Inicio / Home Blog Página 300

Templarios se reagrupan en Michoacán; comunidad de Ostula reactiva retén carretero

La Comunidad Indígena de Santa María Ostula divulgó el día 6 de septiembre un comunicado en donde denuncian que el grupo de los Caballeros Templarios, el cartel de narcotráfico que opera en el occidente de México, se reactivó a través de lugartenientes como El Tena, El Tuco y Chuy Playas, quienes han vuelto a tomar el control de regiones enteras de la costa-sierra de Michoacán, como resultado del silencio omiso de la Marina, Armada de México y de las demás corporaciones de seguridad; y ante el fracaso evidente, en todo el estado, del mando único policial.

Así que, el día 4 de septiembre la comunidad realizó una asamblea general de comuneros en la que acordó reactivar en forma indefinida el retén que está instalado en la carretera costera 200, con la participación de los comuneros y policía comunitaria de la totalidad de la comunidad.

A continuación el comunicado completo.

COMUNICADO URGENTE DE LA COMUNIDAD INDÍGENA DE SANTA MARÍA OSTULA

A LOS PUEBLOS DE MÉXICO Y DEL MUNDO.

La Comunidad Indígena de Santa María Ostula comunica que el día 04 de septiembre del presente año realizó una asamblea general de comuneros en la que acordó reactivar en forma indefinida el retén que está instalado en la carretera costera 200, con la participación de los comuneros y policía comunitaria de la totalidad de la comunidad.

Lo anterior debido a que los ex templarios, a través de lugartenientes como El Tena, El Tuco y Chuy Playas, se han estado reagrupando y tomando control de regiones enteras de la costa-sierra de Michoacán, ante el silencio omiso de la Marina Armada de México y de las demás corporaciones de seguridad; y ante el fracaso evidente, en todo el estado, del mando único policial.

Por otro lado las concesiones mineras otorgadas dentro de nuestro territorio, sobre todo a trasnacionales como la Ternium, no han sido canceladas, en tanto que dentro del juicio agrario 78/2004, mismo que se ventila en el Tribunal Unitario Agrario Número 38 de Colima, se han realizado toda clase de trapacerías tendientes a modificar los linderos inmemoriales de nuestra comunidad con el fin de favorecer a los templarios de La Placita y a las empresas mineras interesadas en nuestras tierras

Igualmente el estado mexicano ha sido incapaz de cumplir las elementales exigencias de justicia hechas por nuestra comunidad; por dicha razón invitamos nuevamente a los pueblos de México y el mundo a apoyar nuestra lucha en el cumplimiento de LAS SIGUIENTES EXIGENCIAS:

DESMILITARIZACIÓN DE LA REGIÓN DE LA COSTA-SIERRA DE MICHOACÁN, EL CASTIGO DE LOS MANDOS Y DE LOS INTEGRANTES DE LAS CORPORACIONES MILITARES Y POLICIACAS QUE ASESINARON AL NIÑO HIDELBERTO REYES GARCÍA, HIRIERON Y GOLPEARON A DIVERSOS COMUNEROS Y DESTRUYERON LOS BIENES DE LA COMUNIDAD DE OSTULA, ASÍ COMO LA REPARACIÓN DE LOS DAÑOS CAUSADOS A LOS BIENES DE LA COMUNIDAD DE OSTULA Y LA DEVOLUCIÓN DE LOS SIGUIENTES ARTÍCULOS: CUATRO RADIOS DE COMUNICACIÓN, EL SELLO E IDENTIFICACIONES DEL CONSEJO DE VIGILANCIA, UNA PISTOLA CON REGISTRO Y CUATRO JUEGOS DE LLAVES.
APREHENSIÓN DE LOS JEFES DEL CARTEL TEMPLARIO EN LA REGIÓN, FEDERICO GONZALEZ MEDINA, ALIAS “LICO”, Y MARIO ALVAREZ LÓPEZ, ALIAS “EL CHACAL”, Y DESARTICULACIÓN VERDADERA DE DICHO CARTEL Y DE SU ESTRUCTURA POLÍTICA Y ECONÓMICA.
EL RESPETO Y OTORGAMIENTO DE GARANTÍAS PARA LA LIBERTAD DE LOS INTEGRANTES Y EL FUNCIONAMIENTO DE LA POLICÍA COMUNITARIA DE LOS MUNICIPIOS DE AQUILA, COAHUAYANA, CHINICUILA Y COALCOMÁN.
PRESENTACIÓN CON VIDA DE LOS 6 COMUNEROS DESAPARECIDOS Y EL CASTIGO A LOS AUTORES INTELECTUALES Y MATERIALES DEL ASESINATO DE 34 COMUNEROS PERTENECIENTES LA COMUNIDAD DE OSTULA A LO LARGO DE LOS ÚLTIMOS CUATRO AÑOS.
RESPETO AL TERRITORIO QUE EN FORMA INMEMORIAL CORRESPONDE A NUESTRA COMUNIDAD Y CANCELACIÓN DE LAS CONCESIONES MINERAS OTORGADAS DENTRO DE DICHO TERRITORIO A PERSONAS AJENAS A NUESTRA COMUNIDAD.

Xayakalan, Michoacán, a 06 de septiembre de 2016.

A T E N T A M E N T E

“NUNCA MAS, UN MÉXICO SIN NOSOTROS”
COMUNIDAD INDÍGENA DE SANTA MARIA OSTULA

Avanzan en México soya transgénica y contaminación por glifosato

Foto: mendozapost.com

Foto de portada por mendozapost.com

Fue en junio del año 2012 cuando Juan Rafael Elvira, titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), en México, liberó el primer permiso para siembra comercial de soya transgénica para la empresa Monsanto Comercial, SA de CV, en una superficie de 253 mil 500 hectáreas para los estados de Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz y Chiapas.

La soya Genéticamente Modificada (GM) se cultivó por primera vez en México en la fase de prueba en el año de 1997 y finalizó en el año de 1998 con la etapa experimental de evaluación. Fue a partir del año 2010 y el año 2011 que se procedió con la siembra en un programa piloto, hasta su aprobación definitiva en el año 2012, donde fueron utilizadas 13 mil 75 toneladas de semillas patentadas por la compañía Monsanto, semillas identificadas por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) con la clave MON-04032-6.

Ver también ⇒ Brasil: Petroquímica sin petróleo, la soja una estrategia militar de EU

Los  cultivos  GM  específicamente  diseñados  para  ser  tolerantes  al glifosato y a su  formulación más conocida, el Roundup, son conocidos como “Roundup Ready” (RR). Estas variedades RR permiten a los agricultores rociar el herbicida sobre el cultivo en crecimiento, matando prácticamente todas  las  malezas  sin afectarlo, es decir, un monocultivo de forma industrial. Además de la soya, dicho químico también es usado en otros cultivos genéticamente modificados como el maíz y el algodón.

Mientras Monsanto sostiene en su página web oficial que el Roundup es de baja toxicidad por lo que “es un herbicida utilizado con éxito en más de 140 países del mundo desde hace 30-40 años, y su seguridad ha sido ratificada por organismos internacionales como la EPA (Environmental Protection Agency de los Estados Unidos)”, el investigador Jaime Rendón Von Osten del Instituto EPOMEX, de la Universidad Autónoma de Campeche, determinó en sus estudios y muestras tomadas en comunidades de Campeche, México, que existe presencia de residuos de glifosato en muestras de agua y orina de habitantes de la zona de Hopelchén.

