la zona– pues supondríamos que al ICF le corresponde defender el área.

No fue así.

A pesar de que el Centro de Información del Patrimonio Forestal (CIPF) del ICF, reveló en su dictamen técnico 037-2014 que el proyecto de la COMPACAL se encontraba tanto en la zona núcleo como la de amortiguamiento del PANACO, el jefe de la Región Noroccidente del ICF, el Ingeniero Pedro Romero, emitió una constancia en la que dice que el PANACO solo era un área propuesta por el ICF.

En el dictamen técnico APNO-01-2014 del Biólogo Alex Vallejo, coordinador de Áreas Protegidas Noroccidente del ICF, cita partes del manual RAMSAR para el uso racional de los humedales 2010, pretendiendo justificar la siembra de palma en los humedales de la zona núcleo del PANACO. Luego Vallejo emite una serie de medidas para “mitigar” los daños y declara que el proyecto es VIABLE. Al final, el ICF, concluye que el proyecto de plantación en un área protegida propuesta es FACTIBLE. Y sin más ni menos, añade, que la SERNA tiene que cobrar una multa a la cooperativa por empezar a sembrar sin licencia.

La SERNA lo hizo; les cobra una multa equivalente a 200 dólares y luego le otorga un permiso provisional para que continúe operando. A esto hay que sumarle que el proyecto de la COMPACAL es categoría 4; considerados los de mayor riesgo para el medio ambiente por contener daños irreversibles y de gran magnitud.

Es que todo esto no encaja. Ahora entiendo el tedio absurdo que se apoderó de Iván. La autoridad no está protegiendo ni a la gente ni al medio ambiente. La autoridad protege intereses.

Cualquiera diría que, en efecto, para la autoridad aquí, el medio ambiente es mercancía.

Pero esto apenas es el principio. La COMPACAL tiene mucho más que decir bajo la sombra de esas palmas. Pero esa es una historia más profunda, esa es otra pieza del rompecabezas, otro relato.

Lo otro que decían Santiago también es verdad. Guillermo Noriega y su hija, Gilma Noriega -miembro del partido en el poder- son dueños de la COMPACAL.

Es el mismo Noriega que en el 2004 estuvo involucrado en la destitución del director del antiguo ICF, Gustavo Morales, porque Morales le daba a Noriega permisos indiscriminados para la tala de árboles en el departamento de Olancho. En el 2005, por presiones de Estados Unidos, Noriega enfrentó una investigación judicial por sus actividades comerciales.

Noriega y su familia están relacionados con el ex-presidente Lobo Sosa, así dice el informe de la Agencia de Investigación Ambiental EIA, sobre tala ilegal.  Allá en Olancho, según dice el informe, Noriega operaba sin licencia ambiental, así como empezó a operar en el PANACO.

Mapa de Kalus Wiese

Lo que decía Ramón es que había 6 700 hectáreas de humedal. La zona núcleo es de 5 663 hectáreas y efectivamente, por lo menos en el mapa puede verse que el 17.1% del área de humedales de esta zona, tiene palma. El resto también está destruido. Finalmente, una forma de ir introduciendo la palma es, primero, desviando el curso de los ríos, aplanando la tierra y deforestando para que se pueda cultivar. Así avanza la palma, como avanza el mar.

Caminamos, caminamos, caminamos y caminamos. Los jejenes siempre con nosotros. Voy buscando el obelisco que divide la frontera de Honduras con Guatemala. Iván dice que “esa piedra” antes estaba tierra adentro en el estero. Cuando el mar comenzó a entrar y a comerse las comunidades y todo lo demás, desenterró el obelisco y lo partió.

La base de “la piedra” como le dice Iván, la marca de la frontera, estaba bajo las aguas del estero. Ahora la base está descubierta, parece mangle con sus raíces afuera, en la intemperie, abandonada y esperando que se la trague el mar.


Conclusión

El obelisco en la frontera entre Honduras y Guatemala, julio de 2018.

El avance del mar solo es un llamado, solo es un eco perdido, del desastre ecológico que hemos causado con nuestra manera de producir y consumir. El PANACO, su mar, su palma y todas las historias detrás de su destrucción son causas de las catastróficas consecuencias que ya ha anunciado la Organización Mundial para las Migraciones (OIM) en un estudio sobre migración y cambio climático de 2008. Según la OIM para 2050 los refugiados por cambio climático ascenderán a 200 millones.

En su libro Ghostly Matters: Haunting and the Sociological Imagination, Avery Gordon escribe sobre la relación existente entre los fantasmas y la violencia social. Ella nos dice: “los fantasmas son una forma en la que los sistemas abusivos de poder se dan a conocer, es la forma en la que se manifiestan en la vida cotidiana; especialmente, cuando en apariencia han llegado a su fin (la esclavitud, por ejemplo) o cuando se niega su naturaleza represiva (como el trabajo libre o la seguridad nacional). […] Lo que es distintivo de las apariciones de fantasmas es que son un estado animado en el que la violencia social reprimida o no resuelta se hace presente, a veces muy directamente, a veces de manera más torcida. […] los fantasmas aparecen cuando el conflicto que representan ya no está siendo contenido, reprimido o bloqueado de nuestra vista.”

La frontera es un fantasma que acecha a nuestra civilización. Aquí el mar solo lo desencadenó. Desencadenó todas las consecuencias de un capitalismo que nunca se ha limitado a sus fronteras. El avance del mar, palma y migración son producto de nuestro sistema. 

Al final el fantasma de la frontera vendrá a tocarnos a la puerta; así como el mar enfurecido toca la puerta de la casa de Iván.

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