Para el estudio se recolectó muestras de agua en el periodo entre septiembre del 2015 y en julio del 2016, de aguadas, pozos de absorción, pozos de abastecimiento de agua y aguas de garrafón de diversas marcas, en las localidades de Ich Ek, San Juan Bautista Sacabchén, Pakchén, Francisco J. Mujica, Cancabchén, Bolonchén y Suc Tuc, del Municipio de Hopelchén, Campeche. En todas las localidades se encontraron muestras positivas al glifosato. Incluso, se encontró presencia de glifosato en agua purificada de varias marcas comerciales con un porcentaje 10 veces mayor al permitido en la Unión Europea.

El discurso del manejo seguro de los plaguicidas es un maquillaje, asegura Fernando Bejarano, maestro en Ciencias Especialidad en Desarrollo Rural Colegio de Postgraduados, en Texcoco, México. “La toxicidad no solo es a corto plazo como mareos o dolor de estomago, la verdad es que puede provocar la muerte, también un toxicidad crónica como cáncer, abortos, malformaciones, problemas de reproducción, alteración hormonal. Las etiquetas de los plaguicidas no nos dicen toda la verdad. La clasificación por colores y las frases de advertencia están basados en la toxicidad aguda, efectos a corto plazo, y no nos dicen nada de la toxicidad crónica”, dijo para Avispa Midia Bejarano.

Consulta sobre plantación de soya

La Península de Yucatán es productora del 40% de la  miel que exporta México principalmente para países como Alemania, Gran Bretaña, Arabia Saudita, Suiza, Estados Unidos y Japón. Este mercado ha generado divisas por 147 millones de dólares al año. En el año 2008, antes de que iniciarán con el cultivo masivo y expansivo de la soya transgénica, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) reportó una producción mundial de miel de un millón 333 mil toneladas, en la que los cinco países productores más importantes eran China, Argentina, Estados Unidos, Turquía y México.

En el año 2014 la producción y exportación de la miel, principalmente de la Península de Yucatán, se vio amenazada por la presencia de polen de la soya transgénica. Científicos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, una institución estadounidense que opera un centro de investigación en Panamá, el Colegio de la Frontera Sur la Universidad Autónoma de Yucatán y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agropecuarias y Pecuarias enviaron nueve muestras al laboratorio Intertek en Bremen, Alemania, para el análisis genético. Dos muestras dieron positivo para el polen de Soya Genéticamente Modificada.

Las denuncias y las inconformidades se intensificaron desde que se probó la presencia de polen de soya en la miel. En año 2015 los Apicultores en Defensa de sus Derechos y del Medio Ambiente se han pronunciado contra dicho cultivo y el uso de agroquímicos como el Glifosato o Roundup. “En la Península de Yucatán, el permiso afectaría a más de 15 mil familias campesinas de origen indígena Maya que viven de la apicultura, una actividad económicamente sustentable”, argumentaba el dossier de prensa de los apicultores en el año 2015.

En noviembre del año 2015 la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) decidió a favor de los amparos interpuestos por las comunidades mayas, determinando la suspensión provisional de los permisos de siembra de soya transgénica en la Península de Yucatán, otorgados por la SAGARPA a la trasnacional Monsanto. No obstantes, afirma María Colín, integrante de la Misión de Observación de la Consulta Indígena Maya, la empresa continuó de forma ilegal y clandestina con el cultivo de las semillas transgénicas de soya, afectando aproximadamente 21.341 hectáreas.

La SCJN determinó que la empresa no podría continuar hasta que se realizara  una consulta libre, previa e informada con todas las comunidades que integran el pueblo maya en el estado de Campeche.

“No solo están afectando la producción de miel de donde sobrevivimos más del 90% de nuestras comunidades, sino que nuestra salud, nuestra autosuficiencia y nuestra dignidad”, dijo el apicultor y activista maya Gustavo  Huchín Cahuich.

La soya, una semilla geoestratégica

La soya genéticamente modificada contribuye con casi la mitad del área actualmente sembrada con cultivos biotecnológicos en el mundo y esta detrás de los encadenamientos de producción de alimentos y hasta de componentes de automóviles. “La soja esta siendo utilizada de forma estratégica por las industrias de alimentos, energética, automovilística, de salud y bioquímica. Por ejemplo, de la obtención del proceso de aceite refinado de soja se obtiene la lecitina, un agente emulsionante, que se mezcla a menudo para producir productos industrializados como salchichas, mayonesa, helado, barras de chocolate, cereales y productos congelados”, argumenta para Avispa Midia el investigador brasileño Sebastiao Pinheiro, coautor del libro “Republica unidas de la soya”.

Y aunque para el investigador la “soya no es un alimento que el ser humano puede digerir, al menos que sea bajo un proceso de fermentación”, en México se esta incentivando el aumento de su producción para contrarrestar el hambre y la pobreza. “La Revolución Verde adoptó el discurso de la producción de alimentos a gran escala para contrarrestar el hambre y la pobreza, pero ninguno de los resultados fueron ciertos. En los últimos 50 años el mundo fue transformado en una miseria y en una hambruna desgraciada y hoy esta hambruna es administrada por las empresas, quienes se han enriquecido a costa del hambre”, arremete Pinheiro.

Bolsa de Valores

El investigador de Brasil pone de ejemplo a su país con el éxodo de los agricultores que cambiaron su producción por el cultivo de la soya por los altos precios en la Bolsa de Chicago. Este país fue el principal exportador de soya con 53,9 millones de toneladas en el año 2015. Cargill, Bunge, ADM, Noble y Dreyfus son las empresas que utilizan semillas de propiedad de Monsanto. “Es posible sembrar en áreas pequeñas de cinco o diez hectáreas, de cultivo y cosecha manual, en tierras escarpadas, transportar para la cooperativa y esperar a que el precio en la Bolsa de Chicago sea alto. Hoy, el estado de Rondônia es la mayor área amazónica devastada y el Brasil es el mayor contribuyente no industrial para el Efecto de Gas Invernadero, debido los incendios en la selva y la deforestación”, afirma Pinheiro.

México bajo el componente Incentivos a la Comercialización, de enero a junio del año 2016, colocó en la bolsa de Chicago (CME) y Nueva York (ICE) 120,430 contratos de opciones sobre una producción futura, para cubrir 13.3 millones de toneladas comercializadas de maíz, sorgo, trigo, soya y algodón, en beneficio de 72,852 participantes, según datos del IV informe del gobierno de México. El Mercado de Futuros consiste en un acuerdo por el que dos personas (físicas o jurídicas) se comprometen a vender y a comprar respectivamente la producción proyectada para un periodo de tiempo futuro, lo que significa que el gobierno de México proyecta el aumento de la producción de soya.

Argentina: La Chispa, un largometraje documental sobre la lucha docente neuquina contra el modelo neoliberal

Foto de laizquierdadiario.com

Aten presenta: "La Chispa", una película de Juan Manuel Rada

Inspirada en el libro "Docentes y Piqueteros" de Ariel Petrucceli

Hace 34 años comenzaba este tránsito por el camino que hoy recorremos: un camino hecho de pasos y latidos. De voluntades rebeldes, de reafirmar en la calle, en la lucha y también en las aulas que la escuela es el lugar en el que habita lo posible. 34 años escribiendo nuestra forma de caminar y de latir sobre el asfalto y los pizarrones, con los zapatos de Isauro Arancibia; con las tizas de Carlos Fuentealba.
34 años que llegan al patio en la bicicleta de Silvia. Años hechos de victorias y de lágrimas. 34 años hechos con la misma materialidad con que está hecha la Historia. 34 años de Aten: el sindicato de las trabajadoras y los trabajadores de la educación, el sindicato de los que caminamos y latimos cuando enseñamos y cuando luchamos.

Bosquejo de historia de ATEN: los orígenes.

Por Ariel Petruccelli
En un país como la Argentina moderna, el paso por la escuela y las marcas que ello deja constituyen prácticamente una experiencia universal. Ricos y pobres, jujeños y porteños, varones y mujeres, todos pasan por las aulas. Lo que allí encuentran, lo que allí consiguen, el tiempo que permanecen, las valoraciones que hacen, obviamente difieren. Pero la experiencia en sí, breve y trunca o prolongada y coronada con un título, forma parte del patrimonio de casi la totalidad de la población nacional. Acaso sea por ello que la sentencia que reza “lo que pica en la sociedad se rasca en la escuela” no puede ser puesta en duda por nadie, sea cual sea los intereses que defienda o la ideología que guíe su vida. Derecha e izquierda, conservadores y revolucionarios, todos coinciden en que la educación es fundamental: allí está el futuro, allí están nuestros hijos. Pero las escuelas y, con ellas, esos personajes que les son inherentes, las maestras y los maestros, las profesoras y los profesores, no son siempre los mismos, ni han sido siempre vistos de la misma manera. En las últimas décadas se han producido modificaciones sustanciales en el sistema educativo, en las relaciones entre el Estado y las escuelas y entre éstas y la sociedad, así como en la composición y la identidad de los estudiantes y, por supuesto, de los docentes y del personal auxiliar que trabaja en las escuelas.


Estas páginas tratan sobre ellos: los trabajadores de la educación. Y ya el empleo de esta simple y aparentemente objetiva y anodina denominación, trabajadores de la educación, nos remite a cambios sociales y laborales, a disputas identitarias, a sordas batallas político-ideológicas. Porque la evolución de quienes desempeñan sus tareas en las escuelas bien puede ser definida como el tránsito de “apóstoles” a “trabajadores de la educación”. Situaciones, una y otra, mucho más ricas y más complejas que las simples ideas de que antes las maestras era una especie de santas carentes de necesidades o de vida propia; y que ahora los docentes no tienen vocación.
La concepción de la docencia como un “apostolado” es de vieja data. Su origen se remonta al siglo XIX y a los escritos de Sarmiento. Esta concepción ha tenido dos condiciones de posibilidad fundamentales. La primera es de carácter simbólico -ideológico si se quiere-; tiene que ver con las funciones y las potencialidades que se le atribuían a la educación. Para Sarmiento, básicamente, ella era vehículo por excelencia de la civilización: las maestras eran concebidas como evangelizadoras laicas al servicio de una Diosa terrenal: la civilización. De más está decir que esta concepción caló hondo en las auto representaciones docentes. La segunda condición a la que hacíamos referencia tiene un carácter más material: se trata de las condiciones sociales de quienes se desempeñan como educadores. Hasta hace unas décadas, el magisterio solía ser una ocupación de clase media, abrumadoramente femenina. Lo usual era que el salario docente no fuera más que el complemento de los “verdaderos” ingresos familiares, provenientes de actividades masculinas rara vez asalariadas: comerciantes, pequeños propietarios o productores, profesionales liberales, esos solían ser los maridos y padres de las maestras y las profesoras. Esta situación ha cambiado sustancialmente de un tiempo a esta parte. Aunque la docencia no ha perdido su impronta femenina, las proporciones relativas de varones y mujeres se han alterado. Pero sobre todo, el empleo docente ha dejado de ser una fuente complementaria de ingresos familiares. En la mayoría de los casos constituye la principal fuente de sustento. La maestra cabeza de familia es hoy en día una figura típica.

Paralelamente, la expansión absoluta y relativa de la escolaridad (primaria y secundaria) ha determinado un incremento concomitante de los puestos laborales en la docencia: el porcentaje de trabajadores de la educación en relación al conjunto de la población nacional se ha incrementado sostenidamente. Estos cambios económico-sociales constituyen la base material de las modificaciones simbólicas que harían entrar en crisis el imaginario del “apostolado”, y abrirían las puertas a la identidad de los “trabajadores de la educación”.
Si tradicionalmente los educadores fungieron como bastiones ideológicos del Estado nación, del pensamiento liberal y liberal-conservador, y de los valores de las clases dominantes (no en vano eran ellos los que enseñaban los mitos de la historia oficial, de la argentinidad, así como reproducían las prácticas “higienistas”), en las últimas décadas su perfil ha cambiado. Se han convertido en un poderoso eje aglutinador de la protesta social y en una fuerza impugnadora de las políticas (educativas y no sólo educativas) de los gobiernos neoliberales. Ahora la maestra hace huelga, se moviliza, protesta. En algunos lugares ha llegado más lejos. Neuquén es uno de esos lugares y ATEN, la organización sindical a la que están dedicadas estas páginas, el sindicatos del magisterio que más ha radicalizado el nuevo perfil de los educadores combativos, haciendo emerger una figura disruptiva: la maestra piquetera.

El autor a reeditado recientemente Docentes y Piqueteros (De la huelga de aten a la pueblada de Cutral Có) Ediciones con doble Z. 2015.

México: Exigen mayas detener uso de glifosato en sus tierras

Además de dar a conocer la presencia del herbicida glifosato en la orina de habitantes de comunidades de Hopelchén, Campeche, en la Península de Yucantán, en México, y en los pozos que se usan para riego y consumo humano, el Colectivo Apícola de Los Chenes denunció la falta de diligencia de las autoridades ambientales para realizar su trabajo al no atender las demandas legales.

El colectivo emplazó a las autoridades para que antes del 10 de septiembre den una respuesta sobre el tema y sobre la siembra ilegal de soya transgénica en su territorio; de lo contrario, frenarán la consulta ordenada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) como condición para que se otorguen los permisos de siembra de la planta genéticamente modificada.

Estudios realizados por el doctor Jaime Rendón Von Osten, del Instituto Epomex de la Universidad Autónoma de Campeche (UAC), comprobaron la presencia del glifosato -usado mayormente en las plantaciones transgénicas- en humanos y el subsuelo. El científico precisó que el tóxico no es biodegradable al 100 por ciento y contamina mantos de agua.

El apicultor y activista maya Gustavo  Huchín Cahuich indicó que “estamos muy preocupados, porque nos perjudica a todos este cultivo, a nuestros animales y nuestras abejas; el 95 por ciento de los agricultores cheneros somos apicultores”.

El abogado del Equipo Indignación, Orbelín Montiel Cortés, señaló que ni la Comisión Nacional del Agua (Conagua), ni la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) han atendido de manera adecuada las demandas que han presentado las comunidades mayas, e incluso se han deslindado, lo que confirma el desinterés de las autoridades ambientales y se viola el derecho a un medio ambiente sano.

Montiel Cortés detalló que el 25 de enero de 2014 se presentó una denuncia ante la Profepa por deforestación en la zona maya, donde se está sembrando soya transgénica; el 24 de agosto de 2015 se presentaron dos denuncias ante Conagua debido a la construcción de pozos sin permisos, y el 21 y 24 de agosto de 2015 se presentaron denuncias ante la Profepa nuevamente. Sin embargo, hasta el momento solo se tuvo respuesta de Conagua y fue en el sentido de deslindarse.

El defensor advirtió que aunque las autoridades locales han intentado desacreditar el trabajo del doctor Von Osten, sus estudios sí tienen validez siempre y cuando las comunidades se lo pidan, además de que fueron requeridos  por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y fungen como un medio de prueba jurídicamente válido para las comunidades.

En 2012, Monsanto pidió autorizaciones para la siembra de soya transgénica resistente al herbicida glifosato en los municipios campechanos de Champotón, Hecelchakán, Hopelchén, Tenabo, Calkiní, Escárcega, Carmen y Palizada, que actualmente se encuentran suspendidas por orden de la SCJN. El 4 de noviembre de 2015, la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) falló a favor de comunidades mayas de Yucatán y Campeche al suspender el permiso otorgado por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Social, Pesca y Alimentación (SAGARPA) a la empresa para la siembra comercial de 253 500 hectáreas de soya genéticamente modificada en siete entidades del país, incluyendo a las tres que integran la Península de Yucatán. De acuerdo con la sentencia de la SCJN, las autoridades federales violaron el derecho a la consulta previa, libre, informada y culturalmente adecuada a las comunidades mayas de Yucatán y Campeche, por lo que el permiso de siembra de soya genéticamente modificada fue suspendido hasta que se realice la consulta.

Organizaciones civiles han denunciado irregularidades en la realización de la consulta, mientras que las comunidades han reclamado por la siembra ilegal del cultivo.

Texto publicado originalmente en

⇓⇓⇓

www.somoselmedio.org

Noam Chomsky: El trabajo académico, el asalto neoliberal a las universidades y cómo debería ser la educación

Foto: Santiago Navarro F
Sobre la contratación temporal de profesores y la desaparición de la carrera académica.

Eso es parte del modelo de negocio. Es lo mismo que la contratación de temporales en la industria o lo que los de Wall Mart llaman “asociados”, empleados sin derechos sociales ni cobertura sanitaria o de desempleo, a fin de reducir costes laborales e incrementar el servilismo laboral. Cuando las universidades se convierten en empresas, como ha venido ocurriendo harto sistemáticamente durante la última generación como parte de un asalto neoliberal general a la población, su modelo de negocio entraña que lo que importa es la línea de base. Los propietarios efectivos son los fiduciarios (o la legislatura, en el caso de las universidades públicas de los estados federados), y lo que quieren mantener los costos bajos y asegurarse de que el personal laboral es dócil y obediente. Y en substancia, la formas de hacer eso son los temporales. Así como la contratación de trabajadores temporales se ha disparado en el período neoliberal, en la universidad estamos asistiendo al mismo fenómeno. La idea es dividir a la sociedad en dos grupos. A uno de los grupos se le llama a veces “plutonomía” (una palabra usada por Citibank cuando hacía publicidad entre sus inversores sobre la mejor forma de invertir fondos), el sector en la cúspide de una riqueza global pero concentrada sobre todo en sitios como los EEUU. El otro grupo, el resto de la población, es un “precariado”, gentes que viven una existencia precaria.

Esa idea asoma de vez en cuando de forma abierta. Así, por ejemplo, cuando Alan Greenspan testificó ante el Congreso en 1997 sobre las maravillas de la economía que estaba dirigiendo, dijo redondamente que una de las bases de su éxito económico era que estaba imponiendo lo que él mismo llamó “una mayor inseguridad en los trabajadores”. Si los trabajadores están más inseguros, eso es muy “sano” para la sociedad, porque si los trabajadores están inseguros, no exigirán aumentos salariales, no irán a la huelga, no reclamarán derechos sociales: servirán a sus amos tan donosa como pasivamente. Y eso es óptimo para la salud económica de las grandes empresas. En su día, a todo el mundo le pareció muy razonable el comentario de Greenspan, a juzgar por la falta de reacciones y los aplausos registrados. Bueno, pues transfieran eso a las universidades: ¿cómo conseguir una mayor “inseguridad” de los trabajadores? Esencialmente, no garantizándoles el empleo, manteniendo a la gente pendiente de un hilo que puede cortarse en cualquier momento, de manera que mejor que estén con la boca cerrada, acepten salarios ínfimos y hagan su trabajo; y si por ventura se les permite servir bajo tan miserables condiciones durante un año más, que se den con un canto en los dientes y no pidan más. Esa es la manera como se consiguen sociedades eficientes y sanas desde el punto de vista de las empresas. Y en la medida en que las universidades avanzan por la vía de un modelo de negocio empresarial, la precariedad es exactamente lo que se impone. Y más que veremos en lo venidero.

Ese es un aspecto, pero otros aspectos que resultan también harto familiares en la industria privada: señaladamente, el aumento de estratos administrativos y burocráticos. Si tienes que controlar la gente, tienes que disponer de una fuerza administrativa que lo haga. Así, en la industria norteamericana más que en cualquier otra parte, se acumula estrato ad administrativo tras estrato administrativo: una suerte de despilfarro económico, pero útil para el control y la dominación. Y lo mismo vale para las universidades. En los pasados 30 0 40 años se ha registrado un aumento drástico en la proporción del personal administrativo en relación el profesorado y los estudiantes de las facultades: profesorado y estudiantes han mantenido la proporción entre ellos, pero la proporción de administrativos se ha disparado. Un conocido sociólogo, Benjamin Ginsberg, ha escrito un muy buen libro titulado The Fall of the Faculty: The Rise of the All-Administrative University and Why It Matters (Oxford University Press, 2011), en el que se describe con detalle el estilo empresarial de administración y niveles burocráticos multiplicados. Ni que decir tiene, con administradores profesionales más que bien pagados: los decanos, por ejemplo, que antes solían miembros de la facultad que dejaban la labor docente para servir como gestores con la idea de reintegrarse a la facultad al cabo de unos años. Ahora son todos profesionales, que tienen que contratar a vicedecanos, secretarios, etc., etc., toda la proliferación de estructura que va con los administradores. Todo eso es otro aspecto del modelo empresarial.

Pero servirse de trabajo barato –y vulnerable— es una práctica de negocio que se remonta a los inicios mismos de la empresa privada, y los sindicatos nacieron respondiendo a eso. En las universidades, trabajo barato, vulnerable, significa ayudantes y estudiantes graduados. Los estudiantes graduados son todavía más vulnerables, huelga decirlo, La idea es transferir la instrucción a trabajadores precarios, lo que mejora la disciplina y el control, pero también permite la transferencia de fondos a otros fines muy distintos de la educación. Los costos, claro está, los pagan los estudiantes y las gentes que se ven arrastradas a esos puestos de trabajo vulnerables. Pero es un rasgo típico de una sociedad dirigida por la mentalidad empresarial transferir los costos a la gente. Los economistas cooperan tácitamente en eso. Así, por ejemplo, imaginen que descubren un error en su cuenta corriente y llaman al banco para tratar de enmendarlo. Bueno, ya saben ustedes lo que pasa. Usted les llama por teléfono, y le sale un contestador automático con un mensaje grabado que le dice: “Le queremos mucho, y ahí tiene un menú”. Tal vez le menú ofrecido contiene lo que usted busca, tal vez no. Si acierta a elegir la opción ofrecida correcta, lo que escucha a continuación es una musiquita, y de rato en rato una voz que le dice: “Por favor, no se retire, estamos encantados de servirle”, y así por el estilo. Al final, transcurrido un buen tiempo, una voz humana a la que poder plantearle una breve cuestión. A eso los economistas le llaman “eficiencia”. Con medidas económicas, ese sistema reduce los costos laborales del banco; huelga decir que le carga los costos a usted, y esos costos han de multiplicarse por el número de usuarios, que puede ser enorme: pero eso no cuenta como coste en el cálculo económico. Y si miran ustedes cómo funciona la sociedad, encuentran eso por doquiera. Del mismo modo, la universidad impone costos a los estudiantes y a un personal docente que, además e tenerlo apartado de la carrera académica, se le mantiene en una condición que garantiza un porvenir sin seguridad. Todo eso resulta perfectamente natural en los modelos de negocio empresariales. Es nefasto para la educación, pero su objetivo no es la educación.

En efecto, si echamos una mirada más retrospectiva, la cosa se revela más profunda todavía. Cuando todo esto empezó, a comienzos de los 70, suscitaba mucha preocupación en todo el espectro político establecido el activismo de los 60, comúnmente conocidos como “la época de los líos”. Fue una “época de líos” porque el país se estaba civilizando [con las luchas por los derechos civiles], y eso siempre es peligroso. La gente se estaba politizando y se comprometía con la conquista de derechos para los grupos llamados “de intereses especiales”: las mujeres, los trabajadores, los campesinos, los jóvenes, los viejos, etc. Eso llevó a una grave reacción, conducida de forma prácticamente abierta. En el lado de la izquierda liberal del establishment, tenemos un libro llamado The Crisis of Democracy: Report on the Governability of Democracies to the Trilateral Commission, compilado por Michel Crozier, Samuel P. Huntington y Joji Watanuki (New York University Press, 1975) y patrocinado por la Comisión Trilateral una organización de liberales internacionalistas. Casi toda la administración Carter se reclutó entre sus filas. Estaban preocupados por lo que ellos llamaban la “crisis de la democracia” y que no dimanaba de otra cosa del exceso de democracia. En los 60 la población –los “intereses especiales” mencionados— presionaba para conquistar derechos dentro de la arena política, lo que se traducía en demasiada presión sobre el Estado: no podía ser. Había un interés especial que dejaban de lado, y es a saber: el del sector granempresarial; porque sus intereses coinciden con el “interés nacional”. Se supone que el sector graempresarial controla al Estado, de modo que no hay ni que hablar de sus intereses. Pero los “intereses especiales” causaban problemas, y estos caballeros llegaron a la conclusión de que “tenemos que tener más moderación en la democracia”: el público tenía que volver a ser pasivo y regresar a la apatía. De particular preocupación les resultaban las escuelas y las universidades, que, decían, no cumplían bien su tarea de “adoctrinar a los jóvenes” convenientemente: el activismo estudiantil –el movimiento de derechos civiles, el movimiento antibelicista, el movimiento feminista, los movimientos ambientalistas— probaba que los jóvenes no estaban correctamente adoctrinados.

Bien, ¿cómo adoctrinar a los jóvenes? Hay más de una forma. Una forma es cargarlos con deudas desesperadamente pesadas para sufragar sus estudios. La deuda es una trampa, especialmente la deuda estudiantil, que es enorme, mucho más grande que el volumen de deuda acumulada en las tarjetas de crédito. Es una trampa para el resto de su vida porque las leyes están diseñadas para que no puedan salir de ella. Si, digamos, una empresa incurre en demasiada deuda, puede declararse en quiebra. Pero si los estudiantes suspenden pagos, nunca podrán conseguir una tarjeta de la seguridad social. Es una técnica de disciplinamiento. No digo yo que eso se hiciera así con tal propósito, pero desde luego tiene ese efecto. Y resulta harto difícil de defender en términos económicos. Miren ustedes un poco lo que pasa por el mundo: la educación superior es en casi todas partes gratuita. En los países con los mejores niveles educativos, Finlandia (que anda en cabeza), pongamos por caso, la educación superior es pública y gratuita. Y en un país rico y exitoso como Alemania es pública y gratuita. En México, un país pobre que, sin embargo, tiene niveles de educación muy decentes si atendemos a las dificultades económicas a las que se enfrenta, es pública y gratuita. Pero miren lo que pasa en los EEUU: si nos remontamos a los 40 y los 50, la educación superior se acercaba mucho a la gratuidad. La Ley GI ofreció educación superior gratuita a una gran cantidad de gente que jamás habría podido acceder a la universidad. Fue muy bueno para ellos y fue muy bueno para la economía y para la sociedad; fue parte de las causas que explican la elevada tasa de crecimiento económico. Incluso en las entidades privadas, la educación llegó a ser prácticamente gratuita. Yo, por ejemplo: entré en la facultad en 1945, en una universidad de la Ivy League, la Universidad de Pensilvania, y la matrícula costaba 100 dólares. Eso serían unos 800 dólares de hoy. Y era muy fácil acceder a una beca, de modo que podías vivir en casa, trabajar e ir a la facultad, sin que te costara nada. Lo que ahora ocurre es ultrajante. Tengo nietos en la universidad que tienen que pagar la matrícula y trabajar, y es casi imposible. Para los estudiantes, eso es una técnica disciplinaria.

Y otra técnica de adoctrinamiento es cortar el contacto de los estudiantes con el personal docente: clases grandes, profesores temporales que, sobrecargados de tareas, apenas pueden vivir con un salario de ayudantes. Y puesto que no tienes seguridad en el puesto de trabajo, no puedes construir una carrera, no puedes irte a otro sitio y conseguir más. Todas esas son técnicas de disciplinamiento, de adoctrinamiento y de control. Y es muy similar a lo que uno espera que ocurra en una fábrica, en la que los trabajadores fabriles han de ser disciplinados, han de ser obedientes; y se supone que no deben desempeñar ningún papel en, digamos, la organización de la producción o en la determinación del funcionamiento de la planta de trabajo: eso es cosa de los ejecutivos. Esto se transfiere ahora a las universidades. Y yo creo que nadie que tenga algo de experiencia en la empresa privada y en la industria debería sorprenderse; así trabajan.

Sobre cómo debería ser la educación superior

Para empezar, deberíamos desechar toda idea de que alguna vez hubo una “edad de oro”. Las cosas eran distintas, y en ciertos sentidos, mejores en el pasado, pero distaban mucho de ser perfectas. Las universidades tradicionales eran, por ejemplo, extremadamente jerárquicas, con muy poca participación democrática en la toma de decisiones. Una parte del activismo de los 60 consistió en el intento de democratizar las universidades, de incorporar, digamos, a representantes estudiantiles a las juntas de facultad, de animar al personal no docente a participar. Esos esfuerzos se hicieron por iniciativa de los estudiantes, y no dejaron de tener cierto éxito. La mayoría de universidades disfrutan ahora de algún grado de participación estudiantil en las decisiones de las facultades. Y yo creo que ese es el tipo de cosas que deberíamos ahora seguir promoviendo: una institución democrática en la que la gente que está en la institución, cualquiera que sea (profesores ordinarios, estudiantes, personal no docente) participan en la determinación de la naturaleza de la institución y de su funcionamiento; y lo mismo vale para las fábricas.

No son estas ideas de izquierda radical, por cierto. Proceden directamente del liberalismo clásico. Si leéis, por ejemplo, a John Stuart Mill, una figura capital de la tradición liberal clásica, verán que daba por descontado que los puestos de trabajo tenían que ser gestionados y controlados por la gente que trabajaba en ellos: eso es libertad y democracia (véase, por ejemplo, John Stuart Mill, Principles of Political Economy, book 4, ch. 7). Vemos las mismas ideas en los EEUU. En los Caballeros del Trabajo, pongamos por caso: uno de los objetivos declaradis de esta organización era “instituir organizaciones cooperativas que tiendan a superar el sistema salarial introduciendo un sistema industrial cooperativo” (véase la “Founding Ceremony” para las nuevas asociaciones locales). O piénsese en alguien como John Dewey, un filósofo social de la corriente principal del siglo XX, quien no sólo abogó por una educación encaminada a la independencia creativa, sino también por el control obrero en la industria, lo que él llamaba “democracia industrial”. Decía que hasta tanto las instituciones cruciales de la sociedad –producción, comercio, transporte, medios de comunicación— no estén bajo control democrático, la “política [será] la sombra proyectada en el conjunto de la sociedad por la gran empresa” (John Dewey, “The Need for a New Party” [1931]). Esta idea es casi elemental, y echa raíces profundas en la historia norteamericana y en el liberalismo clásico; debería constituir una suerte de segunda naturaleza de la gente, y debería valer igualmente para las universidades. Hay ciertas decisiones en una universidad donde no puedes querer transparencia democrática porque tienes que preservar la privacidad estudiantil, pongamos por caso, y hay varios tipos de asuntos sensibles, pero en el grueso de la actividad universitaria normal no hay razón para no considerar la participación directa como algo, no ya legítimo, sino útil. En mi departamento, por ejemplo, hemos tenido durante 40 años representantes estudiantiles que proporcionaban una valiosa ayuda con su participación en las reuniones de departamento.

Sobre la “gobernanza compartida” y el control obrero

La universidad es probablemente la institución social que más se acerca en nuestra sociedad al control obrero democrático. Dentro de un departamento, por ejemplo, es bastante normal que al menos para los profesores ordinarios tenga capacidad para determinar una parte substancial de las tareas que conforman su trabajo: qué van a enseñar, cuando van a dar las clases, cuál será el programa. Y el grueso de las decisiones sobre el trabajo efectuado en la facultad caen en buena medida bajo el control del profesorado ordinario. Ahora, ni que decir tiene, hay un nivel administrativo superior al que no puedes ni eludir ni controlar. La facultad puede recomendar a alguien para ser profesor titular, pongamos por caso, y estrellarse contra el criterio de los decanos o del rector, o incluso de los patronos o de los legisladores. No es que ocurra muy a menudo, pero puede ocurrir y ocurre. Y eso es parte de la estructura de fondo que, aun cuando siempre ha existido, era un problema menor en los tiempos en que la administración salía elegida por la facultad y era en principio revocable por la facultad. En un sistema representativo, necesitas tener a alguien haciendo labores administrativas, pero tiene que poder ser revocable, sometido como está a la autoridad de las gentes a las que administra. Eso es cada vez menos verdad. Hay más y más administradores profesionales, estrato sobre estrato, con más y más posiciones cada vez más remotas del control de las facultades. Me referí antes a The Fall of the Faculty de Benjamin Ginsberg, un libro que entra en un montón de detalles sobre el funcionamiento de varias universidades a las que sometió a puntilloso escrutinio: Johns Hopkins, Cornell y muchas otras.

El profesorado universitario ha venido siendo más y más reducido a la categoría de trabajadores temporales a los que se asegura una precaria existencia sin acceso a la carrera académica. Tengo conocidos que son, en efecto, lectores permanente; no han logrado el estatus de profesores ordinarios; tienen que concursar cada año para poder ser contratados otra vez. No deberían ocurrir estas cosas, no deberíamos permitirlo. Y en el caso de los ayudantes, la cosa se ha institucionalizado: no se les permite ser miembros del aparato de toma de decisiones y se les excluye de la seguridad en el puesto de trabajo, lo que no sirve sino para amplificar el problema. Yo creo que el personal no docente debería ser integrado también en la toma de decisiones, porque también forman parte de la universidad. Así que hay un montón que hacer, pero creo que se puede entender fácilmente por qué se desarrollan esas tendencias. Son parte de la imposición del modelo de negocios en todos y cada uno de los aspectos de la vida. Esa es la ideología neoliberal bajo la que el grueso del mundo ha estado viviendo en los últimos 40 años. Es muy dañina para la gente, y ha habido resistencias a ella. Y es digno de mención el que al menos dos partes del mundo han logrado en cierta medida escapar de ella: el Este asiático, que nunca la aceptó realmente, y la América del Sur de los últimos 15 años.

Sobre la pretendida necesidad de “flexibilidad”

“Flexibilidad” es una palabra muy familiar para los trabajadores industriales. Parte de la llamada “reforma laboral” consiste en hacer más “flexible” el trabajo, en facilitar la contratación y el despido de la gente. También esto es un modo de asegurar la maximización del beneficio y el control. Se supone que la “flexibilidad” es una buena cosa, igual que la “mayor inseguridad de los trabajadores”. Dejando ahora de lado la industria, para la que vale lo mismo, en las universidades eso carece de toda justificación. Pongamos un caso en el que se registra submatriculación en algún sitio. No es un gran problema. Una de mis hijas enseña en una universidad; la otra noche me llamó y me contó que su carga lectiva cambiaba porque uno de los cursos ofrecidos había registrado menos matrículas de las previstas. De acuerdo, el mundo no se acabará, se limitaron a reestructurar el plan docente: enseñas otro curso, o una sección extra, o algo por el estilo. No hay que echar a la gente o hacer inseguro su puesto de trabajo a causa de la variación del número de matriculados en los cursos. Hay mil formas de ajustarse a esa variación. La idea de que el trabajo debe someterse a las condiciones de la “flexibilidad” no es sino otra técnica corriente de control y dominación. ¿Por qué no hablan de despedir a los administradores si no hay nada para ellos este semestre? O a los patronos: ¿para qué sirven? La situación es la misma para los altos ejecutivos de la industria; si el trabajo tiene que ser flexible, ¿por qué no la gestión ejecutiva? El grueso de los altos ejecutivos son harto inútiles y aun dañinos, así que ¡librémonos de ellos! Y así indefinidamente. Sólo para comentar noticias de estos últimos días, pongamos el caso de Jamie Dimon, el presidente del consejo de administración del banco JP Morgan Chase: acaba de recibir un substancial incremento en sus emolumentos, casi el doble de su paga habitual, en agradecimiento por haber salvado al banco de las acusaciones penales que habrían mandado a la cárcel a sus altos ejecutivos: todo quedó en multas por un monto de 20 mil millones de dólares por actividades delictivas probadas. Bien, podemos imaginar que librar de alguien así podría ser útil para la economía. Pero no se habla de eso cuando se habla de ”reforma laboral”. Se habla de gente trabajadora que tiene que sufrir, y tiene que sufrir por inseguridad, por no saber de donde sacarán el pan mañana: así se les disciplina y se les hace obedientes para que no cuestionen nada ni exijan sus derechos. Esa es la forma de operar de los sistemas tiránicos. Y el mundo de los negocios es un sistema tiránico. Cuando se impone a las universidades, te das cuenta de que refleja las mismas ideas. No debería ser un secreto.

Sobre el propósito de la educación

Se trata de debates que se retrotraen a la Ilustración, cuando se plantearon realmente las cuestiones de la educación superior y de la educación de masas, no sólo la educación para el clero y la aristocracia. Y hubo básicamente dos modelos en discusión en los siglos XVIII y XIX. Se discutieron con energía harto evocativa. Una imagen de la educación era la de un vaso que se llena, digamos, de agua. Es lo que ahora llamamos “enseñar para el examen”: viertes agua en el vaso y luego el vaso devuelve el agua. Pero es un vaso bastante agujereado, como todos hemos tenido ocasión de experimentar en la escuela: memorizas algo en lo que no tienes mucho interés para poder pasar un examen, y al cabo de una semana has olvidado de qué iba el curso. El modelo de vaso ahora se llama “ningún niño a la zaga”, “enseñar para el examen”, “carrera a la cumbre”, y cosas por el estilo en las distintas universidades. Los pensadores de la Ilustración se opusieron a ese modelo.

El otro modelo se describía como lanzar una cuerda por la que el estudiante pueda ir progresando a su manera y por propia iniciativa, tal vez sacudiendo la cuerda, tal vez decidiendo ir a otro sitio, tal vez planteando cuestiones. Lanzar la cuerda significa imponer cierto tipo de estructura. Así, un programa educativo, cualquiera que sea, un curso de física o de algo, no funciona como funciona cualquier otra cosa; tiene cierta estructura. Pero su objetivo consiste en que el estudiante adquiera la capacidad para inquirir, para crear, para innovar, para desafiar: eso es la educación. Un físico mundialmente célebre cuando, en sus cursos para primero de carrera, se le preguntaba “¿qué parte del programa cubriremos este semestre?”, contestaba: “no importa lo que cubramos, lo que importa es lo que descubráis vosotros”. Tenéis que ganar la capacidad y la autoconfianza en esta asignatura para desafiar y crear e innovar, y así aprenderéis; así haréis vuestro el material y seguir adelante. No es cosa de acumular una serie fijada de hechos que luego podáis soltar por escrito en un examen para olvidarlos al día siguiente.

Son dos modelos radicalmente distintos de educación. El ideal de la Ilustración era el segundo, y yo creo que el ideal al que deberíamos aspirar. En eso consiste la educación de verdad, desde el jardín de infancia hasta la universidad. Lo cierto es que hay programas de ese tipo para los jardines de infancia, y bastante buenos.

Sobre el amor a la docencia

Queremos, desde luego, gente, profesores y estudiantes, comprometidos en actividades que resulten satisfactorias, disfrutables, actividades que sean desafíos, que resulten apasionantes. Yo no creo que eso sea tan difícil. Hasta los niños pequeños son creativos, inquisitivos, quieren saber cosas, quieren entenderlas, y a no ser que te saquen eso a la fuerza de la cabeza, el anhelo perdura de por vida. Si tienes oportunidades para desarrollar esos compromisos y preocuparte por esas cosas, son las más satisfactorias de la vida. Y eso vale lo mismo para el investigador en física que para el carpintero; toenes que intentar crear algo valioso, lidiar con problemas difíciles y resolverlos. Yo creo que que eso es lo que hace del trabajo el tipo de actividad que quieres hacer; y la haces aun cuando no estés obligado a hacerla. En una universidad que funcione razonablemente, encontrarás gente que trabaja todo el tiempo porque les gusta lo que hacen; es lo que quieren hacer; se les ha dado la oportunidad, tienen los recursos, se les ha animado a ser libres e independientes y creativos: ¿qué mejor que eso? Y eso también puede hacerse en cualquier nivel.

Vale la pena reflexionar un poco sobre algunos de los programas educativos imaginativos y creativos que se desarrollan en los distintos niveles. Así, por ejemplo, el otro día alguien me contaba de un programa que usa en las facultades, un programa de ciencia en el que se plantea a los estudiantes una interesante cuestión: “¿Cómo puede ser que un mosquito vuela bajo la lluvia?” Difícil cuestión, cuando se piensa un poco en ella. Si algo impactara en un ser humano con la fuerza de una gota de agua que alcanza a un mosquito, lo abatiría inmediatamente. ¿Cómo puede, pues, el mosquito evitar el aplastamiento inmediato? ¿Cómo puede seguir volando? Si quieres seguir dándole vueltas a este asunto –dificilísimo asunto—, tienes que hacer incursiones en las matemáticas, en la física y en la biología y plantearte cuestiones lo suficientemente difíciles como para verlas como un desafío que despierta la necesidad de responderlas.

Eso es lo que debería ser la educación en todos los niveles, desde el jardín de infancia. Hay programas para jardines de infancia en los que se da a cada niño, por ejemplo, una colección de pequeñas piezas: guijarros, conchas, semillas y cosas por el estilo. Se propone entonces a la clase la tarea de descubrir cuáles son las semillas. Empieza con lo que llaman una “conferencia científica”: los nenes hablan entre sí y tratan de imaginarse cuáles son semillas. Y, claro, hay algún maestro que orienta, pero la idea es dejar que los niños vayan pensando. Luego de un rato, intentan varios experimentos tendentes a averiguar cuáles son las semillas. Se le da a cada niño una lupa y, con ayuda del maestro, rompe una semilla y mira dentro y encuentra el embrión que hace crecer a la semilla. Esos niños aprenden realmente algo: no sólo algo sobre las semillas y sobre lo que las hace crecer; también aprenden algo sobre los procesos de descubrimiento. Aprenden a gozar con el descubrimiento y la creación, y eso es lo que te permitirá comportarte de manera independiente fuera del aula, fuera del curso.

Lo mismo vale para toda la educación, hasta la universidad. En un seminario universitario razonable, no esperas que los estudiantes tomen apuntes literales y repitan todo lo que tu digas; lo que esperas es que te digan si te equivocas, o que vengan con nuevas ideas desafiantes, que abran caminos que no habían sido pensados antes. Eso es lo que es la educación en todos los niveles. No consiste en instilar información en la cabeza de alguien que luego la recitará, sino que consiste en capacitar a la gente para que lleguen a ser personas creativas e independientes y puedan encontrar gusto en el descubrimiento y la creación y la creatividad a cualquier nivel o en cualesquiera dominios a los que les lleven sus intereses.

Sobre el uso de la retórica empresarial contra el asalto empresarial a la universidad

Eso es como plantearse la tarea de justificar ante el propietario de esclavos que nadie debería ser esclavo. Estáis aquí en un nivel de la indagación moral en el que resulta harto difícil encontrar respuestas. Somos seres humanos con derechos humanos. Es bueno para el individuo, es bueno para la sociedad y hasta es bueno para la economía en sentido estrecho el que la gente sea creativa e independiente y libre. Todo el mundo sale ganando de que la gente sea capaz de participar, de controlar sus destinos, de trabajar con otros: puede que eso no maximice los beneficios ni la dominación, pero ¿por qué tendríamos que preocuparnos de esos valores?

Un consejo a las organizaciones sindicales de los profesores precarios

Ya sabéis mejor que yo lo que hay que hacer, el tipo de problemas a los que os enfrentáis. Seguid adelante y haced lo que tengáis que hacer. No os dejéis intimidar, no os amedrentéis, y reconoced que el futuro puede estar en nuestras manos si queremos que lo esté.

Lo que sigue es la traducción castellana de una transcripción editada en inglés de un conjunto de observaciones realizadas por Noam Chomsky vía Skype el pasado 4 de febrero para una reunión de afiliados y simpatizantes del sindicato universitario asociado a la Unión de Trabajadores del Acero (Adjunct Faculty Association of the United Steelworkers) en Pittsburgh, PALas manifestaciones del profesor Chomsky se produjeron en respuesta a preguntas de  Robin Clarke, Adam Davis, David Hoinski, Maria Somma, Robin J. Sowards, Matthew Ussia y Joshua Zelesnick. La transcripción escrita de las respuestas orales la realizó Robin J. Sowards y la edición y redacción corrió a cargo del propio Noam Chomsky

------------------------------------------------------------------

Publicado en inglés en Febrero 28 2014

En español por

Traducción de www.sinpermiso.info – Miguel de Puñoenrostro. Visto en counterpunch.org

Entrevista Tolstoi: “Una constitución no puede mejorar las cosas, no puede traernos la libertad”

Entrevista a León Nikoláievich Tolstói, entrevistado por Harold Williams publicado en The Manchester Guardian, 9 de febrero de 1905

Extraído de libro “Las Grandes entrevistas de la historia (1859-1992)
Edición de Christopher Silverter (páginas 186 – 194)

tolstoi

Tolstoi anda con paso rápido, pero ligeramente inclinado. No ha abandonado su hábito de ejercitarse vigorosamente. Pasa casi todas las tardes cabalgando o caminando y en los momentos libres en que permanece en la casa juega con su hija a juegos de pala o de raqueta o se entretiene sólo con la pelota. Su salud es excelente, aunque un doctor que vive en la casa me aseguró que era muy propenso a los resfriados. Está tan convencido como siempre del valor de seguir una dieta vegetariana y comentó con gran aprobación los trabajos del doctor Haig y los éxitos de los deportistas vegetarianos en Inglaterra.

Por lo que se refiere a su trabajo, me resultó bastante decepcionante enterarme de que la novela de la que tanto se había oído hablar recientemente ha sido abandonada de momento y puede que nunca vea la luz. (…)

En la mañana de mi llegada completó un artículo sobre el tema que pronto será publicado por la prensa inglesa. Actualmente trabaja sobre un panfleto en el que expondrá de nuevo sus opiniones sobre el Estado y la actividad política en general.

Naturalmente, nuestra conversación se inició con el movimiento constitucional. La opinión de Tolstoi sobre el mismo era muy concisa.

—Es
 peligroso —declaró—, e inútil, ya que aleja las actividades de los hombres del verdadero camino. Una constitución no puede mejorar las cosas, no puede traernos la libertad. Todos los gobiernos se mantienen en el poder por medio de la violencia o con la amenaza de la violencia, y la violencia es contraria a la libertad. Un hombre sólo es libre cuando nadie puede forzarle a hacer aquello que cree que está mal. El camino correcto a seguir por los hombres es abstenerse de toda participación en los actos del Gobierno, negarse a servir en el ejército, negarse a aceptar cargos dependientes de la administración y hacer el bien día a día y siempre.

La agitación en pro de una constitución sólo puede conducir a falsos resultados. Le interesó mucho tener noticias de los recientes acontecimientos de San Petersburgo y se mostró especialmente impaciente por saber más acerca del padre Gapon. Existía un vínculo entre él y el líder de los trabajadores, dado el hecho de que Fainermann, uno de los maestros de Gapon en el seminario, era amigo y discípulo de Tolstoi, y tan sólo unos días antes, éste había recibido una carta de Fainermann en la que describía sus relaciones con Gapon. Deploró la masacre y se mostró horrorizado al conocer los detalles, pero declaró que no se podía esperar otra cosa del Gobierno, que sólo podía mantenerse por medio de la violencia.

— ¿Entonces cree usted —pregunté— que fue la agitación entre los  trabajadores la responsable de este resultado?

—No, no —exclamó él—. Yo no iría tan lejos. Sólo digo que todo el movimiento en favor de una constitución es un movimiento en la dirección errónea. El pueblo no quiere una constitución y aquellos que recurren a la agitación en favor de ella no conocen al pueblo. Por mucho que profesen amar al pueblo, en realidad el pueblo no les preocupa; simplemente le desprecian. El pueblo sólo quiere una cosa, es decir, tierras. ¿Ha leído los trabajos de Henry George?

Y es que Tolstoi, a pesar de su aborrecimiento hacia los métodos políticos, es un gran admirador de Henry George. Me interrogó a fondo acerca de la medida en que las teorías de éste habían sido puestas en práctica en Nueva Zelanda. No fue más que un ejemplo de la inconsistencia aparentemente irreconciliable entre las vertientes teórica y práctica de su naturaleza.Volviendo al tema de la agitación constitucionalista, observó:

Creo que la mejor salida sería una Zemsky Sobor (Asamblea de Representantes de los zemtsvos).

—¿Pero cómo —pregunté— reconcilia usted eso con lo que dice sobre lo erróneo de todos los sistemas políticos?

—Oh —respondió— sólo quiero decir que el emperador actúa estúpidamente, desde el punto de vista de sus propios intereses, al no convocar el Zemsky Sobor. —Añadió que su hijo mayor había escrito al emperador solicitándoselo y que un amigo suyo de Nijni Novgorod había redactado un proyecto en este sentido del que habló en términos muy laudatorios.

No estaba dispuesto a admitir que la forma de gobierno prevaleciente en un país pudiera introducir ninguna diferencia esencial en la vida de sus ciudadanos.

—¿No cree —pregunté—que es mejor vivir, digamos, bajo el sistema político inglés que bajo el ruso? Fíjese en el sistema de pasaportes que impera aquí, por ejemplo; en la censura, y en el destierro de los condenados políticos.

—La situación no es ni un ápice mejor en Inglaterra —declaró con firmeza—. Allá donde haya violencia el pueblo se ve privado de libertad. Sin ir más lejos, mi amigo Tchertkoff, que vive en las afueras de la ciudad de Christchurch, se ve obligado a pagar un impuesto empleado para el mantenimiento de una banda que toca en el interior de la ciudad y que, personalmente, preferirían o tener que escuchar jamás. Por lo que se refiere al destierro, eso es algo que afecta al hombre muy poco. Yo llevo veinte años esperando el destierro, y si llegara, no me alteraría en absoluto. El destierro no puede impedir a un hombre vivir una vida auténtica. ¡Y la libertad de la prensa! ¿Necesita el pueblo de la libertad de prensa? Estos caballeros pueden tener libertad de prensa, si así lo desean, para airear sus propios puntos de vista, pero eso es una cuestión menor.

Habría que decir aquí que el propio Tolstoi sufre intensamente los efectos de la censura. Incluso un escritor tan distinguido como él no se ve libre de la indignidad de que muchos pasajes de los libros y periódicos que le envían del extranjero aparezcan tachados. Y la existencia de la censura le impide recibir copias de muchos de sus propios libros publicados en Inglaterra o Alemania. Habló de las huelgas y dijo que la más eficaz sería la de aquellos que abastecen al país de pan. Mencioné un informe que había oído en Moscú en el sentido de que los médicos delos distritos rurales tenían la intención de declararse en huelga.

—Tanto mejor —dijo Tolstoi con una sonrisa.

—Pero en ese caso —respondí—,todos los campesinos se quedarán sin atención médica.

—Mejor que mejor —declaró él—. Hace cuarenta o cincuenta años, cuando yo era joven, no había médicos entre los campesinos, y ellos se apañaban muy bien sin ellos. No, la enfermedad no es un mal; la muerte no es un mal. El mal es que los hombres actúan equivocadamente.

Esa noche, tras la cena, pasamos por alto el espinoso terreno de la política y Tolstoi empezó a hablar de temas que le afectan más de cerca. Charlando acerca de la elección de una profesión, dijo que su modo de vida es el resultado de dos fuerzas opuestas:su propio esfuerzo por alcanzar el ideal y la inercia de su pasado. (…)